La cabeza de la cuarta transformación

CE de Intervención y Coyuntura

El asunto de los cuerpos sin cabeza, además de figurar como tema central de las narrativas de “terror”, ha sido una constante en la literatura para marcar la distancia del cuerpo orgánico con su parte pensante o racional, la separación de ambos resulta siempre perturbadora como el gato en Alicia en el país de las maravillas. Pero en política ha servido para marcar un desencuentro entre el movimiento político que se moviliza y se estructura como sujeto político y aquel horizonte político que lo tendría que definir. La historia del siglo XX en algún aspecto ejemplifica este desencuentro entre el movimiento obrero y su horizonte comunista.

El sábado 1 de julio de 2023, en el quinto aniversario de la victoria de 2018, AMLO hizo alusión a uno de los libros que ha acompañado a las izquierdas mexicanas, el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza de José Revueltas de 1962, un texto potente que hizo cavilar a las mismas sobre su pasado: el cómo se han comportado en su relación con el gobierno en turno y con respecto a las masas, dejando un terrible balance. Revueltas fue contundente: la izquierda comunista se ha alejado de las masas y ha preferido insertarse en espacios que la han desdibujado, pero que le han permitido dádivas que le permiten simular cierto avance, culminando con el más terrible juicio: la inexistencia histórica del Partido Comunista en México.

En aquel 1962, las conclusiones a las que llegaba el Proletariado sin cabeza hacían implícitamente un llamado general a la recomposición de la izquierda comunista, incluso a todos a los sectores que fuertemente criticó, pero ello no tuvo la mayor trascendencia. El libro, heredero de un marxismo que no había cavilado en torno a la posibilidad de construcción del comunismo sin pasar por el capitalismo, que colocaba al centralismo democrático como una figura que tiende más al centralismo que a la democracia, al tiempo que reflexionaba sobre los crímenes y terribles prácticas que instauró en las izquierdas el estalinismo, tristemente ha sido convertido por muchos de sus lectores en un estático monumento al que no se le puede resignificar o criticar, pues ha sido empleado para reducir su potencia a los pasos iniciales del “marxismo crítico” –si es que eso existe–, o para justificar la creación y reproducción de una izquierda satelital, llena de grupos que cada uno se autodenomina como el verdadero heredero de la tradición comunista en México, acusando a los otros de ser “judas”, traidores que han ocasionado el debacle de la izquierda comunista.

Que AMLO recupere al “maestro Revueltas” —o a Ricardo Flores Magón—, es para muchos de este tipo de lectores una afreta a su memoria y pensamiento. Pero dicha condena no dice nada, tan sólo repite los lugares comunes en torno a su obra, resaltándolo como una figura épico-trágica que heroicamente murió por sus ideales, en la inmovilizante melancolía que apela a la fórmula “todo pasado fue mejor”. No rescatan lo principal de su pensamiento: la preocupación por la transformación de la sociedad mexicana. Ello está presente en toda su obra, en donde el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza apenas es un parte de ese poderoso pensamiento.

En ese sentido, las palabras que AMLO recupera de aquel maestro que conoció en un evento, quien coloca a Obrador y a la 4T como la cabeza del proletariado, y califican al movimiento de una dirección horizontal debe ser entendido no en el sentido literal, sino en el marco de un nuevo contexto, en donde el proletariado ha perdido centralidad en la lucha política, mientras que el movimiento popular se convertido en punta de lanza para la construcción de un proyecto de liberación nacional. Así, el obradorismo, como tendencia política, es la cabeza de ese movimiento. No se puede eludir que es un movimiento contradictorio que agrupa diversas posiciones que incluso podrían ser consideradas como contrarias entre sí, y aún con ello, ha sido uno de los mayores pasos que ha dado la sociedad mexicana por su liberación. Es así como podemos pensar en los términos de Revueltas para hacer un examen de la 4T, de sus fuentes ideológicas y experiencias políticas, de su relación con los movimientos sociales, con sus aliados y adversarios, de su proyecto y de su futuro. Pero ello requiere ir más allá del marxismo de Revueltas, pues no es que el mundo se haya quedado detenido en 1962 (ni siquiera los planteamientos del duranguense fueron los mismos al final de su vida) –aunque así lo vean algunos–, y que el ejercicio de la crítica marxista de la sociedad haya sido abandonado.

Decir que el obradorismo tiene una cabeza, que tiene una dirección, que su cuerpo orgánico con la parte racional está conectado es también una afirmación de la fuerza política que AMLO quiere transmitir a todos aquellos que apuestan al resquebrajamiento de la cuarta transformación por las pugnas internas. Ver la disputa preelectoral como un síntoma de debilitamiento al interno de Morena y como un posible quiebre de toda la estructura es el deseo manifiesto de una derecha que ha perdido la brújula y que no puede encontrarse.

Nuevas coyunturas se acercan y este ejercicio será fundamental para la reflexión en torno al proyecto de nación 2024-2030 para que el conservadurismo no logre minar el proyecto de la 4T.