Los grandes medios de comunicación en Colombia: entre los lugares comunes y la complacencia con Trump…

Esteban Morales Estrada
Magíster en Historia
En noviembre del año 1993, el filósofo y profesor universitario Rafael Gutiérrez Girardot (1928-2005), quizá el intelectual colombiano más importante de la segunda mitad del siglo XX y que desarrolló su fructífera vida docente en Alemania, participó en una serie de eventos en la biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá. Allí concedió diversas entrevistas, donde abordó críticamente aspectos de la vida cultural y social del país. Una de éstas salió publicada en el n°235 de la Revista de la Universidad de Antioquia, y se tituló “Todo lo contrario a la razón es la autoridad”. La frase y diversas ideas pronunciadas por Gutiérrez me parecen propicias para comprender la coyuntura mediática actual, en torno a las políticas de Donald Trump y las reacciones de Gustavo Petro ante las mismas.
Empecemos por analizar detenidamente la frase que le da el título a la entrevista del pensador colombiano. Toda forma de autoridad, en el fondo y de diversas maneras, se opone a la razón, por el hecho de que ese poder autoritario pretende imponer una postura, instrucción o perspectiva, sin justificar racionalmente el porqué. Por dicha razón, resulta muy fácil dar una orden, pero es más complejo explicarla, socializarla, justificarla o desglosarla. En ese sentido, los grandes medios de comunicación colombianos intentan imponer una matriz mediática que no explica o argumenta de manera racional, y opta por repetir lugares comunes y generalizaciones, auto concibiéndose como medios con “autoridad” para adaptar sus prejuicios a una realidad más compleja. Dicha situación se sustenta simplemente en que son “los más escuchados”, “los más vistos”, “los que están autorizados” para contar una supuesta verdad que intenta ocultar aspectos tan elementales como la línea editorial, los intereses de clase o la imposibilidad de la objetividad absoluta.
Por lo anterior, el único camino para informar de manera eficiente es propiciar un diálogo entre diferentes, un consenso basado en la seriedad argumentativa de todas las partes y un equilibrio que permita que seres racionales tomen una postura política. Pero, lejos de dicha posibilidad, y siguiendo a Gutiérrez, la gran mayoría de los medios de comunicación en Colombia son grandes representantes de “la pereza mental”, de la “formación dogmática”, lo que produce y “estimula la repetición” y disminuye “la producción intelectual” (pág. 10). Pese a que el filósofo colombiano se refería a los graves problemas de la educación en Colombia, en donde son comunes la mediocridad y el facilismo, dichas reflexiones se pueden adaptar con facilidad al tema que venimos trabajando. Y es que los grandes “opinadores” del país se caracterizan precisamente por cacarear ideas comunes y simples, que proliferan sin hacer un ejercicio serio de contrastación y reflexión. Luis Carlos Vélez, Néstor Morales, Gustavo Gómez, Daniel Samper Ospina o Felipe Zuleta representan sólo algunos de los casos de ese inmenso cúmulo de “periodistas” superficiales que lejos de entender los problemas, emiten juicios acelerados y mediocres, escudando su profunda ignorancia en la mayoría de los temas, en un radicalismo político explícito.
El gran problema no es que se opongan a Petro, sino la forma en que lo hacen. En la coyuntura de las deportaciones de Trump, los grandes “opinadores” repitieron casi literalmente lo mismo, todos pensaban en la imprudencia de Petro, en su falta de análisis, en sus aceleradas decisiones; es que no piensa en la economía, decían, obsesionados por saber qué hubiera pasado si esto o aquello sucedía. Sin embargo, no problematizaron el imperialismo de EEUU; la importancia de la dignidad nacional; el problema de la dependencia de un país frente a una potencia; las estrafalarias propuestas de Trump, que hacen parte de un progresivo ascenso de ideas de origen fascista, que ya no se avergüenzan de sacar a la luz; la desigualdad económica como factor de primera importancia a la hora de analizar la migración; entre muchos otros temas. Pasar de una emisora a otra, o cambiar de canal era inútil debido a que se constituía un pensamiento homogéneo y hermético, con características comunes. Se configuraba allí un binomio de bueno y malo, donde Petro era el malo y Trump el bueno. Pero además de eso, se emiten chismes, verdades a medias y suposiciones sin evidencia alguna, aspectos que no contribuyen en nada al debate serio y riguroso.
Pero, como se ha demostrado con esta coyuntura y con el problema del Catatumbo, a estos medios tradicionales no les interesa la gente, olvidan fácilmente a las personas afectadas y pasan a otra noticia más novedosa, pero siempre la abordan con los mismos prejuicios y superficialidad, porque, además de ser en su mayoría medios reaccionarios, propician la “pereza mental”, la “repetición” y el facilismo que denunciaba Gutiérrez Girardot y que puede explicarse como resultado de la mentalidad religiosa, que ve en todo un “catecismo”, cuya lógica es el repetir y repetir lo que otros dijeron, sin pensar. Tararear un “esquema memorizado” es lo que hace Polo Polo, Miguel Turbay o Federico Gutiérrez a diario, porque en la política también se ve el mismo problema, incluyendo algunos personajes de la izquierda. Repiten fórmulas simplistas, reducen la realidad a sus concepciones y se sienten profundamente satisfechos en su ignorancia.
Pero entonces, ¿qué hacer frente a la situación descrita? Es importante apoyar los medios contra-hegemónicos y alternativos, inculcar a los jóvenes la importancia de la crítica, de la seriedad académica, de la rigurosidad, y entender que el combate también es informativo. En una época donde lejos del ideal ilustrado, las personas son cada vez más ignorantes en medio de la abundancia informativa, y aparecen muchos “influenciadores” que, sin ideología y formación, opinan sobre todo, y arrastran a las personas a un espiral nefasto, la tarea es compleja y los desafíos inmensos, pero la búsqueda de ciudadanos autónomos y analíticos debe seguir siendo el norte y la idea que nos movilice.
*Cita completa de la entrevista: “Todo lo contrario a la razón es la autoridad”, entrevista de Selnich Vivas Hurtado a Rafael Gutiérrez Girardot, en Revista Universidad de Antioquia n° 235 (1994): 6-15.