La situación política en Colombia hoy: perspectivas y retos

(Juan Barreto / AFP vía Getty Images)

Esteban Morales Estrada

Magíster en Historia y docente

I

En medio de toda una serie de dificultades, avanza el cuatrienio de Gustavo Petro en Colombia. Reconociendo múltiples fallas dentro del gobierno y sus funcionarios; hay que destacar que las élites tradicionales no han permitido que la administración Petro ejecute a cabalidad su agenda política. A la oposición descarada del ex fiscal Francisco Barbosa, que se dedicó a consolidarse como la voz de la oposición, se ha sumado la dificultad de tramitar las grandes reformas sociales en el Congreso (salud, laboral, pensional), la demora en la elección de la nueva fiscal, las falacias de los medios de comunicación de los grupos económicos, la proliferación de información falsa, los discursos radicales de personajes como María Fernanda Cabal, y las arbitrariedades de la procuradora Margarita Cabello, que investiga meticulosamente todo lo que se relaciona con Petro, mientras se hace la de la vista gorda con sus compinches. En definitiva, la agenda de la derecha colombiana, que tiene una profunda crisis de liderazgos (basta ver la ignorancia de personajes como Miguel Uribe Turbay), es oponerse a todo lo que provenga del actual gobierno, configurándose una contradicción central en la política del país hoy: petrismo vs. antipetrismo.

II

Gustavo Petro llegó al poder por medio de una propuesta de cambio (en el año 2022), que debe ejecutar de la mejor manera posible durante el tiempo restante de su administración. Este 2024 será un año trascendental para la agenda del gobierno, ya que sus reformas están en el centro de la política nacional, y si son aprobadas, será fundamental que den resultados positivos en el corto plazo. El reto se puede sintetizar en que para Petro es trascendental mostrar que sí se está dando el cambio, y que está teniendo una perspectiva conveniente y convincente para sectores olvidados, que esperan ser actores principales en la película nacional, y tienen sus esperanzas en el presidente actual.

Escándalos de corrupción, la pandemia, la movilización social, el acuerdo de paz con las FARC y el nefasto gobierno de Iván Duque, explican el declive del uribismo (que exige que Petro resuelva todos los problemas que no resolvieron en dos décadas) y el ascenso de la administración actual, que se debe entender como un proceso de ruptura política atípica en el anquilosado sistema colombiano. El presidente no la ha tenido fácil y se le ha dificultado llevar a buen puerto su ideario. Por otro lado, desde algunos sectores de la izquierda purista se ha venido criticando a Petro, debido a que no comprenden la contradicción principal del momento. De ninguna forma estamos ante un gobierno revolucionario, por lo que no podemos esperar cosas que no tienen cómo suceder en el escenario que observamos. Hay que comprender que la administración actual no tiene una fuerza suficiente en el Congreso y aunque tiene el control del Estado, el poder de los sectores de derecha es aún imponente. Petro ha optado por negociar y llevar a cabo un proceso de transformaciones consensuado con los sectores menos retrógrados de la derecha, lo que debe entenderse en el marco de un proceso donde se buscan acuerdos entre un gobierno inédito en la historia política de Colombia y sectores vinculados al poder tradicional, que aún conservan sus estructuras clientelistas.

Después de décadas de aplicación del modelo neoliberal en Colombia (proceso que comenzó a finales de la década de 1980 y se aceleró en la administración de Cesar Gaviria entre 1990 y 1994), se sabía que no sería fácil recuperar ideas como el gasto público o la legislación laboral que beneficie a los trabajadores. El gobierno Petro tiene el mérito fundamental de demostrar la capacidad del sistema político colombiano para llevar a cabo la rotación en el poder, debido a que hasta 2002, y durante el siglo XX, el poder fue moviéndose entre liberales y conservadores, sin ninguna perspectiva alternativa que lograra la victoria electoral en el plano nacional (la izquierda siempre fue una minoría, mientras que otras agrupaciones como el MRL [Movimiento Revolucionario Liberal] o la ANAPO [Alianza Nacional Popular], se vieron absorbidas por los partidos tradicionales o desaparecieron). Desde 2002 y hasta el 2022, la figura central de la política en el país fue Álvaro Uribe Vélez, quien rompió con un bipartidismo centenario y encabezó la presidencia de Colombia en dos ocasiones (2002-2010), logró llevar a la presidencia a Juan Manuel Santos (2010-2018), con quien después tuvo grandes conflictos, y al tristemente célebre Iván Duque (2018-2022), que era un desconocido en la política nacional.

Para sintetizar lo anterior puede decirse que durante todo el siglo XX (y gran parte del XIX), hasta el año 2002 la política en Colombia giró en torno a los dos partidos tradicionales: el Partido Liberal y el Partido Conservador, con la presencia de otras agrupaciones en los márgenes, que no lograron obtener la presidencia. Uribe Vélez, que provenía del primero, rompió el bipartidismo imperante hasta ese momento, y se constituyó por dos décadas en la figura política central, configurando la contradicción uribismo vs antiuribismo. Sin embargo, el desgaste de dicho proyecto político, fue al tiempo consolidando el papel de Gustavo Petro, que lleva muchos años en el panorama nacional, siendo un férreo opositor al proyecto de Uribe.

III

La contradicción principal en el momento actual en Colombia se constituye entre un gobierno pluralista y progresista que intenta hacer reformas, enfrentado a unos sectores reaccionarios de derecha que hacen contrapeso y conservan aún muchas formas de poder. Los organismos populares, de izquierda y de trabajadores deben ubicarse en torno al primer contendor, debido a que Petro defiende reivindicaciones importantes, y comprender que siempre será mejor negociar o criticar en el marco de un gobierno plural, popular y pacífico, que en uno de la extrema derecha. Dichos grupos deben estar listos para apoyar al gobierno en las calles, básicamente defendiendo los programas de la administración que llegó al poder en el juego democrático. En conclusión, la situación se resume en entender un enfrentamiento entre dos proyectos políticos disimiles: el continuismo de la derecha, donde Uribe es protagonista indiscutido, enfrentado a una agenda de reformas, confrontaciones y transformaciones.