Trump y el acelerado tiempo histórico

CE, Intervención y Coyuntura

La anunciada crisis del neoliberalismo ha llegado. Trump es sólo un signo de esa época. Pero pudo ser él u otro. Solo el patetismo del personaje vuelve absurda toda la situación. Los manotazos que amenaza con dar y los que hará efectivos solo aseguran una cosa: el fin de una época histórica nacida en 1898, cuando el imperio forjó el control del Atlántico y Pacífica. La hegemonía norteamericana fue en ese espacio doble. Pero ya no puede sostenerse más.

Acelerar el tiempo histórico no es algo que se haga premeditadamente. La pandemia certificó ese hecho. El giro del mundo, hacia formas soberanistas, ha comenzado. Algunos países se sumarán tarde o parcialmente, otros decididamente. México no puede sino ir acorde con los tiempos y aumentar la velocidad, en la medida de sus posibilidades, de dar este giro. Recuperar soberanía no es fácil, ni terso. Implica resistencias, pero también crear instituciones. Solo un régimen político puede hacerlo, construyendo Estado, como pueda y en donde pueda.

Pero la 4T no se explica gracias a esta crisis, la propia lógica nacional colocó en sinergia la renovación democrática popular y la bancarrota imperial. Como enseñó Maquiavelo, se necesita fortuna y virtud. La fortuna se dio: el cambio político ocurrió al parejo del desvencijamiento neoliberal e imperial; falta ahora la virtud: construir Estado, renovar el régimen político, cristalizar la soberanía.

Paradójicamente, más allá de la violencia verbal y de actos reales, Trump será un aliado involuntario pues su presencia viene a recordarnos que estamos en el camino correcto: la soberanía es el alma del pueblo y ella emerge ante las situaciones de crisis.