El enemigo está adentro [1]

Houria Bouteldja
Discurso de Houria Bouteldja en la reunión inaugural de Guerre à la guerre, bourse du travail de Bobigny, 20 de junio de 2025.
Como aquí nos movilizamos contra la exhibición de los traficantes de armas, la exhibición de los destructores de la vida y de los seres vivos, la exhibición de quienes hacen material y tecnológicamente posible el genocidio, voy a decir tres cosas:
La primera es que si bien el antimilitarismo es crucial, esencial para reconstruir un frente antibelicista consistente, no es suficiente por sí solo, ya que podría caer rápidamente en una lógica moral. Vender armas no es bueno. ¿Quién podría decir lo contrario? Por eso es importante darle un fuerte contenido antiimperialista vinculado a una estrategia en un contexto y una situación determinados.
Pero para definir una estrategia hay que saber identificar al enemigo principal. Ante todo, porque nos estamos quedando sin municiones y una economía militante precaria nos obliga a priorizar nuestros objetivos. Así que cuando nos preguntan “¿quién es el enemigo principal?”, ¿el enemigo de fuera o el enemigo de dentro? respondemos sin ambigüedades que el enemigo está dentro. Para nosotros, como militantes descoloniales, no hay ninguna duda, aunque este interior sea como una especie de muñeca rusa: es Occidente, Europa y Francia a la vez. Occidente como imperio y civilización, Europa como vasallo pero aliado orgánico de Estados Unidos, Francia como parte del todo, a la vez aliada y competidora dentro del todo. Si todos los Estados capitalistas del mundo, incluido el Sur global, forman todos más o menos parte de la cadena capitalista y son por tanto todos enemigos de sus pueblos, la prioridad para nosotros, seamos franceses o residentes en Francia, es luchar contra nuestro imperialismo, primero, porque es en nuestro nombre como actúan las clases dominantes francesas, haciéndonos sus cómplices, luego porque Francia, aunque en declive, forma parte del conjunto de los principales imperialistas, y, finalmente, porque el poder francés está a nuestro alcance y las luchas, nos guste o no, se libran mejor en suelo nacional.
Esto requiere una verdadera revolución cultural. He dicho antes que el enemigo está dentro. Pero ese enemigo es precisamente el que desvía constantemente la atención popular hacia el muy astuto y despiadado enemigo exterior. En este sentido, resulta cada vez más doloroso constatar que el orientalismo adulterado de los últimos siglos sigue siendo la gramática principal utilizada para descifrar la geopolítica del mundo. Urge desexotizar a los enemigos declarados de Occidente, se llamen Rusia, China o Irán, que, contrariamente a la forma en que son presentados, obedecen a lógicas materiales, históricas y políticas determinadas por relaciones de producción, por un sistema interestatal global y por una geopolítica de relaciones de poder. Hacer aparecer a los iraníes, chinos o rusos como más irracionales y más sujetos a sus pasiones y pseudoatavismos culturales que los occidentales es un sesgo ideológico que debemos superar, del mismo modo que creer en la racionalidad cartesiana de los occidentales, que son actualmente los mayores poseedores de armas nucleares del planeta, los más ecocidas, los más beligerantes y los más peligrosos. Cuando la pasión islamófoba y orientalista se desvanece y los hechos se imponen, lo que queda de la espantosa secuencia que estamos viviendo es que fue Israel quien atacó a Irán y no al revés. Es sólo el sesgo orientalista e islamófobo el que nos impide ver las cosas con claridad y nos lleva a confundir la naturaleza de los estados en conflicto (democracia, como sería Israel, o dictadura, como sería Irán) con su papel concreto en una situación concreta, que es la relación de fuerzas imperialista. Así que lo digo sin ambigüedades: comparar el estado genocida con la “dictadura de los Mollahs” es un grave error de análisis, porque es Israel el que lleva más de año y medio cometiendo genocidio, quien bombardea Líbano y Siria, y el que acaba de atacar Irán. Irán, por muy crítico y corrupto que sea su régimen, es la nación agredida. El derecho a defenderse reconocido por la ONU se aplica a esta última y no a la primera. Afortunadamente, esto es lo que reconoce Mélenchon, pero ir a manifestarse como lo está haciendo la Francia Insumisa, a pesar de nuestras fuertes simpatías por esta formación, al mismo tiempo contra Israel y contra Irán, es un error de juicio, además de ser un error político.
La segunda cosa que me gustaría decir es que en Francia es fácil oponerse al imperialismo estadounidense. Mélenchon lo hace muy bien. Pero es más complicado estar en contra del imperialismo francés. Mélenchon no lo hace bien, pero no es el único. También es importante atacar específicamente el belicismo francés, que ahora se encarna a escala europea. Estados Unidos parece haber decidido “desentenderse” de Europa, es decir, confiar a Europa la tarea de asegurar su propia defensa y prepararse para un posible enfrentamiento con Rusia. Esto se traduce en la obligación de dedicar el 5% del PIB al presupuesto militar, lo que significa poner en marcha una economía de guerra. De ahí el programa Rearm Europe, dotado con 800.000 millones de euros. Alemania, por su parte, quiere duplicar su presupuesto militar y convertirse en el mayor ejército de Europa. Asistimos, pues, a la “europeización” de la OTAN, en la que Europa tendrá que reorganizar sus ejércitos y su economía. El apoyo inmediato de la Unión Europea a la guerra contra Irán dice mucho de la alineación de los países europeos con Estados Unidos. Este es el proyecto al que debemos oponernos. Por lo tanto, estar hoy contra Europa significa sobre todo estar contra la OTAN. Pero estar contra la OTAN significa también estar contra una Europa ultraliberal, racista e imperialista. Salir de la OTAN debe convertirse en la consigna principal, y rechazar la europeización de la OTAN debe ser un paso hacia esa salida.
La tercera cuestión que hay que subrayar es que la instauración de una economía de guerra basada en el aumento de los presupuestos militares exigirá enormes sacrificios por parte de la población, lo que a su vez exigirá un endurecimiento de los regímenes (fascismo, racismo, auge de la extrema derecha, formación de milicias, etc.). Por ello, todas las reivindicaciones sociales deben dirigirse decididamente a rechazar los presupuestos militares, a rechazar los sacrificios, a rechazar la militarización de las mentes, pero también a definir un proyecto político popular y emancipador. Para lograrlo, debemos poner toda nuestra energía militante en demostrar que la guerra no interesa a las clases trabajadoras, y que ellas serán las primeras víctimas. Por lo tanto, es urgente trabajar por su unidad. Existe un vínculo entre la guerra, el racismo y la división de los pueblos: Por un lado, las guerras exacerban el racismo, dan rienda suelta a fantasías y prejuicios, embrutecen las sociedades y producen toda una serie de futuros lobos solitarios o milicias violentas (basta pensar en el papel de los veteranos de los años 30 en Francia, Italia y Alemania). Por otra parte, se utiliza al pueblo como carne de cañón al tiempo que se le alista en conflictos que, en cierto modo, constituyen una distracción del conflicto de clases y una prolongación evidente de estas guerras en el caso de Irán, al que se le recuerda constantemente su condición de bárbaro.
Por todas estas razones, la lucha contra el racismo es una prioridad absoluta. Es hora de que todo el mundo comprenda que el racismo es el medio más favorecido por los gobernantes para consolidar la unidad nacional entre la Francia de arriba y la Francia de abajo, esto en detrimento de la Francia de abajo e impedir así una posible revolución. Identificar al enemigo interno significa romper esta unidad nacional e imperialista en favor de la unidad popular. Para ello, hay que luchar contra el racismo y, sobre todo, contra la islamofobia. El 20 aniversario del No al Tratado por el que se establece una Constitución para Europa (TCE), unido al 20 aniversario de los disturbios en los suburbios, podría ser una oportunidad de oro para debilitar esta unidad nacional burguesa y blanca en favor de la unidad popular revolucionaria. Un importante llamamiento titulado “Unirnos, unirnos como pueblo, contra la guerra y el estado de guerra” iniciado por militantes de los barrios y los chalecos amarillos está en circulación y llama a una manifestación masiva el 16 de noviembre.[2]¡Participemos!
[1] Publicado en QG Décolonial el 21 de junio de 2025.
[2] La iniciativa a la que refiere puede verse aquí https://faireblocfairepeuple.org/