La importancia de la educación colectiva para con el sentido individual actual en México

José Ángel Vega

El contexto social actual ha despertado en diversos seres individuales el instinto colectivo que, durante mucho tiempo, había sido reemplazado por un motivo individualista intrínseco en la forma de la educación mexicana.

Pasando por los auges de la meritocracia en México, podemos notar como las corrientes educacionales habían estado fomentadas en un sentido que apuntaba hacia el forjamiento de un ser individual aspiracioncita y, en cierto sentido, sin noción de la importancia del colectivo social donde se desarrolla.

El desarrollo tecnocrático en la materia de la educación en México puntuaba como “ideal” un contexto donde el mexicano pusiera por encima de la sociedad a su “yo” individual, otorgándose a sí mismo responsabilidades hasta para con lo que salía de su control (llámese su estrato socioeconómico o condiciones generales de su desarrollo). Esto fue a causa de un auge exponencial de un tipo de cultura del esfuerzo y, a su vez, del desarrollo de una ideología que hacía el intento para prescindir de la condición social del ser, para transformarlo en un individuo que “trabajase para sí mismo”.

Hemos de tomar en cuenta que el discurso individualista sigue vigente en varios sectores de la academia internacional de la actualidad, siendo este un discurso que proclama el desarrollo del ser como una tarea completamente a cargo de la voluntad de uno mismo, dejando de lado las condiciones que el individuo no puede controlar en el marco social. En síntesis, podríamos poner el ejemplo de esta retórica individualista con algunos ejemplos de frases coloquiales, tales como: “hazlo por ti mismo”, “si yo puedo, todos ustedes pueden”, “si cambias tu mentalidad, cambias tu realidad”, entre otras, que siguen un principio común: disfrazar la realidad social poniendo una máscara de actitud positivista ilusoria, que recarga en el ser una cantidad inmensurable de responsabilidades, sin hacerle ver que su “yo” depende del contexto sociocultural donde se desenvuelve.

Tal pareciera ser la situación educativa que en México se había vivido durante varios años, una situación la cual era la adecuada para desarrollar un tipo de criterio ideológico en el mexicano que estaba basado en el rendimiento y la productividad individual, dejando la cuestión humana en un simple actuar para con la voluntad del “yo”, que se pensaba separada de la voluntad del colectivo. No cabe duda de que este tipo de ideología, que hacía de la sociedad algo “prescindible”, fue causante de un sin fin de problemáticas mentales en el mexicano, el cual, al salir a la llamada “realidad”, se topaba con un sin fin de barreras sistemáticas y fenómenos culturales que le infundían un sentimiento profundo de frustración y ansiedad para consigo mismo al no llegar a los resultados de los cuales se sentía merecedor (ya sea el crecer económicamente o llegar a una prosperidad general).

No sólo el campo coloquial es muestra de este tipo de educación pasada, sino también la forma en la que se veían los resultados “de la educación” en el país. Prueba de esto es el cómo el instinto educativo estaba basado en un criterio de competencia que “traería rendimiento general” (lo cual no fue más que una vil especulación tan absurda como los resultados que se obtuvieron), y un sentido individual que se basaba en un “eres lo que produces” dando mucho peso a los resultados, más que a las formas.

Fue este el motivo por el cual el mexicano dio más peso a la producción que a su ser, llegando al punto de no saber diferenciar entre “rendimiento” y “ser humano”. Consecuencia de este tipo de egolatría infundada mediante el sistema educativo (sistema que llenaba las páginas de ejercicios a cumplir, en lugar de situaciones a reflexionar) fue que la sociedad, al no poder llegar a un mejor contexto que le permitiera desarrollarse, se frustrara al olvidar que no era sólo su voluntad la que estaba involucrada entre todo el contexto que se vivía, sino también la voluntad de otros seres individuales, el andamiaje de barreras sistemáticas que existían y la simple fortuna en algunos casos.

Hemos de hacer entonces una apología a la educación colectiva tan necesaria en la época actual, dando la relevancia que se merecen a las problemáticas sociales y brindando la oportunidad de hacer reflexión de éstas mismas. Asimismo, habremos de recordar que el ser individual solamente existe gracias al colectivo general y la cantidad de condiciones sociales que salen de su control.

No somos nada sin los demás, y los problemas sociales de la actualidad no se arreglan mediante una cantidad inmensurable de ejercicios a resolver, sino mediante el trabajo de reflexión que a lo largo de la historia ha caracterizado la parte más importante del ser, para luego brindar soluciones concretas acordes a la realidad que se vive, y así poder transformarla.