Estados Unidos fortalece a Maduro
CE, Intervención y Coyuntura
El drama político en torno a las elecciones en Venezuela sigue en ascenso, no como algunos repiten en las redes sociales, pero si a espera de escalar. Por un lado, las escasas y débiles manifestaciones de una fuerza política anti-nacional, que demanda una intervención del comando sur; por el otro, un gobierno que asume continuidad y no cederá.
Hacia afuera la situación parece dirigirse a una bifurcación. Países que ya reconocen el triunfo de Maduro, países que hacen lo contrario y unos más que se inclinarán, seguramente, por la primera de las opciones.
Llegado a este punto es pertinente mirar objetivamente la relación de fuerzas. Estados Unidos y la Unión Europea no sólo están en profundas crisis, enfrentan, además, conflictos en otras áreas del globo. Venezuela les viene de lo peor en este momento.
Pero además, los asesores de la Casa Blanca están más perdidos en sus decisiones. ¿Cómo esperan que luego del desastre de Guaidó van a lograr la imposición de un nuevo presidente? ¿Qué acaso no recuerdan el fiasco que aquello significó?
El gobierno demócrata de EUA, además, da a apoyo a una fuerza política proto-fascista, que se ha construido sobre la base de la violencia. Amén de ello, simpatizan con su mirada libre-mercado, privatizadora y entreguista.
Con el apoyo que Estados Unidos está dando a la fuerza violenta y entreguista encabezada por la ultra Corina Machado –y su candidato títere– lo único que hace es fortalecer a Maduro. La “clandestinidad” de Machado pasó por un muy mal chiste.
Por eso el presidente venezolano se ve tan tranquilo, confiado. No sólo controla el Estado, no tiene ruptura en la coalición militar-civil gobernante, y además ha afinado sus instrumentos de contención.
Además de todo, esto lo hace en un momento especialmente adverso para intentos golpistas, pues el cuestionado proceso modernizador de Maduro ha revertido la tendencia de crisis. Es decir, Estados Unidos repite la estrategia Guaidó en el momento de mayor debilidad de su hegemonía, atrás de un liderazgo aún más cuestionado cuya cara formal es un decrépito político que ni siquiera podría hacer las giras de enriquecimiento de Guaidó.
Al paso que van y ante el desastre de la política internacional, no sorprenderá ver a un Trump reconciliando las cosas con un Maduro.