Soberanía energética y la refinería Olmeca
Jonatan Romero
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) inauguró la refinería Olmeca este primero de julio en Tabasco y dicha obra está dentro del Plan Nacional de Desarrollo de la Cuarta Transformación (4T). La obra tiene el objetivo de 1) rescatar la industria energética nacional, 2) dejar de depender del mercado exterior de energía y 3) combatir las presiones inflacionarias del cual es presa el mundo en la actualidad.
El discurso inaugural fue muy claro sobre los retos, ya que, según AMLO, por un lado, a “ello debe agregarse que oportunamente se decidió construir esta refinería. (…) Nos estamos preparando para dejar de importar gasolina, diésel y turbosina, ser autosuficientes, crear empleos en el país y dedicar estos combustibles al mercado interno y al desarrollo nacional”, y, por el otro, “Poco a poco hemos venido recobrando la rectoría del Estado en la planeación y el desarrollo nacional. Al igual que Pemex, también hemos venido rescatando a la Comisión Federal de Electricidad”.
México entró en una nueva etapa en su lucha por conquistar la soberanía energética, porque, la refinería Olmeca promete romper con la espiral de dependencia neoliberal en el sector energético, y, por el otro, puede romper con los lazos de sometimiento con Estados Unidos. La derecha tiene muy claro las oportunidades en este ramo y por eso mismo está inundado el debate público con mentiras, discurso de odio y violencia anónima. Aquí comienza una nueva época y hoy mas que nunca, los mexicanos sueñan con un mejor futuro.
Los especialistas estiman que la refinería Olmeca produzca alrededor de 172 mil barriles de gasolina por día, también pueda refinar 125 mil barriles de diésel, entregar 9.4 mil barriles de propileno y generar 9.3 mil de barriles de gas licuado. México tiene el objetivo no sólo de construir una mega obra, sino además de poder, como dirían los economistas, dar valor agregado a la materia prima por excelencia del país: el petróleo.
La 4T no tiene pensado en este momento en convertir a México en un país petrolero o de refinación, sino que, Dos Bocas promete dar resultados durante 20 años y, así, mediante la industria petrolera, conquistar el desarrollo industrial que tanto ha apostado el país. A contrapelo de la narrativa neoliberal y maltusiana de izquierda, los caminos alternativos no se pueden tomar de un momento a otro, sino que, cada proceso emancipador debe contemplar tanto su historicidad como su rango geográfico. Los mexicanos necesitan de los hidrocarburos para caminar hacia la soberanía y emancipación.
Ahora es el momento de tocar un punto central en este debate, puesto que la derecha ha cuestionado el espacio donde se construyó la mega obra. La izquierda debe tener algo en cuenta para responder de manera certera a los jilgueros de la ideología neoliberal y a los malthusianos de izquierda. México produce el 80% de los hidrocarburos en esa zona y, sin la refinería, ese porcentaje va a parar a manos de las grandes corporaciones transnacionales texanas. Es decir, mientras el oportunismo se desgarra, con dinero de extranjeros, las vestiduras con el tema del medio ambiente, por el otro lado, los fondos internacionales ganan jugosas cantidades multimillonarios con el saqueo de los recursos naturales de los países periféricos.
AMLO está luchando contra los poderes fácticos del mercado energético mundial, una élite política nacional parasitaria y un marco jurídico neoliberal. La refinería Olmeca viene a darle un soporte más a la transformación nacional y, en ese sentido, mientras la reforma energética dejó un saldo negativo para la industria nacional, en otro lado, dos bocas intentan corregir esos malos manejos de los cuales no se puede salir de un solo momento. Por ejemplo, mientras en 2012, México producía gran parte de sus recursos energéticos, para 2021, el país era dependiente en gran medida del mercado mundial.
Por ejemplo, en 2011, México producía el 76% de sus requerimientos en términos de gas, y, para el 2021, la importación había llegado al mismo nivel de su producción de hace 10 años. En ese sentido, las fuertes heladas de 2021 en Texas dejaron claro que México dependía demasiado del gas y que su principal vendedor era estados Unidos. La soberanía nacional estaba comprometida hasta el 90% por la fuerte relación con el vecino del norte en términos de gas y, por eso mismo, una política energética nacional era muy necesaria, aunque enfurecieran los ideólogos del neoliberalismo.
Entonces, la refinería Olmeca coronó la estrategia de la 4T en términos de soberanía energética que viene acompañada con otros elementos que se han desarrollado en los 4 años de gobierno de Obrador. Así, el estado invirtió 37 millones de pesos en la recuperación de 6 refinerías y, de esta manera, la administración federal aumentó la producción de gasolina, pues pasó de 747, 000 barriles diarios a 822, 000 barriles diarios en tan solo un año. La cuarta transformación ha eclipsado totalmente al neoliberalismo en este tema.
La administración pública ha construido en tiempo récord una nueva refinería y, además, compró otra en Estados Unidos. Con lo anterior, México refinará 700 mil barriles diarios de petróleo y, en este punto, Obrador aseguró que “Vamos a estar ya en condiciones de procesar toda nuestra materia prima, esperemos que esto se pueda concretar para 2023, lo que va a significar producir en México todos nuestros combustibles. Es un giro muy importante en cuanto a política petrolera y es una muy buena noticia”.
En el argot económico se afirma naturalmente que los datos son fríos. Por eso mismo, vale la pena recordar algunos elementos numéricos sobre este tema y, según datos oficiales, en un año, la producción en hidrocarburos creció un 10%, esto gracias al mejoramiento de las seis refinerías que hizo el gobierno de Obrador. Esta ampliación pasó de 747,000 barriles diarios a 820, 000. En otras palabras, mientras las administraciones anteriores entregaron la soberanía energética a los extranjeros, en menos de 4 años, el gobierno progresista devolvió la estabilidad en este sector de la economía nacional.
Según los datos oficiales de Pemex, la refinería de Salinas Cruz produjo 178,000 barriles diarios, Tula aportó 176,000 barriles diarios, Salamanca dio 134,000, Minatitlán generó 123,000, Cadereyta engendró 115,000 y Madero reprodujo 95,000. Así, la estrategia federal ha dado resultados muy importantes durante estos años, lo cual coloca al neoliberalismo en un predicamento, ya que, ellos llevaron a la quiebra total este sector económico. Gracias al parlamento abierto, los ciudadanos son conscientes que existen dos proyectos de nación: uno que está al servicio de los negocios extranjeros y otro que apuesta por la soberanía nacional y que la industria esté al servicio de los mexicanos.
La transición energética es una realidad y la izquierda mexicana recupera poco a poco la nacionalización de la industria. Romero Oropeza mencionó en el informe especial de la transformación energética que, en 2018, la 4T produjo cerca de 1.7 millones de barriles diarios, para 2022, México generó 1.75 millones y, para 2024, se ampliará el nivel de producción a 2 millones. El objetivo está muy claro y el reto sería no depender más de Estados Unidos. La dignidad mexicana comienza a mostrarse a nivel nacional y los portavoces de las corporaciones extranjeras muestran su impotencia mediante la difamación cínica.
Frente a la tormenta ucraniana, México avanza de manera estable y, mientras, las potencias no saben solucionar su dependencia al petróleo, el gobierno de AMLO está dando resultados muy positivos a los ojos del mundo. Por ejemplo, Standar& Poor´s calificó de nuevo al país y, lo más rescatable es que su calificación pasó de negativa a estable. Los brujos del neoliberalismo no saben que ferrocarril está pasando sobre ellos. Pero, la cuestión central sería clarificar el tema de la inflación y el impacto que ha tenido y tendrá en este punto.
Datos oficiales de la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE) hicieron hincapié que, en 2021, México tenía una inflación energética muy alta y sólo dos países tenían una cifra más alta: Noruega y Canadá. Para esto, el gobierno de Andrés Manuel alcanzó la cifra récord de 14.5% y esta era la más alta desde el famoso gasolinazo. Algo que se omitía era la cuestión de que Alemania y estados Unidos mantenían tasas bastantes elevadas. Ahí, los analistas se encargaron de difundir de que los resultados reflejaban la mala política energética de Obrador y nada se decía de los efectos devastadores de la pandemia a nivel internacional.
Con la guerra en Ucrania los resultados cambiaron drásticamente en unos cuantos meses. Mientras, todos los países sufrieron un alza importante en este tema, México bajó su presión inflacionaria a 5.3%. La cosa curiosa es que mientras el gobierno mexicano quedó como el más bajo, todos los demás la incrementaron de manera dramática. En ese sentido, la estrategia energética dio resultados en plena crisis militar y de hidrocarburos y, así, los intereses económicos volvieron a la riqueza concreta: los recursos naturales.
México ha colocado en el centro del debate la soberanía energética y, mientras, el mundo estaba embriagado con los ideales liberales, en el otro polo, Obrador está apostando por la nacionalización de la producción de hidrocarburos y que estos estén al servicio no solo de los intereses privados sino de la sociedad en su conjunto. Es decir, los resultados positivos no solo se deben a la política fiscal, sino responden a la política en su conjunto de la 4T. La nueva normalidad comienza a dictar su rumbo y, algo es muy seguro, no será basado en las acciones bursátiles sino en los recursos naturales: el oro y energéticos.
Otra cosa que ha quedado en claro es que la narrativa neoliberal ha quedado sepultada, ya que las bondades del mercado nunca llegaron a los bolsillos de los mexicanos. 40 años de libremercado y nunca hicieron nada para proteger el mercado interno. Todas las obras eran financiadas por el pueblo y las ganancias paraban en manos de los grandes fondos internacionales. El país quedó herido de muerte y los malos gobiernos desangraron por todos lados a esta nación. Ahora, un gobierno comprometido con los mas vulnerables llegó sin lugar a duda y las elites perdieron su fuente de enriquecimiento: el Estado.
Finalmente, los avances de esta cuarta transformación no son menores y, en términos energéticos, los beneficios sociales son bastantes. Andrés Manuel ha logrado de manera tajante llevar a buen puerto la primera fase de la soberanía nacional. México no tendrá un líder como él en mucho tiempo y ningún sucesor tendrá el talante que necesitan los mexicanos. El caudillismo no podrá tener una réplica en la sucesión presidencial y, aunque, la baraja es muy amplia, ninguno tiene las cualidades que el tabasqueño.
De lo anterior, una conclusión debe deducirse en dos planos, primero, los mexicanos deben continuar la transformación obradorista y, segundo, la continuidad no está condicionada por un héroe nacional. La cuarta transformación debe transitar a un modelo colectivo en donde la organización de las masas sea la gran heredera de este proceso. En términos energéticos, la disyuntiva es de vida o muerte, porque, la transformación misma está en juego: o la burguesía y el terrateniente la secuestran o se pone al servicio de la clase trabajadora. Aquí radica el gran reto.
La reforma constitucional en términos energéticos no puede reducirse a un capricho ajedrecista o coyuntura, sino debe colocarse en el plano histórico general. Los progresos no pueden perderse después de concluido el mandato de 2018 a 2024 y, por eso mismo, la 4T debe apostar por la modificación de las leyes en términos de los recursos naturales. Llegue quien llegue no podrá mantener tan fácilmente los resultados positivos que dejará Obrador y, por eso, deberá construir una plataforma legal fuerte para lograr estos objetivos.
Muchos analistas de la 4T piensan como conservadores, ya que, las reformas constitucionales las ven como 1) una exageración política emanada por un pensamiento radical ahistórico o 2) un caldo de cultivo para detonar la violencia. Allí, la cuestión está totalmente invertida y debe queda muy claro el tema. En estos cuatros años, algo ha quedado muy claro y es que la derecha no dejará pasar fácilmente la estrategia sobre soberanía energética. La 4T no puede conformarse con las leyes secundarias y tiene la responsabilidad política por allanar el camino hacia la reforma constitucional en materia energética.
En ese sentido, la reforma energética tiene dos posibilidades en el futuro: o toma la propuesta de Obrador como valida o toma un camino más radical. Allí no existe una bolita mágica, pero quién definirá el rango será la organización política y las asambleas populares, que deberán renacer en estos tiempos turbulentos y así lograr concretar el camino hacia la soberanía nacional. El camino no está claro, pero una cosa es segura: la asamblea popular generará la segunda fase de la soberanía nacional.