Las actas de la asamblea de los fantasmas [i]

Aníbal Malaparte[ii]
Te confundo en ese twist que secuestra mi alfombra
con los mismos actores en una obra diferente
inquietante e impenetrable como el sueño,
lisérgico deja vu de un óleo en mala perspectiva
con los colores desatinados y peor pincelado,
esa migraña de intentar sincronizar las biografías
del tejido de una realidad desgarrada y ensanchada
en los alrededores de tu irregularidad insostenible
límite de un absoluto del que empino sin precaución.
Y me emborracho
con tristezas que ni sabía que tenía,
y me arrastro mientras grito a mis memorias
que hoy no tengo ganas de hablar,
lo Mismo, lo Otro
amores, defectos, secretos,
estar roto y armado
acostumbrado a los pedazos;
más poesía, menos policía
la quincena no da para el plan quinquenal
¡y gritamos no más para nadie!
cuando ardemos bonzo con ginebra y jazz,
porque vale la pena escuchar
y aunque tengamos lo que merecemos
lo rechazamos porque no sabemos detenernos.
Y en su escalofriante disciplina de incertidumbre
aquel club de Tobi que usurpa el nombre
de comité central y secretariado general
en sesión de crítica y autocritica
me acusen de desviación idealista,
por recordar palabras, paisajes, borrascas, perdidas
y los viejos dogmáticos que no han leído a Hegel
me llamen hereje por escribir versos tras tantos años,
¡ellos que se conforman con liderar una secta!
¡una secta de liturgias y tradiciones revolucionarias!
¿tradiciones? tradiciones ¡TRADICIONES!
¡Tradición es el nombre por el cual los encefaloplanos
llaman a las cosas cuya perece mental les impide cuestionar!
¡Ellos que me llamaron mercenario
por los trabajos que tomados
para equilibrar las finanzas del partido!
¡Ellos que nunca entendieron
que no se trata de cómo lo hacemos
sino de por qué lo hacemos!
¡Ellos que jamás aceptaron
que la historia real en la cual vivimos
es en sí misma la historia alternativa de un mundo
donde la revolución si triunfó!
Que el desastre en el cual habitamos
no es más que el resultado de su patética actuación
durante la crisis del Estado entre el 64 y el 83
cuando se lavaron las manos durante la Guerra Sucia
para aceptar el juego parlamentario-burgués.
¿Y Moscú, La Habana, Saigon, Kobane, Paris?
¡A la chingada todas ellas!
¡A la chingada que aún hay Xalapa!
Xalapunk de mi amor, Xalapánico de mi guerra
¡ojalá pudieses asfixiar al sol con tus negras medias!
y la camarada vida fumándose el ego
corre o se desmaya
a medio camino voltea y me dice
que es tarde para arrepentirse
pero que aún podemos ver donde comenzó todo.
¡Y esto no se acaba hasta que nos acabe!
pero es que de todas formas me gustó
acechar ahí, donde ocultaste los cuerpos
¡Y es que caer prisionero
no es lo mismo que no entregarse!
¡Así como tampoco hay fuerza que me obligue
a llamar San Petersburgo a Leningrado!
Porque siempre ha sido más fácil
ser hippie, que revolucionario
y estamos desolados en recuerdos sin encuentros,
ausencias que no nos abandonan.
¡The breakfast fight club!
Y en el arrebato de incendiar nuestros puentes
¿quién más que las obras completas de Koba
se enfrentan a la autocracia del tiempo?
Y sí, siempre hemos sabido
que seducimos lo malgastado
tanto como apetecemos la perversión.
Pero es que la lucha erosiona nuestros rostros,
y aunque tengo tus rojas bragas por bandera
estoy amparado en mis cuadernos vacíos,
turbios escenarios, pies descalzos,
el inmutable,
inquietante
y desproporcionado
placer de ser salpicado por la sangre
de parásitos anarquistas que derrama mi cuchillo,
¡bromas lacanianas, argumentos jacobinos!
¡enorgullécete de tus vicios en formato super-8!
Y mientras tú no tienes dudas
yo acumulo esperas oxidadas
excusados tapados
con condones usados
y estremecimientos encontrados,
y no morirá la flor de la palabra
ni el color que cayó del cielo
y a sangre y fuego caerá
lo que a sangre y fuego se sostiene.
Nos bebemos a sorbos como vino barato
—el adiós se inyecta siempre entre venas—
apenas vemos la mitad de lo que queremos
mientras el destino repta en su venganza
y sí, yo ya odiaba a Trotsky
desde antes de que fuese manstrein,
pero es que la noche se hizo
para escapar de la cárcel
y encerrarse en el mundano de las calles.
Las líneas no se respetan, sino que se esnifan
cuando las viejas moralejas
son veneradas con tal de no odiarlas,
y no especificamos si es un juego,
cuando el pirómano habla de irse a vivir al sol; y allá ellos
con su pulque agrio,
su café instantáneo,
sus amores baratos,
su falsa democracia,
su arte sin violencia,
sus versos sin poesía,
su revolución sin revolución…
porque somos los que no se salvan,
los que le arrancan los misterios a la vida…
¡Accélère, c›est pas le moment!
¡Accélère,
c›est pas
le moment!
¿Y qué importa que la verdad tenga estructura de ficción?
¿Y qué importa que la inercia siempre nos lleve a colisión?
¿Y qué importa que tu veneno me asfixia entre versos y besos?
¿Y qué importa que nos embriaguemos ante la oportunidad perdida?
¿Y qué importa que escapamos porque nunca aprendimos a decir adiós?
¿Y qué importa que no vendrá la pasión dilapidada a rescatar su voz obligada?
¿Y qué importa que tardamos años empapados en sangre en descubrir que nuestros
[intrínsecos males son realmente nuestro mayor bien?
¿Y qué importa que estemos dolorosamente absortos ante la ausencia de cualquier decoro y
[normalidad al imaginarnos cualquier exceptiva juntos?
Dostoievski era un viejo pendejo
sabemos vivir y porque vivimos,
pero eso no es suficiente
porque el crónico desperdicio del insomnio
y el purpura casquillo de las canciones,
en su frio e invisible agarre
le roban las horas y la niebla
a los escritores de fanfiction.
Que bellos dientes para una extraviada sonrisa,
justos para una despedida,
pero es que la trova sin trago se traba, no pasa;
el baile de la esgrima el fraile;
no puede escribir en braille
los plazos están confesados,
y los policías no son trabajadores,
son brazo armado de los explotadores
el viento de noviembre trae suspiros de guerrilla
el amor nos destrozará otra vez;
pero ahí están las buenas historias para protegernos
de las paredes que acusan y los techos que escapan;
y me quieres, pero aún no lo sabes, y te quiero,
pero estaba ocupado peleando como para decírtelo;
yo, que siempre he tenido la extraña obsesión
de terminar lo que empiezo,
de cumplir mis juramentos,
(te lo ruego, no te confundas:
no tomes esto como una virtud)
y en realidad jamás me importó
que eso significase acabar conmigo mismo
como el punto final de una carta de odio
firmada por la contradicción capital-trabajo,
como un triunfo o un fracaso que ya no me importan,
desconsuelo descerrajado,
alternativa que me aparta de mi propio lugar.
Tampoco tengo un lugar propio
Pero a veces me gusta fingir que sí
como irse esperando en ser extrañado
el capricho donde no nos importa quedarnos;
trinchera de un verbo sin cadenas,
brisas sembradas esperando tempestades,
jade herido en los latidos de un tanto,
viejo topo que escarba a contrahistoria,
cometa galopando por los siglos,
el dolor transmutado en arte,
castigo de existir en miradas ajenas,
electroshock de desesperación,
suave letargo en la sección de cuerdas
¡mucho invierno para una criatura fáustica!
¡Ay, Sísifo!
de habernos conocido antes,
otro hubiese sido el mito.
La evocación es cruel
y la libertad es también dejarse ir,
pero puedo vender versos a domicilio
o jugar poker con tus confines,
en la recortada fotografía de tus gestos,
lo hago porque el capitalismo está por estallar
¡ante ello no tenemos nada que perder!
Y a puerta cerrada
eres la sobredosis de la que no quiero reponerme,
que pocos conocen y menos se atreven a disfrutar,
un instante de oculta perturbación en tu aliento
y mi amor insaciable hasta la aurora,
lleno de ti y de tus nuncas,
que emplea porvenires posibles,
irreales pasados para justificar
nuestro último tango entre llamas,
perpetuo atentado contra la inmensidad.
Y sabiendo la imposibilidad
de no poder matar a los infiltrados en estas letras;
en las actas de esta
la asamblea de los fantasmas,
plenamente conscientes
de nuestro inagotable presente sin edad,
quede registro y manifiesto,
que si nosotros
no hemos de tener futuro,
tú lo tendrás,
haz de hacerlo
no te detengas
haz eso por mí.
[i] El poema es parte del libro La asamblea de los fantasmas, publicado en 2023 por Valparaíso, Ediciones. Reproducimos con autorización del autor.
[ii] Nacido el primero de mayo de 1992 y pasando la mayor parte de su vida en Xalapa, Veracruz (Xalapunk para los camaradas) Aníbal Malaparte es un poeta adepto a la contracultura, practicante de artes marciales e historiador egresado de la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española. Colaborador o fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre otras. Ha participado también en diversos encuentros literarios nacionales e internacionales como el Encuentro Babel, Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo, la Fiesta Itinerante del Libro Alternativo y el Festival Internacional Arte Ahora. Como también ha publicado en diversas revistas literarias como Aullido, Multiversos, Enpoli, Lectabulo, Poetry Alquimia, Carcaj, Vagabunda, Alcantarilla, Calameo, Oclesis, Montaje, Innombrable, Mal de ojo, Nagari, Anfibia, Sol negro, 5 Petalos, Awita de chale, Culturel, Con Voz Propia, Herederos del Kaos, Acantilados de papel, Isotopías, Escritores rebeldes, Molino de Letras, Mimeografo, Lo que somos, Canal Literatura y Ventanas Abiertas. Es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras (2019), Conversaciones de odio (2020), Delirios nihilistas (2020), La asamblea de los fantasmas (2023) y Lo que aprendimos de Ayotzinapa (2024). Adepto a las causas perdidas desde 2008, siendo un adolescente tiene la manía de desafiar al destino es siendo militante de diversas organizaciones antifascistas, zapatistas y marxistas-leninistas.
Enlaces de interés: @malaparteanibal