¿Era Lenin un perverso? A propósito del libro de Oscar Ariel Cabezas sobre el Lenin de Oscar del Barco

  • Oscar Ariel Cabezas. Oscar del Barco en el país de los soviets de los soviets. Argentina, Ediciones La Cebra, 2024.

Víctor Hugo Pacheco Chávez

La lectura que realiza Oscar Ariel Cabezas sobre la impugnación que el filósofo argentino Oscar del Barco hizo contra Lenin[1], es muy sugerente para pensar no solo la vigencia de Lenin sino las posibilidades de una política leninista. El punto de arranque de la discusión y que me parece se aplica a la misma intencionalidad de repensar a Lenin es el asunto del legado. Esta es una cuestión que siempre está como ruido de fondo dentro de los múltiples marxismos: el marxismo como herencia ya sea del propio Marx, de Engels, de Stalin, de Trotsky, del Rosa Luxemburgo, de Gramsci, de Mao, de tantos otros y otras y, por supuesto de Lenin. La herencia es un asunto de tratar de seguir o continuar por un sendero ya trazado, o de preservar el legado de alguien, por ello, la traición suele pensarse siempre como un quiebre con esa ruta o con esa preservación. No obstante, Oscar Ariel nos dice que para del Barco la senda totalitaria, a su parecer, en la que derivo la experiencia soviética no se debería de buscar en un quiebre con el legado leninista, sino en el propio Lenin. No hay que buscar el desvió en un momento posterior, sino en la misma génesis de la construcción del estado soviético.

Serían varios los signos que tenemos de esta perversión, de este desvío, pero son dos los que me llaman la atención. La relación entre la ética y la política y la lucha contra el poder. Para del Barco, como señala Oscar Ariel Cabezas, al optar por una política contrapuesta a la ética Lenin siembra la semilla del mal del autoritarismo. Y, por otro lado, al celebrar que el gobierno revolucionario ha durado un día más que lo que duró la Comuna de París, Lenin traiciona la lucha inmanente contra el poder al institucionalizar la revolución. Este es a mi parecer el núcleo central de la discusión de Oscar Ariel Cabezas con la lectura de del Barco.

Para el autor, habría que comenzar por discutir ese sentido de las herencias y los legados, que más que asumir una fidelidad imposible tendríamos que pensar que la herencia es reactivar de otro modo las potencialidades que quedan de una tradición política. Cómo activar a Lenin en el siglo XXI es un reto que hay que asumir de manera seria, porque hay algunos debates o puntos de hacer la política que ya no aparecen en la discusión de Oscar Ariel Cabezas, como lo es el Lenin teórico del partido. ¿La revolución puede volver a pensarse en estos momentos como una cuestión de partido? Es ciertamente una cuestión complicada, algunas experiencias políticas, incluso las más potentes desde América Latina dirían que sí pero que no al estilo clásico leninista sino la modalidad del partido-movimiento. Pero justo ahí me parece se puede repensar la discusión que pone Oscar Ariel Cabezas en cuanto a la dificultad que le tomó a la herencia comunista de fin de siglo XX el tema del género: pensar las diferencias como identidades políticas. Cuestión que años después de las discusiones sobre el tema en la revista mexicana de El Machete, una autora como Nancy Fraser, con otros referentes y otras discusiones, postuló la característica principal de la política en una era postsocialista, es decir, como esa constante tensión entre las políticas de la distribución y las políticas del reconocimiento.[2]No obstante, para Oscar Ariel Cabezas la cuestión el horizonte del partido parece ya no ser tema de discusión, lo es más bien la potencia, de aquello que en otros textos ha denominado, el pueblo-multitud o la política plebeya, lo cual mantiene en el fondo la diferencia como un aspecto de lo político, pero sin hacer de ello una política de las identidades.[3]

Este pueblo-multitud es la potencia que pone a Oscar Ariel Cabezas como un punto central de Lenin para la política contemporánea pues la renuncia al partido no es la renuncia a otro de los tópicos medulares de la tradición marxista, el asunto de la toma del poder. La lucha contra el poder pasa necesariamente por tomarse en serio la toma del poder como el momento prolongado de la construcción de la comunidad porvenir.

En el tema de la perversión leninista, según del Barco, en donde la ética debe prevalecer a toda costa sobre la política, me parece que la discusión de Oscar Ariel Cabezas se acerca hasta cierto punto a la visión de Lenin en la cual pone en el centro de la discusión el tema del amor al prójimo. ¿Era Lenin un perverso o alguien que amaba profundamente a su prójimo? Solo en la época postsocialista de la hegemonía neoliberal ser un perverso es lo mismo que ser un ferviente amoroso del prójimo y esto es porque en ambas lecturas hay un borramiento de otredad. El rechazo a la otredad es lo que en la política neoliberal o marcada por las éticas débiles sostiene al sujeto como un ser de altos valores interiores pero ajeno, distante, opuesto radicalmente al contacto con la otredad.[4] La pura política sin ética hace de Lenin a un sucio terrorista, a un ser sin compasión, a un engendro del mal. Esta operación sólo es posible en una lectura como la del Barco que escinde lo social, la política, de la ética.

Ya en una charla que antecede al libro que Oscar Ariel Cabezas tuvo con otro gran intelectual chileno Miguel Valderrama, este llamaba la atención de pensar la pasión y la política en esa relaciona lacaniana de Sade con Kant,[5] pero bien podríamos recordar el par que hace el mismo Zizek sobre Robespierre y Kant: El resorte del gobierno durante la revolución es, al mismo tiempo, la virtud y el terror; la virtud sin la cual el terror es mortal; el terror sin el cual la virtud es impotente. Acaso no su contrapartida filosófica se puede encontrar en la siguiente frase de Kant: la Razón sin Intuición está vacía, mientras que la Intuición sin Razón está ciega.[6]

La relación de la ética con la política nos permite situar al enemigo en momentos en donde este queda difuminado por la hegemonía global neoliberal que tiende a la igualación y la homogeneización del mundo, en mundo sin diferencias, donde no hay distinción tampoco entre izquierda y derecha. El Lenin que hace la política una virtud, que mantiene la política del lado de ética es una de las herencias o quizá la principal herencia que tenemos para reactivar de otro modo la potencia plebeya.

[1] Oscar Ariel Cabezas (2024). Oscar del Barco en el país de los soviets. Entre Lenin y Heidegger. Argentina: Ediciones La Cebra.

[2] Nancy Freser (2000). “¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas de la justicia en la era «postsocialista»”. En Judith Butler y Nancy Freser. ¿Reconocimineto o redistribución? Un debate entre marxismo y feminismo. España: Traficantes de sueño.

[3] Oscar Ariel Cabezas (2022). ¡Quousque tándem! La indignación que viene. Santiago de Chile: QualQuelle, p.113.

[4] Slavoj Zizek (2004). “¿Amaba Lenin a su prójimo?”. En Slavoj Zizek. Repetir Lenin. Trece tentativas sobre Lenin. Madrid: Akal.

[5] Oscar Ariel Cabezas y Miguel Valderrama (2017). “¿Era Lenin un perverso?”. Lobo suelto, en https://lobosuelto.com/era-lenin-un-perverso-oscar-ariel-cabezas-y-miguel-valderrama/ Esta conversación

[6] Slavoj Zizek (2007). “Introducción”. En Slavoj Zizek presenta a Robespierre. Virtud y terror. Madrid: Akal, p. 30-31.