Reseña de Una chispa en la pradera de Ricardo Yanuel Fuentes

Víctor Hugo Pacheco Chávez

  • Ricardo Yanuel Fuentes, Una chispa en la pradera. La colonia proletaria Rubén Jaramillo y Florencio el güero Medrano, México, INEHRM, 2023, 244 pp.

Uno de los efectos del llamado milagro mexicano de mediados del siglo XX en el país fue que la supuesta bonanza económica impulsara la creación de sitios turísticos y paradisiacos principalmente para las clases medias, pero también para un sector de los trabajadores que se beneficiaron del raquítico Estado de bienestar mexicano. Así, dos lugares se volvieron claves el esparcimiento de estos sectores de la sociedad, la transformación de Acapulco como sitio vacacional internacional y la creación en Morelos del Centro Vacacional Oaxtepec. Sin embargo, esta transformación y modernización de ciertas partes del territorio nacional significaron un nuevo despojo y desplazamiento de la población originaria. Este auge de espacios de este tipo en Morelos ha sido una constante hasta la fecha.

En la década de los setenta, en medio de ese desarrollo de Morelos como sitio de descanso tanto para las clases medias como de trabajadores, es que surge una experiencia de poder popular que entrecruza varias temáticas de interés no sólo para los estudiosos de los movimientos sociales, también para el propio movimiento social y político que puede mirar en retrospectiva estos ejercicios como parte de una pedagogía popular y colectiva. Me refiero a la experiencia de la fundación de la llamada Colonia Proletaria Rubén Jaramillo y de su líder principal “El güero Medrano”.

El libro que nos estrega Ricardo Yanuel tiene varias cosas que pueden dar para una larga reflexión. La primera es que es, como dice el autor al final del libro, un ejercicio de Memoria. Este ya de suyo es todo un tema pues, una de las cuestiones que el autor notó al momento de investigar la manera en que los propios colonos miran esta experiencia, es la existencia de una lógica de olvido que puede estar dada desde la manera en que las autoridades lograron interiorizar en esos colonos el ver esta experiencia como un signo de derrota. Desde la manera de autonombrarse o nombrar a la propia colonia como Villa de las flores, nombre que era parte de un proyecto inmobiliario que impulsó el gobernador del Estado en ese momento.

Hacer estos ejercicios de “contramemoria” de las experiencias de la izquierda se vuelve necesario para volver a ellas no de manera nostálgica, como un pasado que pudo haber sido y no fue, sino como experiencias políticas que afirman una subjetividad revolucionaria y de izquierda. Es decir, es un intento de hacer un libro que destaca los niveles potenciales del movimiento más que centrarse en los momentos de la derrota o hacer de la derrota una loa.

Otro aspecto importante es que es el libro se vuelve un diagnóstico de la izquierda morelense de la década de los setenta, pues el autor nos narra los vínculos que esta experiencia tuvo con otras organizaciones o movimientos del momento, tanto en Morelos como en los estados aledaños como Guerrero y, por supuesto, con el en aquel entonces Distrito Federal. Las alianzas que vemos son los vínculos y el apoyo que la Colonia tejió con el movimiento estudiantil de la capital del país y de las mismas normales rurales, así como los vínculos con parte del movimiento obrero morelense. Una de las experiencias que cobra mayor importancia, dado las proyecciones de la lucha que su líder, “El güero Medrano” tenía es el vínculo con la guerrilla de Lucio Cabañas. Sin dejar de lado, la importancia de la teología de la liberación y del obispo Sergio Méndez Arceo.

De una manera más general, el libro forma parte de un movimiento de estudiosos del maoísmo mexicano que en los últimos años han puesto de relieve una rediscusión de la influencia del maoísmo en el país, principalmente a través de las experiencias concretas que generaron, aunque también hay trabajos que apuntan a la contribución dentro de las discusiones del comunismo mexicano. Esta es una historiografía que, si bien ha tomado fuerza, aún está por desarrollarse a plenitud.

En este sentido, hay un énfasis no sólo en la educación revolucionaria del líder principal de esta experiencia revolucionaria, sino también hay un esfuerzo por parte del autor de codificar algunos aspectos simbólicos y de la práctica política como cuestiones propias de una visón maoísta del quehacer político y de la concepción del mundo. En este sentido, el mote de “proletaria”, que los integrantes de esta experiencia, y especialmente “El güero Medrano”, como un sector de la clase obrera que más que una adscripción sociológica a una clase, su sentido y pertenencia se encontraban más del lado de una auto adscripción como sujetos carentes de propiedad. Y cuyos derechos básicos estaban muy lejanos de poder ser resueltos.

Una cosa que no deja de ser fascinante es la propia figura de “El güero Medrano”, quien representa un momento de la izquierda y del internacionalismo que hoy es difícil de entender y de asimilar. En este sentido, se puede notar cierta fascinación del autor por el personaje, aunque también analiza de manera mesurada los logros y fracasos que tuvo como dirigente político.

Por último, y no menos importante, aunque me parece que quizá hubiese valido más la pena, son las partes en las cuales destaca los principios organizativos de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo, que podemos asumir como parte de esa pedagogía popular de los movimientos políticos que mencionábamos hace un momento. Estos elementos son la manera de impulsar una democracia directa en la participación y toma de decisiones, la importancia de una organización política de contar con una base de apoyo para emprender una política más radical, como puede ser el decantamiento de una parte de esa misma organización y colonia en los vínculos con experiencias radicales del momento. Las dinámicas de solidaridad y de compromiso a partir de los llamados “domingos rojos”, que como su nombre lo indica cada semana estaban destinados al trabajo colectivo y cooperativo para levantar las viviendas de los colonos. Así, como las exigencias de no introducir bebidas alcohólicas a la colonia, y sus intentos por que esto se extendiera a las inmediaciones de la Colonia. En fin, estas maneras de regular las relaciones al interno de Colonia y la estructuración de instituciones simbólicas que contribuyeran a cambiar la subjetividad de los colonos a una subjetividad revolucionaria.

El libro es por supuesto mucho más rico, no solo con lo relacionado la propia reconstrucción de los meses que la Colonia proletaria Rubén Jaramillo se mantuvo como experiencia revolucionaria, sino en mostrar otro tipo de dimensiones como el contexto represivo del país, el papel del ejército como un actor importante en la modificación de la subjetividad de los colonos. Además de la manera en que esta experiencia se tuvo que confrontar con un Estado que mantenía de manera fuerte su carácter autoritario.