Las batallas por el currículo y la derrota de las matemáticas

Leonardo Meza Jara

I.- En las confrontaciones recientes en torno a los libros de texto, uno de los argumentos más usados por los detractores de la reforma curricular de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), ha llegado a plantear la desaparición de las matemáticas en los planes y programas de educación básica. Esta es una afirmación sobredimensionada, al calor de los debates ideológicos. La información sesgada que advierte sobre la desaparición de las matemáticas en los libros de texto es planteada desde los mismos titulares publicados por diferentes periódicos de circulación nacional:

– “Critican que la SEP prácticamente eliminó las matemáticas de los libros de texto” (Forbes, 31 de julio de 2023).

– “SEP da sólo 24 páginas a matemáticas en libros de texto” (El Universal, 21 de junio de 2023).

– “¿Las matemáticas desaparecieron de los nuevos libros de la SEP? …” (Reporte Índigo, 1 de agosto de 2024).

Quienes plantean la desaparición de las matemáticas en el currículo de la NEM, hacen esta afirmación con base en distorsiones de la verdad, que terminan siendo sesgos epistemológicos. Entre los sesgos epistemológicos que distorsionan la verdad sobre el proyecto curricular de la NEM, se identifican los siguientes:

A) Hay quienes cometen sesgos de inducción, que suceden cuando los datos sobre los acontecimientos reales son sobredimensionados, dando lugar a exageraciones. No es lo mismo lo real (datos que son concretos) que la exageración de lo real (datos sobre interpretados). Cuando los datos son sobre interpretados más allá de su dimensión real, lo que tiene lugar es una inflamación de la verdad.

B) Hay otros(as) que plantean sesgos argumentativos, que están basados en deducciones distorsionadas, que son ilógicas en las maneras de encadenar los razonamientos. Los sesgos argumentativos, dan lugar a distorsiones conceptuales en la interpretación de la realidad.

C) Hay quienes cometen sesgos valorativos que se construyen al calor de los debates ideologizados. Los sesgos valorativos, que no tienen soporte inductivo (datos), ni soporte deductivo (razonamientos lógicos), generalmente hacen uso de una parafernalia retórica que juega con las emociones de los lectores, escuchas o espectadores. Esto sucedió, por ejemplo, en el noticiario de TV Azteca conducido por Javier Alatorre (2 de agosto de 2023), cuando se conceptualizó al proyecto de la Nueva Escuela Mexicana como “comunista”.

En el siglo XXI no existe el comunismo. Los aportes recientes de la teoría crítica plantean una reconceptualización de lo común, que se identifica en libros como: “Común. Ensayo sobre la revolución del siglo XXI” (Laval y Dardot, 2015) y “La comuna mexicana” (Bosteels, 2021). Los libros mencionados no son textos comunistas, sino que forman parte del revisionismo de la teoría crítica, que va más allá del marxismo en la conceptualización de “lo común”.

II.- Los planteamientos que señalan la desaparición de las matemáticas en el currículo de la Nueva Escuela Mexicana, están atravesados por sesgos inductivos (A), sesgos deductivos (B) y sesgos valorativos (C). Las matemáticas no desaparecen del currículo de la Nueva Escuela Mexicana, sino que se inscriben en una lógica transdisciplinaria y compleja, que es explicada con detenimiento en el primer apartado del texto: “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro. Fase 4” (2023, P. 11-19). En este libro, se hace una cita de Yves Lenoir, quien define la interdisciplina desde la siguiente perspectiva:

… es por lo general utilizada como una expresión genérica para referirse a todas las formas de vínculos que puedan establecerse entre las disciplinas(…), en sentido estricto designa las interacciones eficaces tejidas entre dos o más disciplinas y sus conceptos, sus procedimientos metodológicos, técnicos, etc. (Ibidem., P. 11).

Este mismo libro recién publicado por la SEP, plantea que a partir de la transdisciplinariedad se establecerá una “integración curricular” entre los campos formativos, los ejes articuladores y los proyectos que estarán formando parte del programa sintético (los contenidos nacionales que jalonan hacia una uniformidad curricular) y el programa analítico (los contenidos que cada escuela estará definiendo, para trabajar desde la libertad que concede la autonomía curricular de la NEM). 

Las matemáticas son reconceptualizadas e inscritas en una lógica curricular transdisciplinaria, donde su importancia es igual que la importancia de: el español, las ciencias naturales (química, física, biología, ecología, etc.) las ciencias sociales (historia, geografía, civismo) y las humanidades (filosofía, literatura, pintura y otras artes). En la configuración real de los problemas actuales como las migraciones masivas, la crisis climática, el agotamiento de los mantos acuíferos o la necesidad de transitar hacia el uso de energías limpias, no son más importantes las matemáticas, que las ciencias sociales, el español, las ciencias naturales o las humanidades.

Lo que tiene lugar en el currículo de la Nueva Escuela Mexicana es una reconfiguración epistemológica y pedagógica de las matemáticas, que son entendidas desde una perspectiva transdisciplinar, que está sustenada en los aportes del pensamiento complejo de Edgar Morín. El reconocimiento de Morín en el ámbito educativo es indiscutible, ya los currículos 2011 (sexenio de Felipe Calderón) y 2017 (Enrique Peña Nieto) tuvieron como base la transdisciplina y la complejidad. Edgar Morín ha publicado dos libros que son cruciales en los debates sobre la reconfiguración curricular a inicios del siglo XXI: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” (UNESCO, 1999) y “La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar el pensamiento” (editorial Nueva Visión, 19999.

Desde una perspectiva transdisciplinaria y compleja, los contenidos de las matemáticas del currículo 2023, se estarán desplegando a partir de los cuatro campos formativos establecidos en el nuevo currículo: 1) Lenguajes; 2) Saberes y pensamiento científico; 3) Ética, naturaleza y sociedades y; 4) De lo humano y lo comunitario.

III.- En la historia de las batallas por el currículo en México, no es la primera vez que las matemáticas y las ciencias son derrotadas. En plena decadencia del porfiriato, los integrantes del Ateneo de la Juventud libraron una serie de batallas en contra del positivismo, que impuso un currículo basado en las matemáticas y las ciencias exactas.  Los positivistas idolatraron las matemáticas y las ciencias exactas. Los ateneístas realizaron una férrea defensa de la filosofía, la literatura y otras artes heredadas de la cultura clásica. Los positivistas que integraron al grupo de Los Científicos terminaron convertidos en los intelectuales orgánicos del porfiriato. Los ateneístas más destacados (Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos y Antonio Caso) acompañaron intelectualmente la lucha revolucionaria.

En la historia intelectual de México, la derrota del porfiriato en 1910 se convirtió en una derrota de los positivistas, que impusieron un proyecto educativo cientificista hacia finales del siglo XIX. Siendo Ministro de Justicia e Instrucción, en 1875 José Díaz Covarrubias hizo una defensa exaltada de la educación positivista que comenzó a imponerse. En esta defensa se enaltecieron las matemáticas y las ciencias exactas, al grado de colocarlas en un altar intelectual:

Así la Matemática, como lo indicamos ya, es la mejor escuela de la deducción; la Cosmografía nos enseña toda la ventaja de que la simple observación puede sacarse… el más racional, más fecundo y más franco uso de las hipótesis… la Física nos adiestra en la experimentación… así como también en la aplicación de las materias abstractas de la Geometría y la Mecánica… la Química… es también una escuela permanente de experimentación metódica y razonada, es el tipo más acabado de una nomenclatura casi perfecta… (“La instrucción pública en México”, 1875).

José Díaz Covarrubias y su hermano, formaron parte de una red de poder positivista encabezada por Gabino Barreda, que orbitó en torno a la recién fundada Escuela Nacional Preparatoria (ENP). En el alegato de Díaz Covarrubias, se enaltecieron las matemáticas y las ciencias y, no se mencionó la importancia de la filosofía o las humanidades como materias de enseñanza.

Justo Sierra, entonces militante del liberalismo, hizo una dura crítica del cientificismo que fue implantado por los positivistas en la ENP:

El estudio de las matemáticas es rápido; en poco tiempo se quiere hacer llegar al joven de las ciencias exactas… el álgebra, hasta las ecuaciones de tercer grado; la geometría y la trigonometría son, en esta parte de los estudios, el programa escolar; de aquí proviene una gran debilidad en los conocimientos matemáticos… Los estudios literarios, en cambio, son flojísimos y descuidados… La cátedra de historia… no existe… Pero el grande, el verdadero vacío del plan de estudios, es falta de una cátedra de filosofía. (“Un plan de estudios en ruina, artículo periodístico publicado en La Tribuna, 9 de enero de 1874).

El currículo positivista colocó a las matemáticas y las ciencias exactas, por sobre las humanidades y las ciencias sociales. Pero esta manera de entender y habitar el mundo, que fue instaurada por los positivistas mexicanos del siglo XIX, fue cuestionada y echada abajo por los integrantes del Ateneo de la Juventud a inicios del siglo XX.

El mismo Justo Sierra, que fue el líder intelectual de Los Científicos que apoyaron al gobierno de Díaz, fue gestor y partícipe del golpeteo que se ejerció en contra del positivismo y el porfirismo:

… fue el propio Justo Sierra el que comenzó a desmantelar el edificio positivista fundado por Barreda… y es Sierra también quien dejó la mesa puesta a los miembros del Ateneo de la Juventud, para que ellos le dieran el tiro de gracia no solo al positivismo comtiano, sino incluso al spenceriano. Podemos decir, a la distancia, que los enemigos del positivismo spenceriano también eran… enemigos del gobierno de Díaz… (Guillermo Hurtado, “La revolución creadora. Antonio Caso y José Vasconcelos en la revolución mexicana”, 2020).

Las conferencias que los integrantes del Ateneo de la Juventud pronunciaron en contra de positivismo que santificó las matemáticas y las ciencias exactas, fueron demoledoras en los años finales del gobierno de Porfirio Díaz. Entre los años de 1909 y 1910, las conferencias pronunciadas por Antonio Caso, Pedro Enríquez Ureña y José Vasconcelos emitieron críticas feroces en contra de las matemáticas y las ciencias exactas, que hegemonizaron el currículo durante el porfiriato. En una de estas conferencias José Vasconcelos afirmó:

El positivismo de Comte y de Spencer nunca pudo contener nuestras aspiraciones, hoy que por estar en desacuerdo con los datos de la ciencia misma, se halla sin vitalidad y sin razón, parece que nos liberamos de un peso en la conciencia y que la vida se ha ampliado. El anhelo renovador que nos llena ha comenzado ya a vaciar su indeterminada potencia en los espacios sin confín, donde todo aparece como posible. ¡El mundo que una filosofía bien intencionada pero estrecha, quiso cerrar, está abierto, pensadores! Dispuestos estamos para coger toda grande novedad; más bien habituémonos a ser severos, en nombre de la seriedad del ideal.  

Esta conferencia de Vasconcelos fue pronunciada el 22 de septiembre de 1910, y en ella se percibe un aliento utópico que se reflejará once años después, en el momento de creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Este aliento utópico que derrumbó al positivismo y sus preferencias por las matemáticas y la ciencia dio lugar a uno de los momentos más brillantes en la historia de la educación en México, a partir de la creación de tres instituciones humanistas, que vertebraron las acciones educativas de la SEP durante sus primeros años:

– El Departamento Escolar, que fue el germen del cual surgió el proyecto de los maestros misioneros, que se convertiría en el proyecto de la escuela rural en las décadas de 1930 y 1940.

– El Departamento de Bellas Artes, que impulsó la etapa más brillante de las artes plásticas en México: el muralismo. A partir del proyecto vasconcelista, surgieron las figuras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Aurora Reyes, entre múltiples artistas plásticos de la posrevolución.

– El Departamento de Bibliotecas, cuya mística cultural basada en la promoción del libro y la lectura, se extiende hasta la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) en 1959. En sus años de juventud, Jaime Torres Bodet, fundador de la CONALITEG, fue secretario particular de José Vasconcelos y es obvio que el proyecto de los libros de texto gratuito tiene una inspiración vasconcelista.

Después de la caída de las matemáticas y las ciencias que fueron impulsadas por el currículo positivista del porfiriato, los ateneístas con Vasconcelos a la cabeza impusieron un proyecto humanista cuyo brillo utópico se conserva hasta la fecha: en el impulso del libro y la lectura, en la promoción del arte como factor de cohesión nacional y, en el reconocimiento de la labor del magisterio nacional que se refleja en la entrega de la medalla Rafael Ramírez cada 15 de mayo.