Venezuela: ingenuidad, interés y política

CE, Intervención y Coyuntura

En las últimas semanas una corriente se levantó en medios y redes advirtiendo de la necesidad de que más países presionaran en favor de “cambios” en el gobierno de Venezuela. Escudados en los dichos de Lula, Boric, Alberto Fernández y al que se han sumado presidentes como el de Guatemala, esta corriente se presenta como “neutral”. Advierten que es preciso “presionar” para tal o cual cosa y que así pueda surgir una “verdadera democracia”. Sin embargo, esta aparente ingenuidad “democrática” esconde no sólo la ignorancia o la omisión de cómo se ha llegado a esta situación, sino la pretensión de apuntalar a los candidatos de las derechas, de fuerte raigambre oligárquico y pro-empresarial.

Otros dicen que, como Maduro ya no es el chavismo histórico –cosa cierta–, entonces se debería de sumar a ese coro que demanda “cambios” en abstracto. Pero la política no es abstracta, sino situada en un campo minado de fuerzas. Y hacer un llamado sustentado en esas abstracciones y entelequias no hace sino fortalecer la posición derechista continental de los Milei, Lacalle y otros. No son los ingenuos terceristas los que saldrán fortalecidos con esos llamados, sino los derechistas de la región.

Intelectuales que sostienen una posición “socialdemócrata”, tímidamente conservadora e incluso cínicamente liberal, se han puesto atrás de una política –como María Corina Machado– que celebra la privatización, el mercado sin cortapisas, el empresariado como único leitmotiv.

Maduro ha sabido salir de las crisis hasta ahora. Ha hecho política al dividir a la oposición y planteado nuevos horizontes. Su acercamiento a los grupos evangélicos es parte de todo ello. Y desde la izquierda “pura” esto puede ser cuestionado, pero no desde la efectividad de la lucha política.

O los ingenuos son tan incautos y nostálgicos que sirven como tontos útiles bajo las loas de que “lo que es, ya no es lo que era” (¡tremenda obviedad!), o esconden la piedra neoliberal bajo ropajes derechohumaneros.

La 4T no es particularmente adicta a estos gobiernos. AMLO nunca ha sido excesivamente chavista y el trato a Maduro no ha sido el mejor, como se recordará en la toma de posesión. Razones geopolíticas hay de sobra. Su posición, cauta y mediada, es bien leída por los neoliberales: fortalece a Maduro. ¿Pero enserio esperan que secunde a Milei y al Departamento de Estado? Y es que, con un imperio en crisis, que mejor que tener esos contrapesos en la región.

Por último: la vergonzosa posición de Boric solo puede medirse por los días de persecución y represión a Daniel Jadue.