Sobre la Reforma a la Guardia Nacional

Jonatan Romero

En la última semana, varios temas se han cruzado, aunque, estos parecen distanciarse en el debate popular, pero estos mantienen una relación muy estrecha. Primero, el poder ejecutivo de México envió una serie de modificaciones constitucionales, en donde la Guardia Nacional pasará al mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). Segundo, Sinaloa está atravesando una coyuntura muy difícil, porque la violencia se ha agudizado en los últimos días. Tercero, Andrés Manuel López Obrador ha puesto el énfasis en la crítica hacia Estados Unidos en el caso del combate en contra del narcotráfico y Ken Salazar ya salió a defenderse argumentando que no son culpables de lo que ocurre en México.

Primero, a Ken Salazar no le queda de otra que defender a Estados Unidos, pero él mismo ha argumentado que el 70% de las armas que tienen el crimen organizado provienen de Estados Unidos. Esto tiene un gran valor histórico, porque, en los hechos, nadie puede negar la influencia en la ola de violencia en México por parte del país vecino del norte y, por lo mismo, esto debería abrir un debate muy interesante sobre la política de seguridad nacional y la injerencia de Estados Unidos. Lo que es verdad es que el intervencionismo yankee no puede inscribirse en un análisis de corto plazo y este debe poner al menos ciertos pilares de largo aliento.

Adolfo López Mateos podría ser el cambio de época en estos términos; en su periodo, el presidente de México enfrentó un conflicto social muy fuerte y el ejecutivo necesitó de la intervención extranjera para solucionarlo en los términos favorables para el gobierno en turno. La huelga ferrocarrilera fue el cambio histórico en la estrategia de la seguridad interior, porque la desarticulación de los movimientos revolucionarios necesitó del apoyo de las agencias de seguridad de Estados Unidos y estas aceparon ayudar siempre y cuando México entregará su soberanía en temas de seguridad a el país del norte. La represión en 1959 fue el nuevo enfoque del proyecto capitalista y los instrumentos del Estado se iban a someter a los lineamientos del imperialismo yankee.

Toda la década de los 60´s, la estrategia de seguridad nacional fue presidida por la represión, en donde las agencias internacionales se implantaron en el territorio e hicieron lo que se les pego la gana. No es casual que dos hitos históricos sobresalgan en esta década: por una parte, Rubén Jaramillo quien fuera cruelmente asesinado en la comuna de Morelos y, por el otro, la represión del 68 que fue orquestada por la misma CIA. Lo interesante es que nadie habla abiertamente de cómo los instrumentos de seguridad nacional pasaron del mando del gobierno nacional a los operadores que dependían de la dirección de las agencias norteamericanas.

La década de los 70´s fue muy especial en este sentido, porque Estados Unidos tenía mejor información sobre los movimientos en México que las propias autoridades mexicanas y sus estrategias siempre premiaron los intereses extranjeros que los nacionales. Por ejemplo, el Frente Urbano Zapatista, en 1971, secuestró a un funcionario, Julio Hirschfeld Almada, del gobierno de Luis Echeverría y, en este sentido, las agencias norteamericanas ya sabían del hecho mucho antes de llevarlo a cabo por la guerrilla urbana, pero esto lo dejaron pasar para sacar ventaja sobre el gobierno federal.

Si esto no fuera suficiente, entonces, un año más tarde, en Monterrey, la Liga Comunista Armada llevó una operación muy brillante, en donde, este grupo socialista llevó a cabo el rapto del vuelo 705. Este escenario, como el de otros, Estados Unidos lo tenía identificado muy bien y lo dejaron pasar para someter más al gobierno de Echeverría, pero, en ese avión, familias muy respetables estaban en los asientos. El resultado fue la fuga de estos revolucionarios hacia Cuba. Esta gesta heroica solo deja otra vez entre cubierto que Estados Unidos, muchas veces, sabía muy bien el termómetro del país de México que sus propias autoridades.

En los 80´s (final del sexenio de López Portillo y el sexenio de Miguel de la Madrid), un grupo de neoliberalismo arribó al gobierno de México e hicieron todo lo posible para cambiar el modelo de desarrollo en este país. Aquí, lo importante es mostrar la integración del proyecto de seguridad nacional hacia las grandes corporaciones, en donde las agencias de Estados Unidos hicieron todo lo posible para financiar en todo el país contrainsurgencias paraque las oligarquías pudieran asentarse en el país. En todo México hay mucha sangre recorriendo los ríos y la tierra, porque la seguridad nacional no está al servicio de los ciudadanos de este país y los intereses extranjeros requieren vidas humanas en favor de la tasa de ganancia.

Allá en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la embajada de Estados Unidos presionó para la creación de un centro de investigación en términos de seguridad nacional, en donde la inteligencia se puso al servicio de las oligarquías financieras, y, las autoridades mexicanas se convirtieron en instrumentos de contrainsurgencia. Después, Ernesto Zedillo le puso el último clavo al ataúd a la soberanía nacional, porque, el poder judicial se entregó a los intereses de las oligarquías financieras, entonces las leyes comenzaron a defender al neoliberalismo.

Los tres sexenios siguieron su curso y la seguridad nacional quedó entregada totalmente a los intereses de Estados Unidos y estos hicieron todo lo que quisieron en este país. Por lo mismo, muchas operaciones que pasaron en el territorio, como, por ejemplo, la guerra en contra el narcotráfico y la desaparición de los 43 estudiantes, en donde el ejército y las policías siguieron ordenes más arriba que los mandos nacionales. Es curioso que todos repartan culpas al interior de México, pero nadie quiera señalar la injerencia de las agencias internacionales como la CIA y la DEA.

Así llega Andrés Manuel López Obrador, en un contexto en donde la estrategia de Seguridad Nacional estaba atada a las decisiones de Estados Unidos y la Cuarta Transformación ha puesto de manifiesto quitarle el control de este sector a las agencias internacionales. La Guardia Nacional, aunque a ciertos sectores de izquierda no les guste, es un esfuerzo por cambiar el mando de los cuerpos policiacos y recuperar la soberanía nacional de la marina y el ejército. Este sexenio ha avanzado en ese sentido, pero, lo que se ganó fue en torno de una figura de poder ejecutivo, al mismo tiempo, necesita un marco regulatorio diferente.

La Reforma Constitucional de la Guardia Nacional prioriza el cambio de mando de la seguridad interior, en donde la rectoría la tenga una vez más el Estado mexicano. Que SEDENA tenga la rectoría del mando busca en todo lugar que la Seguridad esté integrada a los intereses del país. Que el presidente de la república tenga en última instancia la gestión de la seguridad en el país, pues busca blindar mediante el centralismo el cambio de rumbo de la estrategia de seguridad interior que pase del entreguismo al nacionalismo. Esta estrategia debe ser leída desde ese ángulo, para, desde ahí, poder aportar al debate con los límites y aciertos que cualquier iniciativa tiene por su propio carácter perfectible.

Por último, esta estrategia no tiene nada que ver con la idea de militarización, porque el mando busca ser cambiado del control de Estados Unidos y, ahora, el control debe estar en el gobierno nacional. Por eso mismo, las agencias internacionales y las oligarquías financieras están muy enojados, porque, la 4T quiere desmontar el proyecto neoliberal que se infiltró en el sistema de seguridad en nuestro país. Por ende, aunque la derecha y la ultraizquierda no lo comprendan, un movimiento plebeyo o proletario debe defender la propuesta de Andrés Manuel, porque este es el primer camino para crear un sistema de seguridad que no esté al servicio del imperialismo, sino del desarrollo de México.