La ternura desatada de Sinéad O’Connor

Texto y traducciones de Raúl Soto

Fue a principios de 1990 cuando escuché en la radio una voz que me impactó, como la primera vez que escuché a Billie Holiday en la casa del poeta peruano Víctor Mazzi. En mi inglés a mediacaña no pude entender mucho de lo enunciado, pero igual sentí la desolación melancólica de su mensaje modulado a la perfección. Era Sinéad O’Connor cantando Nothing Compares 2 U, el tema escrito por Prince, interpretado en una versión 2.0. Y es que la voz de Sinéad O’Connor resume la ternura desatada de su Irlanda ancestral. Desatada a veces con la furia de una nación colonizada hasta principios del siglo XX e ideológicamente oprimida hasta hoy por los dogmas de la religión católica y el poder del clero. La voz sublime de Sinéad posee un registro versátil y maleable: una expresión de su independencia inclaudicable. Ella y su voz eran una. Su voz era su instrumento musical y lo manejaba a su gusto. Tenemos, por ejemplo, Mandinka y algunas de las composiciones de su primer disco ‒The Lion and the Cobra‒ donde modula su voz en un registro alto, produciendo un vibrato muy personal que influiría en otros cantantes. Mandinka fue uno de los primeros temas escritos por Sinéad y es un manifiesto personal. Ella se negó a aceptar las reglas hipócritas de la moral burguesa ni quiso seguir el camino de otros.

Mandinga

Estoy bailando los siete velos

quiero que recojas mi chal

mira cómo la luna negra se esfuma

pronto te entregaré mi corazón.

No conozco la vergüenza

no siento dolor

no puedo ver la llama

pero conozco a Mandinga

conozco a Mandinga

conozco a Mandinga

lo conozco.

Ellos arrojan todo hacia mí

arrastrándolo de vuelta al principio

y me dicen: ¿ves cómo brindamos?

me he negado a participar

les he dicho: “beban algo nuevo”

por favor déjenme hacerlo.

No conozco la vergüenza

no siento dolor

no puedo

no conozco la vergüenza

no siento dolor

no puedo ver la llama

pero conozco a Mandinga

conozco a Mandinga

conozco a Mandinga

lo conozco.

Lo conozco

lo conozco.

Dije que lo conozco

pronto te entregaré mi corazón

te lo juro

pronto te entregaré mi corazón

lo haré

Mandinga

pronto te entregaré mi corazón

pronto te entregaré mi corazón

pronto te entregaré mi corazón

(De The Lion and the Cobra, 1987)

https://www.youtube.com/watch?v=h08pCvyKfbs

La niñez de Sinéad fue conflictiva y violenta. El padre era frío, esquivo y terminó abandonando a su familia. La madre ganó la custodia de los hijos, a pesar de que no tenía la disposición maternal ni emocional para hacerse cargo de ellos. Su conducta errática y las golpizas recibidas por Sinéad fueron una de las causas de la aflicción psicológica que sufrió. Ella amaba a su madre, a pesar de los abusos recibidos, y como madre hizo lo mejor. Aunque refiriéndose a su tema Three Babies, Sinéad muy autocrítica afirmó: “esta canción es quizás una profecía de no ser una madre perfecta”. La melancólica intensidad y belleza lírica de esta canción habla sobre los abortos de Sinéad, una de las experiencias más traumáticas ‒voluntaria o involuntaria‒ que puede sufrir una mujer.

Tres bebés

Cada uno de estos

mis tres bebés

los llevaré adentro

conmigo

no le pido a nadie que sea

la madre de estos tres.

Y por supuesto

soy como un potro salvaje

pero no podría ser de otra manera

ni agua ni alimento

son lo que necesito

para lo que he elegido ser.

En mi alma

mi sangre y mis huesos

me he envuelto con sus cuerpos fríos.

La cara de ustedes

el olor de ustedes

siempre estarán conmigo.

A cada uno de estos

mis tres bebés

no estoy dispuesta a dejarlos

aunque lo intenté

blasfemé y me negué

sé que regresarán a mí.

Cada uno de estos

mis bebés

te han acercado a mí

ya no estoy loca como un potro

sigo siendo salvaje, pero no estoy perdida

de lo que he elegido ser

y es porque me has fascinado

silenciado, apaciguado

demostrado cosas que nunca creí.

La cara de ustedes

el olor de ustedes

siempre estarán conmigo.

Cada uno de estos

mis tres bebés

los llevaré adentro

conmigo

no le pido a nadie que sea

la madre de estos tres.

(De I Do Not Want What I Haven’t Got, 1990)

https://www.youtube.com/watch?v=eXno2cMrFpo

La madre truncada canta al principio con una penetrante melancolía y el gemido doloroso sube la intensidad de su voz para hacernos sentir el dolor inconmensurable e indescriptible. Ahora escuchamos un lamento, una queja cargada de rabia e impotencia. No obstante, la modulación de todos los registros vocales es impecable

Sinéad mantuvo una coherencia entre sus ideas personales y públicas, es decir, políticas. I Do Not Want What I Haven’t Got, su segundo disco, fue nominado para cuatro Grammys en 1991 y ella boicoteó la ceremonia. Apoyaba abiertamente a la IRA ‒Ejército Revolucionario Irlandés‒.

(Aquí debo hacer una acotación personal: Ann Stack, mi suegra, recibía el periódico del IRA en su casa de Long Island y cada mes remitía un cheque para apoyarlo).

Sinéad fue una de las primeras voces que clamaron contra los abusos físicos y sexuales del clero, primero en Irlanda y después en el mundo. En octubre de 1992, tuvo el coraje de quemar en vivo y en las entrañas del imperio una foto del papa Juan Pablo II. La histeria puritana en los EE. UU. motivó la quema de sus discos y la cancelación de contratos y conciertos. Fue cancelada antes de que este término surgiera. Cucufatos ‒en buen peruano, o sea, chupacirios‒ como Madonna y Frank Sinatra la condenaron. Al final la historia se ubicó a su lado. Sinéad se impuso a sus detractores y nos ha dejado su voz, su música y su legado revolucionario.