Los Nuevos Libros de Texto Gratuitos en México: ¿Una educación sin ideología?[1]

Mtro. Ricardo Yanuel Fuentes

UAM-Iztapalapa

Durante el pasado mes de agosto el debate público en México se centró en un tema que, desde siempre, ha levanto polémica, suspicacia y posicionamientos sumamente controversiales. Este tema es el relacionado al mundo educativo, a la vida en las escuelas y, específicamente en este caso, al contenido pedagógico que se encuentra en los Nuevos Libros de Texto Gratuitos. Esto derivado de que algunos de los Nuevos Libros comenzaron a circular de forma extraoficial y la avalancha por su descalificación fue desorbitada. Aunado a una posición nada conciliadora y bastante combativa del director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, el Dr. Marx Arriaga, quien se empeñó en ser la principal cara que hizo frente a todos los embates.

Y es que en un país como México que actualmente atraviesa un proceso político abigarrado, convulso y que para muchos implica una transformación social ocasionada por el gobierno en turno, el de la llamada Cuarta Transformación (en adelante 4T); las discusiones, los posicionamientos, puntos de vista, etc., en torno a cualquier tópico que atañe a la sociedad en su conjunto, inmediatamente se extrapolan y el debate público se polariza. Se pierden así, en la gran nebulosa de opiniones, las miradas sensatas, mesuradas o que buscan un necesario equilibrio.

Sin embargo, por sus redes sociales de comunicación, lo que conlleva un mayor alcance, pero sobre todo por su poder económico, el discurso de los grandes medios corporativos nacionales de información se sobrepone al de otros, incluso a los del propio gobierno. Medios televisivos, como TV Azteca, de radiodifusión como Grupo Fórmula, y de la prensa tradicional como los periódicos El Reforma, El Universal, entre otros, se encargaron de construir una narrativa en la que se veía a los Nuevos Libros Textos Gratuitos y a su contenido como un mal casi irremediable y al que había que denunciar y rivalizar.

El discurso que los medios proyectaron y difundieron gracias a sus poderosas cajas de resonancia era muy simple, pero con mucho eco: que los Nuevos Libros de Texto buscaban adoctrinar a los niños. Bajo esa premisa, se comenzó toda una campaña de estigmatización en donde algunos medios, como TV Azteca por ejemplo, exorcizaron al fantasma del comunismo y lo sacaron, nuevamente, a deambular en infames campañas de desinformación e ignorancia.

Decenas de comentócratas, intelectuales orgánicos de la oposición partidista al gobierno de la 4T, políticos de diversos partidos y en diferentes puestos, así como miembros de la autollamada “Sociedad Civil”, salieron a hablar en mesas de debate, escribieron muchas y muy diversas columnas de opinión, y vociferaron desde los espacios que controlan, su idea de la educación y de los libros de texto.

La discusión fue amplia y a los Nuevos Libros se les atacó tanto por sus errores dentro de sus páginas, como por su proceso de elaboración, por su entramado legal y, por su puesto, por su contenido. De entre todo el material que podemos encontrar respecto a este tema, llamó mi atención un argumento que también casi todos los medios, sus voceros, y gente de la Sociedad Civil metida en la disyuntiva, repitieron. El cual fue que los Nuevos Libros de Texto contenían una fuerte carga ideológica. Y que por lo tanto se pretendía enseñar a los niños una ideología en lugar del conocimiento científico. De esa forma, se comenzó a utilizar en un sentido estigmatizante y poco serio la palabra ideología como sinónimo de algo ignominioso.

Tv Azteca lanzó una campaña con el hashtag #EducaciónenPeligro, y sacó diversos reportajes alertando por el “contenido ideológico de los libros”. Los gobiernos estatales de Chihuahua, Guanajuato y Jalisco, por su parte, se enfrascaron en una treta legal que llegó hasta la Suprema Corte, y ésta intervino, y en Chihuahua se determinó que no se entregarían los libros, entre otras cosas, porque la gobernadora mencionó que contienen una “ideología de la 4T.” La Unión Nacional de Padres de Familia, una organización de derecha y con raíces religiosas, desde su trinchera llamó a la movilización y empujó a que no se utilizaran los libros por su fuerte contenido “ideologizante”. Y como colofón de estas acciones, me gustaría mencionar el caso del Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, quien agitando a su diócesis y desde el pulpito de la Catedral, tuvo la osadía de decir que los libros promovían una “Colonización Ideológica” de los niños.

Dicho esto, me pregunto ¿por qué esta aversión hacía las ideologías? ¿Por qué se les rechaza y se les ve como algo malo o falso? Y hablando sobre el tema educativo ¿Realmente la educación no es ideológica? ¿Los libros de texto no deben contener una ideología? ¿Es eso posible? O bien, ¿Se niegan las ideologías porque en el fondo el establishmentbusca mantener una única ideología sin discusión?

Partamos de lo esencial ¿Qué es una ideología? El concepto de “Ideología” ha sido objeto de distintas interpretaciones, situación que sostiene que por tanto no hay un significado único. El debate en torno a sus usos ha sido tan extenso y duradero, que por ejemplo el filósofo esloveno Slavoj Zizek, menciona que la palabra ideología puede designar prácticamente “cualquier cosa”, y que la ideología “pareciera surgir justamente cuando intentamos evitarla, mientras que no aparece cuando es claramente esperable”.[2]

Así que, inicialmente, digamos que el concepto ideología tiene una acepción doble. En la primera acepción, a la que podemos identificar como reducida o negativa, por decirlo de alguna manera, se le refiere como: “falsa conciencia”, o sea que una ideología es algo falso y que alude a un mecanismo de control y de dominación de clase. Una idea que viene desde el siglo XIX, fue pensada por Carlos Marx y posteriormente siguió reproduciéndose.[3] Ese sentido peyorativo de la palabra ideología se extendió al uso común y fue la fuente de las posturas que veían en las ideologías formas de imposición y de adoctrinamiento.

No obstante, y contrario a esa visión, el concepto ideología tiene la otra acepción que podemos llamar ampliada, la cual, en términos generales, refiere que las ideologías son “concepciones del mundo”, es decir, formas de ver y de interpretar la realidad; siendo el filósofo marxista de origen italiano Antonio Gramsci, quien lo planteo de esa manera. De hecho, Gramsci define a la ideología como: “una concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la actividad económica y en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva”.[4] En otras palabras, la ideología es algo en lo que todas y todos participamos.

Ahora bien, ambas acepciones del concepto ideología no son excluyentes entre sí. Henry Giroux, retomando la concepción de la ideología como “falsa conciencia”, pero también desde la acepción de la postura gramsciana, ha teorizado que “como medio y como resultado de la experiencia vivida, la ideología funciona no sólo para limitar la acción humana sino también para habilitarla. Esto quiere decir que la ideología promueve la participación humana, pero al mismo tiempo puede ejercer fuerza sobre individuos y grupos”.[5]

Por lo tanto, existen luchas ideológicas. Hay disputas por las ideas y las formas en las que se ve al mundo. A veces, y sobre todo cuando se enfrentan proyectos ideológicos antagónicos, y dependiendo de la correlación de fuerzas, las disputas son fuertes, pero en la mayoría de los casos los sectores dominantes logran construir, en términos de Gramsci, hegemonía, consiguiendo así que su ideología se convierta en sentido común. En una forma de moldear la subjetividad de los individuos.

En ese sentido, el tema educativo adquiere aquí relevancia. Pues así como todas y todos tenemos una concepción del mundo, una ideología, la cual no es estática y puede cambiar con el tiempo, hay quienes buscan, por distintitos medios, implantar su ideología en el otro y perpetuarla, hacer de ella un mecanismo de control, de dominación y diluirla como sentido común en la vida diaria. La educación que el Estado ofrece es un ejemplo de esto último.

Ríos de tinta han corrido al respecto para explicar el fenómeno. Fue un gran tema de estudio por la pedagogía crítica, la sociología de la educación y la filosofía durante los años sesenta y setenta. Por ello Paulo Freire expresó que era necesario que el paradigma educativo se modificara y que se pensara como respuesta una educación liberadora, pensada desde y para los oprimidos.[6] Henry Giroux, por su parte, y retomando las ideas del pedagogo brasileño, repensará el tema de la ideología y hará uso de un adjetivo, planteando el concepto de ideología crítica, para que así se promueva una forma de pensamiento que impulse un proceso de emancipación y de transformación de lo social.[7]

Una ideología, entonces, es algo que poseemos todos los sujetos. Y el mundo de hoy no ha dejado de basarse en ideologías, éstas quizá han cambiado, pero siguen -y seguirán- reproduciéndose. Y el campo educativo actual no es la excepción. La educación es un campo que por excelencia es ideológico. Simplemente no hay educación sin ideología. No existe una educación neutral.

Sin embargo, con la caída del Muro de Berlín y el triunfo de la ideología neoliberal, se fue configurando un proyecto hegemónico que ha buscado eliminar las disputas ideológicas, y con ello la discusión sobre alternativas al orden establecido. Bajo este esquema, el proyecto dominante en el mundo necesita negar el conflicto ideológico, y lo hace, paradójicamente, pero con todo sentido, atacando a las ideologías.

El discurso dominante sugiere que las ideologías son algo del pasado, que se quedaron en el siglo XX y por tanto no hay que traerlas de vuelta (por eso siempre que pueden atacan al comunismo), repiten que las ideologías son algo malo y en consecuencia no ayudan a la superación de la sociedad. Pero lo que realmente está detrás de ese discurso de negación, de descalificación de las ideologías, es la perpetuación de un marco ideológico. Del neoliberalismo como proyecto hegemónico. De ahí, entre otras cosas, el trasfondo político/ideológico de la embestida hacía los Nuevos Libros de Texto.

Llegados a este punto, es ineludible preguntarnos ¿Qué ideología contienen entonces los Nuevos Libros de Texto? De entrada, habría que contestar a esta interrogante desde el propio proyecto de la Nueva Escuela Mexicana, y entender el contenido de los Nuevos Libros de Texto en este marco de referencia. Y es que la Nueva Escuela Mexicana plantea una estructura curricular que apela a “una diversidad del conocimiento en su sentido más amplio”. Asimismo, es muy clara la influencia de la Pedagogía Crítica Latinoamericana, y el ideario teórico/político desde lo que se denomina el Sur Global. Así pues, desde mi punto de vista, estamos ante un proyecto educativo con una visión contrahegemónica, y que piensa en términos ideológicos de carácter crítico. Las herramientas didácticas y los modelos educativos siempre serán perfectibles. Veamos si este nuevo proyecto educativo, y sus libros, logra consolidarse o si se queda en el intento de algo que pudo haber sido.

Mientras tanto, sigamos dando la batalla ideológica …

[1] Este texto se presentó como ponencia en el Coloquio: “Dimensiones, Estudios y Experiencias en torno a los Libros de Texto Gratuitos”, el cual se llevó a cabo en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, los pasados días 8, 9 y 10 de noviembre.

[2] Slavoj Zizek, (2003), Ideología. Un mapa de la cuestión, Argentina: Fondo de Cultura Económica. Pág. 10

[3] Ibidem.

[4] Antonio Gramsci, (1970), Introducción a la filosofía de la praxis, España: Ediciones Península. Pág. 9

[5] Henry Giroux, (2004), Teoría y resistencia en educación. Una pedagogía para la oposición, Argentina: Siglo XXI Editores. PP. 185-186.

[6] Paulo Freire, (1973), Pedagogía del oprimido, Argentina: Siglo XXI Editores.

[7] Henry Giroux, (2004), óp. cit.