El cartel inmobiliario, algo más que una consigna

CE, Intervención y Coyuntura

El domingo 17 de marzo se llevó el primer debate entre la candidata y los candidatos a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. No nos interesa destacar ahora los puntos fuertes –que no fueron pocos– de la candidata Brugada, la intrascendencia de un personaje dedicado a contar chistes y de la posición del mirrey Taboada. Sino llamar la atención de algo a propósito del llevado y traído “cartel inmobiliario”.

“Cartel inmobiliario” se utiliza para designar una red de corrupción y complicidad entre funcionarios y empresarios, mismos que, con el objetivo de especular sobre zonas de vivienda de la ciudad, han sobrepasado todos los límites: edificaciones mal hechas, peligrosas, con materiales de baja calidad, etc. El punto máximo es el más reciente caso en donde una empresa que realiza obras para la construcción de departamentos, perforó el túnel y provocó una filtración en la línea 12 del metro.

Hasta ahora la consigna de denuncia del Cartel Inmobiliario se ha centrado en golpear al panismo. Por supuesto que la delegación Benito Juárez es el corazón de ese proceso de corrupción. Ello es evidente tan solo recorriéndola: construcciones por doquier, demoliciones por doquier, sin planeación, sin respeto del número de pisos, sin considerar la utilización de agua.

Foto Alfredo Domínguez/ Metro Visión

Es preciso, atendiendo a la política de la verdad, no sólo utilizarlo ahí. La representación más inmediata del Cartel Inmobiliario es la red de –a riesgo de plantear un pleonasmo– mirreyes panistas que se benefician de la construcción; pero ellos apenas son la personificación banal y ridícula de un proceso más amplio, que está escapando a los signos ideológicos y se instala como un despliegue del propio capitalismo. Varios autores han señalado que el capitalismo contemporáneo se encuentra en una fase “tecno-feudal” o “neo-feudal”, para hacer referencia a que no se trata ya de la ganancia productiva el eje fundamental, sino la renta.

El capitalismo rentista, estaría expoliando las ciudades, usufructuando la especulación sobre el espacio urbano y destruyendo formas comunitarias. No es exclusivo de la ciudad de México, le pasó (le sigue pasando) a Nueva York, a Buenos Aires, a Austin, a San Francisco, es decir, es un fenómeno global de la forma rentista del capitalismo de nuestros días.

Denunciar a los panistas de la Benito Juárez es correcto, pero también hay que reconocer que la forma especulativa ya no se detiene en esa demarcación. Está presente en una buena parte –quizá toda– la Ciudad de México. Los aliados políticos de Clara Brugada en el proceso de obtención de la candidatura –el grupo experredista hoy convertidos en 4T encabezado por Elizabeth Mateos es un buen ejemplo. Durante su gestión se dio un incremento dramático de las construcciones y edificaciones al estilo Cartel Inmobiliario en Iztacalco.

Sumado a ello, tenemos otros dos fenómenos que continúan creciendo en la ciudad; el primero, que inició a principios de la década del 2000, es el tema de la gentrificación de la ciudad; y el segundo, que tiene que ver la creciente influencia de la plataforma Airbnb, promueve que los llamados “nómadas creativos” vean en la ciudad de México una opción barata y rentable de trabajar mientras realizan turismo. El ensamblaje de estás tres lógicas –que a veces intencionalmente y otras no– tiene lógicas de desplazamiento de las comunidades originales de la ciudad, destrucción de las economías locales, de blanqueamiento y de creación de nuevos guetos para extranjeros o para una clase media alta, como se puede ver ya en la colonia Roma; ello ha ocasionado la exclusión para un cierto perfil del habitante de origen nacional que no logra acceder a esas rentas, además del daño ecológico a la ciudad que hoy se anuda con el problema del abastecimiento del agua.

Es importante colocar enserio el debate sobre la especulación, el cual no debe quedarse solamente en la denuncia al nefasto grupo panista. Se debe avanzar, en verdad, sobre una política de derecho a la habitación, de elaborar proyectos de contención del mercado inmobiliario y de transparencia de sus orígenes. Si esto no avanza, la transformación no será una realidad profunda en la vida de los habitantes de la ciudad.