Vacunar la ciudad contra el conservadurismo

"Duelo a garrotazos" de Francisco De Goya

CE, Intervención y Coyuntura

Los dados están lanzados. Una vez triunfadora Claudia Sheinbaum, las piezas comienzan a moverse. Hay quien piensa que por hacerlo más rápido o primero, resulta triunfador, una especie de versión laica de aquel viejo adagio de que “al que madruga Dios lo ayuda”. Otro sector ha optado por traducir al Instagram aquella idea de que “el que se mueve no sale en la foto”: inmediatamente después del triunfo de Sheibaum “el que no sale en la selfie no existe”.

Es preciso tener cuidado. Dos enfermedades aquejarán en adelante el proceso de la ciudad: el pragmatismo y el conservadurismo. En el primer cuadro clínico, la corriente más pragmática querrá subirse en la que considera la candidatura ganadora, sobre todo de quienes no resultaron con buenos números. Un claro ejemplo es del ex subsecretario Ricardo Peralta (autonombrado “Apóstol de la 4T” (sic)), quien a partir de su “Alianza Patriótica 4T” ha buscado posicionarse en candidaturas con Mejía Guadiana en Coahuila y después con Adán Augusto López. Los “espectaculares” que se han lanzado de Brugada aparecen con el signo “Patriotas 4T”, en una clara referencia a ese grupo. Como todo grupo de “operadores”, el de Peralta tiene el derecho de jugar, pero su perfil pragmático, menos preocupado en el programa y más en el posicionamiento de figuras, es quizá el mayor de los problemas. Solo para insistir, en la propaganda que se hace de Brugada, aparece ya una “revista” con ella en la portada, reproduciendo la peor forma de hacer política, aquella que privilegia el dinero y el marketing. Lo mismo han hecho Pedro Haces Jr, Adrián Ruvalcaba, los panistas…. Forma de hacer política que habla más de los “operadores” que de las y los candidatos.

El segundo es el conservadurismo. Materializado a partir del barajeo de nombres como Mario Delgado, Ricardo Monreal, Omar García Harfuch. En el caso de este último, parece revivirse el fantasma de un neo-mancerismo. Que se le mencione como un cuadro técnico en sintonía con prácticas securitarias que recuerdan la doctrina de seguridad ciudadana, es preocupante. Es de llamar la atención cómo los sectores conservadores y de centro hacen de los planes de seguridad su punto de partida para definir la gobernanza; también hay que recordar aquí que hace unos meses, cuando Ebrad todavía creía tener posibilidades de triunfo, lo primero que hizo fue proponer su “Plan A.N.G.E.L.”. Esta candidatura también es un buen pulso de que, en la ciudad, un cuadro técnico pude tener una recepción positiva. El pulso de la ciudad es más complicado que en otras ocasiones y nada está totalmente escrito, ni decidido. Lo que parece ser ahora una necesidad es la de vacunar a la ciudad contra el pragmatismo y el conservadurismo disfrazado.

Un síntoma de este cuadro clínico es la falta de un perfil que este orientado a continuar un esquema de una ciudad de derechos y de reposicionamiento de lo público. Un perfil que dispute el sentido democrático de la ciudad más allá de la coyuntura inminentemente electoral en la que estamos ya inmersos, que apueste por la consolidación de una cultura política participativa y que tenga una visión global de la ciudad.