Inflar a Xóchitl

Leonardo Meza Jara

I.- En los primeros días de su destape como precandidata a la presidencia del país, la del nombre que empieza con la letra X ha sido inflada hasta el tope. La segunda letra del nombre “Xóchitl”, tiene la forma de los globos convencionales, cuya superficie se fabrica con látex y cuyo espacio interior está hueco. Y en esa parte hueca del nombre de la precandidata del Frente Amplio por México, se comenzó a introducir un gas propagandístico que se inflama en demasía. 

El globo propagandístico de la hidalguense ha comenzado a flotar, alejándose del piso de la política. Aunque el surgimiento de esta candidatura fue azaroso, la estrategia de inflar a Xóchitl va tomando una forma definida. Una candidatura como la mencionada, se fabrica haciendo uso de estrategias mercadotécnicas y publicitarias que explotan el deseo de las siguientes formas: 

– Mediante la fabricación de un espectáculo de confrontación que los electores desean observar en las pantallas, entre dos adversarios que se retan y descalifican. Las confrontaciones recientes entre López Obrador y Gálvez comienzan a convertir al proceso electoral del año entrante, en un espectáculo atravesado por intrigas y emociones explotables.

– Haciendo uso de mecanismos de identificación, que proyectan la imagen de un(a) candidato(a) que vive o piensa igual que sus posibles simpatizantes o adherentes. Se trata de convertir las pantallas de los celulares y los televisores en espejos, para que los electores se miren reflejados en la imagen publicitaria de un(a) candidato(a).

– En base a la elaboración de discursos cuyas palabras desean ser escuchadas por los electores, los cuales se condensan en frases publicitarias que tienen el formato del slogan. Los discursos políticos suelen explotar el imaginario de las masas, el cual se construye entre lo real y la fantasía.

– A partir de la inducción de escenarios futuros que están basados en promesas, cuyo anzuelo es el deseo de un mundo mejor. En los procesos electorales del siglo XXI, las utopías han quedado desplazadas por las promesas que se venden y compran.

El deseo es explotable en el campo de la política. Esto es abordado con datos y argumentos suficientes en el documental “El siglo del yo” (en: https://www.youtube.com/watch?v=dTtRjeNw8lo), en el que se demuestra como el sobrino de Freud, Edward Bernays, convirtió los aportes del psicoanálisis en una maquinaria para manipular los deseos políticos y comerciales de las masas.

II.- Entre lo real y lo imaginario, entre lo consciente y lo inconsciente, las estrategias del marketing explotan los deseos de las masas para construir simpatías y adhesiones a una candidatura o un proyecto político. La Xóchitl de hace un mes, no es la misma que la Gálvez de hace unos días. Las candidaturas se fabrican haciendo uso de estrategias comerciales y publicitarias que las hacen crecer, a veces de forma artificiosa.

Una candidatura es una compra de los deseos futuros que se venden desde el presente. En el campo de la política, los deseos son explotados durante el interregno que está antes y después de las elecciones. Y esos deseos se explotan haciendo uso de las fórmulas mercadotécnicas y publicitarias, que convierten a la política en un mercado donde una candidatura es un producto y los electores clientes potenciales. La política postutópica del siglo XXI es un territorio de comercialización de los deseos, que pueden ser intervenidos de diferentes maneras en la manipulación de las preferencias electorales.

III.- La candidatura de Xóchitl está inflada con el helio de la publicidad que en la política tiene una lógica propagandística, la cual ha sido construida alrededor de un personaje que comienza a ser más de lo que es. La candidatura de Gálvez está inflada, incluso por el gas neón que brota desde las mañaneras.

El 17 de junio pasado, Xóchitl Gálvez se quedó tocando las puertas de Palacio Nacional. Nunca le abrieron. Y aunque su cuerpo no traspasó ese umbral, su nombre que ha sido mencionado en estos días por el presidente desde las mañaneras, sí lo hizo. Y es ese nombre el que se sobreinterpreta, el que se expande en demasía, el que al flotar con desmesura ha pasado de la atmósfera a la estratósfera de la política nacional.

Solo una cosa hay que tener presente, las elecciones terminan ganándose o perdiéndose con los pies en la tierra.