Entre la sotana y la revolución. Un esbozo biográfico de Jorge Camilo Torres Restrepo*

Uriel Velázquez Vidal [1]

Antes de empezar mi intervención me gustaría expresar mi agradecimiento al señor Gerardo Soberanis, por haberme invitado a participar en este ciclo de cine documental. De igual forma, debo enunciar que me complace compartir la mesa con el compañero Felipe Galván Rodríguez. Conviene mencionar que este evento está enmarcado en el 57 aniversario luctuoso de Camilo Torres, sacerdote y revolucionario.

Es por lo anterior, que en mi ponencia narraré un esbozo biográfico de este sujeto histórico-social. Para el logro de este objetivo, consulté la extraordinaria biografía Camilo Torres Restrepo, el cura guerrillero, de Walter J Broderick, así como algunos artículos sobre el personaje que publicó el diario La Jornada.

Camilo nació el 3 de febrero de 1929 en la mansión de la calle Catorce, ubicada en la ciudad de Bogotá, Colombia. Su papá se llamaba Calixto Torres y su mamá Isabel Restrepo. Tenía un hermano de nombre Fernando y dos hermanastros que se llamaban Gerda y Edgar. A las pocas semanas de que nació el niño, los padres siguieron las tradiciones religiosas, y lo llevaron a la iglesia parroquial donde fue bautizado. Lo nombraron Jorge Camilo. Pero de ahí en adelante lo llamaron simplemente Camilo.

Camilo se crio en el seno de una familia de clase alta de Bogotá. Su padre era el médico especialista en materia de enfermedades infantiles más apreciado por la burguesía de la capital colombiana. Y aunque él se asumía como un libre pensador, nunca logró desprenderse de las tradiciones conservadoras de su entorno. Mientras su madre era gerente del Hotel Ritz y dueña de La Granja, una finca lechera que estableció a las afueras de la ciudad. Ella se caracterizó por su postura política liberal. Desde luego que el ímpetu liberal-progresista de Isabel tuvo una influencia determinante en Camilo.

 La infancia y adolescencia de Camilo transcurrieron entre gente petulante. Ambas etapas de su vida se caracterizaron por su incipiente fe religiosa. Pese a que su bachillerato lo curso en el colegio Liceo Cervantes, un instituto privado para la educación de hijos de familias influyentes, el cual se apegaba a los preceptos de la Iglesia. Por esto Camilo, como todo estudiante del colegio, siguió una serie de prácticas espirituales bajo la orientación de los sacerdotes jesuitas.

Del colegio Liceo Cervantes pasó a estudiar la carrera de derecho en la Universidad Nacional. Aquí, Camilo analizo los grandes problemas de la filosofía. Por aquellos años 40, empezó a experimentar inquietudes sociales. Mismas que lo llevaron a editar un diario bogotano de nombre Página Universitaria. Éste trataba la importancia de la solidaridad estudiantil para conseguir mejor presupuesto y la independencia de la universidad de grupos políticos.

En este ámbito estudiantil, algunos colaboradores de Página Universitaria trataron de demostrarle a Camilo la no existencia de Dios. Sin embargo, sus intentos fueron en vano. Él se fascino por los temas religiosos cuando leyó los artículos de un par de sacerdotes franceses, mismos que escribían en medios católicos intelectuales de Bogotá. Eran integrantes de la orden dominica. Fue a través de su novia Teresa como Camilo conoció a los padres galos. De esta manera, ambos se hicieron asiduos asistentes a las pláticas de los dominicos. No paso mucho tiempo para que uno de los curas le preguntara a Camilo: si se sentía llamado al sacerdocio.

Días después de reflexionar la pregunta del sacerdote, Camilo optó por hacerse dominico. Pero sus padres se lo impidieron, debido a que consideraban a la Iglesia una peste y a sus miembros unos parásitos. Camilo y sus progenitores entablaron una tensa discusión. Ellos se percataron de que su hijo no desistiría en su idea de ser sacerdote, por lo que optaron por negociar. De esta manera, él ingresó al seminario en 1947.

En el seminario, Camilo estudió cursos de filosofía escolástica y canto gregoriano. Además, impulsó un círculo de estudios. Estudió junto a sus compañeros seminaristas las obras de ensayistas católicos del siglo XIX sobre cuestiones socioeconómicas. Paralelamente, surgieron estallidos violentos en la capital colombiana, era una turba incontrolable que destruía todo a su paso. Era el “bogotazo” de 1948. De estos acontecimientos poco pudo saber Camilo, ya que la burbuja protectora del seminario le impidió conocer la justa lucha del pueblo. Lo que sí escuchó fueron las noticias tergiversadas que definían al estallido social como una guerra diabólica contra la santa religión.

Por fortuna, Camilo no se conformaba con las noticias tergiversadas del exterior y tampoco con las ideas que leía en los libros. No le parecía lógico estudiar textos sobre las problemáticas socioeconómicas y no conocer las injusticias que ocurrían afuera. Por esto, pidió permiso a sus superiores para visitar las chocitas que habitaban los montes. Pronto convenció a algunos de sus compañeros y todas las tardes acudían con catecismos y libros de gramática para impulsar su labor educacional entre los habitantes de ese lugar.

Por estos días, Camilo se empezó a preparar para su ordenación. En agosto de 1954 fue ordenado como nuevo sacerdote en la capilla del seminario. Ese mismo año se realizaría otro de sus sueños, viajó a Europa para continuar con sus estudios. Allí se inscribió en la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. En este lugar se relacionó con estudiantes connacionales, con quienes compartió intereses y preocupaciones. En estas conversaciones se concibió el Equipo Colombiano de Investigación Socio-Económica (ECISE), cuyo propósito era examinar la realidad de Colombia.

Camilo causó muy buena impresión a los sacerdotes belgas, hasta el grado de que lo invitaron a ocupar el puesto de vicerrector del Colegio Latinoamericano, instituto donde se capacitaban a curas europeos para misiones en América Latina. Él aceptó la invitación. La vicerrectoría le permitió relacionarse con clérigos progresistas como Francois Houtart, un joven sociólogo. Francois lo invitó a las jornadas de estudio organizadas por la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Del mismo modo influyó en la formación política de Camilo el compromiso del clero belga con la clase obrera. Estos curas vivían con los obreros, compartiendo sus vivencias y sufrimientos.

En 1956 Camilo eligió como tema de tesis Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá. La investigación reflejaba la influencia de su asesor Yves Urbain, un destacado profesor de la Universidad Católica de Lovaina. El proyecto de tesis le obligaba a recopilar datos estadísticos sobre la capital colombiana; por lo que viajaba a su país durante las vacaciones. Dos años después supo lograr un extraordinario trabajo, que le mereció el grado de Licenciado de Sociología Urbana.

Por estos años, Camilo viajó a París, Francia. Allí conoció Guitemie, una estudiante corsa. A través de ella fue como Camilo se involucró con exiliados del Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia que operaban en acciones de sabotaje desde el país galo. Así, aprendió que hasta un intelectual burgués podía efectuar un apoyo importante en la lucha revolucionaria. En octubre de 1958, se despidió de sus amigos europeos y regresó a cumplir su misión espiritual en Colombia.

Cargado de convicciones pisó suelo sudamericano a mediados de enero de 1959. Una semana antes de su llegada a Bogotá, sucedería la entrada de Fidel Castro en la Habana, Cuba. El triunfo de los guerrilleros cubanos prendió en todo el continente americano en el que las condiciones sociales eran similares en cuestiones de pobreza e injusticia social. Así, la revolución cubana tuvo un impacto en el sector estudiantil. En este contexto, Camilo hizo suyas las demandas de los universitarios de la capital colombiana. Mismos que impulsaron una campaña contra el alza de tarifas de los autobuses como una señal de solidaridad con la clase obrera.

Paralelamente, Camilo buscó un puesto universitario. Por lo que fue nombrado capellán asistente de la Universidad Nacional. Su labor consistió en atender el grave problema de relaciones públicas. Aunado a ello, el sacerdote organizó a un grupo de estudiantes para ofrecer sus servicios entre los habitantes del barrio obrero de Tunjuelito, ubicado en el sur de Bogotá, constituía uno de los suburbios más tristes de la capital.

Estas iniciativas causaron sorpresa entre los funcionarios públicos, quienes impulsaron un programa de autoayuda, mismo que nombraron Acción Comunal (AC). Aunque Camilo no fue nombrado director de AC, colaboró con ella en la medida de sus posibilidades. Para ese momento, había aprendido a no plasmar ningún tinte religioso en sus obras sociales. Puesto que su propósito era encauzar la participación estudiantil en proyectos comunitarios y asegurar su permanencia en ellos.

En abril de 1961, Camilo asistió al Sexto Congreso Latinoamericano de Sociología que se realizó en Caracas, Venezuela. Allí, un activista venezolano de nombre José Agustín Silva, lo llevó a un debate informal con un grupo de estudiantes. Discutieron sobre la viabilidad del foco guerrillero como método de lucha. Cuando Camilo regresó a Bogotá, ocurrió la invasión de playa Girón por tropas mercenarias coordinadas por el gobierno de los Estados Unidos. Pero el ejército de Cuba logró repeler la agresión. Tanto su visita a Venezuela como el triunfo de los cubanos significó para él un cambio de actitud.

No obstante, el activismo político de Camilo fue duramente criticado por funcionarios públicos y clérigos reaccionarios. Como consecuencia el Cardenal Concha decidió destituirlo de la capellanía, así como de los cargos académicos y funciones administrativas que ejercía en la Universidad Nacional. A partir de ese momento, debía presentarse en la Veracruz, una parroquia urbana, ubicada en la Carrera Séptima de Bogotá.

Por estos años, Camilo empezó a trabajar en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), cuyo propósito era preparar a los funcionarios públicos. En este proyecto se reencontró con Guitemie, junto a ella impulsó la Unidad de Acción Rural de Yopal (UARY). Él también colaboró con el Instituto de Reforma Agraria (IRA), lo cual le permitió relacionarse con campesinos de todo el país.

En 1964, el gobierno colombiano ordenó el bombardeo de Marquetalia, una de las “Repúblicas independientes” en el Tolima. Ante este decreto, Camilo y un grupo de sacerdotes trataron de impedir la operación militar. Sin embargo, sus intentos fueron en vano. Tiempo después se formaron guerrillas como respuesta a la acción castrense. Así, la revolución en Colombia entró en una nueva etapa. Estos guerrilleros se ganaron la admiración de Camilo. Él intento contactarlos, pero no lo consiguió.

Ese mismo año se constituyó el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el departamento de Santander. La guerrilla publicó el Manifiesto de Simacota, que denunciaba las profundas desigualdades económicas, políticas y sociales de Colombia. Asimismo, señalaba la lucha armada revolucionaria como el único método para derrocar al gobierno. Cuando Camilo leyó el documento, intento contactar a los dirigentes del grupo guerrillero. Lo logró a través de Julio César Cortés, simpatizante del ELN. En ese contexto, Camilo se negó a cumplir los mandatos de la curia y solicitó ser reducido al estado laico, sin por ello dimitir al sacerdocio. A partir de entonces, todo su activismo giró en torno al trabajo de propaganda de la organización. Así, publicó un periódico de nombre Frente Unido cuya posición política era anti electoral.

Tiempo después, Camilo se integró a las filas del ELN. Sin embargo, cayó acribillado en su primera acción de armas en Patio Cemento, el 15 de febrero de 1966. Hasta el día de hoy las Fuerzas Militares de Colombia no han declarado en donde quedó el cuerpo del sacerdote guerrillero. Algún día lo sabremos… ¡Gracias!

* Ponencia que fue leída en el cine club «Óscar Menéndez» del Centro de Arte y Cultura FUTURAMA, el 15 de abril de 2023.

Bibliografía:

Broderick, Walter J. Camilo Torres, el cura guerrillero. Ediciones Grijalbo, S. A. España. 1977.

Hemerografía:

Guerra Cabrera, Ángel. Camilo Torres, su legado. La Jornada, 15 de febrero de 2007. Sección Opinión.

Gilly, Adolfo. Camilo Torres, el precursor. La Jornada, 15 de febrero de 2016. Sección Opinión.

Houtart, Francois. Camilo Torres Restrepo y el proceso de paz en Colombia. La Jornada, 13 de febrero de 2016. Sección Opinión.

[1] Doctorante en Historia por la UMSNH.