El caso contra Henry Kissinger: la formación de un criminal de guerra
Christopher Hitchens
Traducción y nota introductoria: Raúl Soto
Esta traducción de ninguna manera es para celebrar el centenario del criminal Henry Kissinger. Al contrario, es para recordar los crímenes de lesa humanidad cometidos por este nefasto personaje. Su papelen la política de los Estados Unidos, al lado de Richard Nixon, marca el inicio del declive del imperio y de suautodenominada democracia. El novelista Paul Auster me aclaró dicha ficción: EE. UU. no es una democracia sino una república constitucional. Encima, su constitución es una de las más obsoletas del planeta. La última enmienda data de 1992. Las democracias representativas de occidente revisan y modifican en promedio toda su constitución cada tres décadas. Ahora el imperio, a pesar de la supremacía económica que todavía mantiene, vive una crisis política interna, exacerbada por las presidencias imperiales de Bush hijo y delneofascista Donald Trump. La fragilidad del sistema electoral, la descomposición del poder judicial y laineptitud del congreso son evidentes. Dos años y medio después del intento de golpe de estado, Trump sigue libre y está postulado a la presidencia como si no hubiera pasado nada.
Christopher Hitchens fue un controvertido escritor inglés con larga residencia en los Estados Unidos.La primera parte de este extenso reportaje se publicó en la revista Harper’s, en febrero del 2001 y lasegunda el mes siguiente. La Parte I tiene 26 páginas y sólo he traducido algunos extractos, aunque he mantenido la coherencia de todo el texto. Ambos reportajes son adaptaciones del libro El juicio de Henry Kissinger, publicado ese mismo año. El reportaje de Hitchens demuestra la maestría de su estilo y el acceso que tuvo a las personas involucradas, menos Kissinger, y a documentos de primera mano. He agregadoinformación contextual entre corchetes cuando era necesario.
Nixon nunca fue enjuiciado por sus crímenes cometidos en Vietnam, Camboya, Laos y Chile y Kissinger sigue libre. Los gringos tienen un dicho bastante preciso: money talks and bullshit walks, es decir, el dinerohabla y la mierda sale libre.
Parte I (Extractos)
Quedará claro, y puedo decirlo desde el principio, que esto ha sido escrito por un adversario político deHenry Kissinger. No obstante, sigo sorprendido de cuánta evidencia acusatoria y comprobada me he obligadoa omitir. Me ocupo sólo de las ofensas kissingerianas que pueden o deben formar las bases de un juicio legal: por los crímenes de guerra, por los crímenes de lesa humanidad y por las ofensas contra las leyes comunes,consuetudinarias o internacionales; incluyendo la conspiración para cometer asesinatos, secuestros y torturas.Entonces, debo haber mencionado cómo Kissinger reclutó y traicionó a los kurdos iraquíes. Cómo fueron engañados por él para tomar las armas contra Saddam Hussein entre 1972 y 1975, siendo abandonados y exterminados en sus colinas cuando Saddam Hussein suscribió un pacto diplomático con el Sha de Irán. Seles engañó deliberadamente y fueron abandonados a su suerte. Las conclusiones del informe del diputado Otis Pike sigue siendo una lectura chocante y revela la monstruosa indiferencia de Kissinger por la vida y losderechos humanos. Aunque se enmarcan en una depravada realpolitik y pareciera que no han violado ninguna ley.
También, la manipulación de Kissinger para encubrir política, militar y diplomáticamente el apartheid en África del Sur nos presenta un historial repulsivo e incluye las consecuencias increíbles de la desestabilización de Angola. Otra vez uno observa un periodo sórdido de la Guerra Fría, la historia imperial y el ejercicio de un poder irresponsable, que se parece a un episodio del crimen organizado.Adicionalmente, uno debe considerar la naturaleza institucional de esta política que en general ha sido seguida por cualquier gobierno, consejero de seguridad nacional o secretario de estado.
Se pueden hacer las mismas observaciones cuando, a principios de la década de los 1980, Kissinger presidió la Comisión Presidencial sobre América Central. Oliver North fue un miembro importante y elencubridor de la actividad de los escuadrones de la muerte en el istmo.
O sobre la protección política facilitada por Kissinger, mientras era secretario de Estado, a la dinastíaPahlavi de Irán y su maquinaria de tortura y represión. La lista, podemos afirmar, puede extenderse muchos más. Pero no se puede acusar a una sola persona de la crueldad inmensa y el cinismo de décadas. (A veces uno no entiende la intriga, como cuando Kissinger urge al presidente Ford que no reciba a AleksanderSolzhenitsyn, mientras posaba como el enemigo principal y más atrevido del comunismo).
Me he limitado a los crímenes comprobados que pueden y deben formar parte de una acusación legal, así hayan sido acciones perpetradas de acuerdo con políticas del Estado o no. Estos incluyen, en la primera parte, el asesinato deliberado y masivo de poblaciones civiles en Indochina y la planificación del asesinatode un presidente de una nación democrática ‒Chile‒ con el que los Estados Unidos no estaba en guerra. Enla segunda parte veremos que esta mentalidad criminal se extiende a Bangladesh, Chipre, Timor Oriental y hasta Washington D.C.
Algunas de estas acusaciones sólo pueden considerarse de prima facie, ya que Kissinger ‒en lo que también puede considerarse una deliberada y premeditada obstrucción de justicia‒ ha ocultado yposiblemente destruido gran cantidad de evidencia. Ahora, no obstante, estamos en una etapa donde ladefensa de inmunidad soberana para los crímenes de estado se ha suspendido.
El veredicto en Londres de la Cámara de los Lores sobre la relevancia internacional de los crímenes delgeneral Augusto Pinochet, sumado al activismo espléndido de la magistratura española y los veredictos delTribunal Internacional de La Haya, han destruido el escudo que protegía los crímenes cometidos con lajustificación de la raison d’etat. Ahora no existe ninguna razón para que una orden judicial no sea expedida contra Kissinger por cualquiera de las numerosas jurisdicciones y no hay razón para que no responda. Enefecto, mientras escribo esto, hay varias jurisdicciones donde la ley finalmente está considerando las evidencias. Y en todo caso tenemos el precedente del tribunal de Nuremberg que los Estados Unidos solemnemente reconoció.
La falta de acción constituirá una doble o triple ofensa a la justicia. Primero, violará el principio esencial, y ahora incontrovertible, que ni siquiera los más poderosos están encima de la ley.
Segundo, sugerirá que el enjuiciamiento por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad están reservado para los perdedores o para los déspotas menores de los despectivamente llamados países insignificantes. Esto conduciría a la miserable politización de lo que ha sido un proceso altruista y lasospecha justificada de la doble moral. Muchos de los compinches políticos de Kissinger ‒de Grecia a Chile y de Argentina a Indonesia‒ ahora están presos o esperando ser enjuiciados. Su propia y única impunidad es jerárquica, huele a gloria. Si se le consiente persistir reivindicaremos desvergonzadamente al antiguo filósofoAnacarsis quien afirmaba que las leyes son como las telarañas: fuerte para detener sólo a los débiles y muy débil para retener a los poderosos. En nombre de las innumerables víctimas, conocidas y desconocidas, eshora de que se haga justicia.
Los crímenes de Kissinger en Indochina
He escogido los casos donde Kissinger intervino directamente, de una lista larga, y he entrevistado atestigos sobrevivientes. El primer caso es la operación Speedy Express [El expreso rápido]. Mi colega y amigo Kevin Buckley, entonces un corresponsal admirado y jefe de la oficina de Saigón de la revista Newsweek, seinteresó en la campaña de pacificación del nombre en clave referido. Diseñado durante los últimos días del gobierno Johnson-Humphrey, se implementó en su totalidad durante el primer semestre de 1969, cuando Henry Kissinger había asumido casi una completa autoridad en la conducción de la guerra en Vietnam. Elobjetivo fue usar la fuerza estadounidense, en apoyo al gobierno de Van Thieu [presidente de Vietnam del Sur], en la turbulenta provincia de Kien Hoa ubicada en la delta del río Mekong.
El 22 de enero de 1968, Robert McNamara [secretario de defensa de Johnson] testificó en el senado que“no había unidades norvietnamitas” desplegadas en la delta y no existen documentos del servicio de inteligencia que lo desmientan. Recién en 1972, Buckley publicó en Newsweek:
Toda la evidencia que he recogido apunta a una conclusión irrefutable: un número asombroso deciviles ‒tal vez hasta 5.000 de acuerdo con un oficial‒ fueron asesinados por el fuego estadounidense para pacificar Kien Hoa. Hubo 3.381 ataques aéreos durante la operación Speedy Express. Las estadísticas oficiales muestran que 10.899 enemigos murieron. Existe evidenciaincontrovertible que todos los miembros del Viet Cong estaban bien armados. Y la enormediscrepancia entre el número de muertos (10.899) y el número de armas capturadas (748) no sepuede explicar. Excepto por la conclusión que la mayoría de las víctimas fueron civiles inocentes y desarmados.
Cuando el general Creighton Abrams encomió a la 9ª División por la operación Speedy Express estamos seguros de que los líderes políticos en Washington estaban bien informados. En efecto, el nivel de micro gestión revelada en las memorias de Kissinger corrobora que una operación como esta no podíarealizarse sin su conocimiento ni permiso. Y no hay duda de su participación en el bombardeo e invasión de Camboya y Laos, países neutrales en el conflicto. Obsesionado con la idea de que la intransigenciavietnamita podría rastrearse a los aliados de Vietnam del Sur o a recursos externos a Vietnam, o que se podía solucionar usando tácticas de destrucción masiva, en cierto momento Kissinger consideró usararmas termonucleares para borrar el paso por donde atravesaba la línea del ferrocarril entre Vietnam del Norte y China. En otra oportunidad, consideró bombardear los diques del sistema de irrigación quepermitiría inundar el país. Ninguna de estas medidas se ejecutó, pero revela la mentalidad nefasta de Kissinger. Ni bien Nixon y Kissinger tomaron el poder se preparó e implementó un programa en secretopara bombardear Camboya y Laos. Entre marzo de 1969 y mayo de 1970 se realizaron 3.630 bombardeos.Los cálculos oficiales estiman que por lo menos 350.000 civiles en Laos y 600.000 en Camboya fueronasesinados. La cantidad de refugiados son varios múltiples de dichas cifras. Adicionalmente, el uso indiscriminado de armas químicas creó una crisis de salud masiva que afectó mayormente a los niños, madres, ancianos y enfermos crónicos. La crisis ambiental y de salud persiste hasta hoy.
Esta guerra espantosa y sus consecuencias funestas constituyen una crisis política y moral de las instituciones de los EE. UU. y de por lo menos cinco presidentes. Para la sociedad estadounidense no sería difícil identificar la responsabilidad individual de esta etapa atroz de su historia. Richard Nixon, como jefesupremo de las fuerzas armadas, es el responsable principal y evadió por un pelo que el congreso incluya sus engaños y crímenes en Indochina en los artículos de destitución, cuya promulgación lo obligó a renunciar.Pero Henry Kissinger, su mano derecha, a veces asumió el puesto de copresidente virtual en las decisiones sobre Indochina. Por ejemplo, durante los preparativos para la invasión de Camboya en 1970, Kissinger se vioen la encrucijada de las opiniones de su personal ‒muchos renunciaron cuando empezó la invasión‒ y su obsecuencia para complacer a su presidente. En sus memorias White House Years, Kissinger afirma queusurpó la cadena de mando habitual, en la cual los generales en el campo de batalla reciben sus órdenes del presidente o el secretario de estado. Se jacta de haber cambiado “el cronograma diplomático y militar” para elbombardeo secreto de Camboya. El coronel Sitton, experto en los bombarderos B-52 del estado mayor, notóque a finales de 1969 su oficina empezó regularmente a ser desautorizada en la selección de objetivos. “Kissinger no sólo cribaba cuidadosamente los ataques”, dice Sitton, “también leía los informes de inteligencia”y manipulaba los bombardeos. Por eso es difícil creerle que no sabía de las consecuencias de losbombardeos en Camboya y Laos. El número exorbitante de muertos en Camboya y Laos ocurrió bajo la supervisión de Henry Kissinger y lo ocultó al congreso, la prensa y el público.
Chile: el estadista como sicario
En una declaración famosa por su desprecio de la democracia, Kissinger dijo que no veía la razón por qué se permitía a cierto país “convertirse en comunista por la irresponsabilidad de su gente”. Se refería a Chile, que en esa época tenía la reputación de ser una democracia pluralista ejemplar en América del Sur. Elpluralismo, durante los años de la Guerra Fría, se reflejaba en el electorado que votaba un tercio por los conservadores, un tercio por los socialistas y comunistas y tercio por los demócratas cristianos y centristas. Esto hacía posible mantener a los marxistas fuera del gobierno y desde 1962 la CIA estaba contentasolventando a los paridos controlables, como lo había hecho en Italia, por ejemplo. No obstante, en septiembre de 1970, el candidato de la izquierda alcanzó el 36.2 por ciento en las elecciones presidenciales. La división de la derecha, sumado al apoyo de un grupo de radicales y de demócratas cristianos, permitió el triunfo de la izquierda. Existía el imperativo moral que el congreso chileno confirmara, luego del interregno de60 días, al Dr. Salvador Allende como nuevo presidente. Pero el apellido Allende era el anatema de la extremaderecha chilena, de ciertas multinacionales (especialmente ITT, Pepsi-Cola y Chase Manhattan Bank) quehacían negocios en Chile y de la CIA. Esta aversión se vinculaba directamente al presidente Nixon. Él estaba en deuda con Donald Kendall, el presidente de Pepsi-Cola, quien le había dado su primera cuenta internacional cuando, siendo un político fracasado, trabajaba para un estudio de abogados de Wall Street. Unaserie de reuniones en Washington, después de once días del triunfo de Allende, esencialmente sello el destinode la democracia chilena. Luego de conversaciones con Kendall, David Rockefeller del Chase Manhattan Bank y el director de la CIA Richard Helms, Kissinger se dirigió con Helms a la Oficina Oval. Los apuntes deHelms de la reunión indican que Nixon no perdió el tiempo para manifestar su decisión. Allende no debía asumir la presidencia. “No preocuparse de los riesgos. La embajada no debe involucrase. 10 millones de dólares disponibles, más si fuera necesario. Trabajo a tiempo completo de los mejores disponibles…Destruyan la economía. 48 horas para elaborar un plan de acción”, se lee en los apuntes de Helms.
Los documentos desclasificados muestran a Kissinger ‒que nunca le había importado Chile y lo había descrito despectivamente como “una daga apuntando al corazón de Antártica‒ muy interesado en esta oportunidad para impresionar a su jefe. Se formó un equipo en Langley, Virginia [la oficina principal de la CIA],con el objetivo de establecer una política dual para Chile. La primera era supuestamente diplomática. La otra ‒desconocida por el Departamento de Estado y por Edward Korry, el embajador en Santiago‒ consistía en la desestabilización, los secuestros y asesinatos para provocar un golpe militar. Existían obstáculos de corto y largo plazo para realizar dichas acciones, especialmente por el breve tiempo disponible hasta que Allende asumiera el gobierno. El obstáculo de largo plazo era la tradición de abstención política de los militares en Chile, una tradición que los diferenciaba de sus vecinos. Dicha cultura militar no podía cambiarse de la noche a la mañana. El obstáculo de corto plazo residía en una persona: el general René Schneider, jefe de las fuerzas armadas que se oponía tajantemente a la intromisión de los militares en el proceso electoral.Entonces, en la reunión del 18 de septiembre de 1970, se decidió que el general Schneider deberíadesaparecer. El plan consistía en que oficiales extremistas lo secuestraran, echándole la culpa a los partidarios de Allende. Como resultado, el congreso chileno no confirmaría como presidente a Allende. Seofrecía 50.000 dólares de pago. Helms le dijo a Kissinger que no estaba optimista. Los militares dudaban y estaban divididos o apoyaban al general Schneider y la constitución chilena. Kissinger fue tajante en su respuesta: sigan presionando. El gobierno de Nixon estaba actuando a espaldas del congreso y esta operación constituía un acto de terrorismo de estado.
El embajador Korry ha testificado que le advirtió a todo el personal no tener contacto con Patria yLibertad, el grupo fascista que negaba el resultado de las elecciones presidenciales. Envió dos cables a Washington advirtiendo a sus superiores que tampoco lo hicieran. Ignoraba que sus propios agregados militares habían recibido la orden de contactar al grupo, sin informar al embajador. El 15 de septiembre de1970, le comunicaron a Kissinger que el general Roberto Viaux, un oficial de extrema derecha relacionado con la pandilla Patria y Libertad, había aceptado la misión de neutralizar al general Schneider. La palabrasecuestro todavía se usaba en este momento. Kissinger autorizó enviar ametralladoras y gases lacrimógenos vía valija diplomática y no se preocupó de preguntar qué haría Viaux con Schneider una vezsecuestrado. En 1969, Viaux había tratado de organizar un golpe de estado contra el gobierno demócrata cristiano y varios miembros de la CIA en Santiago desconfiaban de él porque lo consideraban loco. El Memorando de conversación de la Casa Blanca, fechado 15 de octubre de 1970, consigna las dudas deúltimo minuto de Kissinger con respecto a Viaux, aunque el 13 de octubre éste había recibido 20.000 dólares en efectivo y la promesa de una póliza de seguro de vida por 250.000 dólares autorizada directamente por la Casa Blanca. La CIA también había reclutado una facción más respetable liderada porel general Camilo Valenzuela, jefe de la guarnición de Santiago, debido a la desconfianza en Viaux y con Nixon repitiendo: “es absolutamente necesario que la elección a la presidencia de Allende sea desbaratada”. La presión al grupo de Valenzuela se intensificó. Como consecuencia directa, especialmentepor el apoyo inicial a su plan, Viaux se sintió compelido a actuar.
La noche de octubre 19 de 1970, el grupo de Valenzuela trató de secuestrar al general Schneider cuando salía de una cena protocolar. El atentado falló porque Schneider no abordó el carro oficial. La CIAenvió un cable de Washington a Santiago exigiendo acciones inmediatas porque “EL DIRECTOR DEBERESPONDER EN LA MAÑANA DEL 20 AL ALTO MANDO” [léase Kissinger y Nixon]. Se autorizó el pago de50.000 dólares a Valenzuela y a su mano derecha con la condición de que intenten el secuestro nuevamente. El 20 de octubre trataron y fracasaron otra vez. El 22 de octubre la CIA le entregó las ametralladoras traídas en valija diplomática al grupo de Valenzuela, aunque no fue necesario. Horas más tarde, la pandilla del general Roberto Viaux había finalmente asesinado al general René Schneider.