La teoría del imperialismo de Lenin y la transformación del capitalismo. Antesala de la revolución socialista
Juan Francisco Gracia Sercado y Juan Salazar Vázquez [I]
“Los capitalistas no se reparten el mundo llevado de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se reparten ‘según el capital’, ‘según la fuerza’; otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción mercantil y del capitalismo”
V. I. Lenin
1. La teoría del imperialismo de Lenin. Un bosquejo global
A cien años del fallecimiento del gran líder bolchevique, quisiéramos traer a discusión la teoría del imperialismo que Lenin desarrolló un año antes de que la revolución proletaria estallara. Dado el espacio y extensión de este trabajo, no pretendemos realizar un análisis detallado y novedoso del papel que representó esta teoría en el proceso revolucionario, sí buscamos poner en la mesa algunos puntos de interés que nos permiten entender la necesidad de esa revolución y el papel que Lenin jugó en ella.
Vladimir Uliánov, conocido por todos como Lenin (22 de abril de 1870 – 21 de enero de 1924), fue una persona dedicada de tiempo completo a la actividad política. Hijo de dos maestros de profesión, Iliá Ulíanov y María Blank, comenzó su actividad política desde muy joven después de la ejecución de su hermano mayor Alexandr en 1887 por participar en un atentado contra el zar. Después de aplicar los exámenes como externo, se graduó como jurista de la Universidad de San Petersburgo en 1891. Fue en dicha ciudad que entró en contacto con los pensadores marxistas y obreros avanzados. En 1895, fue detenido y deportado a Siberia por fundar la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera. En 1900 funda el periódico clandestino Iskra (La Chispa), que desempeñaría un papel fundamental en la cohesión de los marxistas revolucionarios rusos. En el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en 1903, Lenin plantea la necesidad de configurar un partido nuevo revolucionario: desarrollar un programa de partido donde la clase obrera asuma el papel rector, fortalecer la alianza obrero-campesina y, reconocer el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Según Nenarokóv, fue a partir de este II Congreso, que “los partidarios de Lenin, quienes obtuvieron la mayoría en las elecciones del Comité Central, comenzaron a llamarse bolcheviques, y sus adversarios, mencheviques. Así, surgió el ala revolucionaria leninista en la socialdemocracia rusa, que más tarde se convirtió en un partido independiente: el partido de los bolcheviques”.[2] Lenin se convirtió, pues, en el gran dirigente del partido bolchevique ruso que encabezó el proceso revolucionario de 1917.
Lenin escribió “El imperialismo fase superior del capitalismo” (de aquí en adelante llamaremos solamente “El Imperialismo”) estando exiliado en Suiza, justo a mediados de la Primera Guerra Mundial. El autor es muy claro, y para entender mejor el fenómeno más concreto que implica esta fase del capital, centra su atención sólo en “las particularidades económicas fundamentales” del mismo, es decir, en los rasgos estructurales del capitalismo en su fase monopólica. Junto a ello, como fue habitual en él, conecta el análisis económico con el político; nuestro autor siempre partió del principio que “la política es la expresión concentrada de la economía”. Sin duda, esa profundidad en el plano teórico asociada a la profundidad de la práctica transformadora es lo que hace de Lenin y su teoría del imperialismo el punto de partida para el proceso revolucionario ruso.
Señalado lo anterior, se nos preguntará: ¿Qué importancia tiene la teoría del imperialismo de Lenin para el movimiento revolucionario? Responder a esto implica la pertinencia de un principio básico: debajo de toda gran revolución se encuentra un armazón teórico que orienta la práctica transformadora. La revisión histórica de las grandes conmociones sociales, desde la revolución inglesa, la francesa, la mexicana, etcétera, demuestra que cuentan con un gran soporte intelectual, a veces de manera consciente y directa, y a veces inconsciente o indirecta; por ejemplo, ¿qué sería de la Revolución Francesa sin sus grandes ilustrados (Diderot, Rousseau compañía)? O, ¿qué sería de la burguesía inglesa sin la “artillería pesada teórica”[3] que representó la economía política de Smith y Ricardo frente al antiguo régimen? Del mismo modo podríamos preguntarnos: ¿qué sería de la revolución proletaria rusa sin sus grandes intelectuales bolcheviques, en especial, de Lenin? En ésta última se presenta un elemento especial; como se ha señalado en otras partes, la revolución rusa fue la única ejecutada con cargo a un programa teóricamente desarrollado: “la revolución de octubre de 1917 en Rusia, fue la primera revolución teóricamente concebida y ejecutada de acuerdo a un plan. Cosa que lo hace novedosa y la distingue de las Revoluciones Burguesas anteriores (Francia e Inglaterra). Se basó en una evaluación teórica precisa de la coyuntura, teoría que se desarrolló a la par de la exigencia práctica.”[4] En el mismo sentido apunta Nenarókov, señalando que en el programa del partido bolchevique revolucionario “se asuma el papel rector de la clase obrera en la revolución, la necesidad de fortalecer la alianza entre el proletariado y el campesinado, el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación.” Y, más adelante, “como programa mínimo se promovía la tarea de derrocar a la autocracia; como programa máximo, el triunfo de la revolución proletaria”.[5] Al respecto, sostenemos que la teoría del imperialismo de Lenin constituye el punto de partida para entender la base objetiva que empujó por la revolución rusa.
La teoría del imperialismo de Lenin se ubica en un proceso histórico de grandes cambios del sistema capitalista: el paso del capitalismo de libre competencia al capitalismo de los monopolios. Como bien lo destaca el autor, esta transformación trajo consigo profundos cambios en las otras esferas de la formación económico social.
Antes de entrar de lleno a “El imperialismo”, debemos reconocer que el concepto de imperialismo no es de raigambre marxista, fue tomado por Lenin del análisis que realizó el economista inglés John Atkinson Hobson. En su “Ensayo del imperialismo” publicado en 1902, este autor explica que la causa principal del imperialismo son los “intereses financieros de la clase capitalista”[6]. Argumenta que el exceso de capital en la esfera de las manufacturas, provocado por una mala distribución del ingreso y las prácticas monopólicas de las grandes empresas que se asocian en trust y combinaciones[7], propician que la rentabilidad doméstica no sea atractiva y/o limitada, motivando a los capitalistas aventurarse a la expansión imperial, en la búsqueda de ganancias más allá de sus fronteras.
En su conjunto, la obra de Hobson da un panorama amplio del fenómeno, desde la raíz económica hasta los cambios inherentes asociados al imperialismo, tales como la política, el racismo y las actitudes nacionalistas. Tuvo un gran impacto en pensadores y activistas marxistas de la época, los cuales estaban comprometidos en las luchas anti-imperialistas.
Lenin explica el imperialismo como un fenómeno “tan íntimamente integrado a la estructura y al funcionamiento normal de un capitalismo avanzado que creía que tan sólo el derrumbe revolucionario del capitalismo, y la sustitución por el socialismo borraría el imperialismo de la faz de la tierra”[8]. Utilizando la obra de Hobson y “El capital financiero” del marxista alemán R. Hilferding, Lenin desarrolla su teoría sobre el imperialismo desde la óptica de la dinámica de largo plazo del proceso de producción capitalista. Sintetiza a la fase imperialista con su ya clásica descripción:
Por eso, sin olvidar convencional y relativo de todas las definiciones en general, que jamás pueden abarcar en todos sus aspectos las relaciones de un fenómeno en su desarrollo completo, conviene dar una definición del imperialismo que contenga los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este «capital financiero», de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.[9]
La visión que tiene Lenin sobre el imperialismo la podemos estructurar en tres dimensiones:
a) La dimensión económica.
Esta dimensión es la medular, ya que se trata:
…de un cambio de tipo estructural en el cual, aunque se preservan las características esenciales del sistema, emergen otros rasgos que marcan la clase del nuevo estadio. Entre ellos, el más decisivo es el surgimiento de las estructuras monopólicas, lo que implica la transformación de las relaciones intercapitalistas que tipificaban al sistema en su estadio competitivo. De esta manera, las grandes empresas pueden pasar a regular la oferta y los ritmos de incorporación del progreso técnico, a administrar los precios (…) y a romper la tendencia a la igualación ramal de las tasas de ganancia, creándose una jerarquía de las tasas en que las ramas y firmas monopólicas pasan a operar con una rentabilidad superior a la media y las restantes deben aceptar tasas de ganancias por debajo de la media nacional[10].
Otro fenómeno que surge a partir de esta mutación de la estructura económica es la exportación de capital. Como indica nuestro autor:
Lo que caracterizaba al viejo capitalismo, en el dominio plenamente de la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al capitalismo moderno, en el que impera el monopolio, es la exportación de capital (…) La necesidad de la exportación de capitales obedece al hecho de que en algunos países el capitalismo ha ‘madurado excesivamente’ y al capital … le falta campo pasa su colocación”[11] y esto es posible porque “una serie de países han sido ya incorporados a la circulación de capitalismo mundial, …se han asegurado las condiciones elementales de la industria.[12]
b) La dimensión clasista: simbiosis del gran capital industrial con el capital bancario.
Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los bancos con la industria: tal es la historia de la aparición del capital financiero (…)El capital financiero, concentrado en muy pocas manos y que goza del monopolio efectivo, obtiene un beneficio enorme, que se acrece sin cesar, con la constitución de sociedades, la emisión de valores, los empréstitos del Estado, etc., consolidando la dominación de la oligarquía financiera e imponiendo a toda sociedad un tributo en provecho de los monopolistas (…)El predominio del capital financiero sobre toda las demás formas de capital implica el predominio del rentista y de la oligarquía financiera, la situación destacada de unos cuantos Estados, dotados de ‘potencia’ financiera, entre todos los demás.[13]
c) La dimensión política-ideológica: tendencia antidemocrática y propensión a la guerra.
Lenin indica que “en el aspecto político el imperialismo es, en general, una tendencia a la violencia y a la reacción”[14].Así mismo, apunta que “el viraje de la democracia a la reacción política constituye la superestructura política de la nueva economía, del capitalismo monopolista (…) La democracia corresponde a la libre competencia. La reacción política corresponde al monopolio”[15] . El mundo capitalista se torna violento y las guerras de redivisión geográfica están a la orden del día, al decir de Lenin:
“En el terreno del capitalismo, ¿qué otro medio podía haber que no fuera la guerra, para eliminar la desproporción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación de capital, por una parte, y el reparto de las colonias y esferas de influencia del capital financiero, por otra?”[16]
2. Del capitalismo de libre competencia a su fase superior: el capitalismo monopólico.
En varios pasajes de “El Imperialismo…”, Lenin señala que a partir de 1870 lo que predomina es la forma económica llamada monopolio. Y, antes de ese periodo, lo que predominaba era el capitalismo de libre competencia. Lenin plantea que los grandes conflictos que se suscitaban en ese entonces a nivel mundial tienen su basamento en el capitalismo de los monopolios. De ahí su intento de explicar los rasgos fundamentales de esta etapa del capitalismo. Tratemos de ordenar el problema.
a) El capitalismo
Primero, en términos generales el capitalismo es una modalidad desarrollada de la producción mercantil. Donde el grado de mercantilización es igual a 1.0[17], o sea, todo se produce en calidad de mercancías. Por consiguiente, la ley del valor[18] pasa a regular completamente su funcionamiento. La fuerza de trabajo pasa a funcionar como mercancía, como un objeto que se compra y se vende. De esta manera, los bienes de consumo obrero también operan como mercancías. Los medios de producción pasan a representar el capital. Y, el producto excedente asume la forma de plusvalía.
Segundo, respecto a las no mercantiles y mercantiles pre-capitalistas, el capitalismo desarrollo una base de producción de gran escala, con una gran división del trabajo y fuerte especialización, operando con una densidad de capital[19] relativamente alta y, por consiguiente, con niveles de productividad del trabajo altos y dinámicos.
Tercero, la fase de constitución de estos rasgos abarca un periodo denominado por Marx como Acumulación Originaria de Capital. En este sentido, la etapa de constitución del capitalismo precede a la fase del capitalismo de libre competencia.
b) Capitalismo de libre competencia
En el capitalismo de libre competencia, el que según Lenin dominó el periodo anterior al año de 1870, existía una determinada forma de funcionamiento. Es decir, “la libre competencia” es una modalidad de operación del capitalismo, con rasgos propios. Para no extendernos demasiado, algo que desbordaría los límites de este trabajo, pasamos a enumerar los más medulares.
- Existen múltiples empresas capitalistas con el mismo tamaño relativo. O sea, miles de centros de producción de plusvalía. La participación de las empresas en la plusvalía global es relativamente igual, lo que implica que no existen poderes diferenciales entre los capitalistas. El tamaño de las empresas es similar y relativamente pequeñas sin capacidad de administrar los precios o la oferta ramal.
- La unidad económica capitalista que tipifica a este periodo se centra en la gran industria maquinizada; al encontrarse con una gran dotación de medios de producción por trabajador, operaba con niveles de productividad mayores a la producción no capitalistas. Esto generó una tendencia a la homogeneización de la estructura económica. Los altos niveles de productividad posibilitaron la emergencia de la plusvalía relativa, y como consecuencia, un gran salto en la tasa de acumulación y crecimiento del capitalismo. Los avances científicos y en la técnica fueron incorporados al proceso de producción, redundando en mayores niveles de productividad y en el origen de la plusvalía extraordinaria. Este periodo representa ya, una elevada socialización del trabajo.
- La concentración ramal era relativamente baja, lo que generaba una tendencia a la igualación de las tasas de ganancia de las distintas empresas. A nivel global, las tasas de ganancia ramal también se igualaban a la tasa de ganancia media nacional[20]. Esto implicaba la libre movilidad de capitales de una rama a otra en función de la tasa de ganancia y, el libre acceso al progreso técnico de las empresas.
- La elevación progresiva de la productividad del trabajo, como resultado del funcionamiento de la ley del valor, provocó que las empresas que incorporaban progreso técnico se apropiaran de una plusvalía extraordinaria. Se situaban en la cima de la rama y, por lo tanto, había empresas de retaguardia en la rama. Las primeras contaban con mejores condiciones para acumular y seguir elevando la productividad, lo que se reflejaba en la tendencia a la mayor concentración estudiada por Marx. Las segundas iban saliendo del mercado, eran desplazadas.
Tenemos que, una de las condiciones de la existencia indefinida de la libre competencia es que la plusvalía extraordinaria tienda a cero en el largo plazo, es decir, que las empresas que son ganadoras por cierto tiempo pasen a ser perdedoras en otro; y las perdedoras pasen a ser ganadoras. Esto implicaría un movimiento compensatorio de las empresas a nivel ramal. Que esta condición se cumpliera fue extremadamente difícil, y como bien lo señalara Marx, la tendencia a la concentración del capital y la apropiación progresiva de una plusvalía extraordinaria fue lo que provocó el paso de la libre competencia a la forma monopólica del capitalismo. Lenin recoge esto bastante bien y comienza su obra señalando que: “el incremento enorme de la industria y el proceso notablemente rápido de concentración de la producción en empresas cada vez más grandes constituyen una de las particularidades más características del capitalismo”. Y más adelante, señala con lucidez que: “la concentración, al llegar a un grado determinado de su desarrollo, puede decirse que conduce por sí misma de lleno al monopolio”.[21] Pasemos entonces a ver los rasgos medulares de ésta forma de funcionamiento del capital.
c) El capitalismo monopólico
Nuestro autor entiende al monopolio como una forma económica específicamente capitalista. Además, se trata de una forma dominante en cierto período del desarrollo capitalista. O sea, la emergencia del monopolio en calidad de forma dominante, determina la emergencia de cierto período histórico o fase específica del capitalismo. El monopolio es la modalidad de funcionamiento del capitalismo que se basa en una relación de desigualdad entre los distintos capitalistas. Esta relación de desigualdad se refleja en el reparto asimétrico o diferencial de la plusvalía. Situación que rompe con la tendencia a la igualación de las tasas de ganancia, generando una jerarquía de tasas.
Algo que llama fuertemente la atención de nuestro autor, es el tamaño de las empresas. Las empresas capitalistas son, ahora, de gran tamaño, en términos de activos fijos, de empleo y ventas. Dominan o concentran gran parte de la producción de sus respectivas ramas, y por esa vía, controlan el mercado. Son muy diversificadas, en sentido vertical, horizontal, conglomerado. Lenin hace referencia a esta dimensión con el término de empresas combinadas. A nivel de rama, existen pocas empresas, entre 4-8 que controlan cerca de 40.0% de la producción, lo que permite acuerdos y la formación de cartels y trusts. Por consiguiente, estas empresas pueden administrar los precios y los niveles de oferta ramal.
El autor indica que estas empresas típicas del capitalismo de los monopolios refuerzan la tendencia a la monopolización; nos dice, por ejemplo, que “la tendencia al monopolio nace precisamente de las grandes proporciones de las empresas”.[22] Pero, más adelante, nos señala que el monopolio, aunque fuerza dominante, no elimina la libre competencia, es decir, la monopolización no es absoluta. Esto es de especial importancia, ya que, según el autor, es el origen de “contradicciones, conflictos, particularmente agudos”.[23] La fuerza del monopolio no se impone por completo y, por ello, siempre coexiste la libre competencia con el monopolio. Observemos esto más de cerca: si todas las ramas se monopolizan, el efecto del monopolio termina por auto-anularse pues, ante poderes de mercado iguales, el diferencial de tasas de ganancia desaparecería.
Un cambio radical que propicio la acumulación de capital a gran escala fue la forma en la que las unidades de producción se transformaron; pasaron de ser unidades relativamente pequeñas a unidades que absorbieron grandes porciones de la demanda global y, por ende, su capacidad de oferta aumentó. Se inaugura la era de la gran industria con rendimientos crecientes a escala, de los métodos de organización fordista, de las cadenas productivas en serie, las innovaciones técnico-científicas son utilizadas en el nombre del capital; se da un impresionante aumento en la productividad del trabajo y junto a ella la plusvalía relativa se torna el motor del capital.
3. La teoría del imperialismo de Lenin: arma teórica para el proletariado.
La necesidad creciente de expansión capitalista para mantener el proceso de acumulación de capital y de esta forma generar y/o apropiar una mayor tasa de ganancia, desembocó en políticas de anexión de territorios: necesidad de asegurarse materias primas[24] y mercados (incluimos el mercado de fuerza de trabajo). El capital en su necesidad de crecer no le importa tragarse a su congénere, la competencia darwiniana desemboca en el periodo de la guerra total.[25]
Las políticas encaminadas a la expansión económica y de redistribución geopolítica es la expresión de una creciente “disociación entre la correlación de fuerzas (económica, política y militar) y la efectiva y actual distribución de esferas de influencia entre las grandes potencias. El intento de reacomodar esta situación es una de las influencias básicas de las guerras contemporáneas. O sea, se trata de guerras por conflictos interimperialistas”.[26]
La discusión sobre el imperialismo entre marxistas se da en la coyuntura de la primera guerra mundial. El carácter interimperialista de esta Guerra y la traición del partido socialdemócrata alemán (quién lidera la II Internacional), el cual vota a favor de guerra y pacta la “unión sagrada” con la burguesía, causa que el oportunismo reformista se haga presente. Sólo el partido bolchevique ruso que dirige Lenin encabeza la lucha del internacionalismo revolucionario.
“El Imperialismo…” surge como un folleto de difusión sobre el capitalismo contemporáneo. Aunque su publicación obligó a Lenin a utilizar un “lenguaje a lo Esopo, ese maldito lenguaje a que el zarismo obliga a recurrir a todos los revolucionarios”[27], propició los espacios de la legalidad, para difundir sus ideas, más allá de la clandestinidad militante.[28] Analizó con cargo al método del materialismo histórico, la naturaleza económica y política del imperialismo, en el contexto histórico en que la guerra inter-imperialista había puesto a la orden del día la revolución proletaria en los países de capitalismo industrializados[29], y como la alianza de la lucha proletaria y las luchas por la autodeterminación de las naciones oprimidas, tenían un papel de primer orden en la revolución proletaria mundial. Era importante comprender que toda la lucha contra el imperialismo era una frase vacía, si no va acompañada de la lucha contra el oportunismo reformista. Esto era una obligación proclamarlo a los proletarios de Rusia y de los países europeos que estaban en conflicto. Eso explica la crítica al oportunismo reformista representado por K. Kautsky, máxima voz de la II Internacional socialdemócrata en aquella coyuntura. Lenin pone de manifiesto que el imperialismo divide el movimiento obrero en dos corrientes principales: la revolucionaria y la oportunista. Está ultima apoyada por la llamada “aristocracia obrera”, considerada por Lenin como un “tumor maligno” a destruir.[30] En suma: la teoría del imperialismo que desarrolla Lenin, trata de revelar las contradicciones del capitalismo con la intención de ser un arma de lucha para el proletariado y combatir las ideas vulgares de Kautsky.[31]
Esto permite a Lenin captar el fenómeno en su expresión pura, y señala que, las políticas de agresión imperialista son consecuencias de una fuerte concentración-centralización del capital y de la simbiosis del gran capital industrial con el capital financiero. En palabras del autor:
En el terreno del capitalismo, ¿qué otro medio podía haber que no fuera la guerra, para eliminar la desproporción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación de capital, por una parte, y el reparto de las colonias y esferas de influencia del capital financiero, por otra?[32]
Comprende que tal proceso desembocaría a la revolución proletaria mundial y a su victoria.
Decenas de millones de cadáveres y de mutilados, víctimas de la guerra –esa guerra (se refiere a la primera guerra mundial JF, JSV) que se hizo para decidir que un grupo de bandoleros financieros, el inglés o el alemán, había de recibir mayor parte del botín-, y encima estos dos “tratados de paz” (tratado de Brest-Litovsk y el tratado de Versalles. JF, JSV) hacen abrir, con una rapidez desconocida hasta ahora, los ojos a millones y decenas de hombres atemorizados, oprimidos, embaucados y engañados por la burguesía. A consecuencia de la ruina mundial, producto de la guerra, crece, pues, la crisis revolucionaria mundial, que, por largas y duras que sean las vicisitudes que atraviese, no podrá terminar sino con la revolución proletaria y su victoria.
Y deja claro el objetivo:
Sin haber comprendido las raíces económicas de ese fenómeno, sin haber alcanzado a ver su importancia política y social, es imposible dar menor paso hacia el cumplimiento de las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución que se avecina. El imperialismo es la antesala de la revolución social del proletariado. Esto ha sido confirmado, en una escala mundial, en 1917. [33]
Lenin pensaba que el sistema de producción capitalista había entrado en una nueva era de contradicciones que se resolverían por medio de las guerras: entre las potencias económicas; entre trabajadores contra la dictadura del capital en los países industrializados y; guerras de los pueblos oprimidos por su liberación nacional contra las naciones imperialistas. Pensaba que el capitalismo había entrado a su última fase histórica de desarrollo y, por ende, se originaban las bases económicas y políticas del socialismo.
Un año después de la publicación de su teoría, él y sus bolcheviques logran tomar el poder en la Rusia zarista. En octubre de 1917, el capitalismo temblaba ante su más grande contradicción: la toma del poder de un Estado en manos de la organización proletaria.
[1] Los autores de este trabajo son economistas de izquierda y actualmente se desempeñan como funcionarios de la Administración Pública Federal.
[2] Albert Nenarókov, Historia ilustrada de la Gran Revolución Socialista de Octubre 1917. Un mes tras otro. Editorial Progreso, Moscú, 1987, p. 17
[3] La expresión corresponde a Maurice Dobb, destacado economista inglés. Véase su “Introducción a la economía”, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 31
[4] Prabhat Patnaik, “The October Revolution and the Survival of Capitalism”, Monthly Review, Julio-Agosto 2017, Vol. 69, no. 3. New York.
[5] Albert Nenarókov, opc. cit., p. 16
[6] Harry Magdoff, “Ensayos sobre el imperialismo. Historia y teoría”, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1977, pág.35.
[7] “La última etapa en el desarrollo del capital monopolista llega con la formación de combinaciones que tienen el propósito consiente de dominar la competencia (…) La competencia tiende a convertirse en una competencia a muerte que no favorece a nadie. Cuando esto ocurre, el terreno está preparado para el movimiento de las combinaciones (…) La realización de este propósito implica la limitación o anulación de la libertad de acción de las empresas afectadas y su coordinación bajo una política unificada precisa. Habiendo numerosos grados de limitación, se sigue que puede haber muchas formas diferentes de combinación monopolista (…) Bajo la forma del trust los propietarios de la mayoría de las acciones de cierto número de corporaciones independientes entregan sus acciones a un grupo de depositarios, a cambio de certificados de depósitos. Los depositarios ejercen el derecho de voto correspondiente a las acciones y los tenedores de los certificados reciben los dividendos. De este tanto que la identidad legal y de negocios de los mandantes pertenece inalteradamente como un cártel.” Paul Sweezy,” Teoría del desarrollo capitalista”, FCE, México,1981, pág. 288-291.
[8] Harry Magdoff, “Ensayos sobre el imperialismo. Historia y teoría”, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1977, pág.36.
[9] Vladimir I. Lenin. “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas, tomo 1, progreso Moscú, 1961, pág. 762
[10] José C. Valenzuela Feijóo, “Capitalismo, monopolio y guerra: la visión clásica” pág. 40. En Imperialismo y guerra: El turno de Iraq, José Toledo Beltrán, coordinador. UAM, México, 2003.
[11] Lenin, op., cit., pp.741-42
[12] Ídem, pág. 742.
[13] Vladimir I. Lenin. “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas, tomo 1, progreso Moscú, 1961, pág.728-739.
[14] Ibídem, pág.766.
[15] Vladimir I. Lenin. “Sobre una caricatura del marxismo y el economismo imperialista”, tomo 30, progreso Moscú, 1967, pág.168. Citado en José C. Valenzuela Feijóo, “Capitalismo, monopolio y guerra: la visión clásica” pág. 59.
[16] Vladimir I. Lenin. “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas, tomo 1, progreso Moscú, 1961, pág.773.
[17] Por grado de mercantilización se entiende la proporción de la producción mercantil sobre la producción total.
[18] La ley del valor es la ley básica que regula el funcionamiento de las economías de mercado.
[19] La densidad de capital es la dotación de acervos de capital fijo por hombre ocupado. También se le denomina composición técnico-física de la producción.
[20] Recordemos que la tasa media de ganancia es igual al cuociente entre plusvalía total y capital total, para la economía en su conjunto.
[21] Ibíd. pág. 700
[22] Ibídem.
[23] Ibíd. pág. 761
[24] “Cuanto más desarrollado está el capitalismo, cuanto más sensible se hace la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la búsqueda de fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por la adquisición de colonias”. Vladimir I. Lenin. Opc. Cit. pág.764
[25] Expresión utilizada por el historiador inglés E.J. Hobsbawn para englobar el periodo que va desde la primera guerra mundial hasta el fin de la segunda guerra mundial.
[26] José C. Valenzuela Feijóo, “Capitalismo, monopolio y guerra: la visión clásica” pág. 52. En Imperialismo y guerra: El turno de Iraq, José Toledo Beltrán, coordinador. UAM, México, 2003.
[27] Lenin, op., cit., pág.693
[28] En el prólogo a la edición rusa, Lenin indica que tuvo que autocensurarse en muchos aspectos. Pero hoy en día, el libro nos parece muy crudo, muy ajeno a la censura.
[29] “En nuestra actitud ante la guerra, que por parte de Rusia sigue siendo indiscutiblemente una guerra, de rapiña (…) El proletariado consciente sólo puede dar su asentamiento a una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del Poder a manos del proletariado y de los sectores pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones; c) completo rompimiento de echo con todos los interés del capital” Vladimir I. Lenin. “Tareas del proletariado en la presente revolución”, en Obras escogidas, tomo 2, progreso Moscú, 1961, pág. 35
[30] “La obtención de elevadas ganancias monopólicas por los capitalistas de una de las tantas ramas de la industria, de uno de los tantos países, etc., les brinda la posibilidad económica de sobornar a ciertos sectores obreros, y temporalmente, a una minoría bastante considerable de estos últimos, atrayéndolos al lado de la burguesía de dicha rama o de dicha nación, contra todos los demás.” Lenin. “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas, tomo 1, progreso Moscú, 1961, pág. 796.
[31] “La crítica teórica del imperialismo que Kautsky hace no tiene nada de común con el marxismo; únicamente sirve como punto de partida para predicar la paz y la unidad con los oportunistas y los socialchovinistas, porque deja a un lado y vela justamente las contradicciones más profundas y radicales del imperialismo: que existe paralelamente con ellos, entre las ‘operaciones’ gigantescas (y las ganancias gigantescas) del capital financiero y el comercio ‘honrado’ en el mercado libre, entre los cartels y trusts, por una parte, y la industria no cartelizada, por otra, etc.” Lenin, op., cit., pág. 789.
[32] Lenin, op. cit, p.773.
[33] Lenin, op. cit, Prólogo a la edición francesa y alemana. p.697.
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