Notas sobre unos episodios interminables: Almudena Grandes

Víctor Hugo Pacheco Chávez

Durante la pandemia una amiga me preguntó qué libro podía recomendarle de Almudena Grandes. Sin dudarlo, le pasé El corazón helado. Este libro tiene la peculiaridad de qué de alguna manera enuncia el proyecto que emprendió Almudena en la última década de su vida: Los episodios de una guerra interminable. Hoy, a dos años de su partida, quisiera compartir estas breves líneas, que no son sino un modesto acercamiento a su obra.

Me parece que la obra de Almudena Grandes puede dividirse en tres grandes facetas. La primera, con la cual comenzó su carrera literaria es aquella donde analizó la cultura y la manera en que el pueblo español asumió el periodo de la transición democrática y la apertura cultural luego de la muerte de Franco, Las edades de Lulú es un libro clásico en esta línea, pero también lo son Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana y Los aires difíciles. Desde aquí cobra forma un rasgo que será característico de toda su novelística: el papel preponderante que tienen las mujeres en la cultura y la vida cotidiana de España. Guardando las distancias pertinentes, la novelística de Almudena puede leerse en sintonía con el cine de Almodóvar, justo por ese lugar que juegan las mujeres en las tramas de las novelas o del cine. Estos rasgos son la solidaridad, los afectos, el ser moldeadoras de sentidos, su papel en la crianza. De los aspectos anteriores el tema de la solidaridad ante las distintas adversidades es una de las cosas que resalta tanto en Almudena como en Almodóvar. En esta línea también quisiera destacar su novela Los besos en el pan, nuevamente el sostenimiento de las economías populares y de la administración de los hogares recae en las mujeres y en la solidaridad barrial que logran establecer para afrontar la crisis de 2015.

La otra línea es aquella que tomó realce a partir de la serie Episodios de una guerra interminable. Aunque formalmente esta serie arrancó con Inés y la alegría, me parece que, en el caso de Almudena, algún día se tendrá que hacer una lectura minuciosa de cómo el tema de la historia de España siempre aparece como una lectura a contrapelo y tratando de salirse de la narrativa impuesta por el franquismo, así que en términos generales podemos decir que siempre tuvo como foco hacer una relectura de la historia de España en el siglo XX. Por ello, el libro clave y que sirve como nudo para todas las facetas de su narrativa es El corazón helado, pues es una obra monumental no sólo por la extensión de casi mil páginas, sino porque es un recuento de la historia de España a través de las tres generaciones de dos familias. Los dramas familiares se vuelven en esta óptica los dramas de una nación en su conjunto. La primera generación es aquella que vivió la Guerra civil española, la segunda generación es la que debe lidiar con Franco y con el proceso de transición democrática y la cuarta es, de algún modo, aquella que ve dicho legado franquista como cosa lejana y que vive la bonanza del inicio de siglo XXI con ese periodo de pujanza que para España representó su incorporación a la Unión Europea, pero que justo es la antesala para la crisis de 2008.

La tercera línea de textos que quizá pueda dar con algunas compilaciones futuras, es aquel material que permanece disperso y que nos da una faceta un tanto distinta de Almudena, que es su trabajo como columnista de varios diarios, entre ellos El país. De esta línea ya se publicó en vida de la autora el libro Mercado de Barceló el cual recoge crónicas de la vida cotidiana que se generan en Madrid, el lugar clave para toda su narrativa literaria. También está el libro La herida perpetua, en donde se publicaron sus artículos de ese mismo diario y que tiene que ver con los últimos años de su vida en donde abordó temas de corte más político, como su posición con la memoria histórica de España, sus posicionamientos con el tema de las autonomías, etc. Miradas que hacía sobre la España que tanto quería pero que nos pueden ayudar incluso a sopesar algunos temas de su proyecto de Los episodios de una guerra interminable. Un libro que se sitúa en esta tesitura y es el menos conocido es Al rojo vivo. Diálogos sobre la izquierda de hoy, que realizó en coautoría con Gaspar Llamazares. Dicen por ahí, que a los autores y autoras clásicas hay que leerlos no solo a través de sus obras mayores sino en relación con sus pequeños textos, solo así podemos realmente tener una visión global de su trabajo, de ahí la importancia de conectar su faceta de columnista con su obra literaria.

Pienso que si uno mira la postura política de Almudena se puede comprender mejor, y por mejor, lo digo como lector situado en México, tener luces para asimilar este proyecto de relectura de España a través de los episodios como un gran intento, nostalgia y deuda pendiente que la autora veía con el fracaso del periodo de la transición española. La obra de Almudena muestra las dificultades de la construcción de una idea de nación que ha tenido el pueblo español, ya sea por la herencia franquista, el desconocimiento, el olvido o las diferencias multiculturales. La nación que rechaza Almudena es aquella que construyó el franquismo. Ese nacionalismo rancio, representado en Julio Carrión, padre del Álvaro Carrión, personaje principal de El corazón helado, es un nacionalismo que negó la posibilidad de florecimiento de otra idea de lo nacional a partir de la República.

Quizá desde una visión romántica que en México se pueda tener de las autonomías españolas el interés de Almudena de la construcción de una idea de nación que postuló desde sus artículos en El País, pueda sonar chocante y fuera de lugar. Pero, habrá que pensar como esta idea de una España democrática, plural, republicana, está en la discusión pública desde hace unos años. Varios de los intelectuales españoles contemporáneos más propositivos han estado pensando la necesidad de replantearse las posibilidades de un nuevo republicanismo, bajo una lógica plebeya Un republicanismo plebeyo. No digo que Almudena vaya en ese mismo sentido, en el terreno de la política fáctica, pero sí la situaba del lado de una corriente donde el republicanismo también es un campo de batallas y de tradiciones culturales.

No es casualidad tampoco que la serie haya retomado como inspiración a Benito Pérez Galdós y sus 6 Episodios nacionales, proyecto que al igual que el de Almudena fue truncado por el trágico suceso de la muerte. La figura siempre polémica de Galdós representa esa generación de la reforma española de fines del siglo XX y pone en el centro de toda su obra política y literaria la discusión sobre la constitución de la nación española. Al contrario, lo que hemos visto después de la crisis de 2008 es la reconstitución de proyectos neoconservadores, que hoy incluso le niegan, a la propia Almudena, su lugar en las letras y en la cultura española. El símbolo de Almudena les pesa más que el activismo y las discusiones que pudo ofrecer en vida.

¿Y cuál sería este sentido de lo nacional que se esboza en Almudena más allá de Republicanismo? Es aquella España que se identifica con los derrotados y las víctimas del franquismo; los sin nombre que se mantuvieron en la resistencia, como El lector de Julio Verne; las mujeres a través de sus lazos de solidaridad y de cooperación, como las que aparecen en Inés y la alegría y Las tres bodas de manolita; los republicanos españoles que perdieron todo y que se fueron algunos al exilio como lo muestra en Los pacientes del doctor García y La madre de Frankenstein. Por supuesto, es una España también de los trabajadores, de los barrios populares, una España que cuestiona el poder de la iglesia como aliada del Franquismo, no es casualidad que las monjas atiendan los centros psiquiátricos en La madre de Frankenstein, para la autora la iglesia era el aparato cultural más fuerte del viejo régimen.

Una última novela que quedará como un epilogo de su producción es Todo va a mejorar, obra póstuma y que tuvo que ser terminada por su pareja Luis García Montero y que nos sitúa en un mundo distópico. Un mundo en el cual hay un fascismo societal que se sostiene por el impulso de la denuncia y vigilancia anónima entre vecinos y en donde la cuestión de los cuidados y la sanación toman su aspecto más aberrante, represivo y de rechazo al otro el cual siempre es un riesgo porque es un agente de contagio. Una obra distópica pero que quizá hablaba de un momento y unos efectos de la pandemia del covid, momento en que fue escrita, que sacaron las pulsiones más aberrantes de algunas personas. Ante ese presente que funcionaba como futuro distópico Almudena de nueva cuenta apostó por la solidaridad y la cooperación. Todo va a mejorar también puede ser visto como un clamor del estado de ánimo personal de la autora luego de que se le diagnosticara el cáncer que termino con su vida. Todo va a mejorar es una frase que ayuda a soportar no solo la noticia sino el proceso de una última guerra, en el terreno personal y de los cuidados, de la que no pudo salir triunfante.

Reivindicar la España de los de abajo, de los sin nombre, de los trabajadores y trabajadoras, una España solidaria, una España de izquierdas, donde habrá que volver a situar el aporte de la tradición comunista en un proyecto de liberación es también una de las cuestiones que atraen de la novelística de Almudena Grandes. Permanece también con un sentido de incompletud su obra, pues quedamos a la espera del Mariano el de Bidaseca.