La debilidad opositora y la importancia del activismo para la diplomacia mexicana

José Ángel Vega

@jose_vega1019

Si algo se puede rescatar de la historia política mexicana es, sin duda alguna, su activismo social. Es este activismo el que ha sido la base fundamental para emprender la toma de decisiones política en favor de las necesidades de la población, las cuales, al ser notorias mediante estos movimientos, han podido dar pasos hacia el progreso social general.

Sin activismo, no hay política. Es de suma importancia el comprender la cualidad que el activismo social lleva intrínsecamente y, sobre todo, comprender su valía en la historia de nuestra nación.

México ha tenido una historia caracterizada por la militancia política general y por amplios movimientos sociales que han comenzado grandes fenómenos e impulsado luchas que han marcado un antes y un después en el marco temporal.

En el contexto de la Independencia podemos notar, como primer suceso de nuestro interés, el mismo movimiento encabezado por líderes llamados “nacionales”, que surge gracias a las convicciones de un conjunto popular (no hemos de profundizar en si las causas de estos actores iban en búsqueda del interés común, por esta ocasión).

De la misma manera, el México revolucionario tuvo una marca de activismo social de por medio. Recordemos hechos tan simples, pero muy enriquecedores, tales como las huelgas de Cananea o de Río Blanco, que denotaban la exigencia de derechos laborales de parte del sector obrero y, sobre todo, que mostraban esa gran necesidad de justicia social en el país que gobernaba el General Porfirio Díaz.

Vemos entonces que, en política, el activismo social es de suma trascendencia a la hora de explicar los sucesos históricos que acontecen en esta nación. Asimismo, vemos que son estas bases activistas las cuales forman nuevos tipos de pensamiento y corrientes ideológicas en la población general.

Si no nos vamos tan lejos en la línea temporal, podemos notar inclusive cómo el fenómeno del lopezobradorismo ha tenido un trasfondo en el activismo social y en las causas que provienen “desde el pueblo”.

No hay duda alguna que son estos movimientos los que despiertan un sentido colectivo en la sociedad mexicana, sentido colectivo que luego se ve, no solamente en las movilizaciones recurrentes, sino también en las urnas y el debate público.

Esto es lo que la oposición no ha comprendido. Dentro de toda la tarea política, las movilizaciones sociales, las políticas orientadas a las causas de los más necesitados, pero, sobre todo, el apego a los sectores más vulnerables que brinda el activismo social es la causa primordial por la cual un dirigente tiene más o menos apoyo.

Es por ésto que podemos decir que, es fundamental la tarea de formar movimientos sociales para crear bases ideológicas fuertes. Son estas bases ideológicas las que, posteriormente, forjan partidos y forman cuadros políticos que dan un sustento estable y duradero.

La política mexicana ha cambiado mucho, pero, más que eso, se ha transformado. Hoy en día es imposible que el ámbito político no sea de interés para el colectivo social mexicano y, dentro de este contexto, es de suma importancia volver a las bases de la movilización social para fundar nuevos partidos que brinden una oposición digna y coherente con sus políticas y causas, causas que han de provenir del mismo activismo social mencionado previamente.

En conclusión, la importancia del activismo en la política mexicana es una cuestión que ha determinado profundos fenómenos sociales en la historia. En la actualidad, se ha de regresar a las bases activistas para forjar nuevos marcos políticos que brinden cercanía con la sociedad y, a su vez, brinden nuevos marcos teóricos estables para una nueva oposición, en favor de la democracia y la pluralidad.