En Chile –y en Croacia– ¡El fascismo será derrotado de nuevo!
Srećko Horvat *
Es probable que si Gabriel Boric hubiera nacido en Croacia en el año 1986, probablemente hoy se llamaría Borić.Habría nacido, en realidad, en la Yugoslavia socialista, un país que se construyó gracias a una revolución social en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y del fascismo en toda Europa. Es además, un país que se derrumbó brutalmente en los años 90 dejando un desierto creado por la promesa del «capitalismo occidental» –políticas económicas fracasadas y élites corruptas dispuestas a vender la infraestructura social y los recursos naturales, liderando una guerra contra la clase trabajadora y la propia naturaleza durante los últimos 30 años carentes de gloria.
Por lo que sé –y conste que no conozco personalmente a Gabriel Boric– su familia emigró a Chile desde la isla croata de Ugljan en el siglo XIX. No conozco su historia familiar, pero si sé que la mayoría de los croatas que emigraron en el siglo XIX y XX lo hicieron por hambre y/o por razones económicas. Vivir en una isla croata, que suelen ser espacios aislados, en aquellos tiempos era ciertamente difícil –y lo sigue siendo–. Hablo y escribo de esto porque lo sé muy bien, una de las razones es que vivo la mayor parte del tiempo en una isla croata.
Si la familia de Boric no hubiera emigrado a Chile en aquellos tiempos, quién sabe, tal vez habría nacido en la Yugoslavia socialista –como he dicho al inicio de este texto-– De ser así, no estaría cerca de convertirse en presidente de Chile, país donde nació la ideología neoliberal que destruyó a Yugoslavia. Por supuesto, fue destruida por una combinación de intereses occidentales, política económica neoliberal y nacionalismo. Pero esa es otra historia.
Lo que sería interesante es comparar a Chile y Yugoslavia en los años 70 como una suerte de contraste con la actualidad. También sería interesante que alguien en Chile visitara Ugljan, para ver de dónde viene Boric, una isla que está cerca del continente croata pero que se caracteriza por las típicas condiciones duras del Mediterráneo: mucho sol y mucha piedra. Sería aún más interesante ver cómo el experimento yugoslavo de la autogestión, la democracia obrera y el Movimiento de los No-Alineados podría ser útil no sólo en nuestro desierto del post-socialismo, sino en el Chile actual.
La primera vez que escuché el nombre de Gabriel Boric fue hace unos 10 años. Unos años antes, en Croacia tuvimos una movilización masiva de estudiantes –incluyendo bloqueos de facultades y universidades– que querían impedir la privatización de la educación. Nuestra exigencia era que la educación –como herencia de la Yugoslavia socialista, al igual que la asistencia sanitaria gratuita o la vivienda social– tenía que seguir siendo gratuita.
Luego, en 2011, cuando un nuevo movimiento social en Croacia ya estaba en pleno apogeo, me enteré de las protestas en Chile, que fueron una inspiración y una prueba de que la lucha por la buena causa no conoce fronteras, y que nuestros países tienen mucho más en común de lo que solemos pensar.
Si la izquierda quiere ser hoy radical e inventiva, con un poder transformador para cambiar las relaciones y condiciones socioeconómicas de una sociedad, sin el miedo al compromiso y a la derrota, no puede avergonzarse de su pasado comunista –pero también debe construir, como el propio Marx nos advirtió, una «poesía del futuro». Esto significa ir más allá del desafío tanto del extrativismo (tan común en la izquierda latinoamericana) como de la expansión que caracteriza al capitalismo, reinventando tanto los conocimientos autóctonos como los experimentos socialistas desde Chile hasta Yugoslavia, desarrollando tanto el internacionalismo radical como la autogestión, es decir, la democracia económica donde es precisamente la clase obrera la que influye en la dirección que tomará la sociedad.
El fascismo y el pinochetismo no están simplemente renaciendo, porque nunca murieron en primer lugar. Pero desde Croacia hasta Chile, el fascismo será derrotado de nuevo. Hay un nuevo viento en el horizonte, un viento que ha creado nuevos movimientos conscientes del pasado y dispuestos a construir un futuro diferente y mejor.
En 2021, la capital de Croacia, Zagreb, por primera vez desde el colapso de la Yugoslavia socialista, tuvo un alcalde de izquierdas: Tomislav Tomašević. Tal vez no sea un gran paso para la humanidad, pero sin duda es un salto gigantesco para los Balcanes post-socialistas en los que sólo gobernaron las élites nacionalistas y capitalistas durante los últimos 30 años y destruyeron nuestros países. Esperemos que el 2021 sea también un buen año para Chile. Y tiene que empezar con Boric.
¿Será un camino fácil para Boric y la izquierda en Chile? Por supuesto que no. Por el contrario, será difícil, como escalar una alta montaña llena de peligrosos desafíos o viajar por el vasto océano desde una pequeña isla croata hasta Chile y construir un futuro a partir de condiciones muy nefastas.
Pero ciertamente no es la primera vez, ni tampoco la última, para la familia Borić.
* Srećko Horvat, filósofo croata y miembro de la Internacional Progresista, último libro publicado en español «Después del apocalipsis»