Los quince de Cayre

Raúl Soto

para Mijail Mitrovic, por la sugerencia

  1. Esto no es una reseña

A principios de 1903 y poco antes morir, Paul Gauguin completó el manuscrito de Avant et après. En el texto pionero ‒lo que ahora llamaríamos híbrido y/o auto ficción‒ confluyen el diario, las memorias, el manifiesto y la crítica; tanto de arte y literatura como del sistema colonial francés. Gauguin además inserta dibujos y monotipos, enriqueciendo el mensaje emitido: texto e imagen se complementan. Las primeras palabras de Antes y después son: “Esto no es un libro”. Y el escritor Gauguin las repite como mantra ‒realmente como recurso literario‒ en las primeras páginas del manuscrito. En 1983, Public Image Ltd sacó un disco de 45 rpm con el tema This is Not a Love Song. Es el Lado A del disco y John Lydon canta cachaciento “Esta no es una canción de amor” incontables veces. En cambio, Cayre Alfaro Fonseca escribe una sola vez el paratexto en cursivas Esto no es poesía. Y es suficiente para abrir una constelación de significados conforme vamos leyendo Quince minutos de receso (clases de poesía), su segundo poemario publicado el año pasado. El título me intrigó. Mi cerebro primero computó recreo y me retrotrajo a mis años escolares. Pero no, Cayre sugiere la esfera universitaria y en particular las clases aburridas ‒inescapables‒ donde garabateó las primeras versiones de algunos de sus textos (como lo admite en las “Notas” al final de su libro). O sea, la significación evidente del subtítulo apunta a las clases de cualquier materia que para el poeta también eran clases de poesía: mientras escuchaba el rollo del profe su mente navegaba los meandros de la producción poética. El epígrafe Esto no es poesía es irónico porque el poeta se la imputa a cierto “Profesor universitario”. La cita puede ser apócrifa o puede atribuirse a más de un catedrático. ¿Quién sabe? Lo importante es que estructura temáticamente el poemario y cuestiona lo que debe considerarse, o no, poesía. Entonces, el estatuto de la poesía está literalmente en juego. Aunque el libro también motiva esta pregunta: ¿tiene alguna importancia discutirlo en nuestra época posmoderna digital?

Como lo ha señalado Roger Santivánez en el “Introito”, la estructura formal del libro imita un obsoleto LP. No el ahora ya pasado de moda DC ‒o CD para los anglófilos‒ con todas las canciones en la parte posterior del disco (y qué coincidencia habernos referido a Public Image Ltd). El Lado A, “Libro de poemas”, contiene nueve textos y simétricamente el Lado B, ¿“Libro de poemas”?, la misma cantidad. Entonces, al leer/escuchar los poemas debemos decidir cuáles nos impactan para incorporarlos a nuestra lista de grandes éxitos. Cayre es generoso porque en la tercera parte y final del libro nos entrega un poema de yapa o un poema camión, por la longitud, supongo: “Bonus truck”, en vez de un “Bonus track”. En todo caso, el elemento lúdico recorre el libro y es una de sus marcas. El poeta juega con nosotros, los hipócritas lectores.

  1. Esto no es una reseña

El Lado A, “Libro de poemas”, contradice el paratexto “Esto no es poesía” y lo hace nueve veces. Ahora captamos el otro significado del subtítulo: se refiere a diferentes tipos de poemas, por el formato o por el tema. Cada uno empieza con “Este poema…” y puede considerarse en su conjunto como una metapoética o el arte poética del autor. Mientras leemos el libro enfrentamos la contradicción entre el concepto: la poesía y el objeto producido: el poema. La tensión entre lo que es poesía, el acto de la escritura y el poema se hace evidente. Es una cadena de tres eslabones:

LA POESÍA ↔ EL ACTO DE LA ESCRITURA ↔ EL POEMA

Un escritor novato puede proponerse escribir un poema o seguir las directivas del profesor de la clase de escritura creativa ‒de otro poeta ya consagrado‒ y al momento de escribirlo puede encebollarse (diría Vallejo). No es el caso de Cayre. Sabe que el trabajo de producción de un poema implica un proceso complejo: subjetivo y objetivo; consciente e inconsciente; cultural, social e ideológico.

“Poema novelado” es una deconstrucción paródica de la contradicción mencionada. Compuesto de tres capítulos, en el primero el hablante usa la metonimia poema para describir al poeta superficial, preocupado más por el objeto ‒el libro‒ y no por la escritura. El tono lúdico nos remite al gran cronopio Julio Cortázar. Aunque el poeta usando un encabalgamiento nos revela el lenguaje de Cayre, el autor implícito: “Claro, sencillo y / directo”. En el capítulo II, el poeta va a una agencia publicitaria y con la asesoría:

  de un periodista y de otra

  estrella pop escribe

  lo que en conjunto llaman

  “su primer producto”.

  Un éxito en ventas.

El lenguaje enumerativo, pleno de encabalgamientos y anáforas, caracteriza el Lado A y todo el poemario. Pero es una enumeración consciente, objetiva ‒no caótica ni onírica‒ y expresa la materialidad de la poética de Cayre (Véanse “Poema epistolar” y “Escrito en la playa”). El capítulo III es una burla de los poetas bisiestos, quienes no toman en serio el trabajo escritural y al final lo abandonan. (Aquí debo señalar que el Perú es un país de poetas y que hay poetas como cancha). Aunque todo el “Poema novelado” es un sueño, como dice el verso inicial, y esa es la conexión temática con el texto anterior:

Poema publicitario

Este poema es un sueño.

Estás dormido.

Por favor, despierta.

Aquí la economía del lenguaje sugiere la oposición sueño versus vigilia y el mensaje de despertar a la realidad, de rechazar lo onírico, es claro.

En el “Poema epistolar” la deconstrucción de la poesía continua e implica escribir un texto especifico como una obligación impuesta en clase, aunque el poeta cuestiona el formato genérico y escribe un poema en vez de una carta. (Esto me recuerda la clase Teoría Literaria con Antonio Cornejo Polar en San Marcos, cuando me mandé por la libre y escribí una reseña similar a esta por no querer seguir el formato requerido: tuve que reescribirla). En el “Poema foro” se critica el requisito absurdo de la extensión: cien palabras mínimo, doscientas máximo. También el de incluir una cita teórica:

  Digamos: “Vamos al baño

  para usar el más vulgar de los objetos

  y nos sentamos sobre siglos de ideología”.

Supongo, si la referencia es exacta, que Žižek se inspiró en Leopoldo Bloom leyendo en la letrina. La parodia del estatuto de la poesía se completa ‒si reemplazamos ideología por poesía‒ cuando el hablante revela que encontró la cita en Internet, sentado en el trono.

La permanencia, si fuera posible, y la belleza de un texto poético es el tema de “Poema Lírico”. La voz nos habla del intento de encontrar la rima interna y, en consecuencia, musicalidad. Intento al parecer vano debido al ruido que se filtra por una ventana, es decir la realidad, y a pesar de todo:

  En el poema, en cambio, hay un árbol

  con varios frutos que florecen

  fuera de estación.

En los tres últimos poemas del Lado A la continuidad temática es la muerte. En “Poema sicario” se cuestiona si el epitafio “Mata a mis enemigos” es un verso o no. “Poema de muerte” es un metapoema vital: literalmente de vida o muerte. El hablante debe escribir su epitafio, debido a la incapacidad ‒o resistencia‒ de escribir un soneto endecasílabo con rima asonante exacta. Este rechazo simbólico a la forma clásica ‒ni siquiera para renovarla‒ es una tendencia de los poetas peruanos recientes, distinta al soneto 2.0 producido mayormente por poetas negros y Latinx en la poesía estadounidense actual. (Una excepción es ¡Ars fascinatoria!, el sonetario flamante de Bruno Pólack). El último texto del Lado A dice en cursivas: Este poema fue eliminado. Sin duda, se refiere al poema anterior y a su autor.

  1. Esto no es una reseña

En la industria discográfica la canción del lado B de un 45 era considerada de menor calidad. The Beatles rompen ese mito cuando en 1969 sacan en Gran Bretaña un 45 con Something en el lado A y Come Together en el lado B: ambas canciones son de primera (aunque en otros países, incluido el Perú, se revertió el orden). “El Lado B” del libro de Cayre continúa la indagación de lo que es la poesía y lo que debe ser un poema. El hablante ahora confronta la imposibilidad de escribir, o el acto de escribir a medias, en “Canción escrita durante una exposición que no escuché (tercer intento)”. La ruptura amorosa lo obliga a ser reticente y el lector está llamado a completar el poema: “Una canción que hable de nosotros / Una canción que no estoy en condiciones de escribir”. Si la letra de una canción puede ser un poema (pensamos en Silvio Rodríguez, Joni Mitchell y el Nobel Dylan), un ensayo es más difícil que lo sea. La sagacidad de Cayre lo motiva a reciclar un ensayo como un poema. Esa fue la impresión que me causó la lectura de “Palabras falsas (ensayo por corregir)”. La polisemia del subtitulo nos remite al género literario y al pulido que implica la producción poética, evidente en el paratexto tachado: “Este poema es un examen para la universidad:”. Este poema semiótico en prosa incide en el valor intrínseco, social y simbólico del lenguaje y las palabras. La crítica a la retórica hueca de cierto periodismo cultural es directa: “La inflación de las palabras es el lugar común”. Y los reseñistas tampoco se salvan (recuerda Cayre, esto no es una reseña). La hibridez de este poema tiene equivalencia con “Joven de cuarenta años dirige videoclip (novela actual)”, el otro texto en prosa del lado B. Sin embargo, el argumento principal de “Palabras falsas” es mantener el valor de uso de los enunciados y sus significados porque la posverdad los corroe: “Desaparecer las palabras, el representado, el sentido es la meta del capitalismo”. Y aquí el autor implícito apela acertadamente al Vallejo de Poemas humanos, al poeta materialista y dialéctico, que irónico critica el discurso idealista y vacío: “¡Y si después de tántas palabras, / no sobrevive la palabra”.

La explosión de las imágenes de nuestra era digital ha desplazado el discurso, el logos. Sin duda, los videos impúdicos llevan la delantera, como vemos en “Poema porno”, donde el lenguaje y las palabras no importan y todo es ilusorio. Entonces, ¿cuál es el antídoto para contrarrestar las palabras falsas y la realidad aparente de los videos porno? La fotografía del poema “Madre”: una niña mirando fijamente a la cámara, vestida de reina, con capa, corona y cetro. Y otra fotografía complementaria de una página en blanco con el verso explicativo: “Este poema es una forma de homenaje”: las palabras sobran frente a la fotografía: en este caso la imagen vale literalmente más que mil palabras. Este recurso lúdico de complementar lo visual y lo gráfico continúa en “Escribir una novela en ocho pasos (manual de narrativa sin presupuesto para ser decálogo)”. El texto paródico tiene cuatro estrofas escritas y cuatro estrofas-dibujos. El tema específico de la novela es cómo abrir una langosta para comerla y el estilo es un intertexto de Julio Cortázar (ver “Manual de instrucciones” del libro Historias de cronopios y de famas). El juego lingüístico sigue en el poema “Traducción (segunda versión auspiciada por Google Translate)”, donde encontramos un disparate ininteligible que nos recuerda las limitaciones de los traductores digitales. (Por esta razón prefiero traducir del inglés al español desde cero y después aclarar mis dudas usando una aplicación. No al revés).

  1. Esta no es una reseña

El 29 de marzo de 1992, el candidato presidencial Bill Clinton declaró que había probado mariguana un par de veces, pero que no le gustó. Como buen político agregó que ni siquiera la había inhalado ‒“I didn’t inhale it”‒ y que después de esa experiencia en la universidad de Oxford nunca más probó la yerbita. ¡Seguro que sí, Bill! Cayre es un poeta, no un político, y es honesto. El poema final del libro ‒“Bonus Truck”‒ es el recuento de un par de vueltas, o mejor, de un pase de vueltas por la realidad después de ingerir un chocolate de cannabis indica (debo admitir que cuando se presenta la oportunidad prefiero atosigarme, sentir el ardor del humo pasando por mi garganta a los pulmones). El viaje de “Un poema largo” está estructurado en versos pareados y apunta hacia otro registro, manteniendo el uso de las anáforas, los encabalgamiento y la fragmentación enumerativa. La voz poética nos habla para hacernos sentir las discordancias de un mundo alucinante, de los paraísos artificiales, aunque con una “trama ligada a la realidad”. Tiene un tono tragicómico. No es de ninguna manera un remix ni una versión extensa tocadas en la discoteca. El hablante mantiene la lucidez necesaria en medio del caos de sus sentidos para reflexionar acerca de la poesía:

  y veía a su amigo, vendedor de

  chocolates, sosteniéndolo de un brazo

  el movimiento de su boca, palabras que

  no alcanzaba a descifrar, pero asentía

  como quien asiente a un poema complicado

  un poema con símbolos que rompe

  la sintaxis, un poema con frases como

  mí tarde más por la vendrá hoy muerte

Y el poeta se impone en este caos de alucinaciones para preguntarse acerca de su oficio, del producto de su trabajo, del libro que quiere escribir, que está escribiendo, para no pensar en la muerte ya “que la vida sigue como el poema / como un verso que ser (sic) repite en tu mente”. Porque un leitmotiv del poema es la paranoia recurrente de la muerte, citando nada menos al gran Charly García para conjurar a “la pálida, loco”. Este poema es autorreferencial, o mejor, es un metapoema de los textos que hemos leído en este libro, pero en el orden equivocado, así sean referidos como canción, ensayo o carta. Y por fin aparece la camioneta del Bonus Truck para el último tramo del poema, si bien el poeta quiere prolongarlo para seguir cuestionando: “¿por qué hablar de poemas y no de poesía?”. La mariguana no le ha hecho perder la consciencia y quiere continuar el objeto ‒el poema‒ para mantenerse en la realidad y casi al llegar a casa, al insomnio, y pensando “que el poema no debería terminar así”.

Esto que has leído no es una reseña.