El imperio se desmorona. Reseña y actualidad del libro America against America de Wang Huning
Carlos Contreras
Wang Huning es un teórico político, y asesora al presidente de China Xi Jinping. Milita en el Partido Comunista Chino; además se le conoce por haber escrito y publicado el libro America against America de 1991. Es un libro que vale la pena leer, pues nos muestra como EE.UU. desde entonces acarreaba graves dificultades. Hoy esos problemas son más graves, y potencias como Rusia, China e Irán están tomando nota, pues un EE.UU. débil ya no podrá dominar el mundo a su antojo.
El libro de Wang Huning America against America de 1991 nos revela las debilidades estructurales de los Estados Unidos, y nos explica como la decadencia que hoy viven los gringos ya se había gestado hace más de cincuenta años. Hegel explicaba en la Fenomenología del espíritu que lentamente el espíritu va trabajando debajo de la superficie, y aunque muy despacio, va cambiando las cosas, hasta que de pronto las cosas cambian y ya no eran como solían ser; lo que parece novedoso en realidad es el lento trabajo que el espíritu fue realizando. Precisamente eso es lo que ocurre con los Estados Unidos.
Si bien Huning sólo cita a Hegel una vez, no obstante, esa simple cita ya nos dice de lo que va su libro. Huning afirma que Hegel se la pasó hablando del espíritu, y precisamente Estados Unidos es un país sin espíritu, sin tradición y sin identidad. Eso no es del todo malo, pues debido a eso pudieron desarrollar un fuerte espíritu mercantil, individualista, pragmático, y fueron pioneros en muchas cosas. Como no le debían nada al pasado pudieron desarrollarse sin problemas. Pero por eso mismo, no tuvieron reparos en arrasar a quien se le pusiera de frente, como los amerindios o los afroamericanos.
Huning da varias explicaciones de la descomposición de EE.UU., pero principalmente ve en el individualismo exacerbado la razón de dicha decadencia. Una sociedad en la que cada individuo está por encima de los demás sólo puede resultar en la lucha de todos contra todos, en la que el lobo es un lobo para el hombre. El individualismo sólo puede conducir al conflicto, pues el individuo no tendrá límites para conseguir lo que desea, y sólo se detendrá hasta que alguien más fuerte lo detenga por medio de la violencia.
El individualismo exacerbado de los estadunidenses equivale a libertinaje, y es de señalar que otra cosa que dicen defender es su libertad como el valor más preciado. Si unimos su individualismo a ultranza junto con su libertinaje es posible darse cuenta de que eso sólo puede acabar como una tragedia, tal y como Hegel nos hablaba de la libertad absoluta que arrasa con todos los límites hasta quedar en la nada; y por límites debemos entender límites morales, culturales, religiosos etc. Precisamente una sociedad que sólo valora el dinero pierde todos los demás límites, y pronto cae en la descomposición.
Huning se asombra de como en EE.UU. el individuo está por encima de la comunidad, pero también de la familia. Ser miembro de una familia no te protege contra nada en dicho país. Los padres suelen ignorar a los hijos, les dan mucha libertad, y debido a eso no es raro que éstos pronto caigan en conductas antisociales, adicciones, promiscuidad, embarazos tempranos etc. Para Huning eso es un problema, puesto que la existencia de una sociedad se basa en su reproducción hacía el futuro, y no puede haber futuro cuando tus jóvenes se autodestruyen, y lo peor, se autodestruyen siguiendo la máxima social estadunidense de que el individuo es lo más importante. El libro da a entender que el ethos estadunidense está podrido, y ahora sólo cosechan lo sembrado.
Si bien Huning no lo dice abiertamente, no obstante, su libro da a entender que en EE.UU. se vive una democracia y una libertad simuladas. Una de las máximas que venden los estadunidenses al resto de la humanidad es que ahí hay libertad y hay democracia, y que el Estado es mínimo, por lo que cada individuo es autónomo. De hecho, para apoyar tales tesis, Huning da el ejemplo de que existen varias comunidades en EE.UU. en las que no hay alcalde como tal, y que los miembros de una comunidad forman asambleas, las cuales son horizontales, y por lo mismo todos tienen voz y voto, por lo que entre todos deciden qué es lo que se va a hacer en la comunidad; sobra decir que en dichos lugares el Estado interviene poco, y es así que la máxima de libertad y democracia logra defenderse.
No obstante, Huning deja en claro que dichas comunidades son pequeñas, y que en el resto del país (sobre todo las grandes ciudades) el Estado sí interviene, y en dichos lugares es donde viven la mayoría de las personas, las cuales deben votar Republicano o Demócrata, partidos que para Huning son lo mismo, pues ambos al final del día lo que quieren es favorecer a las empresas, a los bancos, a los lobbys, pero sobre todo favorecer la supremacía de EE.UU. sobre el resto del mundo.
Precisamente, otra razón que nos da Huning para comprender la descomposición de los EE.UU. es el excesivo peso que las empresas, los lobbys y los think tanks tienen en la política estadunidense. Estas organizaciones tienen demasiado dinero, cabildean con los políticos, los influyen monetariamente, y con eso buscan imponer sus agendas, y lo logran. Frente a ellos el pueblo no tiene nada que hacer, y aunque éstos busquen organizarse, protestar y ejercer presión, la realidad es que su voz no cuenta para nada.
Los grupos de presión son los que realmente manejan al país, y los políticos se dedican simplemente a seguir sus órdenes. Al pueblo estadunidense no le queda más que mirar como son otras personas las que deciden por ellos. La democracia yankee así como su libertad sólo cuentan para las personas que tienen dinero, y Huning da a entender que en EE.UU. son pocas personas las que realmente lo tienen.
Pese a todos esos problemas mencionados, hay muchos estadunidenses que realmente creen que viven en el mejor país del mundo, y la razón radica en que según ellos lo que se defiende en los EE.UU. es la constitución del país. Para ellos tal constitución expresa la libertad de cada ciudadano estadunidense, e incluso afirman que la constitución está por encima del gobierno federal, y por eso los ciudadanos son fieles a la constitución, pero no a ese gobierno.
Por lo general son los conservadores (actualmente seguidores de Trump) quienes defienden tales puntos de vista. Aseguran que la constitución afirma la libertad de cada ciudadano y que es el gobierno el que quiere tiranizar a la población. Debido a eso es que se organizan en milicias para evitar que el gobierno se vuelva una dictadura. Si bien Huning no repara mucho en tales afirmaciones, no obstante para él resulta tan contradictorio como todo lo que vio en los EE.UU., pues ¿cómo pueden estar separados el Gobierno y la constitución?
Considero que si bien Huning no le dio tanta importancia, la realidad es que es una estafa al igual que lo de las asambleas y los lugares que se gobiernan de forma horizontal. Aunque afirman que la constitución está por encima del gobierno, lo cierto es que poco o nada pueden hacer frente al gobierno y frente a los lobbys que dominan la política estadunidense. Por eso estimo que son patadas de ahogados frente a un sistema que tiene en poca consideración a la mayoría de sus ciudadanos.
La realidad es que Huning se escandalizó al ver la enorme cantidad de vagabundos que hay en ciudades como Nueva York y Los Ángeles, pero más se sorprendió al ver que los yankees lo ven como algo normal, pues aseguran que esas personas están así porque son holgazanes y perezosos. Para Huning es evidente que el nivel de explotación en los EE.UU. es brutal, y que los políticos lo saben; por eso es que para paliar la situación reparten cupones para alimentos a esas personas. Hoy, en pleno 2024 los vagabundos son más, y ciudades como Seattle, San Francisco, Oakland, Austin etc, ya no saben qué hacer con ese problema.
Es de sobra sabido que en EE.UU. no existe la universidad pública, pues los estudiantes deben pagar cifras ridículamente altas para poder estudiar. En cuanto a las universidades privadas éstas son aún más caras, y, por si fuera poco, para poder funcionar dependen por completo de las donaciones que hacen las fundaciones, las empresas y los magnates. Evidentemente que dichas donaciones no son gratis, y lo que exigen los donadores es que la universidad y sus centros de investigación se adapten a lo que ellos quieren. O sea, no hay catedra libre, y las universidades no son autónomas, ¡los ricos controlan todo! ¡Incluso las universidades públicas!
Lo que Huning dice implícitamente es que Estados Unidos no es un país, es una empresa, y por lo tanto sólo quienes tienen dinero pueden pesar en el rumbo de éste, lo cual además de antidemocrático, nos enseña que sólo unos cuantos son libres, mientras que los demás son esclavos. El ejemplo de los lugares autónomos y sus asambleas democráticas son sólo una tapadera para ocultar que el país dista de ser un lugar con democracia y libertad.
Por si no fuera suficiente, lo cierto es que EE.UU. tiene mucho racismo en contra de los afroamericanos, así como de los amerindios; los primeros no tienen acceso a las mismas oportunidades que los blancos, mientras que los segundos son ciudadanos de tercera, los cuales en muchas ocasiones prefieren quedarse a vivir en sus comunidades cerradas que integrarse en la sociedad, pues tampoco tienen acceso a muchas oportunidades. Por alguna razón Huning no habla de los latinoamericanos (menos de los mexicanos), pero es sabido que ellos viven situaciones similares, por lo que EE.UU. en muchos sentidos dista de ser el país que presume, en donde todos pueden cumplir sus sueños.
Aunado a lo anterior, describe como el crimen organizado tiene un enorme poder en las calles, con peleas que suelen ser muy violentas por dominar la venta de estupefacientes en diversos territorios. De hecho, la situación es tan grave, que en muchas preparatorias las pandillas son las que controlan todo, por lo que muchos estudiantes y profesores deben lidiar con eso en su día a día. Por cierto, el crimen organizado no sería tan poderoso si las adicciones a las drogas no fueran tan altas, pero ya en 1991 eran altas, y ahora en 2024 lo son más.
Los pilares de Estados Unidos solían ser el liberalismo con su individualismo a ultranza, pero al mismo tiempo el pragmatismo como doctrina filosófica. Los estadunidenses solían ser personas que experimentaban, y si algo funcionaba se guiaban de esa manera, hasta que fracasaran y entonces intentaban con otras cosas hasta triunfar. Se guiaban por lo que funcionaba, pero desde hace 50 años optaron por otros valores, como el hedonismo y el nihilismo. Con estas nuevas posturas ya no les importaba el fracaso, y si perdían no importaba, seguían en ese camino pese a las dolorosas consecuencias. Eso lo podemos ver ahora en el conflicto con Rusia en Ucrania, pues a pesar de que no pueden vencer a Rusia, insisten en apoyar a Ucrania, sin importar las enormes pérdidas para Ucrania y el peligro de que ellos mismos tengan problemas graves con Rusia.
Pero ¿por qué los estadunidenses optaron por el nihilismo y el hedonismo? Huning nos dice que los propios pensadores estadunidenses han buscado respuestas, y han visto en los movimientos de la década de 1960 y la contracultura como las principales causas de los problemas que hoy tienen. Para empezar dichos movimientos cuestionaron la moral dominante, es decir al pragmatismo y al liberalismo como herencia occidental, y la vieron como el pensamiento propio de una élite de hombres blancos con dinero; por lo mismo, dicha moral había sido usada en prejuicio de las mujeres y de los afroamericanos principalmente.
Por todo lo anterior fue que, en muchas universidades, sobre todo los departamentos de humanidades, comenzaron a deconstruir la moral y la cultura estadunidense, principalmente corrientes como el feminismo, así como los estudios afroamericanos, y comenzaron a postular alternativas a dicha moral. Si bien Huning considera que tenían mucha razón en criticar la cultura y la moral dominante, no obstante, considera que no fueron sustituidas por una alternativa verdadera, y que lejos de ordenar a la sociedad, lo único que consiguieron fue que la sociedad se volviera caótica, desordenada, y que las personas quedaran desorientadas.
Los problemas de deconstruir la herencia cultural radican en que las personas comienzan a perder interés por la vida, y dejan de esforzarse porque no saben de dónde vienen o a donde van. Eso se nota en la educación estadunidense, pues si bien Huning admira el nivel de la educación superior estadunidense, también se aterra del nivel paupérrimo que tiene la educación anterior a la universidad. Muchas personas no saben matemáticas, e incluso son graves sus problemas de lectura y escritura, ¡y así son aceptados en la universidad!
Aunado a eso, Huning afirma haber ido a observar una clase de la carrera de literatura, y ver como el profesor les preguntaba a los alumnos qué libros habían leído; Huning se horrorizó al ver como muchos apenas y habían leído algo, y los menos, con trabajos habían leído la biblia. Todo eso nos dice como una sociedad que rechaza su propia herencia cultural termina creando personas ignorantes, desubicadas, que no saben nada, y lo peor, dice Huning, crea personas que cuando se deban enfrentar al mundo real, no sabrán como operar, y eso se manifiesta más en el mundo de la política, donde los políticos en vez de guiarse por el realismo, se guían por el nihilismo, y eso se ve ahora en el conflicto en Ucrania.
Huning ve que tanto afroamericanos como feministas se quejan de tales críticas, pues consideran que no tienen la culpa. Sin embargo EE.UU. es un heredero de la cultura occidental, y al rechazar los cánones occidentales, comenzaron a trivializarlo todo, y la cultura que heredaron se volvió banal, se volvieron relativistas. El problema con el relativismo radica en que todo se vale, y si todo se vale, entonces ya no hay límites para nada, y es cuando las conductas antisociales y criminales aumentan. No supieron crear un alternativa moral y cultural que estuviera a la altura de sus exigencias, y el resultado es que la gente se volvió débil, inmadura, desubicada, y ahora los países que no rechazan su herencia cultural los pueden vencer.
Cuando Hunig escribió su libro, Japón se estaba volviendo un país económicamente poderoso, y que se estaba convirtiendo un serio rival para los EE.UU. Japón no rechazaba su cultura, y eran disciplinados, así como orgullosos. Eso le ayudó a Japón a rivalizar con EE.UU., pero finalmente no pudieron vencer, pues estaban ocupados militarmente por EE.UU.. De hecho, ahora Japón es un país decadente y descompuesto como los EE.UU. Estados Unidos no es un país disciplinado, además rechaza su propia cultura, es víctima del hedonismo y del nihilismo, y ahora (en plano 2024) a diferencia de Japón, los chinos sí los pueden vencer.
EE.UU. pensó que, si le daba fábricas, tecnología y paz, China devendría otro EE.UU. en Asia, y dejarían de lado el maoísmo, así como el poder del PCC. La realidad es que los chinos no quisieron dejar de lado el maoísmo, pues fue el que los liberó del imperialismo occidental y japones, y tampoco le dieron rienda suelta al capitalismo como lo quería Estados Unidos. En términos marxistas, los chinos querían los medios de producción yankees, pero no el sistema político de los EE.UU. (incluyendo los lobbys), y mucho menos querían el ethos yankee.
Además, China es una civilización milenaria, con un ethos propio, y son perfectamente conscientes de que los valores ajenos a su civilización, o la deconstrucción de su sociedad sólo pueden terminar como una tragedia. Precisamente a los chinos no les interesa subvertir sus valores eternos, y es por eso que se oponen tajantemente a la yankeenización de su sociedad.
Volviendo a Hegel, precisamente, en la dialéctica del amo y del esclavo, el esclavo es el que mediante su trabajo modifica al mundo y lo controla; en cambio el amo, sólo se dedica a consumir, dependiendo del esclavo para todo, por eso el esclavo puede luchar por su libertad y ser libre, mientras que el amo puede perecer en cualquier momento, víctima de dedicar su vida exclusivamente al placer. Justamente los chinos al apropiarse de los medios de producción yankees comenzaron a modificar el mundo, y ahora a controlarlo, mientras que los yankees han desperdiciado más de tres décadas al placer, y por eso corren el riesgo de desaparecer.
Después de haber leído el libro de Huning, me queda una duda ¿Es el individualismo exacerbado de los gringos el que los destruyó o fue el rechazo de éste (y del pragmatismo) por el nihilismo? ¿No será acaso que el individualismo (y el pragmatismo) que tuvieron desde siempre inevitablemente debía terminar en nihilismo? Porque una cosa es segura, diversos países en todo el mundo han sufrido catástrofes sociales, guerras y revoluciones, pero se han mantenido, así como sus tradiciones. ¿Pero los yankees serán capaces de recuperarse?
El libro de Huning es demasiado actual, pues precisamente hoy los gringos están peor que cuando se editó su libro (1991). Estados Unidos está dividido entre los wokes y los seguidores de Trump, y se ve muy difícil que el país pueda encontrar paz y armonía. Se puede recuperar, pero también puede ser su fin. Estamos presenciando el ocaso de los ídolos.
Pero la lección verdaderamente importante, es la de ver como un imperio decae y se descompone, y a partir de eso poder hacer los análisis pertinentes. Sin embargo, el meollo del análisis de Huning radica en saber apreciar la esencia de un país. Huning admira el desarrollo industrial y tecnológico de los estadunidenses, así como su capacidad creativa, además también admira el nivel de sus universidades, sobre todo el MIT. Pero salvo esos detalles (accidentes en lenguaje aristotélico), para Huning Estados Unidos siempre ha tenido un ethos podrido y autodestructivo, y por eso es un país sin remedio. De nada te sirve todo ese avance tecnológico e industrial si tu ethos es nihilista.
En México deberíamos estar tomando nota, pues si bien nuestro ethos es diferente, no obstante (y por desgracia) hay muchas personas que quisieran ser como los yankees, o que México fuera como EE. UU. sin comprender que ya es un imperio en declive, y que es justamente su cultura la que los llevó hasta ahí. México debe aprender a valorar su pasado, pero sobre todo debemos ser conscientes de que no somos como los gringos, y por lo mismo no podemos terminar como ellos.