Venezuela: laberinto de nuestro tiempo

CE, Intervención y Coyuntura

Desde hace tiempo Venezuela es una incógnita por descifrar, aunque en el posicionamiento político la cuestión es clara: o se está con ella o contra ella. O, para decirlo mejor, la polarización que ha dejado el extremo de apoyar al gobierno bolivariano o negarlo ha impedido escarbar en las profundidades de un proceso del que se tienen más certezas ideológicas que cognoscitivas.

Es cierto que el conjunto de potencias imperiales, derechistas de todo cuño, liberales criollos, palo-libertarios negacionistas y socialdemócratas se han unido en una santa cruzada. En este caso, atrás de María Corina Machado, a quien los liberales norteamericanos del NYT quieren hacer pasar como una especie de revelación mística del pueblo venezolano. Dicen en el podcast The Daily que la gente llora en sus brazos y que gritan su nombre: “María, María”.

Del otro lado, hay un cierre de filas entre las izquierdas con aspiraciones sociales. Para ellas está claro que el pueblo está con Maduro y que mientras eso suceda, estarán ahí. Fortalecida por el primitivismo derechista que quemó cosas, dio golpes de Estado y busca afanosamente la tutela norteamericana, esta izquierda puede ver con simpatías a un gobierno que, acosado por aquí y por allá, sostiene popularidad.

Hay un tercer sector, minoritario, que condiciona su apoyo y exige cambios. Salvo Lula, el resto resulta impresentables: Gabriel Boric en cuyo gobierno ha caído preso el exalcalde comunista Daniel Jadue, en una clara venganza; o Alberto Fernández cuyo gobierno desastroso abrió la puerta a Milei.

No deja de ser cierto que hay problemas graves en la Venezuela contemporánea, por decisión propia o presión externa. La corrupción es uno de ellos, la “boliburguesía” que Chávez enfrentó se ha entronizado; el Estado ha metido las manos y desbaratado organizaciones anteriormente pro-chavistas. La deserción de millones de venezolanos es una pérdida laboral y de fuerza de trabajo significativa. La economía desordenada es la puerta de entrada para los abusos y el peor de los individualismos.

Ante escenarios tan caóticos y en cierta medida incomprensibles –¿Quién o quiénes son los responsables?– es lógico que la polarización se imponga: se está con o en contra. Y es que, tras escuchar y leer a Corina Machado en su loa al mercado, al neoliberalismo, al sector privado y a Milei, no hay duda de donde estar.