Prefacio de la tercera edición revisada y ampliada de Psicología de masas del fascismo

Reich y la persistencia del fascismo I

Raúl Soto

1. Han pasado casi 90 años desde que Wilhelm Reich publicó una de sus obras fundamentales. Psicología de masas del fascismo apareció en Berlín, en septiembre de 1933, meses después de la toma del poder por Hitler y el partido Nacional Socialista. O sea, Reich presenció la histeria colectiva creada por los nazis, pero como militante del Partido Comunista de Alemania. El resurgimiento del fascismo a nivel mundial en años recientes resalta la actualidad del libro. Nos referimos al neofascismo. Trump en los Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Orbán en Hungría y Meloni en Italia son ejemplos de la vigencia del fascismo con un rostro nuevo, aunque las premisas relacionadas a la conducta de las masas fascistas no han cambiado. Al escribir su libro, Reich estaba pensando principalmente en Hitler y, en menor medida, en Mussolini. Hitler y los nazis perfeccionaron la doctrina del Duce y la convirtieron en una maquinaria letal contra la humanidad y la cultura occidental.

2. Reich fue un heterodoxo por partida doble: del psicoanálisis y del marxismo. En Psicología de masas del fascismoaplica uno de los conceptos fundamentales de Freud. Ilse Ollendorff Reich, la tercera esposa del pensador austriaco, afirma en Whilhelm Reich: A Personal Biography: “…él estaba fascinado por la teoría de la libido de Freud y buscaba la base biológica de este concepto teórico de los impulsos sexuales. Esta investigación lo condujo a descubrir las funciones energéticas, a desarrollar su teoría del orgasmo y al descubrimiento de lo que Reich llamaba energía vital o energía orgón…” (9). Entonces, el enfoque materialista dialéctico de Reich lo motivó a buscar una explicación científica sobre la función física de los deseos sexuales. Y siendo uno de los discípulos más brillantes de Freud se convirtió en una amenaza para la ortodoxia del maestro. Reich fue un miembro importante de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y contribuía regularmente en la Revista Internacional de Psicoanálisis. En 1922, Freud estableció el Policlínico Psicoanalítico en Viena y Reich fue el primer asistente clínico hasta 1928, cuando se convirtió en el subdirector. Entre 1924 y 1930, fue el director del Seminario de Terapia Psicoanalítica, que instruía a los médicos de Europa y los EE. UU. interesados en la nueva terapia. Paralelamente, Reich empezó a estudiar las obras de Marx para entender las causas sociales de las enfermedades mentales, a la par de su militancia socialista. Según Ollendorff Reich la ruptura entre Freud y Reich empieza en 1927, debido al empeño de éste de conciliar el marxismo y el psicoanálisis: “Esta teoría la desarrolló Reich porque estaba convencido de que cada psicoterapeuta tenía la obligación no solo de curar los problemas del paciente, sino los problemas de toda la sociedad. No era suficiente curar la enfermedad mental, uno debía entender las causas sociales y, algo muy importante, su profilaxis” (21). En 1929, Reich publica Materialismo dialectico y psicoanálisis, en edición alemana (Berlín) y rusa (Moscú).

3. En 1928, Reich se afilia al Partido Comunista de Austria. Ollendorff Reich dice al respecto: “Él participaba en demostraciones, ayudaba a distribuir volantes y hablaba en los mítines y a grupos de jóvenes, mayormente sobre problemas de higiene mental. En su libro Gente en problemas escribe acerca de su increíble ingenuidad por haber creído en la fortaleza de la dedicación revolucionaria para superar a los adversarios políticos. Habla acerca de las razones de su militancia activa, de su necesidad de entender al proletariado y la reacción de las masas a situaciones políticas y presiones sociales” (16-17). Reich, coherente en su praxis política funda la Sociedad Socialista de Educación e Investigación Sexual y seis clínicas de higiene sexual para los trabajadores. Las clínicas ofrecían servicios gratuitos e información sobre el control de la natalidad, la crianza de hijos y educación sexual para niños y adolescentes. Estas actividades no fueron bien acogidas por la Sociedad Psicoanalítica de Viena ni por el partido comunista austriaco y Reich decide mudarse a Berlín en 1930.

En la capital de la República de Weimar participa intensamente en actividades profesionales y en la militancia comunista. Se afilia a la Asociación de Médicos Socialistas y organiza a jóvenes profesionales en un grupo de estudio para formar psicoanalistas materialistas dialecticos. También dictaba clases en la Escuela Marxista para Obreros. El Partido Comunista Alemán acoge las ideas de Reich sobre política sexual y organiza la Asociación Alemana para la Política Sexual Proletaria y Protección de las Madres, con una membresía que superaba los 20.000 trabajadores, así como clínicas de higiene mental. Escribe Ollendorff Reich: “La plataforma contenía las siguientes demandas como puntos principales:

a) mejores viviendas para los trabajadores.

b) abolición de las leyes contra el aborto y la homosexualidad.

c) cambio en las leyes del matrimonio y el divorcio.

d) educación para el control de la natalidad y anticonceptivos gratis.

e) servicios médicos para las madres y sus hijos.

f) guarderías en las fábricas y otros centros de empleo grandes.

g) abolición de las leyes que prohibían la educación sexual.

h) permiso de visita al hogar para los presos” (21-22).

En 1931, establece la Editorial para Política Sexual (Sexpol-Verlag) donde publica obras sobre educación sexual infantil, juvenil y de los trabajadores. La Sociedad Psicoanalítica de Berlín lo excluyó como instructor para entrenar nuevos analistas debido a su terapia heterodoxa del análisis del carácter y la Editorial Psicoanalítica Internacional rechazó publicar otro de los libros importantes de Reich. Análisis del carácter fue publicado por Sexpol-Verlag en 1933. El año siguiente, es expulsado de la Asociación Internacional Psicoanalítica por sus ideas marxistas y debido a su desviación del análisis ortodoxo freudiano.

4. La heterodoxia marxista del pensador austriaco ‒que no comulgaba con la línea partidaria oficial del partido comunista alemán‒ también alcanza su punto de ruptura en el infausto 1933. Para Reich, las neurosis sexuales no se diferenciaban entre las clases sociales. El proletariado no era inmune a los impulsos sexuales negativos, al igual que la burguesía, y esta es una de sus hipótesis que sostiene el marco teórico de Psicología de masas del fascismo. El Partido Comunista de Alemania, enfrascado en una lucha frontal contra el nazismo, no comprendió la importancia de las ideas de Reich. La moral sexual burguesa era predominante en la psiquis de la clase trabajadora: la revolución social y sexual propuesta por Reich era revolucionaria, aunque adelantada para la época. Citemos a Ollendorff Reich: “(Los dirigentes) temían que el énfasis en los problemas de higiene mental podrían debilitar el ardor revolucionario, especialmente en los militantes jóvenes. En todo caso, incluso antes de la derrota de los comunistas por Hitler, el partido repudió a Reich. Ordenó retirar todas sus obras de las librerías del partido y prohibió su venta y distribución en todas las organizaciones afiliadas al partido. Según Reich, hubo cierta oposición de parte de los militantes de base contra la orden impartida por los altos funcionarios” (23). A principios de febrero de 1933, es expulsado del partido y sale al exilio los primeros días de marzo, pocos días después del incendio del Reichstag (27 de febrero). Sus libros serán quemados por los nazis. Irónicamente, veinte años después serán prohibidos y quemados en el país más democrático del mundo. La Asociación Médica Americana y la Asociación Psiquiátrica Americana se confabularon para atacar las investigaciones científicas de Reich sobre la energía orgón en su instituto ubicado en Maine, instigando una pesquisa de la FDA (Food and Drug Administration). Un juez de Maine dictó una medida cautelar en 1954, la que culminó con la prisión de Reich, quien muere en una cárcel de Pensilvania, el 3 de noviembre de 1957.

El prefacio de la tercera edición de Psicología de masas del fascismo fue escrito por Reich, para la primera edición en inglés publicada en 1946 por Orgone Institute Press, la editorial fundada por el pensador austriaco. La primera edición en alemán salió en Berlín, en 1933. La segunda en 1934, en Dinamarca, donde Reich vivía exiliado. La edición que he usado es Whilhelm Reich: The Mass Psychology of Fascism, Simon and Schuster, 1970, basado en el manuscrito revisado y ampliado por Reich y publicado en alemán en 1969. No he encontrado el cotejo de la primera edición alemana con la estadounidense de 1970, aunque del prefacio de Reich podemos inferir que el texto revisado para la versión en inglés fue ampliado y actualizado. En esta primera parte solo he traducido las siete primeras páginas del prefacio de 1946.

Dos fuentes aportan los datos biográficos de mi texto. El libro de Ilse Ollendorff Reich: Whilhelm Reich: A Personal Biography, St. Martin’s Press, 1969, principalmente. También el portal del museo Wilhelm Reich: https://wilhelmreichmuseum.org/?lang=es

La traducción de parte del Prefacio de Reich es una doble traición. Mi desconocimiento del alemán me ha obligado a traducirlo del inglés. Siendo ambas lenguas de origen germánico, probablemente la versión inglesa sea bastante cercana a la original. Las cursivas y comillas son de Reich y en los corchetes interpolo información del contexto.

Conceptos reichianos tomados de su libro

Análisis del carácter (Character analysis): una modificación de la técnica psicoanalítica del análisis de síntomas, por la inclusión del carácter en el proceso terapéutico.

Estructura del carácter (Character structure): La estructura típica del individuo, sus estereotipos al actuar y reaccionar. Este concepto es funcional y biológico y no un concepto estático ni moralista.

Biopatía (Biopathy): un desorden del organismo derivado de la perturbación de las pulsiones biológicas.   

Democracia del trabajo (Work-democracy): No es un sistema ideológico, tampoco un sistema político. Es la suma de todas las funciones gobernadas por las relaciones racionales entre las personas.

Economía sexual (Sex-economy): regulación de la energía biológica o la economía de la energía sexual del individuo.

Orgón (Orgone): Energía cósmica primordial. Bioenergía en los organismos vivos.

Política sexual (Sex Politics): aplicación práctica de los conceptos de la economía sexual en la sociedad y a nivel de las masas. Fue uno de los aportes de Reich a los movimientos comunistas de Austria y Alemania entre 1927 y 1933.

Sexpol: Nombre de la organización comunista alemana relacionada con la política sexual de las masas.


Prefacio de la tercera edición revisada y ampliada de Psicología de masas del fascismo

Wilhelm Reich

Un extenso y exhaustivo trabajo terapéutico del carácter humano me ha llevado a la conclusión de que, como regla, estamos tratando con tres capas diferentes de la estructura biopsíquica en la evaluación de las reacciones humanas. Como he demostrado en mi libro Character-Analysis [publicado originalmente en Berlín, también en 1933], estas capas de la estructura del carácter son depósitos del desarrollo social y funcionan autónomamente. En la capa exterior de su personalidad, el ser humano promedio es reservado, amable, compasivo, responsable, consciente. No habría una tragedia social en el animal humano si esta capa externa de la personalidad estuviese en contacto directo con la capa natural profunda. Desafortunadamente, este no es el caso. La capa exterior de cooperación social no está en contacto directo con el núcleo biológico recóndito: está separada por una segunda, una capa intermedia del carácter, que consiste exclusivamente de impulsos crueles, sádicos, lascivos, rapaces y envidiosos. Representan el “subconsciente” freudiano o “lo que es reprimido”. Para decirlo en el lenguaje de la economía sexual: es la suma total de los llamados “impulsos secundarios”. [Todas las comillas son de Reich].

La biofísica orgónica ha hecho posible entender el subconsciente freudiano, que es antisocial en el ser humano, como el resultado secundario de la represión de los impulsos bilógicos primarios. Si uno penetra a través de esta segunda capa de perversión, profundamente en el substrato biológico del animal humano, uno descubre la tercera capa, la más recóndita, que hemos denominado el núcleo biológico. En este núcleo, bajo condiciones sociales favorables, el ser humano es esencialmente honesto, trabajador, cooperativo, amoroso, y, si es motivado, un animal racional capaz de odiar. Pero, no es del todo posible provocar/propiciar una ruptura en la estructura del carácter del hombre de hoy penetrando al núcleo biológico, sin primero eliminar la espuria superficie social.

Esta desafortunada estructuración es la responsable de que cada impulso natural, social o libidinoso, que quiere activarse en el núcleo biológico, debe pasar a través de la capa de los impulsos perversos secundarios y, por lo tanto, es distorsionada. Esta distorsión transforma la naturaleza social original de los impulsos naturales y los convierte en perversos, inhibiendo toda expresión genuina de la vida.

No es difícil observar que los diferentes grupos políticos e ideológicos de la sociedad corresponden a las diferentes capas de la estructura del carácter humano. Nosotros, sin embargo, declinamos aceptar el error de la filosofía idealista, a saber, que esta estructura humana es inmutable por toda la eternidad. Después de que las condiciones sociales y los cambios han transformado las demandas biológicas originales del ser humano y las han hecho parte de su estructura del carácter, ésta reproduce la estructura social en forma de ideologías. [Todas las cursivas son de Reich].

Desde la ruptura de la primitiva forma democrática del trabajo en la organización social, el núcleo biológico del ser humano ha estado sin representación social. Lo “natural” y lo “sublime” en el ser humano, que lo enlaza a su cosmos, han encontrado expresión genuina solo en las grandes obras de arte, especialmente en la música y la pintura. Hasta ahora, sin embargo, no ha ejercido una influencia fundamental en la formación de la sociedad humana, si por sociedad entendemos la comunidad del ser humano y no la cultura de una pequeña clase rica.

En los ideales éticos y sociales del liberalismo [se refiere al liberalismo de principios del siglo XX] reconocemos que se abogan por las características de la capa externa del carácter, relacionadas con el autocontrol y la tolerancia. Este liberalismo enfatiza sus principios éticos con el propósito de reprimir el “monstruo en el hombre”, nuestra capa de “impulsos secundarios”, el “subconsciente” freudiano. La sociabilidad natural de la tercera capa más profunda, el núcleo, es extraño al liberal. Él deplora la perversión del carácter humano y busca superarlo con normas éticas, pero las catástrofes sociales del siglo XX demuestran que no ha llegado muy lejos con este procedimiento.

Todo lo que es genuinamente revolucionario, todo arte y ciencia genuinos, provienen del núcleo biológico del ser humano. Hasta ahora, ni el revolucionario genuino, ni el artista, ni el científico, han ganado el favor de las masas ni han actuado como su líder, o si lo ha hecho, no ha tenido la capacidad de mantenerlas en la esfera de un interés vital por un tiempo largo.

El caso del fascismo, a diferencia del liberalismo y la revolución genuina, es muy diferente. Su esencia no encarna la capa superficial ni el núcleo, aunque sí y mayoritariamente la segunda, la capa intermedia de los impulsos secundarios.

Cuando este libro fue escrito [1933], el fascismo era generalmente considerado como un “partido político”, el que, como otros “grupos sociales”, abogaba una “idea política” organizada. De acuerdo a esta apreciación “el partido fascista estaba instituyendo el fascismo por medio de la fuerza o por medio de maniobras políticas”.

Contradiciendo esto, mis experiencias médicas con hombres y mujeres de diferentes clases, razas, naciones, credos religiosos, etc., me ha enseñado que el “fascismo” es solo la expresión política de la estructura del carácter del hombre promedio, una estructura que no se confina a determinadas razas o naciones, ni a ciertos partidos, pero es general e internacional. En relación con el carácter del ser humano, el “fascismo” es la actitud emocional básica del hombre oprimido por nuestra máquina civilizadora autoritaria y su concepción mística y mecanicista de la vida”.

Es el carácter místico y mecanicista del hombre moderno que produce partidos fascistas, y no al revés.

El resultado del pensamiento político erróneo es que incluso hoy [1946] el fascismo es considerado como una especifica expresión nacional de los alemanes o los japoneses. Todas las interpretaciones erróneas siguen esta concepción inicial inexacta.

En detrimento de los esfuerzos genuinos por alcanzar la libertad, el fascismo fue y sigue siendo concebido como la dictadura de una pequeña camarilla reaccionaria. La tenacidad de este error se debe adscribir a nuestro temor de reconocer la verdadera situación: el fascismo es un fenómeno internacional, que impregna todos los cuerpos de la sociedad humana de todas las naciones. Esta conclusión concuerda con los eventos internacionales de los quince años anteriores.

Mis experiencias con el carácter análisis me han convencido de que no existe un solo individuo, quien no tenga en su estructura los elementos del sentimiento y pensamiento fascistas. El fascismo, como movimiento político, difiere de otros partidos reaccionarios en que es asumido y defendido por masas de gente.

Soy totalmente consciente de la enorme responsabilidad que acarrea afirmarlo. Y en el interés de este mundo lacerado, me gustaría que las masas trabajadoras estén claras acerca de su responsabilidad por el surgimiento del fascismo.

Se debe hacer una distinción clara entre el militarismo tradicional y el fascismo. La Alemania Guillermina [Wilhelmian Germany: de 1890 a 1918 y relacionada con el káiser Wilhelm II] fue militarista, pero no fascista.

Ya que el fascismo, cuando y donde aparezca, es un movimiento asumido por masas de gente, traiciona todas las características y contradicciones presentes en la estructura del carácter del individuo. No es, como comúnmente se cree, puramente un movimiento reaccionario: representa una amalgama de emociones rebeldes e ideas sociales reaccionarias.

Si concebimos ser revolucionario como una rebelión racional contra las condiciones intolerables de la sociedad humana, el deseo racional “de llegar a la raíz de todas las cosas” (“radical” = “radix” = “raíz”) y de mejorarlas, entonces el fascismo nunca es revolucionario. Puede, por supuesto, aparecer disfrazado de emociones revolucionarias. Pero no es el médico que combate una enfermedad con gritos desaforados a quien llamamos revolucionario, sino el que examina las causas de la enfermedad tranquila, valiente y minuciosamente; y pelea contra ella. La rebelión fascista siempre gana donde una emoción revolucionaria, por temor a la verdad, es distorsionada en una ilusión.

El fascismo en su forma pura es la suma total todas las reacciones irracionales del ser humano promedio. Para el sociólogo obtuso que no tiene la capacidad de reconocer el rol supremo jugado por la irracionalidad en la historia del ser humano, la teoría racial fascista le parece nada más que un interés imperialista, o, para usar un eufemismo, un “prejuicio”. Lo mismo es cierto para el político irresponsable y simplista. El alcance y la vasta diseminación de estos “prejuicios raciales” son evidencia de su origen en la parte irracional del carácter humano. La teoría racial no es producto del fascismo. Al contrario: el fascismo es el producto del odio racial y es su expresión políticamente organizada. Es por lo que hay un fascismo alemán, italiano, español, anglosajón, judío y árabe. La ideología racial es la pura expresión biopática de la estructura del carácter del hombre incapaz de alcanzar el orgasmo.

El carácter perverso y sádico de la ideología racista también traiciona su actitud hacia la religión. El fascismo debería ser una reversión al paganismo y un archienemigo de la religión. Al contrario, el fascismo es la expresión suprema del misticismo religioso. Así, se encarna en una forma social peculiar. El fascismo acepta que la religión es producto de la perversión social y transforma el carácter masoquista de la antigua religión patriarcal del sufrimiento en una religión sádica. Es decir, transpone la religión de la filosofía del sufrimiento en el “otro mundo” al asesinato sádico en “este mundo”.

La mentalidad del fascismo es la mentalidad del “hombre pequeño”, quien está esclavizado y anhela autoridad y es, al mismo tiempo, rebelde. No es una coincidencia que todos los dictadores fascistas surgen del grupo reaccionario del hombre pequeño. El magnate industrial y el militarista feudal explotan dicha mentalidad para sus propios intereses, luego de haber evolucionado dentro del marco de la represión general de los impulsos de vida. En el fascismo, la civilización mecanicista y autoritaria cosecha del hombre pequeño oprimido solo lo que ha sembrado en las masas de seres oprimidos por medio del misticismo, militarismo, automatismo, en muchos siglos. Este hombre pequeño ha estudiado muy bien la conducta del gran hombre y la reproduce de una forma distorsionada y grotesca. El fascista es el sargento instructor en el inmenso ejército de nuestra civilización industrializada bastante enferma. No es casual que la algarabía de la alta política es un espectáculo presentado en frente del hombre pequeño. El pequeño sargento ha superado al general imperialista en todo: en música marcial, en el paso de ganso, en mandar y obedecer, acobardándose frente a las ideas, en diplomacia, en estrategia y táctica, en vestirse y desfilar, en decoraciones y “honrando”. El káiser Whilhelm era un miserable incompetente en todo esto comparado con el hijo hambriento de un empleado público, Hitler. Cuando un general “proletario” se llena el pecho de medallas, demuestra que el hombre pequeño no será “superado” por el gran y “genuino” general.

Un estudio amplio y exhaustivo del carácter oprimido del hombre pequeño, un conocimiento profundo de su vida oculta, son prerrequisitos indispensables para comprender las fuerzas que erigen el fascismo.

En la rebelión de un vasto número de animales humanos abusados contra la civilidad hueca del liberalismo falso (que no debe confundirse con el liberalismo genuino y con la tolerancia genuina), aparece la capa del carácter, constituida por los impulsos secundarios.

El energúmeno fascista no puede ser inocuo si es buscado, de acuerdo a las circunstancias políticas actuales, solo entre los alemanes e italianos sino también entre los estadounidenses y chinos; si no es buscado en uno mismo; si no somos versados en las instituciones sociales que lo producen diariamente.

El fascismo solo puede ser vencido si es atacado objetiva y prácticamente con un conocimiento profundo del proceso de la vida. La diplomacia y la demostración de fuerza en la política no tienen igual. Pero no son respuestas a las preguntas prácticas de la vida, porque todo lo ven con los espejuelos de la ideología o en forma del uniforme nacional.

Cuando escuchamos a un fascista, sin tener en cuenta su matiz, sermoneando acerca del “honor de la nación” (en vez de estar hablando del honor del ser humano) o de “la salvación de la sagrada familia y la raza” (en vez de la humanidad trabajadora); cuando se envalentona y está lleno de consignas, pregúntale tranquila y simplemente en público:

“¿Qué estás haciendo en la práctica para alimentar a la nación, sin exterminar a otras naciones? ¿Qué estás haciendo como médico para combatir las enfermedades crónicas, como educador para motivar el placer de vivir de tus alumnos, como economista para erradicar la pobreza, como trabajador social para aliviar la ansiedad de las madres que tienen muchos hijos, como arquitecto para promover las condiciones higiénicas de las viviendas? Deja de arengar. ¡Danos respuestas directas y concretas o cállate!

Son por estas razones que el fascismo internacional nunca será vencido por medio de maniobras políticas. Caerá víctima de la organización natural del trabajo, el amor y el conocimiento a escala internacional.

En nuestra sociedad, el amor y el conocimiento todavía no tienen la capacidad de regular la existencia humana. De hecho, estas grandes fuerzas del principio positivo de la vida no tienen conciencia de su importancia, su indispensabilidad, su importancia dominante para la existencia humana. Es por esta razón que la sociedad humana hoy, un año después de la victoria militar contra el fascismo, todavía se encuentra al borde del abismo. La decadencia de nuestra civilización es inevitable si los que trabajan, los científicos de todas las ramas vivas (no muertas) del conocimiento y los que dan y reciben el amor natural, no se dan cuenta rápidamente de su enorme responsabilidad.

El impulso de vida puede existir sin el fascismo, pero el fascismo no puede existir sin el impulso de vida. El fascismo es el vampiro desangrando el cuerpo, el impulso de asesinar libremente, cuando el amor llama a la plenitud en la primavera.

¿La libertad individual y social, la autorregulación de nuestras vidas y las de nuestros descendientes, avanzarán pacífica o violentamente? Es una pregunta que da miedo. Nadie sabe la respuesta.

No obstante, quien entienda las funciones vitales de un animal y de un recién nacido, quien sepa el significado del trabajo honesto; sea un mecánico, un investigador, o un artista, lo sabe. Deja de pensar con los conceptos de los manipuladores del partido fascista han diseminado en el mundo. El impulso de la vida no “puede tomar el poder violentamente”, porque no sabría qué hacer con él. ¿Esta conclusión significa que el impulso de la vida estará siempre en las manos del gansterismo político, será siempre su víctima, su mártir? ¿Significa esto que el futuro político siempre chupará la sangre de la vida? Esta sería una conclusión falsa.

Es mi trabajo como médico curar enfermedades. Como científico, debo aclarar las relaciones desconocidas de la naturaleza. Ahora, si un charlatán político aparece y trata de que abandone a mis pacientes y deje de lado mi microscopio, no le haré caso. Simplemente lo expulsaría, si se resistiera a salir voluntariamente. Si debo usar la fuerza contra los intrusos para defender mi trabajo acerca de la vida, no depende de mí o de mi trabajo, sino en el grado de insolencia del intruso. Pero solo imaginémonos que todos los que están involucrados en trabajos vitales puedan reconocer al charlatán político a tiempo. Ellos actuarían del mismo modo. Quizás este ejemplo simplista contiene cierta intimidación en la respuesta a la cuestión de cómo el impulso de la vida debe defenderse pronto o después de los intrusos y destructores.

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