No echar campanas al vuelo

CE, Intervención y Coyuntura

El debate del pasado domingo terminó de delinear la trayectoria de la elección presidencial: Xóchitl Gálvez no solo no tiene ninguna posibilidad, sino que además puede terminar más cerca del tercer lugar que del primero. La incapacidad argumentativa, las pifias, los lugares comunes recreando la campaña de Vicente Fox (fue ahí donde se le conoció más), solo ratificaron la debacle.

Sin embargo, nunca es bueno echar las campanas al vuelo. La posibilidad de un cambio de régimen, de la formación de un nuevo grupo al frente del Estado y de la reformulación de los arreglos políticos aún tiene adeudos en lo local. Y este es el eslabón más débil de la Cuarta Transformación.

Existen dos escenarios. En el más optimista para las fuerzas progresistas, la sociedad vota homogéneamente por los candidatos de la alianza gobernante. De tal manera, además de la presidencia se mantienen los gobiernos de la CDMX, Veracruz, Tabasco, Puebla, Morelos; esa alianza mantiene Chiapas por entrega al partido Verde y se pierde en Jalisco, Guanajuato y Yucatán.

En el segundo escenario, mucho menos optimista, la nueva alianza no logra amarrar ni generar los acuerdos. Se coloca en peligro Morelos, y la Ciudad de México, en tanto que Puebla, Tabasco y Veracruz, permanecen; el resto de los estados de la república comparten el primer escenario.

¿Es posible que la CDMX se pierda? Si, es posible, si no hay un acuerdo de unidad real. Las fricciones internas están afectando el ritmo de la campaña y la ciudad ha cambiado su propia composición política e ideológica. No hay que tener “informadores secretos” en reuniones “de cúpula” para saber que hay un reparto inequitativo en las alcaldías. Algo similar, en el tono de la diferencia interna sucede en Morelos, aunque no acompañado de un cambio social o ideológico.

Las consecuencias de una eventual derrota en la CDMX no son pocas, pues se trataría de la plataforma de reconstrucción del liderazgo social y político de la oposición. En una forma pendular, la capital del país está jugando en la cancha opositora, ya no a la izquierda, sino a la centro-derecha. Contrario a lo que se piensa, no es la primera vez que esto sucede, pues ya en 2006 la presencia de Patricia Mercado jugó para boicotear la victoria de AMLO, arrebatando un puñado de votos muy significativos a la capital.