Identidad Fronteriza Caribeña[1]
María Luna Cámara
Estudiante de Humanidades de la Universidad de Quintana Roo
Vivir en la frontera y no preguntarse por ella es hasta sustancialmente contradictorio; es importante preguntarnos por lo que somos y nombrarnos por medio del lenguaje para allí descubrirnos ¿existe una identidad fronteriza para nuestro Sur? ¿Qué pasa con una ciudad cuando se encuentra en el límite territorial con dos países completamente diferentes entre sí? Tan diferentes que no comparten ni el idioma. Quién más que los que vivimos en la frontera para responder sobre lo que somos, para enunciar nuestra manera de entender y vivir la frontera desde nuestra propia experiencia. Este trabajo se pregunta por la identidad fronteriza y quiere responder desde el Sur, desde esta otra frontera que pareciese inexistente y olvidada.
Dividiremos esta reflexión en tres apartados. En el primero, revisaremos el concepto de Culturas híbridas de Canclini y el concepto de límite de Eugenio Trías, usaremos estos conceptos como fundamento teórico para acercarnos, en un primer momento, al concepto de identidad fronteriza de Gloria Anzaldúa. Teniendo claro estos conceptos pasaremos al segundo apartado el cual se ocupará de analizar el libro Borderlands: La Frontera de Gloria Anzaldúa para construir la definición de identidad fronteriza, la cual requiere de tres características fundamentales: la herida abierta, el lenguaje y las creencias, éstas son la materialización de los conceptos de Canclini y de Trías. Este aparato conceptual que construimos en torno al concepto de identidad fronteriza lo utilizaremos en el último apartado para preguntarnos por nuestra identidad caribeña fronteriza si es que hay una identidad.
La identidad es un concepto importante en este escrito, es menester atender a dos conceptos que le darán fundamento epistemológico. A manera de introducción los mencionaremos para posteriormente explicar la relación que tienen con el concepto de identidad fronteriza. En primer lugar, tenemos el concepto de Culturas Hibridas de Canclini (1997):
Según lo expliqué en Culturas híbridas, encontré en este término mayor capacidad de abarcar diversas mezclas interculturales que con el de mestizaje, limitado a las que ocurren entre razas, o sincretismo, fórmula referida casi siempre a funciones religiosas o de movimientos simbólicos tradicionales. Pensé que necesitábamos una palabra más versátil para dar cuenta tanto de esas mezclas «clásicas» como de los entrelazamientos entre lo tradicional y lo moderno, y entre lo culto, lo popular y lo masivo. Una característica de nuestro siglo, que complica la búsqueda de un concepto más incluyente, es que todas esas clases de fusión multicultural se entremezclan y se potencian entre sí. (p.111)
El concepto de identidad se fundamenta con el de Cultura híbrida, entonces, ambos resultan un concepto más abierto e incluyente que fusiona lo multicultural; que conjunta más allá que una mezcla intercultural que resulta del mestizaje. Conjunta lo tradicional y lo moderno, lo culto y lo popular, no como un concepto estático y frío. La identidad es una mezcla cambiante, viva y extensa.
Entender la frontera es también preguntarnos por el límite ¿qué es una frontera sin el límite? ¿qué es sin su límite territorial, cultural, individual o colectivo? La identidad fronteriza responde también desde el límite. Dice Eugenio Trías (2009):
El límite es, siempre, un concepto resbaladizo y de doble filo, de una ambigüedad a veces irritante (aunque siempre estimulante). Todo límite es, siempre, una invitación a ser traspasado, transgredido o revocado. Pero el límite es, también, una incitación a la superación, al exceso. (p.842)
La identidad fronteriza además de no reducirse a mestizaje o a un sincretismo es un concepto con una ambigüedad irritante y estimulante, que traspasa y transgrede, es la superación de una mezcla clásica, es una fusión que entremezcla lo traspasado y lo transgredido. Recapitulemos, la identidad fronteriza es hibridación y límite, pero ¿qué es la identidad fronteriza para aquellos que viven en la frontera? ¿Qué implica y qué consideraciones se requieren para poder entender la frontera desde lo individual, desde la experiencia propia con la frontera? Me pregunto yo mientras vivo en esta ciudad frontera con olor a mar y lejos de lo que pudiese parecer a la frontera norte.
Gloria Anzaldúa[2], escritora fronteriza y chicana, experimenta la hibridación que enuncia Canclini desde su yo que es herida abierta territorial para poder entender y afirmar su identidad, padece también el concepto de límite de Eugenio Trías, porque todo lo que ella ve, escucha, percibe, escribe y siente, es transgredido; el sentido de esa ambigüedad se expresa en su obra como dolor ante no saber su identidad (en los primeros capítulos del libro), al final, termina por reconocer y expresar un nueva manera de ser lo que es. Para Gloria no hay identidad sin la materialización del límite, tampoco la hay sin la materialización de la hibridación que se da por medio del lenguaje y de las creencias.
¿Por qué Gloria, en los primeros capítulos de su libro no sabe cuál es su identidad y se siente transgredida y ambigua? Ella argumenta que no siente que tenga una identidad fija tal como se puede entender de un concepto cerrado que no propone otras maneras de ser, no sabe quién es, porque no se siente mexicana ni americana, solo se percibe a sí misma como herida abierta. La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta donde el Tercer Mundo se araña contra el primero y sangra. Y antes de que se forma costra, vuelve la hemorragia, la savia vital de dos mundos que se funden para formar un tercer país, una cultura de frontera[3].
La identidad no se aparta de la herida y la herida es geografía, entonces, la identidad fronteriza no se separa de la frontera México-Estados Unidos, no se puede entender la identidad sin su territorio, ya que este fragmenta la sustancia de Gloria. La identidad es herida abierta que se da por el tercer país, por el país frontera, la unificación de México y EUA; entre el primer mundo y el tercero, la herida sangra y no cicatriza. Gloria es chicana esa es su afirmación territorial, ella es país frontera, es la identidad que hiere y transgrede. Es hibridación, límite y herida territorial.
La herida abierta además de ser territorio es resultado de la práctica social heredada, en un primer momento, por el mestizaje que resultó del siglo Barroco y posteriormente con la Ilustración y las independencias de América se transformó en apartheid latino. Dice Bolívar Echeverria (2010):
Con él (apartheid latino) se implantó en América la distinción entre “metrópolis” y “colonia” y se consagró al modo de vida de la primera, con sus sucursales ultramarinas, como el único “portador de civilización”; un modo de vida que, si quería ser consecuente, debía primero distinguirse y apartarse de los modos de vida de la población natural colonizada, para proceder luego a someterlos y aniquilarlos. Este abandono del mestizaje en la práctica social, la introducción de un “apartheid latino” que, más allá de jerarquizar el cuerpo social, lo escinde en una parte convocada y otra rechazada. (p.4)
De este modelo social se desprende una identidad fragmentada que se hereda hasta la identidad herida de Gloria, esta es legada del opresor. Es esta identidad definida en torno a la exclusión, heredada de los criollos ilustrados ensoberbecidos, la misma que, ligeramente transformada por doscientos años de historia y la conversión de la modernidad europea en modernidad “americana”, se festeja en el 2010 con bombos y platillos.
La identidad fronteriza de Gloria no es correspondiente con la del opresor, es identidad de la oprimida, es identidad híbrida y no mestiza. El dolor que siente Gloria al no entender su yo, se da porque ella no logra entenderse a partir de categorías heredadas, sino que es capaz de crear otra categoría de ser.
Ya vimos la primera característica de la identidad de Gloria, la herida abierta que responde a lo territorial y la negación de esta. La segunda característica es el lenguaje ¿Cómo se habla en el tercer país, donde no somos ni mexicanos ni americanos? ¿Se habla en inglés, en español o se habla desde la desigualdad? Dice Canclini (1990) sobre el idioma de la frontera:
El carácter multicultural de la ciudad se expresa en el uso del español, el inglés, y también en las lenguas indígenas habladas en los barrios y las maquiladoras, o entre quienes venden artesanías en el centro. Esa pluralidad se reduce cuando pasamos de las interacciones privadas a los lenguajes públicos, los de la radio, la televisión y la publicidad urbana, donde el inglés y el español predominan y coexisten «naturalmente» (p.298)
El idioma de la frontera es el español chicano argumenta Anzaldúa (1987) al respecto:
El español chicano surgió de la necesidad de los Chicanos de identificarse a sí mismos como un grupo distinto y separado. Necesitábamos una lengua con la que pudiéramos comunicarnos con nosotros mismos, un idioma secreto. Para algunos de nosotros la lengua es una patria más cercana que el suroeste, pues muchas personas Chicanas viven actualmente en el Medio Oeste y en el este. Y como somos un grupo complejo y heterogéneo, hablamos muchas lenguas. (p.106)
Gloria agrupa esta mezcla de lenguaje tal como lo dice Canclini y la denomina español chicano; para ella este lenguaje es una mezcla heterogénea que dota de sentido a su identidad, este nuevo lenguaje unifica y materializa la identidad fronteriza; con este se percibe y se entiende la realidad de los chicanos, ya que no se encuentra en otros lenguajes (al menos no por separado) las expresiones necesarias para nombrar al mundo como con el español chicano; es decir, la identidad fronteriza no se reduce al inglés por sí solo ni con el español o con un lenguaje indígena sino que se entienden a partir de la unificación de los tres lenguajes para dotar de sentido a la realidad, porque si decimos que sólo el inglés dota de significado y da sentido su realidad diríamos que los chicanos son americanos y si decimos que sólo el español lo hace diríamos que los chicanos son mexicanos y los chicanos no se entienden a partir de estas categorías de ser. La identidad fronteriza es la unión de tres idiomas, por ahora en este escrito que no descarta que puede ser la unión de más, de tres culturas heredadas que están al límite, en el límite.
La última característica que da fundamento al concepto de identidad fronteriza de Gloria Anzaldúa es la creencia religiosa. La religiosidad del mexicano es innegable. Coatlicue, diosa madre azteca, que en el sistema de creencias de Gloria es fundamental ya que determina de manera sustancial su obra y su esencia. La Virgen de Guadalupe es el referente y la representación por excelencia de Coatlicue. Dice Eduardo Galeano (2013): “Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados”. (p. 11)
Gloria (1987) elige creer en Coatlicue precisamente por lo que menciona Galeano:
En nuestro interior y en el de la cultura chicana, creencias muy compartidas en la cultura blanca atacan creencias muy compartidas de la cultura mexicana, y ambas a su vez atacan creencias muy compartidas de la cultura indígena. Inconscientemente, vemos un ataque contra nosotros mismos y nuestras creencias como una amenaza e intentamos contrarrestarlos con una postura antagónica. (p.135)
La manera en la que Gloria cree en Coatlicue es completamente distinta a la de los aztecas por supuesto la temporalidad, incluso de la manera en la que los mexicanos creen en la Virgen de Guadalupe. Anzaldúa hace de su creencia la razón de escribir, pero también de ser y de entender el mundo. Logra un misticismo creador de su identidad, su creencia es en cierto sentido su base epistemológica para conocer y seguir escribiendo. Coatlicue no solo es creencia, sino que se convierte en abstracción, en idea creadora, que fundamenta lo que Gloria es y lo que escribe.
A lo que quiero llegar con esto es que la identidad fronteriza es creencia religiosa múltiple a una figura que responde a dos o más representaciones, y que ese conjunto de representaciones es en la que creemos y determina nuestra cosmovisión y quiero decir religiosa en el sentido de que esta origina la abstracción no como o dejando a un lado la idea de la religiosidad.
Ahora nos preguntaremos por nuestra frontera caribeña. Pienso que nuestra identidad frontera, así como la Gloria, comparte su sentido epistemológico con los conceptos de hibridación y límite, lo que la hace distinta es la manera de materializar los conceptos. En la identidad caribeña también hay herida abierta, hay lenguaje y creencia múltiple, sin embargo, lo que la hace diferente es que este sistema conceptual responde desde una realidad espacio temporal distinta
La identidad fronteriza, recordemos, es un concepto que fusiona lo multicultural; es una mezcla cambiante y extensa que no se reduce al mestizaje o a un sincretismo, es un concepto estimulante, que traspasa y transgrede, es la superación de la mezcla clásica, es una fusión que entremezcla lo traspasado y lo transgredido. La identidad fronteriza es herida abierta que se heredó del mestizaje, es una nueva categoría de ser y estar en el mundo.
Nuestra identidad se constituye a partir de la hibridación, el límite y la herida heredada negada que se afirma como una nueva y renovada identidad restauradora y cambiante. Ahora bien, la identidad caribeña fronteriza está conformada por la geografía (materialización del límite) que es la Frontera México-Belice y esta consideración territorial transforma drásticamente tanto el lenguaje como el sistema de creencias (materialización de la hibridación), el territorio es la consideración más importante porque hace que la sustancia del término de identidad fronteriza se transforme en la identidad fronteriza del Caribe.
El lenguaje de la frontera como menciona Canclini es la unión y diversificación de tres idiomas, que Gloria llama español chicano donde converge el inglés, náhuatl y español. En la identidad caribeña de la frontera, en cambio, estos tres lenguajes son el maya (en su diversidad), el español y el inglés; esto es porque en Belice, que fue colonia británica, se habla inglés; el español porque en México colonizaron con esta lengua mientras que el maya fue el idioma que hablaron antes de la llegada de los españoles que abarca desde Tabasco hasta Honduras y el Salvador y también en algunas partes de la antigua colonia británica. El cambio geográfico, que como dije, determina de manera sustancial el cambio de consideraciones en el concepto de identidad caribeña fronteriza implica un cambio histórico y de cosmovisión.
La identidad caribeña fronteriza es herida abierta que se encuentra en la frontera México-Belice en donde se habla maya, inglés y español, estos idiomas responden al cambio territorial y también modifican la cosmovisión ya que si desde lo social histórico se incluye lo Barroco y la Ilustración (mestizaje y el apartheid latino) en lo histórico prehispánico es distinto porque ya no estamos hablando de la cultura náhuatl o culturas del centro y norte del país, sino que incluimos en nuestra identidad a la cultura maya. Con esto quiero mostrar que el sistema de creencias ahora considera a diosas y dioses mayas, pero comparte, como lo dije en el apartado anterior, la creencia en una figura religiosa que se representa de distintas formas, si bien la Virgen de Guadalupe se encarna de Coatlicue, en la identidad caribeña puede encarnarse con alguna diosa maya. La identidad fronteriza del Sur incluye una nueva categoría de creencia que aportan la diversidad maya.
La identidad caribeña fronteriza es hibridación y límite que se materializa a partir de la herida abierta heredada del mestizaje y el apartheid latino que busca resignificar y entender a partir de otro modo de ser, identidad reveladora, identidad de los olvidados, así como también de la geografía, de la Frontera México-Belice que responde a tres idiomas: maya, español e inglés los cuales dotan de sentido a la cosmovisión que cambia por medio de las creencias religiosas heredadas de los mayas.
La importancia de preguntarnos por nuestra identidad no solo se reduce a lo académico es una oportunidad de aplicar a la realidad nuestra categoría de ser para cambiar la manera en la que el sistema y las viejas estructuras se siguen reproduciendo. Ya no se trata de identidades heredadas que oprimen, que no alcanzan para entender otros mundos y otras realidades, sino de reconocer y entender nuestra propia identidad desde la creación de nuestras propias maneras de entender el ahora.
Por último, Chetumal es frontera, Caribe, extensión, límite transgredido e hibridación.
Bibliografía:
Anzandúa , G. (1987) Borderlands: La frontera. Madrid, Capitán Swing.
Bolívar , E. (s/f) . Ámerica Latina: 200 años de fatalidad. Ensayos Unam. Pp. 1-13.
Galeano, E. (2013) Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo lationoamaricano. OMEGAFA. Pp. 1-13.
García, N. (1990) Culturas Hibridas Estrategias para entrar y salir de la modernidad. D.F.: Grijalbo-
Garcia, N. (1997). Culturas híbridas y estrategias comunicacionales. Redalyc.org, pp. 109-128.
Trías, E. (2009) Ética, política y condición humana. Creaciones Filosoficas I, Barcelona: La glaxia de Gutenberg. Pp. 840-842
[1] Vale la pena mencionar que este trabajo es un primer acercamiento a lo que a identidad de la frontera sur en Quintana Roo se refiere. Debido a la diversidad de comunidades, este texto solo hace mención a 3 idiomas de la zona: el maya,el español y el nglés. Con lo anterior no se pretende decir que solo estos tres idiomas se hablen aquí, sino más bien los tomaremos como los más significativos en relación con la argumentación del presente texto. Reconocemos que Chetumal es una ciudad diversa en donde también se habla chino, por la influencia de la Zona Libre, así como también árabe. Sin embargo, integrar las aportaciones de dichos idiomas excedería los límites del presente trabajo.
[2] Tomamos como punto de referencia las reflexiones de Gloria acerca de la identidad fronteriza porque son estas las que, desde mi punto de vista, también impactan a quienes aquí sentimos y vivimos. Además de que en el ámbito literario y filosófico los trabajos sobre identidad y frontera sur son escasos. Por ello conversar de manera crítica con el trabajo de Gloria es un paso importante en este tipo de estudios.
[3] Gloria Anzaldúa, traducción de Carmen Valle, Bordenlands: La Frontera (Madrid, Capitán Swing, 1987), 42.