La CELAC: una encrucijada para América Latina

Coordinador: Abdiel Hernández Mendoza

En estos tres últimos años la política exterior del Estado mexicano ha operado un giro radical, en todos los aspectos. Luego de varios años en los cuales esta dimensión se consideró únicamente bajo las directrices que se asociaban a un entendimiento con Estados Unidos, el gobierno de Lopez Obrador ha virado hacia un entendimiento de la política internacional como espacio que procurá el fortalecimiento de la soberanía nacional y el apoyo y consolidación de defensa y desarrollo regional latinoamericano.

El papel que está jugando México en el replanteamiento de la política regional latinoamericana tiene su fortaleza e importancia más en el tema de la política (es decir la dimensión de la sobernía) que en el de la economía (la integración). Mientras que en el terreno económico queda la duda de como avanzar en la consolidación de una economía regional y bajo que supuestos se puede operar una cierta unidad, en lo político hay un tema que le ha dado legitimidad al gobierno mexicano y que ha hecho que la más reciente reunión de la CELAC cobre una relevancia sin parangón en los años inmediato. Se trata del cuestionamiento a la vigencia de una institución como la OEA que se interpreta como un espacio para legitimar la injerencia o suborinación política a los Estados Unidos

El reacomodo geopolítico y la posibilidad de que los cuestionamientos hacia la OEA puedan ser factibles, esta en la invitación que se realizó no sólo a liderazgos significativos de la region como los presidentes de Bolivia, Perú, Venezuela y Cuba, sino en la incorporación y legitimidad de China, lo cual sin duda obliga a Estados Unidos a tomar postura.

Este posicionamiento del gobierno Mexicano de cuestionamiento a la OEA –y especialmente de su impresentable secretario general, Almagro– no es nueva, ha tenido por lo menos tres momentos sumamente especiales en la política regional. Uno es en la defensa de Evo Morales frente al golpe de Estado de 2019; uno segundo es durante el tenso conflicto electoral de Perú; el tercero en la posición de amistad con Cuba y en la decisión de insistir en el fin del bloqueo. Además de que esta orientación quedó bien definida el pasado 24 de julio del presente año en el 238 aniversario del natalicio de Simón Bolivar en el cual AMLO sentó su postra de la importancia de Cuba en la lucha anti imperialista.

Hay todavía mucho que discutir. Falta observar como se van alineando los países en torno a las iniciativas de México y las posibles alianzas con otras regiones. El peso de México en la región había estado disminuido durante el neoliberalismo y hay piezas del tablero que le son adversas, no solo Uruguay y Paraguay sino numerosos países de centroamérica. Sin embargo, la ventaja de la política exterior de México es que ha sido plural, al tender puentes con variantes ideológicas no izquierdas, como el caso de Ecuador, pero también manteniendo relación de respeto con Venezuela. La situación geopolítica puede cambiar ante un eventual cambio en Brasil, pero también en Argentina. Por lo pronto, se ha delineado un camino que podría seguir, si el proyecto de la 4T se mantiene en una clave transexenal.