En defensa de los BRICS, el G20, Tigres Asiáticos, Mercosur, GCCC, la Unión Africana: el tipo de cambio y sus efectos sobre la producción, una asimetría neocolonial y dependentista

Esteban Mora

La división entre países avanzados y atrasados, y países fuertes que oprimen a países débiles, se basa no en los términos de intercambio entre exportaciones e importaciones, ni en el intercambio desigual, que también mide exclusivamente el comercio exportador frente al importador. El comercio internacional no es el único contacto o fricción que tienen las naciones entre sí. La sola yuxtaposición de las tasas de explotación, de ganancia, la productividad del trabajo, tanto bilateral como multilateral, tanto entre dos naciones como entre una multiplicidad de naciones, es una relación propia del mercado mundial y no de la nación. Incluso la cuestión nacional es una cuestión internacional, ya que las multinacionales avanzadas y fuertes doblegan a las naciones débiles y pobres, precisamente aislándolas como naciones individuales y chovinistas, separándolas de otras naciones individuales también débiles y pobres, y de este modo, dividen y debilitan a las naciones pobres para que enfrenten al capital multinacional internacional de modo separado, aislado, individual y fragmentario. Las multinacionales no enfrentan el mercado mundial basados en la cuestión nacional, sino succionando valor desde distintos puntos simultáneos del mercado mundial e internacional, y aislando y doblegando a cada una de esas naciones individuales por separado, solo que no de modo nacionalista-chovinista, sino encargándose de expoliar la mayor cantidad de puntos o focos de succión de valor y ganancia alrededor de la mayor cantidad múltiple de naciones individuales como un todo. Si los países pobres y de mediano ingreso se unieran entre sí frente a los países poderosos y fuertes, se darían cuenta de que representan la mayoría del mercado mundial, frente a países avanzados que son solo una minoría. Pero el trabajo político de la minoría de las potencias, es ocultar el carácter internacional de estas naciones, y el carácter mayoritario de su peso en el mercado, promoviendo precisamente el nacionalismo y la atomización de las naciones.

Todas las naciones forman parte de la red del imperialismo financiero contemporáneo (no en su forma clásica) o de la dependencia. Todas succionan valores unas de otras, incluso las más pequeñas, hoy que la inversión multinacional es practicada por todos los gobiernos y estados-nación del mundo, incluso los de más bajo ingreso y pobreza, succionando valor y ganancia de franquicias, remesas, Inversión Extranjera Directa (IED), acciones, bonos y demás, de alrededor del mundo. Pero esta red de naciones que forman el nuevo imperialismo del siglo XXI no es homogénea: para cada nación débil y socia minoritaria del imperialismo, el mercado mundial es el enfrentamiento entre la nación individual aislada (la cuestión nacional), y el resto del mundo. Para la nación fuerte e imperial avanzada no existe cuestión nacional alguna: enfrenta el mercado mundial como un conjunto agregado de naciones desiguales, con jerarquías desiguales, con opresiones y hegemonías desiguales, alrededor de las cuales elabora una estrategia que le permita succionar valor y ganancia de múltiples de esos puntos, y si fuera posible, de la totalidad de esos puntos (el 100%), pasando de una visión unitaria de la nación, a una visión unitaria del mercado multinacional como un todo múltiple: la unidad no es la nación, ni siquiera la nación propia, sino el mercado mundial internacional como un todo, y cómo succionar valor de la mayor cantidad de puntos múltiples alrededor de este escenario que es el mundo y el mercado capitalista. Es una unidad múltiple además porque ningún oligopolio tiene el 100% de las localidades de donde se extrae valor: siempre hay competencia y fragmentación entre las capas oligopólicas, ya sea por acciones en distintas corporaciones, ya sea por redes heterogéneas de socios en fondos mutuales y soberanos, ya sea por la unión de distintos capitales bancarios de distintas latitudes, etc. Ni siquiera la nación propia importa: lo que sí lo hace es la acumulación oligopólica cosmopolita. Los ataques del 11 de septiembre en Nueva York atestiguan la posibilidad misma de un Estado como el estadounidense, de permitir a través del FBI un autoataque, tal y como en el pasado Francia aceptó su propio ataque por parte de Alemania en la guerra Franco-Prusiana: los burgueses más nacionalistas no tienen temor de atacar su propia nación, porque tienen instinto y consciencia de clase. Esta misma consciencia de clase es la que permite que el grupo Bilderberg acuerpe a empresarios eurocéntricos así como asiáticos, según las revelaciones de sus documentos por parte de Wikileaks. Es la que permite que entre los managers de fondos mutuales occidentales existan desde ejecutivos asiáticos y árabes, hasta en los fondos soberanos saudíes ejecutivos europeos o japoneses. Es lo que permite que los miembros de Hezbolá asesinados en Cisjordania y otras partes de Oriente Medio, sean realizados por equipos de tácticas especiales que hablan distintos idiomas extranjeros entre sí (tal y como los presidentes de Haití Aristide y Jovenel Moise, fueron secuestrado y asesinado cada uno respectivamente, por grupos de tácticas especiales que hablaban idiomas extranjeros diferentes entre sí), todo lo cual habla del carácter cosmopolita de la producción multinacional del capitalismo tardío. Es lo mismo que las tarifas de Brexit y del escándalo de Huawei/TikTok en Estados Unidos: no son el proteccionismo del mercado interno, sino el proteccionismo en función de mercados multinacionales; es el empresariado local y nacional estadounidense o inglés el que sufre con las tarifas, y es la competencia contra Alemania o China la que busca sabotear esas localidades, para alejar la inversión multinacional de ellas.

Lo que pierde de vista el análisis del tipo de cambio, es que la cantidad o monto absoluto de una moneda de un país fuerte y avanzado, siempre consistirá en un monto o cantidad con un radio menor al de la moneda débil y atrasada, por más que existan apreciaciones/repreciaciones o devaluaciones. Es decir, la preciación o apreciación de una moneda local de un país débil o atrasado, no significa el debilitamiento de la moneda fuerte o avanzada, sino que se sostiene su misma relación devaluada, pero disminuida. El tipo de cambio que desciende y aprecia la moneda local, si no llega a valer lo mismo o menos que la moneda contra la cual se aprecia, realmente se mantiene devaluada. La cantidad absoluta o nominal de moneda local o extranjera altera la escala cuantitativa alrededor de la cual fluctúa el valor y la ganancia del dinero con relación a los costos de producción y el proceso productivo. Esta relación o escala está volcada en favor de la moneda fuerte y avanzada en caso de haber devaluación, y es neutral en caso de monedas más apreciadas o repreciadas que la moneda dominante: el dólar, asumiéndolo como moneda dominante y común denominador de las transacciones y conversiones monetarias, disfruta de ser la moneda alrededor de la cual las monedas apreciadas o repreciadas con respecto a ella, fluctúan en la misma proporción indiferente ente dólares o euros, por ejemplo. Si $1 equivale a 0.5 euros, los intereses en una u otra moneda, tendrán la misma exacta proporción. Pero si el $1 equivale a más de 1 unidad de moneda local (como pasa con los países pobres y de bajo ingreso), la diferencia entre la misma tasa de interés en la moneda local y débil será mayor que la misma tasa de interés en dólares. De ahí que sea mejor usar dólares para producir en la economía débil y local (abarata costos), así como usar la moneda local para recibir intereses. La sola conversión entre una moneda u otra, es siempre beneficiosa para la moneda fuerte o avanzada.

Tipo de cambio

Dominante/común denominador (dólar)

Débil depreciada

0.5 (2)

1000

2000

0.5 (2)

1500

3000

Rango de fluctuación en términos

de poder de compra

0.25

0.5

 

 

Tipo de cambio

Dominante/común denominador (dólar)

Fuerte apreciada

2 (0.5)

1000

500

2 (0.5)

1100

550

Rango de fluctuación en términos

de poder de compra

0.1

0.1

 

Ahora, esto parece contradecir la pseudociencia económica que reza que la apreciación o repreciación de una moneda local, vuelve menos competitivas sus exportaciones. Pero como tantas cosas en economía, la presión de la apreciación frente a las exportaciones es contradictoria tanto a la baja como al alza: la recepción de dólares devaluados como comerciante exportador, no significa una pérdida solamente, ya que la pérdida de tipo de cambio nominal del dólar frente a cualquier moneda local débil y atrasada, implica un abaratamiento de los costos de producción en la moneda local. Y en el caso contrario: frente a la devaluación de la moneda local y la apreciación del dólar, el dólar simplemente se vuelve equivalente a una cantidad mayor de la moneda local, y, por lo tanto, tiene mayor poder adquisitivo que la misma cantidad en la moneda local. En realidad, no ha cambiado la relación devaluada de la moneda local, por más que ascienda o descienda el tipo de cambio nominal, pero sin romper realmente con su posición devaluada. De este modo, el dependentismo se basa en un sector comercial o una lumpen-burguesía “compradora” y comerciante, que además de recibir más ganancia por la venta de productos producidos en moneda local y recibir dólares como paga por ellos (exportación), recibe también la posibilidad de convertir dólares en mercadería que vende internamente en moneda local, la cual recibe mayor cantidad de intereses. El país fuerte entonces rebota entre monedas locales para intereses, y dólares (o cualquier otra moneda fuerte) para producir dentro de sociedades, economías o mercados débiles, y lo inversamente contrario en sociedades o economías apreciadas frente al dólar. Pero el que sea lo inversamente contrario, no implica que tengan efectos inversamente contrarios: ambas posiciones inversas funcionan siempre asimétricamente en favor del país de moneda fuerte frente a la moneda débil, tanto en las potencias avanzadas usando moneda local, como en los países atrasados y débiles usando moneda fuerte y extranjera como el dólar.

Esto explica la división del mundo entre potencias y países dependientes: tal y como en el capitalismo monopolista, las potencias comerciaban bienes de capital entre sí, excluyendo a los países colonizados, así en el capitalismo tardío se divide la IED entre países avanzados, y la especulación, la deuda y la inversión en “equity” (acciones y activos financieros varios) en los países dependientes y débiles. De este modo, así como las multinacionales avanzadas enfrentan al mundo como un todo estratégico, y no como una cuestión nacional, enfrentándose a múltiples naciones simultáneamente, y succionando valor de todas ellas de modo desigual, así también la relación monetaria del tipo de cambio permite una relación de desventaja para los países débiles y dependientes, tanto en las regiones avanzadas como en las pobres, aunque sea a través de métodos desiguales y heterogéneos, pero siempre asimétricos en favor de las potencias avanzadas. Así como la industrialización del “Tercer Mundo” implica la expansión de la producción multinacional avanzada y fuerte dentro de economías y sociedades “tercermundistas”, y esto implica el avance de cada una de las naciones débiles de modo aislado e individual de frente y en contra de los países avanzados, así también tanto una como otra relación inversamente proporcional, funciona u opera asimétricamente en favor de las potencias multinacionales y no de las naciones aisladas e individuales fragmentadas y regionales entre sí. Del mismo modo que los países atrasados disfrutan de tasas de ganancia y tasas de explotación, así como actualmente, mayores tasas de productividad del trabajo, etc., la expansión de las multinacionales avanzadas profundizando y haciendo penetrar al capital industrial multinacional en la agricultura y en los mercados internos débiles y pobres, implica que esas tasas de ganancia, tasas de explotación y de productividad del trabajo, son disfrutadas no solo por los países pobres y débiles y sus respectivas lumpenburguesías, sino por las propias potencias avanzadas que sí tienen la capacidad para extender sus tentáculos entre múltiples puntos del mercado mundial, frente a economías débiles y atrasadas que tan solo pueden chupar o succionar valor de regiones minoritarias o regionales restringidas, en comparación con el nivel de masa de acumulación de las multinacionales avanzadas.

Esto representa una puesta en práctica de la ley de acumulación del tomo I, así como de la desvalorización del capital constante como forma de abaratar los costos. De este modo, las tasas de productividad del trabajo, de formación bruta de capital, de PIB o PNB, de explotación del trabajo o de la ganancia, todas crecen en favor de los países emergentes y de bajo ingreso, pero en términos de masa sigue existiendo una sobrecogedora asimetría en favor de la Triada clásica. Lo único que parece haber logrado resquebrajar a los países avanzados, y logrado hacer ascender a países emergentes al punto de competir con potencias, tal y como la amenaza de los BRICS, los Tigres Asiáticos (bajo el contrapeso de Japón), el G20, los países del Golfo Pérsico (GCCC), el Mercosur y la Unión Africana frente a la Triada, ha sido el outsourcing y el offshoring multinacional en el marco de una reproducción ampliada contraída (Mandel) y la larga caída de la tasa de ganancia desde el 73/74. Lastimosamente, las tesis de Ruy Mauro Marini se confirman poco a poco a medida que avanza este enorme proceso: los países competidores frente a los países avanzados, países como Turquía o Arabia Saudita, realizan actos imperialistas como el bombardeo de Libia o como la guerra en Yemén, tal y como Etiopía bombardea Eritrea, etc. México prefiere rechazar una moneda común con Argentina y Brasil, así como participar de BRICS, cuando en África la Unión Africana discute con toda tranquilidad la instauración de una Visa o Pasaporte continental para toda África. Mientras México y Brasil compiten, África unida demanda a Israel frente a la Corte Penal Internacional, y los países africanos y asiáticos que respondieron mucho mejor al COVID que los países Latinoamericanos, como la monarquía de Bahrain o Nigeria, se unen a los BRICS. En el momento en que los países emergentes se unan y dejen de lado la individualidad aislada de la nación, se darán cuenta de que son la mayoría del mercado mundial. Que la Triada es una minoría y que, así como sus multinacionales coordinan una estrategia mundial para extender sus focos de producción a lo largo y ancho de todos los mercados, así también pueden revertirlo ellos y poner fin al neocolonialismo. La industrialización del “Tercer Mundo” pasa entonces directa y frontalmente por la oposición a la Tríada, especialmente apoyándose en Japón, luego Europa, y por último los sucesos de Estados Unidos y Reino Unido. Los mercados internos deben tener el derecho y la libertad de florecer, en conjunto con las multinacionales de la Tríada, e industrializarse especialmente en interés del campesino y de la agricultura “tercermundista”, para que abandone la importación de alimentos agrícolas de países avanzados, obtenga soberanía alimentaria, y sea capaz de comprar, consumir y absorber productos industriales de su propia industria “tercermundista”, en lugar de solo importar-exportar todo lo que consume.

Esto, al final de cuentas, puede servir para que los países del “Tercer Mundo” no caigan en la trampa de acuerdos bilaterales o multilaterales de intercambio de tecnología, patentes, bienes de capital, etc, y que finalmente no se solucione el problema de la asimetría en el poder de compra que devalúa el capital constante y que da ésta ventaja monetaria, a pesar de lograr acuerdos de este tipo (que es lo que parece inclinarse hasta ahora las propuestas que hay sobre la mesa, desde la Internacional Progresista hasta BRICS y demás). No existe una propuesta clara de cómo solucionar el problema de la asimetría en términos de bienes de capital, innovación, tecnologías y demás entre la Tríada y el “Sur Global”, ni tampoco si realizar comercio internacional agrícola Sur-Sur logre revertir la asimetría de la IED y la M&A entre países avanzados. Este aspecto del tipo de cambio puede que sea incluso el secreto contable de la forma-dinero y la forma-mercancía mismas en sus forma embrionarias durante el colonialismo medieval que inició en el siglo XV, y lo que permitió a holandeses, portugueses, ingleses y demás, el ponerse a la cabeza de las regiones colonizadas del planeta. También significa una solución pacífica y racional a estas contradicciones, gracias a tener o plantear una estrategia conceptualmente clara de qué y hacia dónde dirigir cambios concretos (en lugar de la improvisación o los tratados multilaterales que mencionamos antes) que logren revertir la asimetría. Es incluso tal vez la oportunidad de pasar de una discusión acerca de divisas, monedas y currencies, hacia una discusión sobre posibilidades de tipos de cambio, sin cambiar la liquidez de las divisas, monedas y currencies,  que sea propositiva para todos los pueblos, tanto para los trabajadores de la Tríada que viven en la miseria mientras hay IED y M&A de sus oligopolios, y de las naciones atrasadas y débiles mientras tienen ésta sobrecogedora desventaja en el mercado mundial desde la colonia. De ser así, sería una gran noticia positiva de parte del bloque BRICS, GCCC, Mercosur/Unasur, Tigres Asiáticos y Unión Africana con respecto a sus competidores, y sería una gran muestra de consolidación de la multipolaridad en lugar del hegemón de EEUU e Israel. Al mismo tiempo, por esta misma razón, se volvería una amenaza directa a los intentos de un superhegemón y entre las capas que todavía consideran que, en lugar de la coordinación y la multipolaridad, se debe construir un gran estado mundial.

El mercado mundial, por sus características, NO podrá ser nunca un estado mundial, a menos que sea presionado o literalmente oprimido por un estado-nación hegemónico sobre ellos, ya que NO tiene las características de una gran país, ni las puede tener, ya no solo económicamente, sino en términos logísticos básicos como el ya mencionado intento de naciones siendo policías de regiones enteras, o las formas de coordinación militar ya mencionadas, pasando a convertirse en un solo estado mundial sin localización alguna. Esto no puede darse desde la ausencia de ecualización a nivel del mercado mundial, hasta aspectos burdos como la imposibilidad de que EEUU e Israel tengan fuerzas policiales o militares a lo interno de China o India, con la cantidad de habitantes, fuerzas policiales o militares que tienen actualmente. Si algo ha dejado claro el evento ucraniano, es que incluso la mayoría de la flotilla naval de EEUU debe estar en franco deterioro desde la Segunda Guerra Mundial, tal y como para Rusia ha sido incomparablemente más difícil alcanzar sus objetivos en Ucrania o viceversa. Es decir, se están sobreestimando las capacidades logísticas mismas, ya no solo de lo militar, sino del sueño de opio de un hegemón como EEUU e Israel, el cual se revela más que como una base proxy en Medio Oriente, y más como una verdadera granada de mano lista para implosionar. De ahí la importancia del tipo de cambio, como forma de detener y al mismo tiempo, ver si es capaz de saciar, la sed de ignorancia y verdadera sobreestimación estúpida de la facción más recalcitrante de los EEUU e Israel, para darse cuenta de que se pueden solucionar de otros modos sus propias ambiciones, y no lleven a la especie no solo a la guerra, sino a un precipicio medioambiental, de hiperinflación, de diferenciación de clase mundial (con un polo de supermillonarios y otro de personas que trabajan por el almuerzo y la cena durante la jornada laboral del día), etc.