El deber y la responsabilidad de los equipos de salud mental: La lucha desde una trinchera del sur de Chile*

Nicol A. Barria-Asenjo[i]

Junto con la llegada e incorporación a lo global del modelo Neoliberal, se instauró la idea de un progreso ilimitado. Una idea anudada y que permanece en nuestra sociedad, sobreviviendo a duras penas entre simbolismos neoliberales que se disuelven con el conflicto político. Cabe señalar que el estudio de las repercusiones psicológicas que tiene el modelo neoliberal (Le Breton, 1999; Kraus, 2015; Figueroa, Cortés, Accatino & Sorensen, 2016; Merlin, 2018) y la política hoy (Lira, 2010; Viñar, 2011; Hernandéz, 2019) son un campo de interés en creciente expansión, precisamente por los procesos ideológicos que en el siglo XXI se han desencadenado. En este terreno de batalla configurado por la lucha entre las consignas ideológicas y procesos de ideologización, ha quedado irremediablemente atrapado el sujeto contemporáneo. Viendo como el devenir subjetivo de su constitución contendría las repercusiones psíquicas directas de lo que es e implica ser humano en el siglo XXI.

De acuerdo con mi querido amigo, el Marxista y Critico Cultural mexicano, David Pavón-Cuéllar encontramos que: “la existencia del sujeto neoliberal se caracteriza por su relación con lo que lo excede, por su impulso hacia el exceso, por estar fuera de sus límites, lo que no deja de suscitar stress, depresión, toxicomanía, suicidios, ataques de pánico y otros síntomas típicos de nuestra época. Es así como el neoliberalismo tiende a degradar la salud mental y todo lo demás que no puede explotarse, valorizarse económicamente, como bien lo han mostrado Han (2014) y Brown (2015)” (p. 591).

En este terreno de batalla, configurado por la lucha entre las consignas ideológicas y procesos de ideologización, ha quedado irremediablemente atrapado el sujeto contemporáneo, viendo desde una posición de espectador extranjero el devenir subjetivo de su constitución siendo su elaboración, aquello que contiene las repercusiones psíquicas de aquello que es e implica ser humano en el siglo XXI.

Al pensar en la repercusiones psicológicas, pronto nos daremos cuenta de que éstas son extensas y están tamizadas con la condición de vulnerabilidad indisociable a la época: ¿qué es ser un ser humano hoy?. En este sentido, el filósofo Patrice Vermeren (2019) se preguntaba si es posible ser humano en una época marcada por la inhumanidad. Preguntas que toman vigencia ante la afectividad infravalorada que el mundo neoliberal entrega en la escala de valor.

Según Laplanche y Pontalis (1967) hay una tendencia en el ser humano a regresar al estado inorgánico, cuestión abordada por Freud (1915) como un proceso dinámico con una clara tendencia hacia un fin. Reformulado posteriormente por el mismo Freud en 1920, como el par antitético Pulsión de Vida-Pulsión de Muerte. Dichas afirmaciones promueven el cuestionamiento por la importancia de estudiar y/o analizar las repercusiones en la subjetividad a la luz de las diversas modalidades de violencia y destrucción que el modelo capitalista inserta, es al mismo tiempo un punta pie inicial para pensar en las modalidades de trabajo y las estrategias o herramientas posibles entre terrenos despolitizados, en palabras de Elizabeth Lira (2010) hallamos que “hay muchos elementos que provienen de raíces históricas y políticas sobre las cuales no hay todavía (y tal vez nunca habrá) un consenso nacional” (p. 15).

Ahora bien, de acuerdo con Noam Chomsky (2001) “los humanos son una especie en peligro y, dada la naturaleza de sus instituciones, es probable que se auto-destruyan en poco tiempo” (p. 37). Entonces, pareciera ser que el reverso de la enfermedad neoliberal, es también una ilusión utópica de un final mejor; ¿algo milagroso nos salvará de los estragos que la maquinaria económica e ideológica ha producido, produce y significará para nuestra tierra/cultura?

Desde hace algún tiempo, la hegemonía global ha sufrido profundas crisis económicas y rupturas sociales-culturales, principalmente vía insurrección popular. De esta manera, la transparencia de las profundas contradicciones ideológicas y políticas se ha incrementado, dejando a la vista las grietas humanas, existenciales, materiales y políticas. Es momento de preguntarnos: ¿Cuál es la herencia de otras épocas que nos tocó abordar y que nos ha arrastrado a este actual resultado en el cual estamos insertos? ¿Cuál será el patrimonio o como lo definía Hegel (1816) el “alma de cada nueva generación” (p. 10) que soltaremos a la siguiente generación?

Recordemos que Hegel (1816) afirmó lo siguiente: “Por donde lo que cada generación crea en el campo de la ciencia y de la producción espiritual es una herencia acumulada por los esfuerzos de todo el mundo anterior, un santuario en el que todas las generaciones humanas han ido colgando, con alegría y gratitud, cuanto les ha sido útil en la vida, lo que han ido arrancando a las profundidades de la naturaleza y del espíritu. Este heredar consiste a la vez en recibir la herencia y en trabajarla. Esta herencia constituye el alma de cada nueva generación, su sustancia espiritual como algo adquirido, sus principios, sus prejuicios, su riqueza. Pero, al mismo tiempo, este patrimonio recibido de las generaciones anteriores queda reducido al nivel de una materia prima que el espíritu se encarga de metamorfosear. Lo recibido se transforma de este modo y la materia, al elaborarse, se enriquece a la par que se transforma” (p. 10).

La idea del fin de la historia, del último hombre, del fin de los metarrelatos, no ha hecho más que perpetuar terminológicamente desde análisis teóricos-conceptuales el mismo ideal que el capitalismo intenta imponer. La configuración del pasado, el presente y el futuro encuentra su punto límite con las visiones catastróficas que se han impuesto de manera incuestionable como el fin último de nuestras sociedades, una causalidad de las visiones escatológicas del capitalismo como frontera última, de acuerdo con Parker (2022) son precisamente “estas fuerzas las que enganchan y recompensan a los individuos por un comportamiento que reproduce estructuras materiales de dominación, de clase y de poder geopolítico” (p. 101).

En conversaciones personales mantenidas recientemente con el filósofo italiano Bifo Berardi (2023) manifestaba su preocupación por los tiempos desesperados en los cuales nos encontramos; un predominio de lo escurridizo y resbaladizo en la existencia humana, una tendencia a actuar sin entender y sin incorporar la importancia de la desesperación que subyace a la condición humana en nuestra era. ¿Será que todo este devenir implicará repetir los mismos y viejos errores? En el mensaje que recibí del intelectual Bifo Berardi me escribía lo siguiente: “Una retórica que pertenece al pasado, a pesar de la promesa de novedad. Hoy se trata de partir de una derrota radical. Quien no tiene el coraje de reconocer la derrota histórica de la izquierda no puede sintonizarse con el sentimiento de la última generación. Quién no tematiza el carácter último de la situación presente no está en sintonía con la desesperación actual. Quién no parte de la desesperación, no suena creíble” (Conversación personal 12 de junio del 2023).

La ilusión del re-comienzo sin cimientos parece ser una re-configuración que sólo es posible desde la teoría. La práctica nos mostrará que el re-comienzo no es un vacío donde todo lo existente hasta el momento se disuelve, se trata de aprender a hacer con los restos que nos quedan para edificar algo con la experiencia de lo destruido y lo perdido. Hasta aquí, el lector podrá preguntarse, con justo derecho: ¿Qué relación hay entre estas cuestiones —y fenómenos— con la disciplina psicológica? Más adelante lo veremos en detalle, pero hemos de adelantar desde ya que es la psicología en tanto campo disciplinar y, fundamentalmente los psicólogos/as quienes han quedado principalmente atrapados en este complejo atolladero. Aunque, para retomar la tesis lacaniana, afirmaré que NO-todo ha quedado allí atorado ni cojeando, aún hay un vacío sobre el cual podemos trabajar la textualidad y trazar nuevas líneas de demarcación que trastoquen otros espacios.

Entonces, para continuar, conviene incluir la tesis de que es la memoria aquello funda el pasado, y la tesis arrastra las siguientes preguntas: ¿qué es lo que está en el campo de batalla a propósito de la inexistencia de la memoria? ¿Cuáles son los lugares en nuestra historia política en los cuales se ha cristalizado y refugiado la memoria social y colectiva? ¿Por qué la existencia y los procesos psicológicos, así como las características particulares de los sujetos, en pleno siglo XXI están barnizados por sintomatologías especificas —tipo etiqueta— que se venden/promocionan y promueven —tanto como se previenen— en cada consulta, libro y/o manual?

En su reconocido texto “La responsabilidad de los Intelectuales”, Noam Chomsky, afirmó lo siguiente: “Los intelectuales tienen la posibilidad de mostrar los engaños de los gobiernos, de analizar los actos en función de sus causas, de sus motivos y de las intenciones subyacentes. En el mundo occidental, al menos, tienen el poder que emana de la libertad política, del acceso a la información y de la libertad de expresión. La democracia de tipo occidental otorga a una minoría privilegiada el tiempo libre, los instrumentos materiales y la instrucción que permiten la búsqueda de la verdad escondida tras el velo de deformaciones, de falsas representaciones, de la ideología y de los intereses de clases, a través de los cuales se nos da la historia inmediata. Las responsabilidades de los intelectuales son, por consiguiente, mucho más profundas que la responsabilidad de los pueblos” (p.11).

En síntesis, para ir al tema que nos convoca, ¿cuál es la responsabilidad y el deber de los equipos de Salud Mental a nivel nacional e internacional? Ian Parker (2010) en su reconocido texto “La Psicología como ideología. Contra la Disciplina”, lo dirá de la siguiente forma “el supuesto plano psicológico está íntimamente ligado al cambio político” (p 11), una tesis relevante al intentar observar el atolladero nacional e incluso mundial. Recordemos que “la psicología es una parte integral cada vez más importante de la ideología, de las ideas dominantes que respaldan la explotación y sabotean las luchas contra la opresión” (Parker, p. 12).

Estamos ante una psicología dividida, contaminada y obsoleta que en la medida en que intenta luchar contra su impotencia, también logra hundirse un poco más (Parker, 2010) Vivimos entre diversos discursos que nacen desde nuestra psicología en crisis, entendiendo que como sociedad estamos insertos en tiempos de crisis. En tiempos inminentemente políticos también hemos de entender que estamos en tiempos inminentemente psicológicos, donde los impactos de las falsas transiciones políticas impactan en la Salud Mental de los individuos que quedan colgados entre los cables de este juego de marionetas, maquinado por la carrera de acumulación del capital.

En el texto “Salud Mental en Chile: La otra cara del malestar social” Álvaro Jiménez y Esteban Radiszcz (2012) estipulan lo siguiente:

Consideremos algunos datos. En Chile una de cada tres personas sufre problemas de salud mental en algún momento de su vida. Santiago encabeza las capitales con mayor número de trastornos ansiosos y depresivos en el mundo, lo cual se ha traducido en un aumento explosivo en el consumo de antidepresivos. Asimismo, Chile es el país de la OCDE donde más ha aumentado la tasa de suicidio —sólo después de Corea del Sur—, mientras que durante los últimos años se observa un aumento importante de patologías mentales en niños, jóvenes y adultos jóvenes. Por otro lado, la mayor prevalencia de desórdenes emocionales y del comportamiento ha provocado parte importante del aumento en la cantidad de licencias médicas en Chile. A partir del año 2008, los problemas psicológicos se convirtieron en la primera causa de incapacidad transitoria entre los beneficiarios del sistema público de salud. En paralelo, se produce una mayor demanda de atención psicológica y psiquiátrica: una de cada tres consultas en todo el servicio público de Santiago estaría dada por trastornos ansioso-depresivos. En suma, la prevalencia de dificultades en salud mental es un problema mayor para las políticas públicas, más aún cuando para una buena parte de los trastornos psicológico-psiquiátricos existe una relación inversa entre prevalencia y estrato socioeconómico, es decir, los más pobres tienen una carga mayor de problemas en salud mental.

Entonces, asumo el riesgo de afirmar que desde mi perspectiva, es sencillo identificar y caracterizar a la situación nacional de la siguiente manera: mientras un grupo minoritario puede en el terreno de la Salud Mental tomar largos tratamientos y fármacos de primera generación, un grupo mayoritario de la sociedad chilena debe verse expuesta a procesos ultra-breves, con atenciones esporádicas y una amplia lista de cuestiones que vulneran a aquella persona que parece olvidarse detrás del diagnóstico que, por cierto, el mismo modelo exige.

Todo esto nos lleva a abanderarnos por una tesis interesante, señalada en conversaciones personales por el psiquiatra chileno Mauricio Jeldres como una de las máximas de sus inclinaciones: “Es necesario plantearse todos y cada uno de los escenarios, es más, es conveniente partir pensando en la peor opción, así no hay sorpresas y de esta manera, no hay angustia ni ansiedad” (Junio 2023) ¿no es esta la perspectiva que hemos de tomar en medio de la coyuntura nacional? Debemos comenzar a trabajar, movilizarnos, no quedarnos dormidos en esta carrera que va en beneficio del sufrimiento y del padecimiento psíquico. Pero, tampoco debemos caer en la idealización de creer que nuestra labor producirá una cura que podrá en algún momento ser comercializable por el modelo neoliberal. Debemos —parafraseando a Jeldres— comenzar a trabajar con la peor idea e imaginando la peor opción, PERO ponernos a trabajar.

Durante el 2023, comencé mi práctica clínica como psicóloga en formación en el Centro de Salud Mental (COSAM) Oriente de la ciudad de Osorno. Me inserté por primera vez —gracias a la recepción del Director de la Institución Pedro Fritz Cárdenas—, a una red de trabajo clínico, en específico al sector 1, conformado por una equipo multidisciplinar, es decir, conformado por psiquiatras (Los Doctores Mauricio Jeldres Vargas, Daniela Quilodrán Cerda y Javiera Blu Fuentes) Psicólogos/as (Lorena Ainzua Soto, Mauricio Martínez Kraushaar, Claudia Hermosilla Caro) TENS (Cecilia Díaz Salazar) Asistente Social (Viviana Sánchez Imilán) y Terapeuta Ocupacional (Valentina Bahamonde Flores). Un amplio y variado equipo desde el cual aprendería lo que es trabajar en un modelo público de atención secundaria con un claro y determinado enfoque multidisciplinario, pero fundamentalmente encaminado hacia la contribución genuina de la Salud Mental de la población local.

Desde el momento mismo de ingreso a mi práctica, entendí que la teoría cojea -una amplia parte de ella-, en relación con las problemáticas humanas que se instalan en el funcionamiento institucional (con usuarios y entre funcionarios).

Pero, a modo de síntesis y aproximación ¿que es necesario saber del COSAM Oriente? De acuerdo con lo comentado por Pedro Fritz Cárdenas (2023) “el año de fundación corresponde a 1994, en este año se funda oficialmente el Servicio de Psiquiatría del Hospital Base de Osorno, al que se le denomina Centro de Salud Mental, donde se entregan por primera vez con prestaciones de Salud mental a la provincia, luego de más de 20 años sin contar con este tipo de prestaciones. Al recibir la resolución del Servicio de Salud Osorno, en el año 2016, el servicio de psiquiatría del servicio Osorno se transforma en el Cosam (el Servicio de Psiquiatría se transforma en COSAM, dependiendo del Servicio de Salud de Osorno).  Con este cambio se realiza una división relativa a 2 unidad de salud mental (una primera división para los dispositivos de salud mental), uno es el centro de responsabilidad de Salud mental: psiquiatría del Hospital Base Osorno que contiene o comprende a las Unidades de Corta Estadía, la Unidad Ambulatoria de Psiquiatría y el Hospital de Día, con atención en las comunas de la provincia de Osorno, en tanto, en la comuna de Osorno, queda el COSAM que vive una nueva división, transformándose en 2 COSAM (transformándose en 2 establecimientos similares), a saber, COSAM Oriente y COSAM Rahue” (Entrevista personal mantenida con el Director de la Institución).

Una realidad particular, especifica, que sin lugar a duda encuentra sus símiles en los demás rincones del extremo sur o norte, lugares en los cuales los modelos de gestión quedan cortos por la perspectiva centralizada que todo instrumento tiene.

Como señaló atingentemente David Pavón-Cuéllar: “La indignante función de la psicología como sedante, calmante, analgésico. Los psicólogos ayudamos a que el sistema no cambie, pues eliminamos la única presión que podría cambiarlo, esa presión que podrían ejercer todos los sujetos frustrados e insatisfechos si no fueran calmados por sedantes como la televisión, las redes sociales en internet y el abanico de psicoterapias embrutecedoras que ponemos a su disposición. Al aliviar la frustración y la insatisfacción, permitimos que lo frustrante e insatisfactorio no sea remediado. Permitimos que la enfermedad no sea curada. ¿No es acaso para esto que mitigamos el sufrimiento que la enfermedad produce? Nuestra psicología no es más que un analgésico más que el sistema opta por administrar a los sujetos. Siempre es más barato sedar que extraer el tumor” (p. 203).

¿Qué podemos hacer nosotros como psicólogos/as desde nuestra posición privilegiada frente a los retos de lo cotidiano de las clases populares, cuando sus trabajos no les permiten una reflexión profunda y el mismo modelo los aliena de sí mismos?

Todo crítico del modelo hegemónico a nivel global tiene la responsabilidad de tomar una postura crítica con las instituciones y, por sobre todo, con la alianza que la psicología en nuestra época ha generado con la ideología dominante. Sin embargo, aún hay atisbos de esperanza para una psicología en crisis. La labor de los psicólogos/as bienintencionados, de los equipos clínicos, de los directivos en trabajo y diálogo constante con sus propios deseos de contribución funcionan como las gotas de agua que abastece la sed de los deshidratados en medio de las trincheras.

El psicoanalista Cristian Solar sintetiza algunas ideas de una excelente y muy precisa manera: “Muchos compañeros y colegas que nos acompañamos y resistimos. Hay un aprendizaje muy relevante de una cierta grupalidad y de enfrentar lo político” // “Hay una neutralidad más básica que yo siempre he estado convencido de que no se puede tener” // “La historia la hacemos nosotros, no es necesario que venga alguien desde afuera para explicarnos nuestra historia” (Conversaciones personales, mantenidas con el profesional en el marco de un proyecto de investigación).

Así como no es necesario que nadie venga desde afuera para explicar nuestra historia, tampoco es necesario que nadie llegue desde afuera a explicarnos u orientarnos en el trabajo que realizamos. ¿Por qué los lineamientos nacionales persisten en resistirse ante la evidente diferenciación que hay en la población a propósito de lo geográfico? ¿Como responder a lineamientos centralizados desde una trinchera del sur de Chile? ¿Qué hacen los equipos con deseos de confrontar la realidad local, las heridas psíquicas de los usuarios cuando el mismo sistema los imposibilita por la burocracia propia de nuestro país que es un bloqueo para ir más allá?.

En conversaciones personales mantenidas con el psiquiatra chileno Andrés Tibaldo Varnava Zolezzi (subdirector de gestión clínica y comunitaria) hallamos una aproximación a las cuestiones previamente planteadas, en sus palabras tenemos:

Desde la perspectiva del trabajo en COSAM, una de las necesidades que observo es la de educar en conceptos de salud mental y enfermedad psiquiátrica. La dificultad se nos presenta en el encuentro diario con las personas que atendemos, donde se adquiere una responsabilidad implícita de participar en un empuje constante por resolver qué es lo que atribuimos a la realidad, haciendo frente a lo impuesto por nuestra idiosincrasia social. El desconocimiento acerca del respeto que merecen necesidades humanas muy básicas para la salud se convierte en una barrera insidiosa para la obtención de buenos y, a veces, mínimos resultados terapéuticos. La dificultad expresada trasciende a las personas que buscan apoyo y se encuentra, muchas veces, en los mismos equipos de salud: su red integrada y también en las instituciones. Ejemplo de lo anterior es la falta de estandarización entre los actores que prestan servicios similares. Se pueden encontrar aspectos de infraestructura y recursos humanos, así como la planificación a corto y largo plazo, pasando por las diversas formas de organización y gestión que se pueden observar al pasar de una región e incluso de una ciudad a otra. A mi parecer, el objetivo no es solo reconocer la salud mental como importante o la enfermedad psiquiátrica como existente, sino que también integrar la validez de su influencia en la conformación estructural y dinámica de nuestro entorno inmediato, sociedad y estado (julio del 2023).

Es la resistencia desde la grupalidad lo que es en sí mismo una posición política. ¿Por qué es tan sencillo pensar en aquello perdido y es tan complejo destacar aquellos logros diarios? Entre la lucha afectiva que hay por lo perdido, lo esperado, lo deseado, los lineamientos y los debates vacíos, se nubla el logro y el paso que se da entre lo cotidiano. De acuerdo con Parker (2022) el reto de la disciplina en la actualidad es también salir de las trincheras y hacer frente a “una serie de problemas históricamente constituidos” (p.99), no hay equipos clínicos alienados de las ideologías, no hay un trabajo no-ideológico, sin embargo, “la compleja relación dialéctica entre su forma clínica y los aspectos ideológicos de la teoría se puede aclarar y trascender en la práctica” (p.100)

Precisamente esta fue una de las grandes reflexiones que me invadieron luego de presenciar una situación particular donde 2 usuarios agradecían los mensajes entregados a lo largo de sus procesos por la psicóloga Lorena Ainzua. Lo importante o general del mensaje, sobrepasa al mensajero, es decir, el mensaje enviado a alguien, el texto, la textualidad, el diálogo y las palabras pueden incorporarse, dejando una huella desde la cual otro camino emerge.

La escena que tuve el honor de presenciar trajo a mí las palabras de Halbwachs (1968) “No hay en la memoria vacío absoluto, es decir, regiones de nuestro pasado hasta tal punto fuera de nuestra memoria que toda imagen suya no pueda relacionarse con ningún recuerdo, y sea una imaginación pura y simple, o una representación histórica exterior a nosotros. Nada se olvida” (p. 210). Es conveniente también añadir, que nada debe olvidarse en cuestiones de política, la clínica es política, porque el trabajo de re-significar, el trabajo de la elaboración de las vivencias es también una lucha política invisibilizada, que sale a la luz, en rincones obscuros y silenciosos.

He allí la clave entre la práctica y la teoría, la humildad de la clínica debe también incorporarse a la arrogancia que tiene nuestra academia. Una elitización del saber dónde competimos por la publicación, por el prestigio internacional, pero que no es un elemento que sirva a las vidas que son atendidas a diario en la salud pública nacional.  Como lo decía Ignacio Martín-Baró (1988) es necesario ideologizar “los hechos” (p. 131) y saber hacer con aquello innegable y relativo a que “somos productos históricos” (p. 135).

¿Hacia dónde se dirigen la esperanza y la desconfianza a la luz de las crisis políticas del siglo XXI? ¿Por qué es tan complejo para algunos entender que lo que la historia y en específico los lugares obscuros y horrorosos de la historia necesitan para ser iluminados, es una escucha atenta a aquellos silencios forzados que muchos han sido obligados a mantener? ¿Por qué nos rehusamos a escuchar los gritos de los usuarios que mediante sus características particulares nos ponen un reto importante?

Recordemos que Noam Chomsky escribió: “los latinoamericanos serían libres, libres para actuar de acuerdo con sus deseos. O sea: queremos que sean libres para elegir, a no ser que se inclinen por opciones que no queremos, en cuyo caso nos veremos obligados a restaurar las estructuras tradicionales de poder mediante la violencia, si es necesario. Esta es la cara más progresista y liberal del abanico político. Pueden ser libres, pero libres para hacer las elecciones correctas (p.9).

Parafraseando a Noam podríamos decir que en Chile, los psicólogos son libres, los equipos clínicos son libres, PERO solo si toman las decisiones correctas. Y estas decisiones están direccionadas hacia un mantenimiento del orden que la acumulación del capital permite en relación con los márgenes de libertad entre los cuales el sujeto puede subjetivizarse. El Dr Mauricio Gómez en el documento “Avances en Salud Mental a 25 años de la declaración de Caracas”, nos recuerda que desde el año 1993 junto con la re-estauración de la democracia en un país devastado por los estragos de la violencia militar impuesta en la Dictadura, se consolidó el primer Plan de Salud Mental y Psiquiatría. De la misma manera podemos ver en este documento, una suerte de avances y progresos en términos materiales y estadísticos que permiten ver como el paso de la historia produce también elementos nuevos en este terreno -tanto negativos como positivos-.

Al salir del papel encontraremos una realidad similar, en conversaciones personales mantenidas con la trabajadora Social Viviana Sánchez Imilán (2023) encontramos lo siguiente:

Después de 10 años de ejercicio profesional en el área de trabajo social clínico en salud mental en el COSAM Oriente de Osorno, me encuentro en un momento de reflexión sobre mi labor y su impacto en la comunidad a la que sirvo. Durante esta década, he tenido la oportunidad de trabajar con diversas personas y familias que enfrentan desafíos y dificultades en su salud mental. El trabajo social clínico en el ámbito de la salud mental es una disciplina que implica un compromiso profundo con el bienestar de las personas y una comprensión integral de los factores sociales, psicológicos y culturales que influyen en su salud mental. A lo largo de los años, he aprendido que cada individuo tiene una historia única y enfrenta circunstancias personales y sociales distintas, lo que requiere un enfoque personalizado y flexible en mi práctica. Mi principal objetivo como trabajador social clínico ha sido brindar apoyo emocional, evaluar las necesidades de los usuarios y ofrecer intervenciones adecuadas para promover su bienestar y calidad de vida. He tenido la oportunidad de realizar evaluaciones psicosociales, diseñar planes de intervención, brindar terapia individual y grupal, coordinar con otros profesionales de la salud y participar en la implementación de políticas y programas de salud mental. A lo largo de mi trayectoria, he sido testigo de la importancia de la empatía, la escucha activa y el respeto en mi relación con los usuarios. La salud mental es un tema delicado y sensible, por lo que establecer una relación de confianza y respeto mutuo con las personas a las que atiendo es fundamental para lograr resultados positivos. Cada vez que veo el progreso y el crecimiento de los usuarios a través de mi trabajo, me siento motivada y satisfecha con mi labor. Sin embargo, también he enfrentado desafíos y limitaciones en mi práctica. El sistema de salud mental a menudo está sobrecargado y subfinanciado, lo que dificulta el acceso a los servicios y recursos necesarios para los usuarios. Además, los estigmas sociales y la falta de conciencia sobre la importancia de la salud mental aún persisten en nuestra sociedad, lo que puede dificultar el trabajo de sensibilización y prevención” (Conversaciones mantenidas el 1 de julio del 2023, Osorno).

De acuerdo con la reflexión y análisis de la profesional, surgen algunas necesarias y pendientes confrontaciones, con la brecha que hay entre la vocación, la responsabilidad y el deber profesional y el umbral existente producido por la carencia estructural y material que hay para poder ejercer. ¿Hemos pensado en el reto cotidiano que deben enfrentar los profesionales con la limitación financiera y las restricciones que tienen los equipos de Salud para poder ejercer libremente su trabajo?

Es por esta razón que el título de este documento involucra el concepto de “trinchera”, la clínica y los equipos de salud están trabajando desde las trincheras olvidadas y agotadas por el paso de la teoría. No olvidemos que los ideólogos/as y autores/as están a nivel nacional e internacional en la primera línea de la disciplina, pero en una batalla que no incluye los espacios de clínica y la marginalidad, sino, en un dialogo entre intelectuales/autores luchando solo para construir nuevos lineamientos, mejores manuales y variadas directrices que carecen de evidencia cotidiana o de una utilidad humana. Una práctica que debe improvisar sin teoría adecuada y una teoría sostenía desde la fantasía de cada autor/pensador.

La experiencia clínica, social y práctica de la profesional, puede también ser contrastada con lo estipulado por Prado (2014) quién refiere que:

Desde Freud y su teoría sabemos que la civilización en sí misma no representa la causa de los malestares, sino más bien el efecto que ésta tiene sobre el sujeto, es así que cada época, constituye la presentificación de nuevos síntomas y diversidad de malestares los cuales demandan un respuesta, en este sentido la clínica también cambia, con la finalidad de responder a las demandas de la subjetividad de su época, la cual siempre tiene un carácter particular y exhibe nuevas y exacerbadas formas sintomáticas (p. 24).

El cambio en la clínica parte desde el momento mismo en que se toman los lineamientos con matices globales y se extrapolan a lo local, una experimentación que en el sur de Chile se ve acompañada por cuestiones culturales, identitaria e incluso económicas.

Se adhiere a este fenómeno que las repercusiones psicológicas, materiales, inmateriales, sociales, históricas y espirituales son también en sí mismas una respuesta a la propuesta trazada por la maquinaria capitalista, cuestiones que han sido estudiadas desde incluso antes de su instauración como modelo dominante a nivel global. De acuerdo con Viñar (2011):

Estamos hechos de palabras tanto como de carne. Es en ese espacio íntimo donde se genera la producción de psiquismo, andariveles e itinerarios donde se construyen amores y soledades. La experiencia catastrófica es un agujero en la continuidad representacional inherente a la vida psíquica. El horror y el dolor extremo no generan experiencia sino espanto, no genera representaciones y relato sino vacío representacional y por consiguiente lo ocurrido es difícilmente transmisible y compartible. La palabra catártica se vuelve robotizada y configura una parodia, un simulacro de su valor de intercambio entre humanos (p. 58).

Es precisamente con la palabra, la cual como instrumento logra penetrar las entrañas de lo in-decible, aquello que se supone, el asombro inaugural que posibilita la re-escritura de una historia. Si lo que la violencia capitalista impone, es la pérdida del sentido, y, en reemplazo de este vacío propone llenar aquella falta con respuestas rápidas y despolitizadas (Gallo Acosta, Barria-Asenjo y Letelier, 2023), con la palabra podemos re-politizar aquellos silencios y suspiros que hay en cada ser humano esperando ser escuchados.

Agradecimientos:

Este documento, ha sido construido durante el mes de junio, un mes profundamente cargado por experiencias y reflexiones en el contexto de mi práctica clínica.

Mi agradecimiento va al equipo al que he llegado y que mediante mi sutil incorporación y mi atenta observación y/o análisis de lo cotidiano, he logrado obtener algunas experiencias vitales fundamentales para que esta publicación vea la luz.

En particular, agradezco a quién me recibió en la Institución, Trabajador Social Clínico y director del COSAM Oriente, Pedro Fritz Cárdenas, luego de más de 5 años de conocerlo, es precisamente en este contexto en el cual he logrado aprender más de él y de lo que hace.

Gracias al Psicólogo Mauricio Martínez Kraushaar, mi supervisor en terreno, quien con paciencia y dedicación desde el momento de mi incorporación fue capaz de sostenerme en medio de mi nulo conocimiento de las cuestiones prácticas e institucionales – y por qué no, también humanas y relacionales-.

Agradezco al Psicólogo Fernando Valenzuela Ruiz, mi supervisor institucional, un diálogo constante con el psicoanálisis que me ha ayudado a ver qué aún hay sectores de lucha y contradicción en medio de lo dominante.

Un amplio reconocimiento y agradecimiento al Psiquiatra Mauricio Jeldres Vargas, por los interesantes diálogos y la mediación que hay entre su experiencia y sus conocimientos técnicos y teóricos. He aprendido a admirarlo por su sabiduría y humildad. Escucharlo siempre es un momento de amplia reflexión y conocimiento.

Agradezco al Doctor Andrés Tibaldo Varnava Zolezzi (subdirector de gestión clínica y comunitaria) y a la Asistente Social Viviana Sánchez por su contribución a este documento. Su experiencia profesional y su apoyo en esta iniciativa han sido un pilar importante para el dialogo teoría/practica.

Agradezco a la Psicóloga Lorena Ainzua Soto, quien dejó una huella afectiva importante, a propósito de la importancia que tiene la buena clínica y la escucha atenta para una vida. Ver una pequeña parte de su trabajo, fue inspirador para mi formación y mi trabajo porvenir. Una amplia trayectoria profesional que concluyó este 2023 recibiendo un amplio reconocimiento por parte de sus colegas de trabajo y, además, por parte de sus usuarios. Necesitamos más profesionales como ella.

Me parece fundamental dar las gracias a Alicia Quilaqueo Paredes y Maria Isabel Barriga Saldivia, quienes me han demostrado el valor de lo humano y lo importante de la sensibilidad y la recepción. Su trabajo es fundamental en medio de los ajetreos del sistema público; 2 sensibles, amables e incansables trabajadoras.

Por último, agradezco a Hernán Herrera, Magister en Psicología Clínica mención Teoría Psicoanalítica, Universidad Diego Portales, por su constante apoyo y en particular, por la ayuda en edición de este documento. Su amistad y apoyo son un pilar fundamental.

También agradezco a los psicoanalistas Nicolás Pinochet Mendoza, Rodrigo Rojas Jerez y José Cabrera Sanchez por las últimas entrevistas mantenidas durante el mes de Junio, las cuales ampliaron mis ideas sobre el rol de la disciplina.

 Mi eterno agradecimiento al historiador chileno Gonzalo Salas, por su apoyo, amistad y por el honor de trabajar en conjunto, trabajando con Gonzalo, aprendí a observar críticamente nuestro rol, el rol y la responsabilidad de la disciplina.

Referencias

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[i] Nicol es de nacionalidad chilena, nacida en la ciudad de Osorno. Autora de columnas, ensayos, libros, poemario y artículos académicos publicados en medios y editoriales nacionales e internacionales. Reconocida durante el 2022 por el diario The Clinic como una de las 55 Intelectuales más influyentes en la escena política en el Estado de Chile. Se incorpora al debate público a los 20 años con sus primeras publicaciones académicas, momento en el que, además, su trabajo removió a la disciplina psicológica tras liderar y organizar cabildos a nivel nacional, su iniciativa fue apoyada por el Colegio de Psicólogos de Chile, y, por otras 25 organizaciones y universidades nacionales.

*El presente ensayo fue publicado el 10 de julio de 2023 en Le Monde Diplomatique. Edición chilena. Reproducimos el texto con autorización de su autora.