Voces sobre la guerra imperialista

Jonatan Romero

I

Engels escribió su primera obra entre 1842 y 1844 y el público vio a la luz este magnífico libro en 1845. Su postura manifiesta la defensa de lo que hoy los eruditos llaman la crítica a la economía política y, por lo mismo, sus enseñanzas siguen atormentando las almas de ciudadanos contemporáneos. La sociedad burguesa vio la primera crítica a su civilización cuando la situación de la clase trabajadora en Inglaterra llegó a las manos de los lectores de aquella época.

Mientras los grandes pensadores de la burguesía intentaban adornar con bellas palabras el funcionamiento del sistema económico, en ese mismo momento, una figura se levantaba sobre los restos de los jilgueros del sistema y su obra ponía el acento en develar el carácter barbárico de la economía capitalista. Engels definió a la modernidad actual como una guerra de todos contra todos, es decir la paz no se puede dar en un escenario en donde el capital se enfrente con el trabajo asalariado. Esta premisa ayuda mucho al análisis, porque la civilización burguesa muestra su verdadero ser y la guerra nace de las propias contradicciones del sistema económico.

Marx no se quedó atrás al respecto y, por lo mismo, su definición de historia quedó sustentado por su manifiesto. En donde, tanto Marx como Engels dicen en ese texto que “el motor de la historia es la lucha de clases” y, por lo mismo, la economía burguesa no puede trazar un modelo civilizatorio en donde la guerra no esté presente y el conflicto siempre guiará el horizonte de esta modernidad. El misterio queda totalmente revelado en las páginas de estos dos grandes seres humanos, ya que ellos se encargaron de quitarle el velo romántico al modelo burgués y sus obras dieron cuenta del momento exacto en la que esta sociedad intenta sobrevivir.

La sociedad vive enfrentada en el sistema capitalista, porque, uno, el proletariado debe enfrentar a la burguesía para su sobrevivencia y, dos, el enfrentamiento deviene en el sustento de que el salario está relacionado inversamente con la ganancia. Si el salario crece, entonces la ganancia hará lo contrario y viceversa. La guerra en el capitalismo se impulsa o se detona por el hambre de la ganancia y, por lo mismo, la guerra se convierte en guerra económica.

La sed de ganancia lleva a la explosión del conflicto bélico, en donde el burgués no solo domina al proletariado, sino que este modelo debe expandirse a otras latitudes. La guerra económica tiene dos niveles muy importantes: el primero, la clase dirigente debe derrotar a la clase desposeída y, segundo, la economía capitalista debe someter al espacio. Como estas líneas pretende demostrar es que el conflicto bélico no es una suerte de maldición foráneas y la raíz del mal se encuentra en el propio sello civilizatorio que defiende la sociedad capitalista.

II

Lenin se convirtió en el maestro por excelencia del marxismo clásico, en donde una de sus tesis es precisamente el estudio del imperialismo y su legado está en definirlo dentro del radio de influencia del capital financiero. Es decir, el capital financiero es el carácter más importante de la sociedad contemporánea y el despliegue territorial tiene como sustento la cantidad de ganancia que va a parar a los bolsillos de las oligarquías financieras. Los grandes monopolios industriales, bancarios y comerciales controlan el mundo y los momentos históricos tienen mucho que ver con los intereses de estos sectores de la sociedad.

Por eso mismo, la ganancia pone de manifiesto la necesidad de mantener la glotonería de las oligarquías financieras y, para ello, la economía capitalista necesita expandirse más allá de los límites previos. El imperialismo puede ampliar su dominio territorial bajo dos figuras: exportación de mercancías y exportación de capital. La primera forma se basa en aumentar la cantidad de consumo en otros territorios y la segunda forma enfatiza en llevar capital constante a otros países. Estas dos formas solo buscan un objetivo el cual es aumentar la tasa de ganancia.

Rosa Luxemburgo manifestó en su obra “La acumulación del capital” que el imperialismo debe incrementar la exportación de capital y que este mecanismo debe ir acompañado por la acumulación por despojo. La economía capitalista necesita lacerar las formas no capitalistas y a estas utilizarlas en provecho de la tasa de ganancia. Por eso, la primera lectura decolonial puede ser la de Rosa, porque cuestionó al imperialismo como forma de sometimiento a las zonas no imperialistas. Mientras el norte global busca un equilibrio entre la lucha de clases, pues este se cobra en el sur global.

Una conclusión importante radica en la idea de que la economía imperialista necesita de dos momentos muy importantes: por un lado, el imperialismo busca incrementar la influencia del crédito y, por el otro, la guerra toma una posición muy importante en este proceso. Primero, el crédito facilita la circulación de mercancías entre las clases sociales y, por lo mismo, la producción y el consumo se vuelven muy elásticos. Segundo, la guerra es muy factible, derivado a que la exportación de capital y mercancías encontrará defensas o murallas que deben ser derrotadas por el uso de la violencia.

Bujarín podría ayudar mucho al respecto, en tanto que todo lo anterior debe desembocar en la idea de que la guerra es ante todo una guerra imperialista y, por lo mismo, esta debe definirse bajo algunos parámetros muy importantes. Por un lado, esta forma se basa en la expansión territorial a nivel mundial y, por el otro, la rapiña sería su eje central. A diferencia de otras formas de guerra, en donde el fundamento era el control del territorio, en la actualidad, la invasión no se da bajo formas clásicas y el objetivo es el incremento de la ganancia.

III

Kalecki puede considerarse como el padre del marxismo no clásico, ya que su postura epistémica estaba fuera de los pilares del marxismo – leninismo de su época y esto lo alejaba frecuentemente de los cánones aceptados por ciertos socialistas de la época. Su postura era bastante interesante y este autor logró captar la esencia del imperialismo en su forma desarrollada después de la segunda guerra mundial. Muy al contrario de la postura de ese momento, el polaco marxista insistía en el carácter bélico de la economía burguesa y como este fundamento no cambió en lo absoluto durante los años venideros a la gran guerra de 1939 a 1945.

La guerra imperialista es la base de la sociedad burguesa y, por eso, la violencia no puede eliminarse de la actual forma de producción. Por ejemplo, de 1950 a 1970, el gasto militar incrementó de manera muy particular y esto produjo un aumento en las ganancias de las grandes oligarquías del momento. Mientras el gobierno infestaba a la opinión pública con su farsa de la liberación de pueblos, al mismo tiempo, los monopolios de Estados Unidos veían sus bolsillos llenarse de tanto dinero y, así, la guerra se veía como el gran motor de la historia burguesa.

Mandel fue otro pensador marxista muy particular que, dejando fuera su gusto por la lectura de Trotsky, logró impactar al mundo con la teoría de El Capital. Su postura fue potenciada por mentes maestras que definieron al marxismo en el siglo XX y entre estos se encuentran Rosa, Lenin, Grossman, etc. Entre las grandes aproximaciones se encuentra la visión de lo que llamó el neocapitalismo o capitalismo tardío, en donde Mandel se dio cuenta de una pequeña característica que hace al capitalismo de su época diferente al de otras etapas.

El neocapitalismo tiene una pequeña condición que al trotskista le llamaba mucho la atención y esta era que esta época dependía demasiado en el gasto militar. Una cosa muy interesante al respecto puede darse en que la economía burguesa necesita de la guerra y esta se presenta como un mecanismo para la acumulación del capital. Según esto, de 1950 a 1970, la civilización burguesa no puedo sobrevivir sin la industria del armamento y la tasa de ganancia subió gracias a las expediciones militares.

Harvey cierra muy bien esta tercia de reyes, ya que este hizo lo mismo solo que llevó estas consecuencias hacia el siglo XXI y la conclusión fue la siguiente: de 1970 a la actualidad, la guerra imperialista ha sido el sello de esta organización de producción. Las expediciones militares han sido el corazón de este proceso y, en este caso la rentabilidad se ha mantenido gracias al incremento del gasto militar. De esta manera, la lógica es muy concreta en este caso, ya que la civilización se convierte en barbarie cuando la humanidad se deja guiar por el brillo del oro.