Klossowski y la moneda viviente Consideraciones de un abogado del diablo[i]

Roberto Fineschi
 

Mis limitados conocimientos sobre este tema se reflejarán claramente en mis observaciones. Espero que me disculpen y consideren mis comentarios como notas de un profano que intenta adentrarse en un mundo con el que no está especialmente familiarizado. Esto es para advertirle, por un lado, que tome mis observaciones con la debida cautela y, por otro, que las considere como intervenciones del abogado del diablo, de alguien que lee y plantea posibles objeciones.

He estudiado con interés el texto de Klossowski, encontrando algunas dificultades para interpretar su articulación global. Por supuesto, sólo puedo comentarlo a la luz de mi especialización, a saber, la filosofía clásica alemana y, sobre todo, Marx, un autor en el que el tema del dinero es absolutamente central y transversal tanto en su obra temprana como en la de madurez. Empecemos por el título: el dinero vivo. Aquí surge la primera duda: ¿moneda o dinero? De hecho hay inmediatamente un problema de traducción que se encuentra también en las ediciones francesas de El Capital; en Marx, dinero y moneda son categorías distintas y esto en francés le creó problemas, obligándole a explicar en notas los matices de significado y las diferencias categóricas entre los dos términos.[ii] La pregunta para Klossowski es entonces: ¿en cuál de las dos categorías está pensando? Mi opinión es que se refiere a lo que, en términos marxianos, es el dinero.

El adjetivo «vivo», por otra parte, me hizo pensar inmediatamente en la teoría del fetichismo, donde el punto clave para Marx es que el dinero no es una cosa, sino una relación social que se «cosifica» en un objeto material, pero no deja de ser una relación social. En este sentido, es en sí mismo algo vivo; no en términos eminentemente biológicos, por supuesto, sino porque sólo existe en la medida en que se da a sí mismo una sociedad mercantil, de intercambio y, de hecho, en esta sociedad mercantil representa la encarnación absoluta de la socialidad en un objeto; es, por tanto, un simulacro por excelencia, la universalidad de la sociedad mercantil objetivada en un material. Su carácter «vivo» no se debe ciertamente a su materialidad, sino al hecho de que la sociedad mercantil existe. La conexión entre el objeto inerte y la vida en Marx toma esta forma: el objeto dinero es en sí mismo vivo en la medida en que representa esta relación social. En mi opinión, hay aquí diferencias entre la concepción juvenil de Marx y la de El Capital, que serán útiles para plantear cuestiones a Klossowski.[iii]

En los apuntes de Marx sobre Mill de los años 40, aparece ya la idea de la alienación absoluta de la totalidad del ser humano en el objeto dinero, y el paralelismo con las metáforas teológicas es adecuado; ya se ha señalado cómo en estos pasajes Marx se remite a la carta de Pablo de Tarso a los Filipenses, al concepto de κένωσις, encarnación y vaciamiento, etc.[iv] El punto clave en mi opinión es entender qué o quién se objetiva en el dinero. En la reflexión juvenil ese algo es seguramente el ser humano, personalidad universal, que enajena su propia esencia en esa materialidad objetivada que tiene delante. Un primer punto es ver si incluso en la teoría madura del fetichismo las cosas están exactamente en estos términos; creo que sólo en parte. ¿Por qué digo esto? No para hablar de Marx, sino porque, en mi opinión, esta idea de una «persona universal» que se objetiva a sí misma alienándose en una relación material-objeto quizá también constituya el trasfondo del discurso de Klossowski, sobre todo en el último párrafo titulado «La moneda viva», donde se menciona específicamente a la «persona humana» como el sujeto en cuestión.[v] Este es el trasfondo filosófico de este tipo de objetivación, a saber, la idea de una esencia universal dada, de algún modo a priori, que se exterioriza en una relación material. Klossowski utiliza términos y conceptos que están ausentes en Marx, pero me parece que hay un concepto de individualidad que de alguna manera preexiste, que actúa como condición previa para la explicación real del concepto de dinero. A partir de estas premisas, ¿cuáles son algunas de las cuestiones clave?

Para seguir haciendo de abogado del diablo, me saltan a la vista algunas cuestiones problemáticas. La primera es una definición poco clara del problema de la continuidad y discontinuidad históricas. Esto se traduce en una definición tal vez resbaladiza de lo que significa «útil». Sobre todo en la primera parte[vi] me parece que Klossowski vincula demasiado rápidamente el concepto de utilidad al de rentabilidad, que lo entiende sobre todo en términos de utilidad a efectos de valorización, aunque no utilice esta palabra: la inclusión de esta utilidad en un proceso de producción industrial orientado a la valorización. Desde este punto de vista, creo que existe un riesgo de «naturalismo». ¿En qué sentido? Utiliza un concepto amplio de utilidad que en cambio resulta ser, paradójicamente, la utilidad del capitalismo, es decir, orientada a la valorización; uno quisiera que fuera universal, pero en realidad es el concepto estrecho de capitalismo que se extiende sin mediación a la utilidad en general. Por lo tanto, existe quizás el riesgo de perder la relación entre la historicidad determinada de los procesos capitalistas de valorización y un concepto más genérico de utilidad que no se expresa necesariamente en términos capitalistas.

Si no he entendido mal, esta discrepancia también aparece en el concepto de «manufacturabilidad», vinculado a la industrialización, definida como un proceso de producción artificial de bienes que no son naturales ni habituales.[vii] También aquí, en mi opinión, es un poco exagerado identificar la manufacturabilidad per se con el proceso capitalista de valorización: no todos los procesos de manufacturabilidad son capitalistas. De nuevo, la tensión está entre dinámicas históricamente determinadas en las que la producción, la sublimación, la negación de la satisfacción, el juego erótico, también asumen específicamente una dinámica capitalista, y su generalización a un humano que puede no funcionar necesariamente en todas las épocas como lo hace en la dinámica de la producción capitalista. Si la fabricabilidad y el proceso capitalista de valorización no coinciden, tampoco lo hacen necesariamente las dinámicas más o menos perversas que este proceso establece desde el punto de vista de la pulsión erótica, etc. No se pueden aplanar en una generalización, en un humano como tal. Esta es una cuestión que no he podido resolver en el texto, pero quizá sea una limitación de mi lectura.

En este sentido, la cuestión de la salida de las relaciones alienantes, aunque Klossowski no utilice esta expresión, del modo de producción capitalista también depende mucho de cómo se entiendan los sujetos; ¿qué sujetos eliminan, subliman realmente la pulsión? ¿El individuo en abstracto? ¿Son individuos históricamente determinados? ¿Son las clases sociales? Aquí el paralelismo con el joven Marx, que en realidad tenía un concepto bastante genérico del sujeto histórico, el Gattungswesen, la esencia de las especies, es algo legítimo. Si el sujeto histórico es la humanidad como especie, se aliena a sí misma bajo condiciones históricamente determinadas y supera la alienación eliminando esas condiciones que determinan el estado de escisión entre esencia y existencia. En mi opinión, el joven Marx piensa precisamente en estos términos. Los llamados Manuscritos de 1844 y el concepto relacionado del comunismo, el trabajo como esencia, etc. encajan en este contexto. En El Capital la cuestión se vuelve más compleja; allí los sujetos históricos se articulan de otra manera y no a partir de un concepto genérico de ser humano; no se trata de individuos, sino de entidades colectivas históricamente determinadas que se caracterizan por su función, es decir, por el papel que desempeñan en la reproducción social: las clases. Por tanto, no es el ser humano genérico, sino un proceso de determinación y desarrollo que se articula en diferencias. Este concepto abstracto del ser humano en El Capital de Marx se convierte él mismo en una especie de fetiche: es precisamente la figura subjetiva de la simple circulación la que emerge como resultado parventeen de la dinámica mercantil; es así la alienación misma de la esencia de las especies, en la que él mismo creía tan profundamente de niño, la que resulta a sus ojos la otra cara del fetichismo de la mercancía: ese sujeto totalmente alienado del dinero sólo existe en la circulación de mercancías como su producto parventeen. El concepto universal del ser humano, que él imaginaba como el sujeto general de la historia, es en realidad la subjetividad tal como aparece dentro de la circulación de mercancías, como fetiche subjetivo, la otra cara del fetichismo objetivo de la mercancía.

Si este fuera el caso, volviendo a Klossowski, en mi opinión también en él existe el riesgo de que caigamos en una línea de razonamiento de este tipo: al intentar reconducir el concepto de dinero, la moneda, a una dinámica de objetivación contradictoria y de supresión de la pulsión individual, se podría correr el riesgo de individualización, es decir, no de negar sino de reconducir todo al individuo. La cuestión es si es posible pensar el dinero, lo que Marx define como una relación social, sólo a partir del desarrollo de pulsiones individuales, como un agregado social en una cosa resultante de la suma de muchas subjetividades individuales dadas que se componen, sí, pero que no se definen también en función de la relación social de la que son momento. Existe en esencia un riesgo de individualismo metodológico. En este sentido, si este es el caso, la posición de Klossowski puede prestarse, paradójicamente, a la crítica de ser, por decirlo de forma extremadamente provocativa, una ideología burguesa. Si, al fin y al cabo, el sujeto es el individuo abstracto, éste es el supuesto fundamental de la ideología burguesa, que considera la socialidad como una suma de individuos que la constituyen a partir de sí mismos. Dejo estos comentarios como materia de reflexión para quienes con más pericia que yo puedan evaluar los méritos.

Pasando a una segunda serie de observaciones, no puedo entender cómo el dinero vivo puede funcionar como dinero, si no queremos separarnos demasiado de una definición convencional del dinero -por problemática que sea- en la que existe la idea de una intersubjetividad objetiva en algo, de un equivalente que es tal en la medida en que todos se reflejan en él como algo igual y, por tanto, se relacionan entre sí como iguales y diferentes gracias a esta cosa que actúa como un espejo frente a ellos; no puedo entender cómo el dinero vivo puede desempeñar esta función. Si bien puedo ver cómo puede convertirse en simulacro de una subjetividad que se hace evidente y al mismo tiempo se oculta en un concepto social, no puedo entender cómo puede cumplir las funciones que el dinero desempeña normalmente desde un punto de vista operativo: medida de valores, medio de cambio, medio de pago, elemento de atesoramiento y acumulación, etc. Probablemente ésta no sea la intención ni el objeto de interés, pero si, por así decirlo, el dinero vivo ha de convertirse en una alternativa viable al dinero existente en el capitalismo, esto quizá resulte más problemático.

Para terminar, una última reflexión sobre la «acuñación», sobre la determinación de la personalidad individual y la función de la moneda en ella. Si la moneda es la síntesis en un objeto o simulacro de una relación social, ¿cuál es la naturaleza de esta impronta que recae sobre el individuo? ¿Está definida por la relación de esta socialidad que pasa a co-definirle también como individuo o en la mera limitación de su pulsión como individuo pre-social? Si fuera la segunda opción en mi opinión se corre el riesgo de volver a caer, de nuevo, en el individualismo metodológico, porque en ese punto se quiere definir el dinero, que es una relación social, a partir del individuo.

Si, por el contrario, se tratara de una co-determinación más compleja de cómo esta limitación de la pulsión individual es de alguna manera co-constitutiva de la individualidad, en el sentido de que es un punto de mediación entre cómo la historia del mundo, el espíritu desarrollado hasta ese momento, y su constitución, sería más interesante, porque pasaría a considerar la dimensión social también en la constitución psicoanalítica del individuo. Si fuera la primera opción en la que sólo existe la limitación externa de la individualidad ya dada y constituida independientemente de la socialidad, en mi opinión volveríamos a caer en el individualismo metodológico y en la ideología burguesa; incluso las perspectivas de emancipación en las que se reivindica la pulsión plena, en las que lo externo y lo interno (esencia y fenómeno) se corresponden sobre la base de la libre pulsión del individuo acaban dentro de este marco.

Aunque desapareciera la mercancía-dinero, tema complejo en el que no puedo entrar aquí, el dinero seguiría siendo una relación social porque desempeñaría toda una serie de funciones que subsistirían de la manera articulada que sólo conocemos dentro del modo de producción capitalista. Para eliminarlo, pasaré por marxista anticuado, hay que eliminar las condiciones materiales que lo generan; sólo un modo de producción y distribución diferente podrá, en base a su funcionamiento, evitar la existencia del dinero. Desde este punto de vista, es una gran incógnita porque los intentos históricos pasados han sido infructuosos, no sólo en sus resultados políticos, sino también en la mecánica de la existencia del dinero: en el llamado «socialismo real» había dinero, salarios, dinámicas de asignación que de hecho, aunque limitadamente, preservaban estas formas y junto con ellas el fetiche de la mercancía, el capital, etc. Pensar la alternativa es el gran desafío; en mi opinión, aunque problemáticamente, el texto de Klossowski ayuda a pensar en esta dirección.

[i] Publicado en el blog Marx. Dialectical Studies, 27/04/2023, en https://marxdialecticalstudies.blogspot.com/2023/04/klossowski-e-la-moneta-vivente.html?spref=fb&m=1&fbclid=IwAR0y4Lj4OxdjuavhlU2Cu2BVSSymoLf-VI-TmPt9A-fWPRpRZqv_lNUU-T0

[ii] Karl Marx, Le capital, Paris, Lachâtre, 1872-5, p. 27, nota 24.

[iii] Para una reconstrucción más analítica de los temas marxianos aquí tratados, remito a mi Marx e Hegel. Contributi a una rilettura, Roma, Carocci, 2006 (segunda parte) y al más reciente “Astrazione reale”. Un tentativo di ricostruzione filologica, in Soggettività e trasformazione. Prospettive marxiane, editado por L.Basso, G.Cesarale, V.Morfino y S.Petrucciani, Manifestolibri, Roma, 2020, pp. 77 y ss.

[iv] Un contexto teórico ciertamente no ajeno al bagaje cultural de Klossowski a juzgar por lo que A. Marroni en su introducción a P. Klossowski, La moneta vivente, editado por Aldo Marroni, Mimesis, Milán, 2008, p. 23.

[v] P. Klossowski, La moneta vivente, cit. pp. 98 ss.

[vi] Ibíd., p. 58 y ss.

[vii] Ibíd., p. 62 y p. 72.