Política de dinero caro, a la par de un robustecimiento de la economía y de las ganancias bancarias en México

Enrique Vera Estrada

¿Quién piensa que en épocas de crisis económica todo el mundo sale perdiendo? Ese es un argumento falaz que se ha venido manejando durante episodios en que hay un crecimiento débil del producto o del ingreso o del empleo. De hecho, en momentos de crisis surgen entidades o inversionistas que aprovechan tal momento para incrementar en forma notable su patrimonio. Un incremento incluso mayor que en épocas de bonanza económica. Ya el magnate Warren Buffet estableció en su momento que el momento idóneo para comprar o invertir en una Bolsa de Valores es cuando el precio de las acciones se desploma, y que por lo tanto hay una gran pesimismo y nerviosismo. La tendencia en esos momentos es de vender toda la cantidad posible de acciones que se tengan, pues están bajando de valor. Es precisamente en ese momento en que surgen los cazadores de gangas, que compran acciones a precios muy bajos y que esperan unos cuantos meses para que su inversión inicial se haya multiplicado en forma importante. La lección es hay que saber cuándo invertir, y em muchos casos no es en etapas de expansión y bonanza económica.

En este ensayo se establece claramente que desde mediados de 2021, cuando el problema de la inflación robó cámara debido a que se estaban presentando cuellos de botella en muchos países, así como una escasez a nivel mundial de productos y materias primas básicas, esa inflación, si bien castigó el bolsillo de las familias de todo el mundo -incluyendo las mexicanas- provocó una desaceleración económica, pero favoreció a entidades, sobre todo los bancos comerciales, ya que las medidas monetarias encaminadas a recortar el suministro de dinero a los mercados mediante tasas de interés más elevadas, no lesionó en lo absoluto la actividad crediticia o concesión de préstamos tanto a personas físicas como a empresas. Lo que hemos podido ver desde hace casi dos años es que los agentes económicos (familias, empresas y gobiernos) siguen solicitando grandes cantidades de créditos, a pesar de las tasas de interés se han elevado sustancialmente. La experiencia de 2021 nos muestra una inelasticidad de la demanda de nuevos créditos a pesar de que su costo es mucho mayor.

En algunos casos como el de México, el incremento de la tasa de referencia de Banxico (ubicada en un 11.25 por ciento desde hace varios meses) no ha impedido que la cartera de los principales bancos (BBVA Bancomer, Santander, Banorte, Scotiabank HSBC y Citibanamex) haya crecido. Esto se ha debido, según algunos expertos a que la banca comercial mexicana ha absorbido parte de ese incremento, razón por la cual esa tasa no ha sido cargada en su totalidad a los créditos otorgados. Sin embargo, a pesar de esa absorción de una parte del alza, es palpable el importante incremento de tasas que paga el prestatario final. Por ese motivo se ha establecido que el suministro de dinero a la economía mexicana sigue siendo fuerte y abundante. La receta monetaria en México y en casi todo el mundo no ha sido el factor decisivo para que la inflación haya cedido en forma importante desde finales de 2022. En México la tasa de referencia pasó de un 4 por ciento a mediados de ese año a ese nivel mencionado en la actualidad. Y esta cuestión es importante debido a que la receta monetaria aplicada se aplicó pensando en un efecto multiplicador negativo del crédito bancario cuando se eleva la tasa de interés, que en teoría frenaría el consumo e inversión internos y con ello una caída de los precios.

Pero para mediados de este 2023 increíblemente la fortaleza del mercado laboral y del nivel de consumo no han disminuido en México (de hecho en nuestro país la SHCP estipula un crecimiento del 3 por ciento y una creación total de empleo 760 mil puestos de trabajo. A la par de ello, la inflación ha cedido situándose en un nivel que ronda a un 5 por ciento para agosto de este año. Una situación paradójica: la economía se fortalece y crece– con mayores gastos de consumo e inversión– y al mismo tiempo la inflación empieza a caer en forma notable. Y debido a este crecimiento y a un mayor salario mínimo disponible, la solicitud de créditos ha crecido , a pesar de ese incremento en la tasa de interés de referencia.

Pero volviendo a nuestro tema, la banca ha salido favorecida con la inflación que se presenta, pues ello les ha permitido cobrar tasas más elevadas sin perder su cartera de clientes, y en el caso de México con un bajo nivel de morosidad que según Banco de México se ubica en un 2.8 por ciento. De ahí del origen de las ganancias extraordinarias que para la banca mexicana se ubicó en un el nivel de los 380 mil millones de pesos en el primer semestre de2023 (fuente Banxico). Un crédito más caro, de demanda inelástica y con ese bajo nivel de morosidad que necesariamente implica una mayor utilidad bancaria. La banca en México es sólida y bien capitalizada, a pesar del abrupto movimiento de tasas de interés en los últimos 18 meses.

Podemos creer que en el caso del sistema bancario actual se rompe una norma tradicional de la Economía, que establece que cuando el precio de un producto o servicio se eleva, la demanda de éstos debe caer. Como se mencionó, en el caso de la banca mexicana y mundial y mundial, esa regla fundamental no ha operado. Hay créditos mucho más caros, con intereses a pagar mucho más elevados y al mismo tiempo hay un gran apetito por ellos, ya que se cree que se devolverán en tiempo y forma.

Los analistas económicos critican el hecho de que los bancos comerciales a nivel mundial cobran créditos con tasas mucho más elevadas (la llamada tasa activa) pero al mismo tiempo no compensan a sus ahorradores o depositantes con tasa muy bajas (la llamadas tasas pasivas de los bancos) En México siempre se ha presentado una diferencia elevada entre esa tasa activa que se cobra por los créditos y la tasa pasiva con que recompensan a quienes depositan sus ahorros. En estos momentos la tasa pasiva real (no nominal) que se paga al ahorrador se ubica en 5 o 6 por ciento que iguale al menos la inflación que se presenta. De lo contrario habría una minusvalía del capital, perjudicando seriamente su patrimonio. En ese momento se presentaría lo que Keynes denominó hace casi un siglo como la “trampa por la liquidez “ que se da cuando ya no tiene gran sentido confiar los ahorros que se posean a los bancos , debido al pobre premio o recompensa que pagan. Ha sido una tendencia “abusiva” como han establecido algunos analistas económicos, ya que en muchos casos hay una gran brecha entre la tasa activa –que se cobra por los créditos– y esa tasa pasiva que se le paga al depositante. Y esa gran brecha entre tasas activas y pasivas es el origen de las ganancias o utilidades de los bancos. Y en estos momentos debido al incremento de las tasas de interés en todo el mundo, se está presentando una “sobreganaría” que ha hecho que muchos gobiernos actúen. Por ejemplo, en Italia, se ha establecido un impuesto o gravamen del 40 por ciento sobre esa ganancia fuera de lo ordinario, ya que su gobierno de extrema derecha – paradójicamente- estableció que ese exceso de ganancias debe contribuir a las arcas públicas. Lo importante, según vemos, es que la banca genere una utilidad razonable con su actividad crediticia. Un gravamen podría ser útil para obligar a los bancos a pagar más a sus depositantes, con el objeto de reducir esa utilidad fuera de lo ordinario.

Por último, agregamos que el alza de tasas en México no solo se da para atacar la inflación, sino para evitar fugas de capitales. En momentos de agitación financiera provocadas por esa guerra de tasas de interés, México ha tenido que ofrecer una tasa de referencia superior a los 600 puntos base sobre la tasa ofrecida por la Reserva Federal de los Estados Unidos para evitar un gran “drenaje” de dólares que descapitalizaría al país.