Reseña del libro Migración Como Imperialismo Económico de Immanuel Ness

  • Immanuel Ness. Migration as Economic Imperialism. EUA, Polity Press, 2023.
 

Carlos L. Garrido

Esta reseña es una adaptación de la presentación de lanzamiento del libro que hizo el autor para Migration as Economic Imperialism, de Immanuel Ness, que puede adquirir AQUÍ .

La crítica marxista tradicional de la ideología ha entendido tanto las dimensiones funcionales como epistemológicas de las afirmaciones de los ideólogos burgueses. Esta tradición siempre ha enfatizado cómo las ideas están condicionadas por las coyunturas históricas y las posiciones de clase de las personas e instituciones que las encarnan materialmente, pero también, e igualmente importante, cómo, bajo las sociedades de clases, la clase económicamente dominante, bajo cuyo control están el resto de las instituciones políticas, jurídicas e ideológicas, tiene que necesariamente distorsionar la comprensión que el mundo tiene de sí mismo para que la gran mayoría de las personas, cuyos intereses de clase son diametralmente opuestos a los suyos, puedan consentir a esta imagen turbia del mundo. Como Marx y Engels señalaron al principio de su desarrollo teórico,

Si en toda ideología los hombres y sus circunstancias aparecen al revés como en una cámara oscura, este fenómeno surge tanto de su proceso de vida histórico como la inversión de objetos en la retina de su proceso de vida física.

Esta inversión ideológica estructuralmente necesaria será etiquetada después como falsa conciencia por Engels, una condición en la que la gente no es consciente de las «fuerzas motrices reales que los mueven], [en cambio] imaginando fuerzas impulsoras falsas o aparentes». Esto impide que los ideólogos burgueses entiendan adecuadamente el mundo, limitándole su capacidad de obtener la verdad en su trabajo. Sin embargo, esto está lejos de ser sólo una cuestión de errores de pensamiento, es decir, el problema de la falsa conciencia ideológica, contrariamente a la creencia popular y a las de los especialistas «marxistas» occidentales posmodernizados, está lejos de ser meramente un problema de conciencia. El carácter invertido de las ideas del ideólogo es un reflejo de un orden social objetivo que requiere que sus habitantes lo piensen de manera deliberadamente invertida. En resumen: el «error en el pensamiento» es una necesidad objetiva para nuestro orden social, un orden social que requiere la generalización de puntos de vista erróneos de sí mismo para su propia reproducción.

Las narrativas burguesas-imperialistas convencionales sobre la migración y el trabajo migrante, un fenómeno que afecta a alrededor de 3 mil millones de personas (aproximadamente el 40% del mundo), están llenas de estas inversiones ideológicas. El libro de Immanuel Ness, La migración Como Imperialismo Económico, hace un trabajo excepcional al exponer cómo surgen estas ideas del sistema capitalista-imperialista (y no de míticos observadores científicos desinteresados y libres de prejuicios). Nos muestra cómo estas ideas distorsionan la realidad, proporcionándonos una imagen al revés del mundo real. Y finalmente, nos muestra quién se beneficia, es decir, qué clase y sistema social se sostiene mediante la sistematización de estas contorsiones ideológicas. El libro es, en resumen, un ejemplo por excelencia de lo que los estudiosos marxistas deberían estar haciendo en la batalla de las ideas, en la guerra de posiciones (como diría Gramsci): exponer la falsedad hueca de las narrativas burguesas y reemplazarlas con la verdad, que, como bien sabemos, siempre está del lado de los revolucionarios. Si bien este último punto puede parecer arrogante, no es nuestra culpa, como a menudo se le atribuye al Che Guevara haber decido, que la realidad sea marxista.

La narrativa imperialista convencional sobre los trabajadores migrantes sostiene que benefician a la economía global, a los países de destino del norte global y a los países de origen del sur global. A través de las remesas y las habilidades que los trabajadores migrantes obtienen en el norte global, según la narrativa imperialista, pueden ayudar a desarrollar sus países de origen. Las remesas son pintadas como «una forma líder de desarrollo económico para los países pobres» por las Agencias Internacionales de Desarrollo, el Banco Mundial y otras instituciones imperialistas.

Después del auge de la migración de la década de 1990 que siguió al derrocamiento de la URSS, el aumento del flujo de remesas llevó a los especialistas burgueses a sostener que esta era una alternativa mucho más preferible a la «ayuda exterior» de la vieja escuela que mantenía a los países pobres dependientes de los ricos (el sistema que ideó mecanismos de atrapamiento a través de la deuda y programas de ajuste estructural que mantuvieron a los países del sur global pobresy endeudados,  por supuesto, nunca fue cuestionado).

Además de las remesas, las narrativas imperialistas convencionales sostienen que un estrato de trabajadores migrantes más calificados es capaz de desarrollar nuevas habilidades en el norte global. Estas habilidades, según el mito, se llevan de vuelta al país de origen y se utilizan para impulsar su desarrollo y luchar contra la pobreza.

¿Son ciertas estas narrativas? ¿Corresponden realmente a la realidad que intentan explicar? Como podrías haberlo adivinado, son tan ciertas como cualquiera de los otros mitos capitalistas. Lo que significa que, desde el punto de vista de un análisis exhaustivo del mundo tal como existe realmente, estas afirmaciones no son ciertas para nada. De hecho, sus conclusiones ponen la realidad patas arriba; como los oligarcas atenienses acusaron erróneamente a Sócrates de hacer, son ellos los que hacen que «lo peor parezca la mejor causa». Hacen que la migración, que beneficia casi exclusivamente a la élite de los países imperialistas, aparezca como un fenómeno beneficioso para aquellas pobres almas forzadas a migrar por las condiciones a las que sus países han sido sometidos después de siglos de saqueo imperialista y dominación colonial y neocolonial.

En realidad, como Manny demuestra elocuentemente, «las remesas no mejoran el nivel de vida de la mayoría de los habitantes que viven en países pobres y contribuyen a los desequilibrios económicos que engendran mayores niveles de delincuencia y violencia». «Las remesas en sí mismas», como muestra Manny, contribuyen a la erosión del sector agrario en las economías del sur, ya que constituyen una forma de renta para muchos residentes en los países de origen que dependen del flujo continuo de remesas, [una] fuente de ingresos poco confiable».

Además, incluso cuando ciertos trabajadores migrantes obtienen nuevas habilidades en el norte global, muchos de ellos no regresan a casa: los trabajadores migrantes calificados, como señala Manny, «tienen más probabilidades de recibir un estatus legal que los trabajadores de bajos salarios». Esto conduce a lo que algunos especialistas han llamado «fuga de cerebros», la huida sistemática de trabajadores calificados, científicos y técnicos de sus países de origen en el sur global (donde a menudo obtuvieron su educación) a los países del norte global imperialista. Sin embargo, incluso cuando estos trabajadores calificados regresan, Manny demuestra que a  menudo terminan trabajando en «economías de nicho que no contribuyen a mejorar la vida de la mayoría de los residentes allí, sino que están dirigidas a construir redes con negocios internacionales … que benefician a una pequeña fracción de las élites, manteniendo a la mayoría de los habitantes sumidos en la pobreza».

Entonces, para los países de origen imperializados, ¿dónde están exactamente los beneficios de la migración? Aparte de los casos atípicos en la élite que se benefician, la realidad es que no hay ningún beneficio para las masas. «Si la migración fuera beneficiosa para el desarrollo [en los países de origen]», como señala Manny, «entonces los países con alta migración no estarían sufriendo las tasas de pobreza más altas, o al menos verían mejoras que superarían a aquellos países que no estaban siguiendo una estrategia de desarrollo migratorio». La evidencia muestra que lo contrario del paradigma convencional de migración-desarrollo es cierto: la migración ayuda a mantener pobres a los países pobres mientras enriquece a los países ricos con una reserva de trabajadores ‘baratos’ que pueden superexplotar. «Las diez principales naciones receptoras de remesas», por ejemplo, «se encuentran entre los estados más pobres del mundo».

«La dinámica primaria de la migración», como muestra Manny, «está arraigada en la economía política del imperialismo, que subordina a las regiones pobres del Sur Global». La migración contemporánea es, por lo tanto, un producto y un componente central del imperialismo. Le proporciona a los países imperialistas, cuyas tasas de ganancias con su clase obrera nacional han estado en constante declive, una reserva barata de mano de obra para superexplotar. Estos son trabajadores, muchos indocumentados, que se ven obligados a romper con sus familias por los cientos de millones en busca de empleos en los que les paguen centavos por el dólar de los ya explotados trabajadores del norte global. Con frecuencia asumen los trabajos más peligrosos y se ven obligados a hacerlo en las condiciones más precarias, con muy poco poder de negociación. A menudo son receptores de ataques xenófobos y comentarios racistas despectivos, un fenómeno producido por la élite del norte global para convencer a sus trabajadores nativos (ellos mismos luchando por sobrevivir), de que su enemigo es el migrante, no su jefe.

Aquí surge una paradoja interesante: mientras que los trabajadores migrantes se han convertido en un componente indispensable de las economías imperialistas para las cuales proporcionan una reserva barata de mano de obra para superexplotar, estos mismos trabajadores son tratados con la mayor prescindibilidad, evidenciada en sus condiciones de trabajo y tratamiento racista. Este es un fenómeno que algunos teóricos han llamado la «dialéctica de lo superfluido«, donde la vida humana y el trabajo se vuelven simultáneamente indispensables y prescindibles para el capitalismo. Es una condición que, aunque general en la clase obrera, se intensifica en los trabajadores migrantes y los pueblos oprimidos. 

Las cosas no tienen por qué ser así. De hecho, es imposible que continúen de esta manera para siempre. El mundo y todo lo que hay en él están en un estado constante de flujo, donde todo está interconectado con todo y las contradicciones funcionan como el motor del movimiento histórico. Estas contradicciones objetivas en la economía capitalista-imperialista global contienen los núcleos para su propia superación. Los intereses de los trabajadores migrantes y de los trabajadores del norte global son los mismos. Ambos están luchando contra la misma élite capitalista global. Es esta misma élite la que los explota y oprime a ambos, incluso si lo hace a uno con más intensidad que al otro. Los intereses de los trabajadores de todos los países, migrantes o no, se encuentran en unirse con su clase contra los parásitos de la elite capitalista global, aquellos que destruyen a la humanidad en su búsqueda de ganancias. A medida que pasa el tiempo y estas contradicciones se intensifican, vemos que los trabajadores se unen para luchar. Estamos viendo el desarrollo embrionario de la conciencia de clase, y tarde o temprano, veremos en masa las demandas moderadas que James Connolly anunció en 1907: «Solo queremos la tierra».

Este artículo se publicó primero en inglés para el Instituto Midwestern Marx: https://www.midwesternmarx.com/articles/review-of-immanuel-nesss-migration-as-economic-imperialism-by-carlos-l-garrido

Biographía del Autor:

Carlos L. Garrido es profesor de filosofía en la Universidad del Sur de Illinois, director del Instituto Midwestern Marx y autor de The Purity Fetish and the Crisis of Western Marxism (2023), Marxism and the Dialectical Materialist Worldview(2022), y Hegel, Marxism, and Dialectics (Próximamente 2024).