La crítica como insubordinación: notas sobre Textos indisciplinados

- Raúl Soto. Textos indisciplinados. Vallejo, Humareda et. al. Lima. Heraldos editores, 2024.
Manuel Ramos Van Dick
Desde el título Raúl Soto nos propone un gesto como principio de acción: la indisciplina. Esta insubordinación es una potencia o un principio activo que actúa esencialmente como respuesta crítica. Podríamos encontrar aquí entonces una primera clave de lectura asociada al desacato.
El desacato es una actividad crítica que posee una serie de características que son particularmente interesantes para nuestro tiempo (un tiempo de hecho extraño para la crítica). Posee, por ejemplo, la ventaja de descomponer ciertos sentidos e interrumpir ciertas estructuras para ofrecernos una posibilidad distinta del mirar y del pensar. El autor lo admite en la nota introductoria al afirmar que su objetivo consiste en construir ciertas condiciones para que el lector pueda realizar una lectura atenta. Contrario al adagio “distraídos venceremos” de Paulo Leminski; Soto parece invitarnos a considerar que el desobedecer en la actualidad es sinónimo de atención. Como en esa maravillosa escena de Vientos del Este en la que Glauber Rocha repite en un cántico ritualizado “necesitas estar atento y fuerte”[i], para luego señalar el camino de encuentro con el arte radical latinoamericano. En este caso Soto nos invita a prestar atención, desde la radicalidad literaria de César Vallejo, desde la imaginación marginal y pictórica de Humareda o desde las diversas producciones culturales que atraviesan las últimas cuatros décadas. Sin duda, exponernos a estos experimentos estéticos tiene como fin radicalizar nuestra experiencia perceptiva.
Pero para lograr eso quien escribe debe acercarse al material también desde una posición distinta. ¿Cuál es la posición que toma el autor?
Busca-nos dice Soto, que estos textos o el estilo de ellos, se presenten como una alternativa o una rebelión contra los formatos rígidos y uniformes de la especialización (el lenguaje homogéneo y uniforme de las revistas especializadas). Son textos que se sublevan, en tanto se alejan de la retórica del experto. En suma, textos que fugan o subvierten el ordenamiento del texto académico para encontrar sus propias formas de expresión. Esto es lo que el estupendo filósofo Vilem Flusser, en un artículo del año 1967 denominó “Ensayos”.
Flusser distingue dos tipos de escritura: por un lado, un tipo de escritura académica al que llama Tratados y otra que denomina Ensayos. Allí, el filósofo de la imagen técnica se pregunta: “cuando trato un tema “erudito, ¿qué elección debo tomar?, ¿debo formular mis pensamientos en estilo académico (es decir, despersonalizado) o debo recurrir a un estilo vivo (es decir, mío)?”[ii]
Mientras que en el Tratado el escritor busca explicar e informar sobre un tema, en el Ensayo el autor se implica y busca alterar al lector. En el ensayo -remata Flusser- no abandono el cuerpo. Y si bien, Textos indisciplinados es un libro que contienen reseñas, textos de crítica literaria, comentarios a exposiciones, entrevistas, traducciones de poesía, yuxtaposiciones donde se entremezclan temporalidades (es decir, textos producidos desde los años ochenta hasta la actualidad); los escritos se presentan en conjunto como una escritura viva que busca alterar al lector, sacarlo de su desatención y proponerle provocaciones que lo confronten con su presente.
Optar por el ensayo entonces es apostar por una escritura viva que no abandona el cuerpo. Y es precisamente el cuerpo el tema con el que inician estas reflexiones en un texto titulado: Heces: Vallejo, Joyce y la materialidad del cuerpo, publicado originalmente el año 2023, que continúa en Trilce y The Waste land: afinidades y divergencias; del mismo año, en el que establece paralelos entre Vallejo y Eliot, a través del análisis corporal. Pero ese rastro de la corporalidad está presente también en textos como Asuntos circunstanciales, una reseña del primer poemario de Rocío Silva Santisteban publicado en 1985 o un comentario a la segunda exhibición de Johanna Hamman titulado La destrucción del cuerpo, publicado el mismo año.
En cada uno de estos textos el cuerpo es una materia de indisciplina. Si para Vallejo la corporalidad, la sexualidad, los fluidos -y en general las funciones fisiológicas- le permitieron remecer la moral burguesa y romper las barreras y los prejuicios acerca de lo corporal; para la literatura femenina en el Perú la poética del cuerpo es – a través de la descripción de órganos, miembros y la actividad sexual-, una forma de problematizar y reivindicar el yo femenino. Así también en el caso de la plástica de Johann Hamman, el uso del cuerpo humano expresa el rechazo a la descomposición, pero sirve también como una crítica al patriarcado dominante en nuestro medio y en otros lugares. Y aunque está presente la descomposición y el tratamiento desgarrado del cuerpo, para Soto estos gestos plásticos revelan a la corporeidad como algo que no desaparece, sino que permanece transformada. Hay – si se quiere – una victoria corporal.
No sucede lo mismo en el artículo titulado Charly, Rubén y los desaparecidos; publicado originalmente en 1985, en el que aborda los trabajos de Rubén Blades y Charly García. El texto abre de esta manera: “la palabra desaparecido adquirió una nueva connotación en Nuestra América durante la década de 1970, al convertirse en un sustantivo. El uso tradicional era como participio en los tiempos compuestos: ha desaparecido; o como adjetivo: persona desaparecida. El uso del sustantivo se generaliza a consecuencia de las desapariciones masivas en la Argentina. El autor continua (…) el antecedente directo de las desapariciones masivas en América Latina ocurrió en Guatemala con la llamada Operación Limpieza (…) la campaña de exterminio primero desapareció a los lideres de la oposición, cuyos cuerpos fueron arrojados al mar sentando el precedente de esta práctica genocida”. (p.138) Aquí el cuerpo se manifiesta en ausencia. Son los cuerpos que faltan. A través de la atención en ciertos cambios lingüísticos, Soto nos muestra que el terreno en disputa es el cuerpo. Parafraseando a Kelly Anspaugh, todo cuerpo humano es un microcosmos de la sociedad, un cuerpo político. (p.25)
En este caso la disputa es el cuerpo ausente, el cuerpo desaparecido, el cuerpo aniquilado. Pero es el mismo lenguaje -hecho canción o hecho poema – que llega para exigir una revancha. Porque, como nos enseñó Ferdinando Camon, la escritura es un modo de venganza. Y esto se hace manifiesto en la última sección que compone el libro dedicado a las traducciones, titulado Traiciones. En el poema de Taylor Jonhson, titulado Trans contradice la nostalgia: “todos los días construyo el bote pequeño, mi bote-cuerpo, el envase para el único cuerpo, el alma informe, el fuego azul que persuade mi ser en ser”.(p.257) O en el poema de Nomi Stone titulado Estados Unidos de América: “esperamos en la oscuridad/ hasta el sol cubrió/ las puntas de las hojas de las palmeras/ llegó un líder/ su boca era un garfio/ el abrió cada cuerpo/ ahí donde brillaba”.(p.256) O en Espectrología Negra No 5: Negro como si siempre fuera el blues de Jonah Mixon Webster: “de una estridulada/ media nota/ cartílago nocturno, chirrido de langosta/ cuello arqueado/ labios de cera/ mancha húmeda/ un cuerpo atiborrado/duro y enterrado /a plena luz/ la raíz de él/ desenterrado con la boca/ abierta, tratando/ de rasgar la soga/ de su cuello/ y darnos una canción”.(p.256)
Simultáneamente a la música y el lenguaje, Raúl Soto nos ofrece también contradicciones, como un gesto crítico que lucha contra el clima lánguido y la impotencia del presente. Contradicciones que no se reducen a la especificidad de las obras literarias o los objetos artísticos (que finalmente componen su campo de estudio), sino que se amplían hacia las contradicciones sociales que sirven de escenarios para que aquellas surjan. Por ejemplo, en el texto titulado Schawrz y Deusutua: dos visiones; publicado en 1987 y en el que comenta dos exhibiciones fotográficas, da inicio de esta manera:“mientras en el otro lado de la ciudad las botas policiales – bajo el mando directo del siniestro Mantilla[iii] – mancillaban los claustros universitarios y cientos de jóvenes eran detenidos; en el apacible Centro Cultural de Miraflores se exhibía un conjunto de fotografías de dos artistas generacionalmente cercanos, pero con ópticas diferentes”. Como si la fractura entre arte y vida; entre lucha y creación artística; fuera una urgencia pendiente de reparar.
Este tipo de gestos escriturales, críticos; indisciplinados diremos; hoy casi nulos; pero distribuidos a lo largo de este libro; configuran también un espacio de interpelación social. ¿Cuántos de esos textos de la década de 1980 están describiendo al Perú contemporáneo y a las sociedades latinoamericanas? ¿Cuánto de esa mirada crítica queda? ¿Cuánto y desde dónde estamos dispuestos a mirar? Ahora bien, que este libro permita cuestionar nuestras expresiones y dinámicas locales y/o sociales no significa que deje de lado otras experiencias. Así se dan cita comentarios y reflexiones sobre poetas como James Joyce, T. S. Eliot, músicos como Joni Mitchell, Tracy Chapman, reflexiones sobre el expresionismo alemán y las vanguardias europeas, ensayos sobre poetas jóvenes o sobre poesía visual.
Quisiera tomar unos gestos finales para terminar de caracterizar el libro de Soto y que puede señalarnos algunas soluciones. El primero aparece en la entrevista titulada La galería alternativa Allpa Mayu. Allí el autor entrevista a los artistas Juan Milla, Julio Chávez y Juan Zárate, a raíz de la aparición de la galería Yachay, en un distrito periférico de la ciudad de Lima y que se proponía como alternativa al circuito de galería comerciales. Los artistas afirman allí: “siempre es un poco difícil trabajar colectivamente, pero las discrepancias se solucionan en el trabajo mismo. Lo importante es la práctica y plasmar pensamientos, sentimientos y vivencias. Las discrepancias en nuestro trabajo mismo nos llevan a solucionar problemas mediatos e inmediatos. El trabajo colectivo de Allpa Mayu es lo que llama la atención de otras agrupaciones, porque no es fácil trabajar en grupo. El artista, como dijo Mariátegui, debe ser producto de su tiempo. Debe reflejar en su obra todo lo que observa a su alrededor y de esa forma contribuye al desarrollo ideológico de los demás”. (pp.248-249)
Podríamos discutir largamente en qué consiste y cómo se puede lograr ese desarrollo ideológico. Pero hay un aspecto particularmente interesante. En un tiempo en el que el individualismo social y artístico ha ensombrecido la potencia de la organización colectiva; en el que la atomización social ha desplazado la transformación organizada; y en un momento en el que la impotencia neurótica de nuestro tiempo se ha erigido obligándonos a olvidar la potencia indisciplinada e insurgente de los cuerpos colectivos, estos diálogos nos permiten imaginar nuevas opciones de coexistencia y de trabajo (otra vez, social y artístico).
Nos recuerdan -como sostiene Antonio Gomez Villar[iv]– que un proyecto de emancipación surge a partir de la rearticulación de relaciones sociales, ampliando imaginarios y horizontes conceptuales a través de prácticas de ruptura. Indisciplinadas, diremos otra vez.
Quizás para cerrar debamos traer la voz de Soto, esta vez deslizándose sutilmente entre los versos del poema 7 de George Oppen, que traduce en la sección final del libro; como un indicio de lo que podría ser.
7
Obsesionados, enloquecidos
Por el naufragio
De lo singular
Hemos escogido el significado
De ser numerosos.
[i] La letra pertenece a la canción Divino, maravilhoso interpretada por Gal Costa.
[ii] Vilém Flusser. Ensayos. Artículo publicado en O Estado de São Paulo en 1967. Traducción de Pablo Katchadjian. Juan Pablo Luppi anota lo siguiente en torno a este artículo: En “Ensayos” (…) Flusser expone su militancia por esa forma de escritura crítica. Frente al tratado, donde el rigor del argumento minimiza la responsabilidad del autor, prefiere el estilo vivo del ensayo, la vibración de la lucha entre pensamiento y vida, la transformación del tema en enigma que interpela a los lectores. Contra el academicismo reinante en las universidades brasileñas, prioriza el “momento de libertad que antecede a la decisión por el estilo”
[iii] Agustín Mantilla. Político peruano. Desempeñó altos cargos en el primer gobierno aprista (1985-1990) liderado por Alan García Pérez. Fue congresista durante la década de los noventa durante el gobierno de Alberto Fujimori. Años después fue condenado a seis años de prisión por el delito de cohecho pasivo propio por recibir 30 mil dólares de Vladimiro Montesinos.
[iv] Antonio Gómez Villar. Transformar sin cancelar. La sensibilidad cultural de la hegemonía. En: Pensamiento al margen. Revista Digital de Ideas Políticas. Número 15 (2022), pp. 62-70.