¿Marx vs Lenin?

Elvira Concheiro
SEAN MACKAOUI

Partido histórico y partido efímero

Elvira Concheiro fue militante del Partido Comunista Mexicano, del Partido Socialista Unificado de México y del Partido Mexicano Socialista. A lo largo de su trayectoria política alternó con una presencia constante en la vida académica. Graduada como Doctora en sociología, recorrió en su tesis una lectura política de la obra de Karl Marx. Dada su experiencia militante y su actividad intelectual, procedió a buscar los registros pertinentes para pensar la dimensión partidaria –verdadero ícono de la modernidad– en la obra del filósofo alemán.

Para Concheiro los partidos políticos son expresión de las divisiones de la sociedad y ellos se existen a raíz de la opción obrera por participar políticamente. Fueron las clases trabajadoras las que inventaron los partidos políticos modernos y el destino de estos –más allá de lo ambiguo que hoy es la propia noción de partido– estuvo ligado a las formas productivas que colocaron en el centro del teatro de operación del conflicto social a las clases trabajadoras.

El encuentro entre marxismo, en tanto teoría que daba racionalidad al surgimiento de un sin de procesos y los partidos políticos aconteció en las clases trabajadoras. La manera en que Marx observó esta deriva se expresó en los dos conceptos claves que Concheiro manifestó como los centrales para entender la política y la emancipación en el programa histórico marxista.

Por un lado, la noción de partido en sentido efímero, que remite a las mudanzas y cambio en los ordenamientos de la cotidianidad: símbolos, programas, plataformas, alianzas, todo aquello que recorre las diversas coyunturas de las clases en su andanza política. Por el otro, la noción de partido en sentido histórico, registro que amplia en una noción compleja y procesual del devenir del proyecto de emancipación.

El texto que IyC presenta a continuación es un avance de aquella investigación publicada en las páginas de la revista El Buscón, un emprendimiento político-cultural que no ha sido destacado en los estudios históricos de la producción cultural de las izquierdas. Pensamos que la relectura de “¿Marx vs Lenin?” como unidad y no como diferencia –a la manera historicista– expresada en la pieza transcrita, contribuye al debate contemporáneo sobre el futuro de lo partidario.

  • Elvira Concheiro. «¿Marx vs Lenin?» en El Buscón, México, no. 5. Julio-Agosto, 1983. pp. 149-158

¿Marx vs Lenin?

Elvira Concheiro

El contenido de la ruptura de Marx con la filosofía idealista y con el materialismo vulgar desemboca en la actividad política práctica, que ambas corrientes filosóficas niegan.

Una práctica política transformadora que no le vuelve la espalda a la crítica teórica, sino que se apropia de ella en la medida en que la teoría corresponde, simultáneamente, a las necesidades reales de los hombres y a la transformación revolucionaria de la sociedad. De la crítica del «partido político teórico» y del «partido político práctico», surgen las bases del partido político de la filosofía de la praxis, fundado por Marx. Cuando hablamos de partido político de la filosofía de la praxis, de ninguna manera lo hacemos en sentido laxo o figurado. La filosofía de la praxis y el rompimiento con toda la filosofía anterior, no tienen sólo implicaciones de orden teórico, sino también, y de manera fundamental, de orden político. La filosofía de la praxis, en tanto filosofía de la transformación revolucionaria de la sociedad, más allá de sus implicaciones teóricas, que sin duda tiene, conlleva directamente efectos práctico-políticos. Es en este sentido que la entendemos como partido político.[1]

Esta es la acepción que da Marx a su partido «en sentido histórico». Partido del que habla en repetidas ocasiones, al referirse indistintamente a organizaciones específicas como «episodios en la vida del partido», aunque se refiera a organizaciones en las que él directamente militó, como la Liga de los Comunistas, o a aquéllas con las que tuvo importantes diferencias, como el partido blanquista. Así también Marx se refiere a El Capital como «una victoria científica para nuestro partido», y a la Comuna de París, como «‘a hazaña más gloriosa de nuestro partido desde la insurrección de junio en París».

El partido de Marx «en sentido histórico» es la actividad teórico-política encaminada a lograr la comprensión de las condiciones reales de existencia del proletariado, las posibilidades de éste como clase, su papel en la emancipación social de los hombres. En vida de Marx dicha actividad transcurre a través de organizaciones revolucionarias específicas, muy incipientes y de diverso tipo, y en ocasiones carece, incluso, de ese instrumento orgánico concreto. Será largo el proceso que conduzca a la confluencia del partido de la filosofía de la praxis, o partido del socialismo científico —por utilizar el nombre que Marx y Engels le dieron a su concepción—, con el partido «efímero», o sea, con el partido de una organicidad determinada. De dicho proceso —ligado siempre a la experiencia de la lucha obrera– Marx apenas vio su comienzo. Realmente, el surgimiento y desarrollo de los partidos de los marxistas se producirá después de la muerte de Marx.

Partido histórico, partido efímero

La forma partido como expresión de la lucha política o medio para llevarla a cabo, es la consecuencia del desarrollo de la lucha que protagoniza la burguesía, primero contra la aristocracia feudal y después entre fracciones de ella misma. La burguesía, así como el proletariado, en el momento en que traspasan el nivel parcial e individual de sus luchas se constituyen propiamente en clases. Es decir, en el momento en que asumen y realizan su lucha ya no localmente sino en forma nacional por influir y tomar el poder del Estado, por convertirse en representantes de la mayoría, su lucha se transforma en una lucha de clases, en una lucha política. Esta transformación no ocurre de manera súbita ni engloba a toda la clase en su conjunto necesariamente, sino que es un proceso. Pero el proletariado, a diferencia de la burguesía, no puede reconocerse a sí mismo y unirse alrededor del Estado, sino justamente en el partido, que para él no sólo es un instrumento político, sino la instancia en que se reconoce a sí mismo como clase que disputa el poder.

A partir del siglo XIX —bajo el estado político— la lucha política se ha expresado siempre, de manera más o menos acabada, en la lucha entre partidos de diversa índole. En realidad esa es la forma que adquirió la lucha de las clases en el capitalismo. Marx y Engels recogen la experiencia del movimiento real y desentrañan las bases materiales sobre las que ésta se sustenta. Serán ellos los que descubran que la base de la formación de los partidos políticos, de la lucha entre partidos, está en los antagonismos de clase, que surgen de determinadas relaciones económicas. El estado político expresa la igualdad de los individuos ante la ley, que es un resultado del proceso de predominio de la compra-venta de la fuerza de trabajo de hombres jurídicamente libres y desposeídos. El poder público se va convirtiendo en el terreno específico de la expresión de los antagonismos sociales a través de muy diversas formas, muchas veces sutiles que ocultan el carácter de clase de la lucha política y de los medios para llevarla a cabo. Por ello, en el seno de una misma clase, surgen caminos diferentes, partidos distintos.

Apenas expuestas para ellos mismos las bases científicas de su concepción en La Ideología Alemana y hecho público su ajuste de cuentas con la corriente de la cual procedían –la izquierda hegeliana– en su escrito La sagrada Familia, Marx y Engels se entregan a la actividad política de partido. [2]

Con el objeto prioritario de difundir sus descubrimientos, Marx y Engels forman en 1845 el Comité de Correspondencia Comunista, organismo que les permitió establecer relaciones con importantes personalidades políticas y dirigentes del movimiento obrero de diversos países. Asimismo, su preocupación por vincularse en forma más directa con la lucha política alemana los lleva a fundar la Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas, donde ambos residían.[3] Esa perspectiva rigió su comportamiento en los tres grandes momentos de su militancia de partido: La Liga de los Comunistas (1847-51), La Asociación Internacional de Trabajadores (1864-72) y el Partido Socialdemócrata Alemán (1875).

La Liga de los Comunistas fue el resultado del proceso de transformación de la Liga de los Justicieros. Esta, que a su vez había surgido de un desprendimiento en 1836 de la Liga de los Desterrados, era una organización que agrupaba fundamentalmente a revolucionarios alemanes que actuaban en París. Era «un brote alemán del comunismo obrero francés», decía Engels. Una organización semiconspirativa, estrechamente vinculada con la Societé de Saisons de Blanqui, en la que predominó el comunismo wetlingiano y el comunismo igualitario. En 1846 se trasladó a Londres el centro de actividad de la Liga de los Justicieros. Ahí inicia un proceso de reestructuración que culminará en 1847 con el congreso que dio origen a la Liga de los Comunistas, en el que ya participaron Marx y Engels. El traslado a Londres, permitió a la Liga desprenderse de los conspiradora parisinos, con lo cual se dispuso a abandonar su carácter conspirador, aún cuando las condiciones políticas le obligaron a mantenerse en la clandestinidad. Por otra parte, comenzó a atraer a revolucionarios de distintas nacional. dades, concibiéndose más como un partido internacional, aunque los alemanes mantuvieron siempre su predominio.

Bajo estas nuevas condiciones, varios de los principales dirigentes de la Liga de los Justicieros, partidarios de que el proceso de reestructuración desembocara incluso en el cambio de la concepción teórica que venían sustentando, invitaron a Marx y Engels a integrarse, ofreciéndoles amplias posibilidades para desplegar su nuevo comunismo. Las condiciones de Marx y Engels para ingresar a la Liga no solamente fueron de carácter teórico (la transformación de ésta en la Liga de los Comunistas, la superación de la fórmula de «comunidad de bienes» por la abolición de la propiedad burguesa, etcétera), sino también de carácter práctico: la transformación de la Liga en un instrumento de la acción política cotidiana. Para ambos era fundamental superar la vieja concepción de las organizaciones conspirativas, que renunciaban de hecho a la propaganda del programa y a la intervención en las luchas políticas concretas, y que suponían que la emancipación de la gran masa de desposeídos podía alcanzarse con la lucha intrépida de un puñado de hombres, al margen de la actividad de esa masa. De ahí que pusieron el acento en el carácter propagandístico de la organización. La propaganda era el medio principal para influir en las luchas de los obreros y para organizar y desarrollar los núcleos revolucionarios. La construcción del partido abarcaba, así, las dos cuestiones fundamentales que encontraremos posteriormente en Lenin y otros marxistas de finales del siglo XIX y del siglo XX: la teoría íntimamente ligada a la cuestión del programa y la organización política.[4]

Del período de lucha de Marx y Engels desde 1848, es necesario fijar la atención en tres aspectos principales: la formación de la Liga de los Comunistas, la redacción del Manifiesto del Partido Comunista y la fundación de la Nueva Gaceta Renana. En los tres encontramos plasmada una concepción de partido. La Liga era para Marx y Engels el intento más importante, hasta entonces, de formar un partido comunista con un programa claramente definido y alrededor de una concepción teórica con bases científicas. El Manifiesto es en realidad el primer programa basado en la nueva concepción, que, para sus autores, resume las bases teóricas del comunismo y la táctica del partido. La Nueva Gaceta Renana fue el instrumento propagandístico más importante del período. Durante este breve lapsus los fundadores del socialismo científico llevaron a la práctica sus concepciones sobre el partido. En primer lugar la definición teórica y programática; en segundo, los medios para impulsar la lucho, el periódico de masas, y por último, le posibilidad de contar con grupos organizados en diversos lugares que fueran capaces de aplicar de manera más consecuente las concepciones y la táctica del partido.

Lo que recogen Marx y Engels de este período es, principalmente, el avance de la nueva concepción; es decir, del partido en su sentido más amplio, en su sentido histórico, y la incapacidad del partido, en su sentido concreto, el partido efímero que habían contribuido a formar: la Liga de los Comunistas. Habían sido más fuertes y convincentes el Manifiesto y la Nueva Gaceta que la Liga, a pesar de que muchos de los miembros de esta última estuvieron en la primera fila de las insurrecciones y otras acciones de los obreros europeos. Cuando Marx y Engels llegan a la conclusión de que la revolución había sido derrotada y no era de esperarse un resurgimiento, permiten que sobrevenga la división de la Liga, en la que no veían mayor interés y posibilidades bajo las nuevas condiciones políticas europeas. A partir de que Marx disuelve la Liga transcurrirán más de diez años en los que se negará, lo mismo que Engels, a incorporarse a otra organización obrera.

A principios de la década de los 60 el movimiento obrero europeo comenzó de nuevo a reorganizarse. En esos años, durante el movimiento de solidaridad con la rebelión polaca de 1863, se produjo el histórico mitin en Sn. Martin’s Hall, en donde se acordaría fundar la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). Evidentemente, éste es otro tipo de partido con respecto a la Liga de los Comunistas. La Internacional fue propiamente un frente que agrupó a diversos tipos de organizaciones obreras: sindicatos, partidos políticos y personalidades tuvieron cabida en la nueva organización. Su estructura orgánica tiene una flexibilidad mucho mayor que la de la Liga; aunque la AIT mantiene la idea básica de una dirección única centralizada, deja sin mayor precisión las relaciones de sus secciones. Para Marx, el nivel de la lucha obrera alcanzado hasta entonces, como el tipo de organización que era la Internacional, no permitían una concepción y un programa claramente definidos como el que ellos habían podido darle a la Liga. Sin embargo, varios aspectos esenciales de la teoría fundada por Marx y Engels, son parte del Manifiesto Inaugural de la Internacional, redactado por el propio Marx.

La derrota de la Comuna de París en 1871 afianza la idea, ya existente desde los inicios de la Internacional, de la necesidad de la formación de los partidos nacionales obreros. De hecho, las primeras conclusiones que elabora Marx de la experiencia de la Comuna tienen relación con el problema de la organización política de la clase obrera, la dirección única y el programa único. La experiencia de la Comuna constituye una formidable prueba para las concepciones de Marx, en primer término, sobre la cuestión del Estado y del poder político; es en gran medida la confirmación práctica de la posibilidad real de la toma del poder político por la clase obrera y el descubrimiento de la forma estatal concreta de la dominación del proletariado. Todo ello tuvo, sin duda, una enorme trascendencia teórica y política entre la clase obrera europea y americana. Los partidos socialistas y socialdemócratas europeos fueron, en buena medida, productos de la experiencia de la Comuna de 1871 y del triunfo de la concepción de la necesidad de la lucha política por el poder del Estado (expuesta y defendida durante largos años por el propio Marx). En este sentido, puede decirse también que la Internacional, con su aguda lucha interna y sus experiencias prácticas, así como la Comuna de París, con todo su enorme cúmulo de enseñanzas, constituyeron un terreno privilegiado de la lucha de Marx, Engels y los marxistas (ya en estos momentos puede hablarse efectivamente de marxistas en un sentido concreto), por desarrollar la nueva concepción en el movimiento obrero europeo. Fue en gran medida, una etapa de la formación del partido obrero revolucionario en su sentido histórico, como lucha teórico-práctica por la transformación de la sociedad capitalista.

Marx y Lenin entre partidos

Antes de la década de los 70 del siglo pasado nadie podía imaginar el surgimiento de los grandes partidos socialistas en Europa. Éstos, en realidad, no fueron invento de ningún líder o ideólogo, sino producto de la Comuna de París y de las nuevas condiciones surgidas en las sociedades europeas. Sin embargo, Marx y Engels tenían una posición visiblemente elaborada frente a la cuestión del partido. Luchaban por difundir la nueva concepción y la táctica sintetizadas en el Manifiesto también buscaban nuevas formas de organización para construir el destacamento político capaz de ser portador de aquella nueva concepción revolucionaria.

Aunque Marx y Engels subrayan la diferencia entre el partido en sentido histórico y el partido efímero, nunca los concibieron en forma separada. La agrupación revolucionaria era necesaria para desarrollar el socialismo y confrontar a éste con la realidad, especialmente con el movimiento revolucionario de la clase obrera. La Liga y el Manifiesto surgen simultáneamente, aunque éste último haya estado siempre muy por encima de las posibilidades reales de los miembros de aquélla.

Conviene volver aquí al Manifiesto. No es casual que su título sea el Manifiesto del Partido Comunista. Tampoco carece de significado la declaración de que los comunistas no forman un partido aparte y opuesto a los partidos obreros, ni existe una contradicción entre la difusión del programa del partido comunista y la participación de los comunistas en los partidos obreros. En realidad ambos concebían al Manifiesto como el programa del nuevo partido, que no era la Liga de los Comunistas en su totalidad, sino el partido del socialismo científico: un partido que debería ganar a los partidos obreros, es decir, a las organizaciones políticas

Una situación por completo diferente existía cuando Lenin abordó la cuestión del partido en 1902, 1905, 1907, 1910 y en los años próximos a la Revolución de Octubre. En todos estos años, ya existían los partidos socialistas y socialdemócratas en Europa; algunos de ellos eran verdaderos partidos de masas. En estos partidos existían las tendencias marxistas y en algunos de ellos predominaban ampliamente, como en el caso de Rusia. El marxismo había adquirido ya carta de naturalización en los partidos obreros. No obstante la diferencia de situaciones, las bases de las que partían Marx y Lenin no fueron diferentes, incluso existen visibles coincidencias.

Existe, sin embargo, la difundida idea de que Marx carecía de una concepción acabada sobre el partido, mientras que Lenin se destaca, entre otras cosas, justamente porque abordó la llamada «teoría del partido». En realidad esta idea surge de la «necesidad” de ubicar a Lenin como elemento que “completa” al marxismo, que supuestamente Marx no pudo “completar”. Esta “necesidad” supone que el marxismo es una concepción acabada y que «acabó» justamente en Lenin y gracias a él. Se opone por completo el pensamiento del propio Lenin que consideraba al marxismo como una teoría viva y en constante desarrollo. Las aportaciones teóricas y prácticas de Lenin a la lucha revolucionaria no requieren de tergiversaciones de su pensamiento ni de intentos de atribuirle un predominio sobre Marx.

Por otro lado, frente a la concepción que considera a Lenin «complemento» indispensable del marxismo debido, entre otras razones, a su «teoría del partido», ha surgido la idea de que para Marx el partido es la clase obrera en su conjunto y en su movimiento político y que en ello, precisamente, se diferencia de Lenin. Para justificarlo se recurre a la frase del Manifiesto en la que se habla de «la organización del proletariado en clase, y, por tanto en partido político…» y a otros escritos del propio Marx en los que se menciona al partido obrero. En realidad se trata de una interpretación inversa y errónea de la afirmación de Marx, que está hablando aquí del proceso y las condiciones a través de las cuales el proletariado se convierte propiamente en clase, pero no de lo que es el partido político.

Dicho proceso de constitución del proletariado en clase, transcurre para Marx en dos niveles: en el económico, que le da existencia objetiva a la clase obrera, y en el político, que la proyecta como clase revolucionaria que disputa el poder político, como medio para alcanzar su plena emancipación. De ahí la famosa diferenciación hecha por Marx entre «clase en sí» y «clase para si». El proletariado pasa de ser sólo efecto pasivo de la economía a ser efecto activo de la política y la ideología, organizándose en partido político. Ello no significa, en modo alguno, que Marx piense de manera voluntarista, que ello ocurre en un solo acto y en la totalidad del proletariado. En ese mismo sentido, Lenin afirmaba que el proletariado que no asume la idea de la hegemonía no es aún propiamente una clase; «la conciencia de la hegemonía –escribía Lenin–, la actividad práctica en que toma cuerpo, es justamente lo que convierte la suma de gremios en clase».

Para Marx, y de manera mucho más clara para Lenin, el partido es justamente un instrumento necesario para el desarrollo de la hegemonía de la clase obrera entre las demás clases trabajadoras.

Si la clase obrera es la única clase capaz de emancipar a la sociedad al emanciparse ella misma, ello sólo puede ser producto de una lucha obrera nacional, que desde sus inicios busque integrar a la mayoría del pueblo trabajador. Y justamente, a través del partido revolucionario de clase, el proletariado puede incorporar a la lucha —allí mismo, en el mismo partido – a múltiples elementos de las otras clases oprimidas, precisamente porque el partido obrero revolucionario puede tener un programa para toda la sociedad – un programa nacional— y no sólo para los obreros

La expresión de Marx de que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos, solamente se refiere a que dicha emancipación no podrá estar a cargo de reformadores ni de representantes de otras clases, a diferencia de lo sucedido con anteriores estamentos oprimidos.

La identificación de clase y partido pretende combatir la concepción vanguardista de que la teoría y el programa de una organización socialista constituyen «factores externos a la clase». Sin embargo, se soslaya así que el marxismo surge no solo como crítica del pensamiento burgués, sino también como un esfuerzo por explicar las condiciones de existencia de la clase obrera y como una crítica al comunismo y al socialismo preexistentes. Es, por ello, una toma de partido en el seno del movimiento obrero, que surge en lucha contra otros partidos, entendidos como otras teorías y otras prácticas; otros partidos en el sentido histórico, hasta entonces influyentes en el proletariado europeo.

El marxismo surge sobre la base de la existencia objetiva de la clase obrera, pero se diferencia claramente por su contenido científico. La exactitud de la teoría es una formidable arma revolucionaria. Movimiento obrero y conocimiento científico no son dos cosas separadas por una muralla gnoseológica. Por el contrario, bajo el capitalismo, la clase obrera en su movimiento es la única que puede generar sus propias condiciones de conocimiento científico. Más todo ello sólo reafirma la necesidad del partido como actividad política encaminada a lograr la comprensión de las condiciones materiales de existencia del proletariado y su papel en la transformación revolucionaria de la sociedad.

Visto así, el partido no es solamente producto del movimiento obrero, ni tampoco único instrumento gracias al cual el proletariado alcanza su conciencia de clase. En realidad la concepción de Marx y de Lenin es coincidente: el partido es un producto del movimiento obrero y, al mismo tiempo, su superación. Por encima de una u otra cita circunstancial, Marx y Lenin conciben al partido estrechamente vinculado a la lucha obrera y, al mismo tiempo, como elemento insustituible en el desarrollo de la conciencia de clase.

Notas

  1. Con plena razón, Adolfo Sánchez Vázquez rechaza que la ruptura de Marx sea un mero «corte epistemológico», pues si bien se «corta» con una teoría, más allá de eso, se trata de romper con la concepción que hace de la filosofía un instrumento político de justificación y conciliación con la realidad. A. Sánchez Vázquez, Filosofía de la Praxis. Ed. Grijalvo, México, Segunda Edición, pág. 191.
  2. “Estábamos obligados –escribía Engels– a razonar científicamente nuestros puntos de vista, pero considerábamos igualmente importante para nosotros ganar al proletariado europeo, empezando por el alemán, a nuestra concepción. Apenas llegamos a conclusiones claras para nosotros mismos, pusimos manos a la obra”. F. Engels. Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas, O. E., tomo II, pp. 263-362.
  3. Estrictamente sólo estas dos organizaciones fueron creadas por Marx y Engels. Renuentes siempre a convertirse en predicadores en el desierto» –como decía Engels de los utopistas– lo que buscaron fue influir en el movimiento revolucionario de la época a través de las organizaciones políticas existentes. Ahí donde ellos veían a las corrientes más radicales, con mayor sentido proletario, es donde insertaban su acción. «Si no hubiéramos procedido de este modo –escribe Engels, explicando su actuación durante la revolución en Alemania–, si no hubiéramos querido adherirnos al movimiento, incorporándonos a aquella ala que ya existía, que era la más progresista y que, en el fondo, era un ala proletaria, para impulsarlo así hacia adelante, no nos hubiera quedado más remedio que ponernos a predicar el comunismo en alguna hojita lugareña y fundar, en vez de un gran partido de acción, una pequeña secta». F. Engels, Marx y la Nueva Gaceta Renana, O.E., tomo II., ed. Lenguas Extranjeras, Moscú.
  4. Es necesario tomar en cuenta que en 1847 había una muy escasa experiencia en materia de organización política obrera. Lo que se tenía entonces eran círculos de diverso tipo, con distintas posiciones ideológicas, a la cabeza de los cuales se encontraban jefes, políticos unas veces y. otras, simples predicadores. En realidad no habían surgido los partidos obreros propiamente dichos. Estos estaban en el proceso de surgimiento y no existían, por tanto, experiencias organizativas más o menos completas.

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