Xóchitl, María Eugenia y las imágenes del terracismo

 Leonardo Meza Jara

I.- Xóchitl Gálvez estuvo en la ciudad de Chihuahua, en un foro organizado por Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), una de las organizaciones que defiende los intereses de los empresarios («Nueva edición de “Diálogos por la Democracia” con Xóchitl Gálvez», El Diario de Chihuahua, 20 de julio de 2023). Un día después del foro con los integrantes de la clase empresarial, la candidata del Frente Amplio por México se reunió con la gobernadora en el restaurante La Casona, un lugar que resulta simbólico para los ricos que siguen siendo dueños de Chihuahua (“Se reúnen Maru Campos y Xóchitl Gálvez en La Casona”, El Heraldo de Chihuahua, 21 de julio de 2023).

El negocio del restaurante La Casona fue iniciado por Eloy Vallina Lagüera, uno de los empresarios con mayor poder económico y político en Chihuahua. El edificio que ocupa este restaurante fue mandado construir y habitado hacia finales del siglo XIX, por Luis Terrazas. La ambición de poder económico y político de Luis Terrazas lo condujo a afirmar: “Yo no soy de Chihuahua, Chihuahua es mío”. Este personaje que se movió entre los caminos del poder económico y el poder político fue uno de los mayores latifundistas del porfiriato. El lugar en el que se reunieron María Eugenia Campos y Xóchitl Gálvez y, las fotografías que se publicaron del encuentro muestran las imágenes del terracismo cuyo poder se extiende desde el siglo XIX hasta el XXI.

Un día antes de la reunión con Gálvez, la gobernadora Campos estuvo en la ciudad de Parral, en la sesión solemne organizada por el Congreso del Estado donde se conmemoró el aniversario de los cien años del asesinato del general Francisco Villa. Resulta contradictorio, que la agenda de la gobernadora panista pasara de un día a otro, de pisar los caminos históricos andados por Francisco Villa a ocupar una silla en la casa que fue habitada por Luis Terrazas, el cacique máximo del estado de Chihuahua.

Los miércoles y jueves de la semana pasada, la gobernadora Campos se pronunció por el villismo, mientras estuvo en la ciudad de Parral. Para el viernes, la panista caminó entre los pasillos y las habitaciones de una casa impregnada por la ambición del terracismo, cuyos ramales de poder económico y político persisten. Al moverse entre las casillas del poder, los(las) políticos(as) suelen ser pragmáticos(as) y contradictorios(as).

Francisco Villa y Luis Terrazas fueron como el agua y el aceite. El primero, fue defensor de la justicia popular y las causas de los campesinos. El segundo, fue un terrateniente que procuró el poder político y económico para sí mismo y para unas cuantas familias que se encumbraron durante el porfiriato. El escritor Alfredo Espinoza, contrastó los perfiles de los personajes de Villa y Terrazas en el artículo “Don Luis y Pancho” (El Diario de Chihuahua, 14 de julio de 2019).

El significado simbólico del restaurante La Casona es ominoso para las clases populares. Este lugar exclusivo es frecuentado por los políticos y los ricos, cuyos ingresos son una humillación para la clase asalariada. En La Casona, el exgobernador César Duarte acostumbraba a consumir botellas de vino de la marca Petrus, con un valor de 80 mil pesos (“Toma Duarte vino tinto francés Petrus…” La Opción de Chihuahua, 9 de diciembre de 2013). La arquitectura del edificio que ocupa el restaurante La Casona se ha convertido en un lugar simbólico donde la clase política y empresarial, conversan detrás de unas paredes y unas puertas que se cierran hacia dentro de sí mismas y, que se vuelven impenetrables para la mayor parte de los habitantes de la ciudad de Chihuahua. 

II.- Las fotografías de Campos y Gálvez, que fueron tomadas en La Casona, son una sonrisa que se extiende, un gozo que se posa, una postura que se finge. Cuando las sonrisas provienen de los hombres y las mujeres del poder, hay que indagarlas gesto por gesto, hasta encontrar las contradicciones que hay en ellas. Cuando el gozo se manifiesta desde los lugares donde comen, beben y platican los(las) poderosos(as), hay que escarbar los sitios donde se proyectan las sombras de ese gozo. Cuando las fotografías de los(las) sujetos(as) del poder se convierten en una pose actuada, hay que deconstruir los guiones de una actuación, que traen consigo engaños o ficciones.

Hay que leer las fotografías de Campos y Gálvez desde el punto de vista del paradigma indiciario planteado por Carlo Ginzburg:

“…la existencia de un nexo profundo, que explica los fenómenos superficiales, debe ser recalcada en el momento mismo en que se afirma que un conocimiento directo de ese nexo no resulta posible. Si la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas -pruebas, indicios- que permiten descifrarla. Esta idea, que constituye la médula del paradigma indicial o sintomático, se ha venido abriendo camino en los más variados ámbitos cognoscitivos, y ha modelado en profundidad las ciencias humanas.” (“Mitos, emblemas indicios. Morfología e historia”, 2008).

Las fotografías de Campos y Gálvez en La Casona, ameritan ser leídas a partir de los indicios que no se perciben a simple vista, que aparecen en segundo plano y que resultan cruciales para entender los acontecimientos en torno al encuentro entre dos mujeres del poder. El paradigma indiciario de Ginzburg es una forma de leer desde los márgenes, colocando al centro lo que está en las orillas, lo que no suele ser mirado. En sus redes sociales, la analista política Mariela Castro hizo una primera lectura de las fotografías que se tomaron Campos y Gálvez, identificando al fondo, el retrato de un personaje oscuro en la historia de Chihuahua: Joaquín Terrazas. 

No fue una sola fotografía la que se tomaron la gobernadora panista y la precandidata del Frente Amplio por México, con la imagen de Joaquín Terrazas colgada en una de las paredes del restaurante La Casona. Hay una serie de fotografías donde Campos y Gálvez sonríen, se abrazan y se muestran un afecto político que resulta meloso. Y todo lo hacen, ante la mirada de Joaquín Terrazas, uno de los mayores genocidas de los grupos indígenas en México.

¿Por qué razones está colgado un retrato de Joaquín Terrazas en el restaurante La Casona? Este retrato está colgado en las paredes de uno de los restaurantes más exclusivos de Chihuahua, porque se le rinde culto a un personaje que se ocupó de exterminar a los apaches y, que fue uno de los principales operadores del terracismo, que acumuló un poder desmesurado durante el porfiriato. Los íconos de la burguesía porfirista que habitan el edificio de La Casona, se extienden desde el siglo XIX hasta el XXI.

¿Por qué aparecen el retrato de Joaquín Terrazas y la presencia de Luis Terrazas, como fondo de las fotografías que se tomaron Campos y Gálvez en el restaurante La Casona? El retrato de Joaquín Terrazas y la presencia de Luis Terrazas, quien mandó construir el edificio que ocupa el restaurante La Casona, son una sombra histórica que persigue consciente o inconscientemente a María Eugenia Campos y Xóchitl Gálvez. El genocida Joaquín Terrazas y el latifundista Luis Terrazas, estuvieron junto a Campos y Gálvez mientras comieron y departieron en el restaurante La Casona, hace unos días.

Tal vez ellas no se dieron cuenta de la presencia de los dos hombres de apellido Terrazas, quienes las acompañaron esa mañana plagada de sonrisas, gozos y posturas actuadas. Tal vez, Campos y Gálvez si se dieron cuenta de la sombra de los Terrazas que las acompañó aquella mañana. Lo que queda registrado detrás de la reunión de ambas mujeres del poder, es la presencia indiciaria del terracismo, cuyas formas de extenderse hasta el siglo XXI aparecen detrás de los(las) operadores(as) de la precandidatura de Xóchitl Gálvez. 

Mientras fueron miradas por los ojos del genocida Joaquín Terrazas a sus espaldas, Campos y Gálvez se mostraron sonrientes. Mientras ocuparon alguna de las habitaciones que fue mandada construir por el latifundista Luis Terrazas, las dos políticas del Frente Amplio por México, actuaron en base a un guion que mostró una felicidad fingida ante la prensa. Los indicios del terracismo de Campos y Gálvez son una sonrisa y una felicidad que se actúan y se fingen, en la persecución del poder hacia el 2024.