Textualidades teóricas de combate con orientación emancipatoria

Mariano Pacheco

director del Instituto Generosa Frattasi

Con este título damos continuidad a la serie de Cuadernos de Formación y Debate del Instituto Generosa Frattasi que iniciamos con la publicación, en la editorial Indómita luz, de la entrevista que en 2021 pudimos realizarle en Buenos Aires al ex vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia Álvaro García Linera.

El de Gabriel Rodríguez Varela es un texto valiente, que efectúa una caracterización de la situación psicopolítica actual, traza una genealogía, delimita posiciones teóricas e incita a sostener un análisis militante del inconsciente, al mismo tiempo que propone desarrollar una intervención militante de la teoría.

Psicopolítica de la vida cotidiana. Apuntes militantes en tiempos de neofascismos parte de una doble afirmación. Por un lado, sostiene que la “ofensiva neofascista” ha triunfado, incluso cuando no se produzca ni una situación destituyente ni un triunfo de dichas fuerzas en las próximas elecciones. Por otro lado, rescata los “refugios existenciales” que venimos siendo capaces de sostener, en tanto iniciativa eficaz de autocuidado en tiempos adversos, pero advierte de que estos requieren de una estrategia (con sus correspondientes momentos de ofensiva) si no quieren naufragar en el camino. Y esto, sobre todo, porque los “existenciarios neofascistas” han logrado obtener una adhesión masiva en esta coyuntura histórica.

Poco importa si el término neofascismo es el más adecuado para describir las “potencias diabólicas que golpean la puerta” (para decirlo con Deleuze y Guattari), o sí, por ejemplo, el peronismo y sus alianzas logra revertir la situación en el plano electoral. Lo que Rodríguez Varela parece querer tramitar en este texto son las tendencias de más larga duración: ese suelo anímico de rotura existencial que vienen de lejos, y la pandemia consolidó. De allí que sostenga que estos “no son tiempos para consignas autocomplacientes” y que las rebeldías y utopías (incluso “maltrechas”) resultan fundamentales, incluso, para seguir con vida (porque “viven del odio” y “no soportan vernos reír”). Claro que esta reivindicación viene de la mano de una advertencia: la de solicitar que “dejemos de romantizar” la intemperie y el nomadismo.

Es que, si desde las “líneas defensivas” del movimiento popular, no dejan de llegar “partes desesperantes” de la situación, de nada servirá que el activismo psicopolítico se entusiasme con sus iniciativas eficaces para un solo departamento (así como Miguel Mazzeo, luego de la rebelión de diciembre de 2001, advertía sobre los riesgos de conformarnos con el “socialismo para un solo barrio”), porque correremos el riesgo de que un edificio nos tape la ciudad (operación típica de quienes reducen la “lucha de clases” a la literalidad de la “lucha de signos”), reforzando la orfandad de una estrategia revolucionaria en el plano sensible, teórico, afectivo (dimensiones que nunca están desconectadas del plano material). ¿Entonces?

Entonces este Cuaderno viene a contribuir a la discusión necesaria para que podamos asumir una posición militante en la trinchera de la teoría, en conexión con las otras trincheras sostenidas desde hace tiempo por las militancias populares en todo el país (por hablar sólo de la Argentina, aunque bien podríamos extender la afirmación al campo visual del punto de vista enunciativo situado en aquello que podríamos seguir llamando Nuestra América).

Por otra parte, el autor lanza en este texto otra contribución, propuesta de combate en el campo específico en que se desenvuelve en tanto psicoanalista, trabajador de la salud mental: incita a la discusión para forjar una “agenda psicopolítica” del movimiento popular que se desarrolle en función de “horizontes emancipatorios político-militantes” que logren escapar a las tentaciones “profesionalizantes” que suelen ofrecer “lxs expertxs” de la “Salud-Mental-del Estado” (que aparecen caracterizadas bajo el jocoso nombre de “burocrapsias progrepsistas” especializadas).

¿Cómo instituir entonces “unidades básicas” que aborden esta esfera o, como las denomina el autor, “unidades psicopolíticas de base”? ¿Cómo volver a reanudar la lucha social de masas por la conquista y ampliación de derechos que nos permitan vivir mejor con una estrategia política que se proponga construir otro tipo de sociedad y la necesaria elaboración conceptual capaz de funcionar como vector dinamizador de la lucha de clases en el campo de la teoría?

No se trata de desechar todo el arsenal teórico y práctico que las militancias populares y la intelectualidad crítica cuentan en su haber, sino de diversificar la cuestión. Por eso estos “apuntes” de Rodríguez Varela apelan a un doble archivo teórico. Por un lado, al freudomarxista. Freud y Marx, obviamente, pero también –fundamentalmente, diría– al de Wilhelm Reich, el que hace un siglo se preguntó por qué las masas desearon el fascismo y el que diseñó dispositivos de intervención situada (política sexual) en el marco de la experiencia soviética inaugurada por la Revolución Rusa de 1917. Por otro lado, Guattari, el que impulsó un “análisis militante del inconsciente” (esquizoanálisis) capaz de desprenderse de los lastres familiaristas e idealistas del psicoanálisis de “orientación burguesa”. Doble archivo que, a su vez, tiene sus expresiones específicas en el plano nacional y latinoamericano, histórico y contemporáneo, como puede detectarse en las experiencias setentistas de “Documento- Plataforma” y en las figuras de la brasileña Suely Rolnik o lxs argentinxs León Rozitchner, Marie Langer (vienesa radicada en nuestro país) o Sylvia Berman, de quien tomamos el nombre para bautizar el Observatorio de Salud Mental Popular del Frattasi.  

En ese sentido, este trabajo de Rodríguez Varela que a continuación podrán leer, busca indagar sobre los modos más eficaces de abordar aquello que opera de espaldas a nuestra voluntad y reflexión consciente, para poder reapropiarnos de nuestras capacidades singulares y colectivas de agencia e innovación; para –dicho con sus propias palabras– disponerse “a intervenir en las conflictivas, sufrimientos, dramáticas y soluciones sintomáticas de compromiso que resultan como producto del combate de esos posibles contra las resistencias inconscientes de las formaciones de poder capitalistas”, contribuyendo así a “la amplificación del campo de decisión, deliberación y/o desobediencia que habilitan esos nuevos posibles socio-existenciales”.