Transformar nuestra tragedia: el juicio a los expresidentes

CE, Intervención y Coyuntura

La tragedia no sólo es uno de los géneros literarios más antiguos de la humanidad, es la manera como muchos artistas han interpretado diversas situaciones de la vida humana, dando cuenta de lógicas de dominio irracionales que encierran a la humanidad en un ciclo de desgracia.

Una de las obras donde podemos ver claramente esta tendencia trágica es en Antígona de Sófocles, en la cual se puede apreciar el enfrentamiento entre dos concepciones de la ley. La de Antígona que, ante el asesinato de su hermano Polinices, busca darle sepultura; y la de Creonte, quien considera a Polinices un traidor a Tebas, por lo que le niega el derecho a tener una sepultura. Antígona desobedece a Creonte y sepulta a su hermano, por lo que es castigada y sentenciada a ser enterrada viva, con lo que no sólo se da cuenta del destino trágico de la familia de Edipo y Yocasta, sino de cómo Antígona es castigada por la legalidad ilegítima.

En ese mismo sentido podemos hacer una lectura de Romeo y Julieta de William Shakespeare, en donde la tragedia se suscita en el enfrentamiento entre dos órdenes: el amor y el odio entre familias. Julieta le dice a Romeo: “sólo tu nombre es mi enemigo” y con ello la adolescente de Verona da cuenta de que su apellido no es aquello que le da identidad a Romeo, que pueden dejar atrás todo el odio entre sus familias y amarse de manera humana. No obstante, la tendencia trágica se impone y ambos adolescentes mueren.

En ambas obras encontramos a sujetos que se enfrentan a una ley superior, tratan de cambiar el status quo, o al menos burlarlo, pero a cambio, solo la muerte les espera a aquellos héroes y heroínas a manos de un régimen irracional que procura relaciones inhumanas.

En ese sentido, México llevaba inserto años en el ciclo de la tragedia, en un continuo saqueo de recursos y vidas a causa de un orden que se percibía como un destino que no cambiaría nunca. Numerosas son las gestas que la izquierda mexicana ha dado en contra del régimen irracional que nos gobernaba y más numerosas son las muertes que ha suscitado, ya sea por pobreza o represión.

El juicio a los expresidentes es una manera en la que el pueblo democráticamente puede resarcir años de una justicia que le ha sido negada. Lo que representa el juicio a los expresidentes en el terreno de la transformación del país es acabar con un régimen anterior a la Cuarta Transformación que hizo de la corrupción, la impunidad y la muerte, los pilares que lo sostuvieron. Para que este ejercicio salga victorioso es necesario que 37 millones de personas pidan el juicio a los expresidentes, que hasta el momento gozan de impunemente de sus riquezas.

¿Por qué juzgar a los expresidentes? Quizá son muchas las afrentas que han cometido contra el pueblo de México, pero de una manera puntual y sencilla hace alrededor de un mes, en una de las mañaneras, AMLO puntualizó que principalmente el juicio a Carlos Salinas estriba en el despotismo con el cual entregó los bienes de la nación a sus allegados. Mientras que Ernesto Zedillo con el FOBAPROA endeudo a generaciones de mexicanos que aun no había siquiera nacido. A la vez que Vicente Fox traicionó la democracia al participar activamente en el fraude electoral de 2006. Felipe Caldearon desató la guerra contra la delincuencia lo que convirtió al país en un territorio de masacres. Por último, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha representado un régimen de corrupción que ha dañado la vida pública del país. Nosotros, desde Intervención y Coyuntura, pensamos que son muchas más las causas por las que se debe juzgar a los expresidentes, pero sin duda cada sexenio significó una manera distinta de la corrupción, la delincuencia y el autoritarismo del PRIAN.

De esta manera la consulta para el juicio a expresidentes se inserta en un nuevo ciclo que pretende cambiar la tragedia del pueblo mexicano por el de una épica transformadora. La consulta no propone la venganza, así como tampoco Antígona o los adolescentes de Verona la buscaron; se busca transformar el régimen irracional, se pretende que nuevas relaciones sociales emerjan con ello, sanar heridas y poder seguir caminando a nuevos horizontes. No es un mero ejercicio de catarsis, pues la consulta propone poner en movimiento a diversos sectores de la población y romper el sentido común que la retrograda oposición trata de imponer. No estamos dispuestos a volver a la paz de los sepulcros, a la tendencia trágica de nuestra historia. Hay un movimiento de masas agrupado alrededor del obradorismo que está construyendo una nueva épica que tiene como eje la idea de comunidad; aún queda por ver hacia donde transita este movimiento, pero por ahora, la consulta es una herramienta más para romper nuestro ciclo de tragedia.