No los une el amor, los une el odio

Marco Antonio Molina

UAM Xochimilco

En la lista de abajofirmantes hay nombres que conocemos muy bien porque son los mismos de siempre de otros muchos desplegados previos –nunca con listas masivas de firmas, siempre un grupo selecto, la élite de la élite. Y otras firmas de gente que conozco incluso personalmente, como profesores míos o colegas (poquitos, no soy socialité), a los que respeto y, en algunos casos, realmente estimo. Pensando en ellos, se me ocurren algunas preguntas que les haría porque legítimamente me intrigan:

¿De verdad consideran que Xóchitl Gálvez es una mujer inteligente?

¿Realmente piensan que es una mujer preparada?

¿De veras creen que está capacitada para dirigir un país del tamaño y complejidad de México?

La mujer que dijo que el petróleo es tan valioso que “es una estupidez quemarlo para generar energía, lo podríamos usar en otros temas” (sic.) o planteaba “ponerle un paraguas al sol, para proteger al planeta” (sic., se pueden buscar en redes los videos donde dice literalmente ambas declaraciones, no están sacadas de contexto ni eran bromas), ¿podrá idear políticas públicas adecuadas para los problemas del país?

Porque para gobernar con ocurrencias de ese tipo ya hemos visto la experiencia de Donald Trump y, actualmente, de Javier Milei. Los resultados no han sido nada buenos. ¿Es eso lo que la élite más culta quiere para nuestro país?

¿Este grupo selecto de intelectuales identifica un proyecto de nación por parte de su candidata, con ideas coherentes, realistas y, sobre todo, viables? ¿O sólo los une el rechazo a López Obrador y todo lo que conlleva?

Los académicos que firman este manifiesto expresan una oposición entre “el autoritarismo y la democracia”, entre “la uniformidad gris y autoritaria del obradorismo”, contra “la pluralidad multicolor de la oposición”. Sin embargo, el clasismo y racismo que se ha expresado en las diferentes marchas rosas –la última, la más violenta e intolerante de todas y hay que preocuparse por eso– están lejos de ese pluralismo que en la teoría defienden. Constantemente aluden a una clase media –blanca, por supuesto; urbana, obviamente; católica, además– muy alejada en la realidad de una sociedad diversa, pluriétnica y multicultural. Ese México que nunca reconocieron hasta que les saltó en la cara.

Cuando expresan su preocupación por una deriva autoritaria en contra de la democracia, ellos, quienes han dado cátedra en claustros nacionales y extranjeros ¿cómo definen conceptualmente “democracia” y “autoritarismo”? ¿Sus definiciones académicas aprobarían un examen riguroso para aplicarlas a la realidad nacional? ¿Que una mayoría prefiera una opción, como señalan las encuestas y se confirmará, o no, en las urnas, no es democracia? ¿Sólo es democracia cuando una minoría ilustrada y culta elige “correctamente”? ¿Cuando la derecha usa el lawfare para llegar al poder, eso también es democracia? Son los mismos, por cierto, que han rechazado y desalentado la participación en las consultas ciudadanas –elemento fundamental de la democracia participativa– promovidas por el actual gobierno federal.

La reunión se realizó en el Palacio de Minería, de la UNAM, ¿alguien duda todavía de la orientación política de las autoridades universitarias? Los defensores podrán decir que la Universidad es plural y abierta a todas las corrientes políticas. ¿Se imaginan el mismo evento, en el mismo espacio, pero con la candidata Claudia Sheinbaum? ¿Y cuál habría sido la reacción de los mismos intelectuales y los medios de comunicación, lo habrían tomado con la misma naturalidad?

No recuerdo haber leído algún comentario o declaración trascendente de este mismo grupo de abajofirmantes sobre el simulacro universitario realizado en universidades públicas de todo el país. ¿Cuál sería la explicación de estos 250 intelectuales, muchos de ellos docentes en las mismas instituciones, frente a la participación de más de 250 mil estudiantes? ¿Todos esos universitarios que participaron fueron “borregos” manipulados por el discurso del “dictador”? ¿O la opinión de estos jóvenes no es importante, porque son jóvenes y no pertenecen a la élite intelectual? ¿O estos resultados no cuentan, los valiosos son los de las universidades privadas? ¿Lo hablaron en sus universidades, analizaron los resultados con sus pupilos? ¿La visión crítica de los estudiantes es debido a, o a pesar de, sus docentes más renombrados y reconocidos (con becas y salarios excepcionales)? Me quedaré con la duda, supongo.

No hay un proyecto, no hay un programa, no hay propuestas reales –propias, no copias modificadas de las políticas sociales del gobierno federal. No existen; ni en sus documentos ni en los debates los hemos visto. Lo que une a este grupo dedicado al intelecto, es una pasión: el odio. No sólo a ellos, lo hemos visto en las diferentes marchas rosas, y lo vemos todos los días en los distintos chats, familiares, laborales, vecinales, en las conversaciones casuales que escuchamos a diario. Parafraseando al poeta, no los une la pasión, los une el odio. Ese mismo odio que vemos en la gente de a pie, una minoría que se hace notar ruidosamente. Muchos detractores de López Obrador se transforman cuando hablan de él –yo lo he visto en mi familia cercana. Se encienden sus rostros, cambian sus gestos, su tono de voz. Sospecho –y recuerdo a Freud– que esa pasión es la propia agresividad, proyectada y reflejada en el espejo del otro.

De lo que no tengo duda, es de que muchos de quienes firmaron este manifiesto no invitarían a su candidata a una cena en su casa, en la parte más íntima y personal. No me los imagino conviviendo con ella en una reunión exclusivamente social, no de negocios o política. Sosteniendo una conversación, fuera del tema del “autoritarismo y el desastre del gobierno actual”, con Xóchitl Gálvez. Y no me los imagino porque no tienen, además de su orientación política, nada en común. ¿A cuántos de los firmantes ha leído la candidata? ¿Cuántos de los firmantes respetarían intelectualmente a su candidata después de conversar 10 minutos con ella? Pero eso no importa, se trata de extirpar el proyecto de la 4T, ‘aiga sido como ‘aiga sido.