Mario Delgado: de verdugo a Secretario de Educación

Dennis Saúl Miranda Palomares

Doctorante en Política de los Procesos Socioeducativos de la UPN

La pasada designación del presidente del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Mario Delgado, como flamante secretario de Educación Pública del próximo gobierno, ha causado enojo, principalmente, en el gremio magisterial democrático; nosotros no olvidamos que él formó parte del extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD) y fue testigo de cómo se firmaba el Pacto por (contra) México, además de haber sido uno de los artífices, verdugo y principal enriquecedor de la Reforma peñanietista que tanto lastimó al magisterio mexicano.   

Lo anterior se sumó a la inconformidad de la militancia del MORENA por la próxima diputación que este mismo personaje le ha dado al exbailarín del grupo Garibaldi, Sergio Mayer, quien supuestamente le arrebató de tajo el lugar a Luis Alberto Morales, comerciante de la central de abastos, mismo que ha señalado en varios medios de comunicación que no fueron respetados los resultados hechos por el partido que lo postuló y ahora lo ha colocado como suplente del también actor.

En este contexto de efervescencia política, esta designación (dicho sea de paso, fue colaborador muy cercano al futuro Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, cuando éste fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal) al frente de una de las carteras más importantes del proyecto político de la Cuarta Transformación (4T), ha generado preocupación dentro de la gran mayoría del magisterio democrático. No es para menos, pues, un economista egresado del ITAM, de donde se han formado la crema y nata de los neoliberales en México será el próximo encargado de velar por la conducción de la educación de miles de niños, niñas y jóvenes en nuestro país. 

Consideramos un desatino de colosales dimensiones encumbrar en el puesto que ha sido ostentado por grandes personajes como José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, al principal arquitecto de la reforma peñanietista. Es una burla para los miles de maestros que fueron cesados durante la administración anterior, so pretexto de no someterse a una evaluación estandarizada que no reflejaba la realidad de la práctica docente en varios rincones de nuestro país. Además, es un atentado directo a los manifestantes de Nochixtlán que fueron duramente reprimidos y masacrados por las fuerzas del orden aquel domingo 19 de junio del 2016, dejando como saldo ocho muertos y un centenar de heridos (https://acortar.link/6UFfqx). Su designación representa un ataque frontal a la memoria colectiva de las luchas magisteriales que han ofrendado su vida en defensa de la educación pública y en aras de alcanzar mejoras salariales y, por ende, el perfeccionamiento de la educación en su conjunto.  

Por esta razón, el malestar y preocupación de las y los maestros se da al ver que los intentos del nuevo gobierno por generar un cambio sustancial en la educación se ven desdibujados por la designación meramente política de un personaje con un pasado turbio, que ha sido cercano a los intereses que la actual administración busca destruir. Tal nombramiento, es un viraje de 180 grados a los avances que en materia de educación se han dado en este gobierno, si se trata de darle continuidad al proyecto educativo de la Nueva Escuela Mexicana, tal encumbramiento no refleja la profundización del proyecto educativo de la 4T, más bien, nos indica un posible retroceso y un salto hacia las lógicas neoliberales de la vieja política educativa.

Lo subyacente tras esta nominación, no es la preocupación por la educación en sí misma, sino el pago a su supuesta lealtad al proyecto político que ha tratado de mil maneras de salir de las lógicas neoliberales a las que se encontraba atada la política educativa mexicana. Al parecer, no hay perfiles competentes para asumir la responsabilidad de dirigir el proyecto educativo de nuestro país y es mejor continuar con las prácticas de antaño de colocar a un político en un puesto que requiere un mayor conocimiento de la realidad educativa y un acercamiento directo con las bases magisteriales. Esta es una de las principales razones que ha creado escozor y preocupación entre las filas del magisterio democrático, la designación, de nueva cuenta, de un político a modo.

Hoy, el contundente triunfo de la primera mujer presidenta, Claudia Sheinbaum, se ve empañado por la llegada a la Secretaría de Educación Pública, de quien en su momento agregó los últimos detalles a la Reforma Educativa del 2013, votando en contra de los derechos laborales de las y los maestros. Seguramente, no nos sentiremos representados por quien votó a favor de dejar en la incertidumbre laboral a miles de docentes mediante sus evaluaciones punitivas.

Así que no queda más alternativa que mostrar nuestro descontento y desconfianza a este nombramiento de corte político y convocar al magisterio nacional a no bajar la guardia ante cualquier intento de regresar a los métodos impuestos en sexenios anteriores.