Reseña de Trazos nuestroamericanos al sujeto de derechos humanos de Francisco Octavio López

Víctor Hugo Pacheco Chávez
Investigador en Derechos Humanos (CENADEH)
- López, Francisco Octavio (2022). Filosofía y tempestad. Trazos nuestroamericanos al sujeto de derechos humanos. México: CENEJUS/UASLP. 240 p.
Los derechos humanos surgieron con cierto sesgo al tomar como punto de partida los desarrollos culturales europeos y el anclaje en una visión liberal del mundo. Pensar los derechos humanos desde una mirada de larga duración y desde América Latina implica hacer un ejercicio a contrapelo ya que la instauración de estos en la región muchas veces ha estado acompañada de acciones de imposición de ese orden liberal.
Sin embargo, como es ya de conocimiento común, el despliegue de los derechos humanos en la región no sólo tiene esa cara, también, en muchos momentos, han servido como protección de los derechos fundamentales de los que debe de gozar toda la humanidad.
Una mirada crítica de los derechos humanos siempre tendrá que cuestionar los fundamentos que le dan sentido: ¿Cuál es su periodicidad? ¿Cuál es su locus de enunciación? ¿A qué tipo de humanidad aluden? ¿Cuál es su relación con los valores capitalistas? ¿Qué tipo de democracia es la que reivindican? Estas son tan sólo algunas preguntas que nos permiten encuadrar el modo de pensar el lugar de América Latina en ese despliegue de los derechos humanos.
En esta línea transita el libro que Francisco Octavio López a publicado Filosofía y tempestad. Trazos nuestroamericanos al sujeto de derechos humanos. Ya desde el título podemos ver una toma de postura del autor por plantear una línea en la cual, como mencionábamos, la sólo enunciación de los derechos humanos puede que no implique a la humanidad toda, sino a una parte en la cual los sujetos coloniales no están del todo reconocidos. Pero el autor no trata solo de quedarse en la crítica de la exclusión, sino que dos cuestiones a mi parecer importantes: la primera que en esta región la lucha por los derechos humanos ha devenido en un tipo particular de la subjetividad, en una manera de entender el devenir del sujeto como otro sujeto y no como una otredad más con respecto al sujeto europeo/colonial/moderno. Así, estamos en los límites de entender el aspecto intersubjetivo con el cual estos derechos se han desarrollado. Esta parte es importante, porque como señala el autor lo importante de los derechos humanos no es su condición de ser derechos, su carácter juridicista, sino el hecho de que son conquistas que permiten a las personas participar de los bienes y condiciones materiales que se les han negado por las estructuras jerárquicas de dominación y explotación de las sociedades en que hemos vivido.
Ahora bien, el título también se posiciona en una tradición teórica-política especifica, aquella que busca su genealogía en las figuras liberadoras de Calibán. Esta tradición no remite a un esencialismo cultural o antropológico sino a una convergencia de configuraciones teóricas y prácticas que han impulsado los movimientos de resistencia, liberación y emancipación de esta región. Así, no es casualidad que el discurso no se enuncie desde una tradición latinoamericana, entendida únicamente como zona geográfica, sino desde un nuestroamericanismo que alude, en palabras del autor, a esa convergencia de cuatro tradiciones teórico-políticas: “marxismos latinoamericanos, teología de la liberación, feminismos latinoamericanos y el giro decolonial”. (p. 48)
Esta configuración de la tradición nuestroamericana es importante porque de alguna manera nos invita a repensar las maneras en que el proyecto civilizatorio moderno se ha instaurado en la región. Aún más, nos exige plantearnos qué hacer con el legado moderno pues, si asumimos como tal que es un legado que ha colonizado, expoliado, saqueado y excluido de la distribución de la riqueza y el disfrute a las personas nacidas en esta región, entonces, ¿para qué mantener dicho legado? Aunque el libro cuestiona las figuras de la modernidad que han desplegado su carácter colonial y de género, su relación con el capitalismo, la mirada que se desprende no es la de la negación total de dicho carácter moderno, sino, que en una mirada en la cual se asume el carácter ambivalente de la modernidad y de los derechos humanos, entendidos como un proceso cultural y político, que a la vez que se muestra como una historia de sometimientos de naciones y pueblos, también se ve que las resistencias a esa misma historia se generaron desde sus inicios como movimientos contra modernos, no necesariamente anti modernos, y sin esperar a una etapa post, después de.
Así, el texto también posiciona una idea potente para el debate sobre la modernidad en la región y es el aspecto de la liberación social que esta misma posicionó para entender el cambio social. Mantener este aspecto de la modernidad es ya de suyo una cuestión que da para mucho que debatir, pues, desde que aspecto o desde que puntos se da está liberación social, y cómo es que se mantiene. En un autor, como Bolívar Echeverría, al cual el autor cita para ilustrar parte de esta discusión, ese proyecto de liberación social está ligado estrictamente a la manera en cómo los entes de relacionan con el despliegue de la técnica, es en ese sentido que la potencia de la técnica ayudaría al desarrollo del trabajo humano en su camino a la emancipación, cuestión que el capitalismo vendría a pervertir, sometiendo el trabajo mismo a ese impulso de la técnica. Por ello, para Echeverría el proceso de liberación supondría un alejamiento del sometimiento que la técnica realiza sobre el trabajo humano, en otras palabras, lo que se requeriría es otra relación con la técnica.
Pero, esto para otros autores no es tan así, pues, el propio desarrollo de la técnica es ya de suyo un elemento que configura y puede que siga configurando aquellos procesos culturales donde el progreso (con todas las dimensiones culturales y políticas que esta noción implica), la acumulación incesante de mercancías, el despliegue de los elementos negativos, y a veces francamente hostiles de la técnica, como fuerza destructiva, no serían tan fáciles de eliminar. Esta es pues, una de varias reflexiones que se pueden derivar de texto que hoy comentamos. Aunque, en la mirada Francisco Octavio López, hay posibilidades de marcar una mirada transmoderna que oriente el desarrollo de los derechos humanos.
El autor aborda un tema importante para una redefinición de los derechos humanos que permita desestabilizar la idea o el ideal de humanidad noratlántica: hombre blanco católico y burgués. Para ello, aborda la relación entre raza y género que se ha impuesto dentro de la modernidad para definir lo humano. Ambas cuestiones no sólo son puestas en la discusión para reivindicar la diversidad, la diferencias y sobre todo, las relaciones, asimétricas de poder, sino también para poner como parte de la discusión las dimensiones, culturales, simbólicas y de poder en la cual las distintas culturas (indígenas, afro, etc.) crean y proponen desde su propia mirada una narrativa en la cual la identidad se constituye como proyecto histórico y político; de igual manera, el tema del género plantea el asunto del lugar de las identidades y de las relaciones sexoafectivas de las mujeres y de las identidades no binarias en la construcción de dicho proyecto.
Por último, hay un hilo que teje la discusión sobre los derechos humanos que plantea Francisco Octavio López a lo largo del texto y tiene que ver con la dimensión política de los mismo, lo cual nos lleva a repensar su constitución como un proyecto utópico, no porque los piense como ideales irrealizables, sino porque lo de utópico es la construcción de sentidos y proyectos que se pueden desplegar desde una consideración que no los constriña a su aspecto únicamente jurídico. La construcción de una subjetividad planteada desde esta discusión va encaminada en ese sentido. Así, no llega a decir: “Se procede a esbozar ciertas directrices políticas que integran un programa utópico nuestroamericano de derechos humanos. Aunque con ello no se aspira a suplantar las acciones que los propios sujetos podrían efectuar, dado que es la praxis de los mismos, aquello que llena de contenido a las utopías y, más aún, las echa andar”. (p. 190)
Estamos ante una reflexión que no solo descentra al sujeto de los derechos humanos sino que apuesta por poner en la posibilidad de nuevas relaciones políticas y sociales que estén estructuradas en otro sentido de concebir la humanidad.