Cinco de las ideas de Lenin que son más pertinentes que nunca

Carlos L. Garrido

 

Es importante, sobre todo, que entiendan que el marxismo-leninismo no es una doctrina muerta, que no es un catecismo, que no es un esquemita, que llega y se le pone a cualquier problema; que no se trata de una serie de uniformes o de modelos de vestidos que se escogen para este caso o para el otro caso, sino que es un método, es una guía, es un instrumento que, precisamente, tiene que usarlo el revolucionario en la solución concreta de los problemas que se le presentan. Es una doctrina viva, que el individuo lo arma, lo prepara, lo capacita, lo lleva a resolver adecuadamente los problemas; de lo contrario, se vuelven revolucionarios dogmáticos, de lo contrario se vuelven cerebros muertos, y los cerebros tienen que ser cerebros vivos, para aplicar fórmulas vivas a cada problema concreto que tienen.

Fidel Castro[1]

Al principio de este año hemos visto pasar el centenario de la muerte física de uno de nuestros camaradas más queridos, Vladimir Ilich Uliánov, conocido por nosotros como Lenin. Sería una tontería, sin embargo, pensar que su muerte física significaba la muerte de sus ideas. Hoy, después de cien años, las ideas de Lenin son tan indispensables como cuando las puso en papel. «Se equivocan cuando piensan que su muerte es el fin de sus ideas».[2] Esto nos lo dijo Fidel Castro a la muerte del Che Guevara, pero se aplica con igual exactitud a la muerte de Lenin.

Lenin nunca fue, como el Occidente lo reduce, simplemente el hombre de práctica que «aplicó» lo que Marx y Engels escribieron. Ciertamente, en términos de la práctica revolucionaria y el desarrollo de la táctica para la lucha de clases en la era del imperialismo, hay una partícula de verdad en esta comprensión. Pocos han entendido mejor que Lenin la lucha de clases y cómo hacerla avanzar. Pocos han estado tan en sintonía con la cosmovisión marxista, tan completamente desprovista de dogmas y del fetiche de la pureza, como para comprender la dialéctica del socialismo en su máxima profundidad. Lenin, ya sea antes o después de la conquista del poder, fue un hombre que se destacó en el uso de la perspectiva marxista como guía para la acción, como la mejor herramienta y la mejor arma de trabajo, como la describió Engels, para que las masas cambiaran (y no solo interpretaran) el mundo. Ya sea en el desarrollo creativo del partido de vanguardia de un nuevo tipo en la era de la última represión zarista, donde el trabajo de organización tuvo que tomar una forma subterránea y clandestina con los revolucionarios profesionales (que siempre ha sido malinterpretado en Occidente como un partido elitista de arriba hacia abajo), o en su comprensión del papel del campesinado en la lucha revolucionaria, o en su desarrollo de la Nueva Política Económica (NEP) durante el primer período de la construcción socialista, la práctica de Lenin indudablemente aplicó y desarrolló creativamente la obra de Marx y Engels.

Sin embargo, a menudo se pasa por alto a Lenin como teórico (que está dialécticamente incrustado con el Lenin anterior), especialmente en el Occidente chovinista que ve a Europa como los portadores de la «teoría» y a Oriente como los aplicadores de la misma en la «práctica». Lukács todavía tiene razón al decirnos que «Lenin es el más grande pensador que ha producido el movimiento obrero revolucionario desde Marx… el único teórico igual a Marx«.[3]

En este centenario de su fallecimiento, doy aquí cinco desarrollos centrales de Lenin sobre la tradición marxista.

1) En el ámbito de la filosofía, desarrolla el materialismo marxista en el contexto de la crítica del idealismo machista y su difusión en los espacios marxistas rusos. Esto se hace en su Materialismo y empiriocriticismo de 1908, un texto que da náuseas a los marxistas occidentales posmodernizados debido a su defensa abierta del materialismo y el realismo filosófico. Incluso algunos de los que no han condenado completamente a Lenin quisieran crear una escisión entre el Lenin de 1908 y el posterior a 1914 (p. ej. Raya Dunayevskaya y sus estudiantes contemporáneos como Kevin Anderson). Si bien es cierto que sus estudios filosóficos de 1914 en Suiza, especialmente su estudio de Hegel, representan uno de los mayores avances en la literatura materialista dialéctica, debe agregarse a las ideas filosóficas anteriores, no usarse para rechazarlas. Francamente, ¿qué otra cosa se puede esperar de los marxistas occidentales, aquellos que miran a todas partes y sólo ven escisiones (Marx temprano y maduro, Marx de Engels, Lenin antes y después de 1914, Lenin y la construcción socialista posterior a Lenin en Rusia, etc.)? Por lo tanto, junto con sus desarrollos filosóficos a la cosmovisión marxista de 1908, están sus cuadernos filosóficos de 1914. Si bien Marx nunca llegó a proporcionarnos el breve texto de «Dialéctica» que le prometió a Engels y a Dietzgen,[4] en sus estudios de 1914 Lenin nos da un amplio trabajo sobre una interpretación materialista de Hegel y la sublación marxista de su visión dialéctica del mundo (que, como materialismo al revés, tiene el germen de la perspectiva marxista), desempeñando para los futuros revolucionarios el papel que presumiblemente tendría la «Dialéctica» de Marx.

2) Lenin desarrolló la comprensión marxista de la economía política capitalista para la etapa del imperialismo y el capital monopolista. Marx ya había avanzado en este sentido en el tercer tomo de El Capital, pero sólo con la carnicería de la Primera Guerra Mundial la etapa imperialista del capitalismo se desarrolla hasta un punto de madurez en el que podría entenderse como una etapa propia, un desarrollo parcialmente cualitativo dentro del modo de vida capitalista en su conjunto. Es aquí donde Lenin cristaliza este análisis, concretando el trabajo previo realizado por Hobson, Hilferding y Bujarin. El análisis de Lenin sobre el dominio del capital financiero en la era del imperialismo se ha vuelto más indispensable a medida que las instituciones financieras globales surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Su predicción de que el imperialismo se unirá a guerras imperialista constantes (tanto de tipo interimperialista como del tipo que intenta subyugar bajo el dominio imperial a las naciones fuera de su esfera de influencia), no podría haber resultado más profética en este último siglo, ya que el imperialismo estadounidense ha librado una guerra híbrida contra prácticamente todos los países del planeta. Sin el marco teórico del análisis de Lenin sobre el imperialismo, es literalmente imposible acercarse a una comprensión precisa del mundo de hoy. Tenemos que agradecerle a Lenin por esta claridad.

3) Junto con sus ideas sobre el imperialismo y el papel del campesinado en las revoluciones socialistas, Lenin desarrolla sobre las obras anticoloniales de Marx y Engels, que ven las luchas de liberación nacional como formas de lucha de clases. Lenin ve la primacía que estas a menudo tienen en las luchas de clases de las naciones imperializadas contra la opresión nacional. En todo el mundo imperializado, estas luchas han aumentado, a veces asegurando sus éxitos durante décadas (Cuba, China, Vietnam, Laos, RPDC, etc.) y a veces siendo derrocadas por sucias tácticas imperialistas estadounidenses y europeas después de la exitosa conquista del poder (Burkina Faso, Congo, Guinea-Bissau, Ghana, etc.). Este análisis de Lenin rompe con la tradición del Marxismo vulgar de la segunda internacional, que nunca pudo ver la importancia de las luchas anticoloniales dentro de la lucha por el socialismo. El desarrollo de Lenin se basa, como argumentamos en el primer punto, en su base teórica dentro del materialismo dialéctico, que le proporciona ver como las luchas de clase, como categoría universal de la historia, se concretizan solamente en diferentes tipos de luchas particulares. No existen como abstracción general vacía; solo como universal concreto. Este entendimiento presupone la sublación del manejo de las categorías filosóficas por parte de la tradición occidental, una superación dialéctica que ya se había llevado a cabo con Hegel, y desarrollado por Marx y Engels. En la obra del filósofo Marxista italiano Domenico Losurdo, esto se describe a través de las categorías de género y especie –las luchas de clase (categoría universal) son el género que se concretiza a través de las formas particulares que toma (especie), por ejemplo, como luchas contra el patriarcado (la que Engels dijo que fue la primera lucha de clase en la historia), las luchas contra el racismo, las luchas contra el colonialismo, las luchas directas contra los patrones, etc.[5]

La tarea que Lenin confió al proletariado de las naciones imperiales, de conectar sus luchas de clases con los movimientos anticoloniales y antiimperialistas en ascenso, es tan pertinente como siempre. Se basa en el famoso dicho del indígena peruano, Dioniso Yupanqui, antes la Corte de Cádiz en 1810: “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre.”[6] Esta frase, repetida frecuentemente por Marx, Engels, y Lenin, captura efectivamente la esencia de la dialéctica del amo y esclavo de Hegel en la Fenomenología del Espíritu: en base del carácter relacional de la libertad humana, no se puede haber autonomía en relaciones mediadas por la opresión, solo el potencial de realizarlo en base a la capacidad del oprimido de adquirir conciencia de su condición y luchar por la superación dialéctica de la misma.

En Estados Unidos, a medida que se hace más evidente cómo el “imperio se alimenta de la república” (como dijo Michael Parenti),[7] es más fácil que nunca ver la unidad de intereses entre las luchas antiimperialistas del sur global y las que enfrentamos en casa. A medida que la aristocracia obrera (un concepto que Lenin desarrolla a partir de Engels y del marxista estadounidense Daniel de León) se está desconectando aún más de las bases, la tarea de mostrar a los trabajadores estadounidenses la ineptitud de sus líderes aburguesados y, de ahí en adelante, el camino socialista y antiimperialista hacia adelante, se vuelve más fácil. De alguna manera, el liderazgo de Chris Smalls en el Sindicato de Trabajadores de Amazon, Shawn Fain en el UAW y (en menor medida) Sean O’Brian en los Teamsters, significa un desarrollo militante en el movimiento obrero, un movimiento que crece (en diversos grados) en conciencia de clase, en líneas de las que Lenin estaría orgulloso. Esto, por supuesto, también sería cierto para los millones de trabajadores estadounidenses que han protestado en los últimos tres meses contra el genocidio sionista del pueblo palestino colonizado.

4) Lenin concreta la concepción marxista del Estado y de la construcción socialista. En El Estado y la revolución (así como en otros ensayos), Lenin recopila las ideas de Marx y Engels sobre el Estado y sobre la dictadura del proletariado. Ningún texto había proporcionado nunca la visión marxista del Estado de manera tan sucinta y elaborada como lo hizo Lenin, utilizando las obras de Marx y Engels (y, lo que es más importante, el método marxista). Esta sigue siendo una lectura necesaria para todos los comunistas. Con ella, todos los usos abstractos de «democracia», «libertad», y «dictadura» que la burguesía imperialista utiliza para legitimarse y atacar a sus enemigos son susceptibles de ser desempaquetados y ridiculizados como lo que son: abstracciones vacías. ¿Para quién es la democracia y la libertad de la que habla la burguesía? ¿Es para el pueblo? ¡NO! ¡Es la democracia para los ricos, la minoría insignificante! ¡Es libertad del capital para explotar y acumular! ¿No es esto una oposición directa a la democracia y a la libertad del pueblo? ¿No se ha demostrado que el pueblo, si logra conquistar el poder, debe emplear el método de la «dictadura» contra los contrarrevolucionarios e imperialistas para proteger sus revoluciones? ¿Para proteger las libertades y las democracias populares y participativas reales? El refinamiento de Lenin de las ideas de Marx y Engels ha permitido que las luchas revolucionarias posteriores comprendan la importancia de derrocar un estado que está diseñado para reproducir el modo de vida burgués por un estado de la clase obrera que pueda, mientras exista el imperialismo capitalista, defender la revolución popular de la guerra híbrida imperialista y de los colaboradores contrarrevolucionarios que aún existen en casa.

La comprensión de Lenin del Estado obrero también debe tener en cuenta los ajustes que tuvieron que hacerse en el período posrevolucionario, cuando se hizo evidente que había que poner énfasis en el desarrollo de las fuerzas productivas y de un Estado eficiente que pudiera guiar el proceso de destrucción de las desigualdades globales entre las naciones imperialistas e imperializadas. Este proyecto, como lo demuestran la NEP de Lenin, la colectivización de Stalin y la experiencia de la reforma y apertura de China, puede ocurrir a través de varios medios. El capital puede ser empleado, bajo la dirección de un partido comunista fuerte y disciplinado, en la tarea de desarrollar las fuerzas productivas para el socialismo. Mientras el «capital político», como lo llamó Mao,[8] se mantenga en manos del pueblo a través de sus partidos comunistas y obreros, el proceso de expropiación del capital puede tomar una variedad de velocidades y tiempo diferentes. Las ideas de Lenin después de la revolución nos ayudan a concretar la dialéctica del capital político y económico ya empleada por Marx y Engels en el Manifiesto, donde argumentaban que: «El proletariado utilizará su supremacía política para arrebatar, gradualmente, el capital de la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado,  es decir, del proletariado organizado como clase dominante; y aumentar las fuerzas productivas totales lo más rápidamente posible».[9]

5) Por último, el desarrollo del centralismo democrático de Lenin sigue siendo, en mi opinión, el método de organización más eficaz (ya sea para un partido o para un Estado) que se haya empleado jamás. Su unidad (cuando se aplica correctamente) de los componentes democráticos del debate abierto y la consulta con la eficiencia de la acción centralizada y unificada, son pilares de la democracia socialista. «Centralismo basado en la democracia con democracia bajo la guía del centralismo», como dijo Deng Xiaoping.[10] La unidad de acción entre los que luchan por las masas de la humanidad es uno de los dictámenes más aterradores que han escuchado los oídos de las clases dominantes. Las clases dominantes (no sólo las capitalistas) sobreviven del divide et impera (divide y vencerás). Les encantan las facciones y la fraccionalización. Basta con echar un vistazo a El Federalista 10 de James Madison, donde la faccionalización de las masas es vista como la clave para evitar su revuelta unificada contra la élite sobre la base de la cuestión de la propiedad.[11] Pero la unidad de acción leninista está precedida por la consulta democrática, por el debate, por parte de los cuadros del partido (el destacamento más avanzado del proletariado), de la cuestión que se plantea. El componente democrático ha sido a menudo el más difícil de lograr, lo que limita nuestra capacidad de apreciar la eficacia de la unidad de acción. Sin embargo, a pesar de que gran parte de los viejos partidos comunistas de Occidente parecen haber caído en su mayoría en el camino de seguir a los socialdemócratas y liberales, la necesidad de un partido comunista fuerte, guiado por los métodos del centralismo democrático, no podría ser más urgente para satisfacer la crisis del factor subjetivo que estamos experimentando en nuestro tiempo, un tiempo objetivamente preñado con potencial revolucionario.[12]

Obras de arte de los camaradas del Equipo de Diseño del Instituto Marx del Medio Oeste y La Revolución de las Bellas Artes

El marxismo-leninismo es la única visión del mundo que contiene en sí misma estos desarrollos indispensables de la tradición marxista abierta, creativa, y en constante expansión. En los EE.UU., el marxismo-leninismo se ha concretado a las condiciones nacionales de nuestro país a través de los trabajos de W.E.B. Dubois, Henry Winston y otros que han sido capaces de evaluar el papel de la línea de color en la división de los trabajadores y, por lo tanto, el papel que la lucha antirracista ha desempeñado como la forma principal de la lucha de clases en los EE.UU.[13] Es esta tradición marxista-leninista, enriquecida y concretada por las ideas de Dubois (el padre del marxismo estadounidense), Winston, Martin Luther King Jr., etc., la que crea la base para el desarrollo del marxismo estadounidense (como algunos de nosotros lo hemos llamado en el Instituto Midwestern Marx), o marxismo-leninismo estadounidense. Es este marco teórico el que nos permite evitar el fetiche de la pureza, comprender la trayectoria norteamericana y el proceso de aburguesamiento de los últimos siglos y de reproletarización de las masas trabajadoras de este siglo. Es, en definitiva, este marxismo-leninismo ajustado a nuestro contexto el que nos permite comprender nuestras luchas de clases y nuestro camino a seguir, guiándonos en el derrocamiento del Estado imperialista parasitario, y en su ruina, como instaurar una dictadura democrática de la clase obrera. En otras palabras, un gobierno (o modo de vida) real de, por y para los trabajadores. ¡Una promesa que nuestra clase capitalista nunca pudo cumplir, pero que nosotros, los trabajadores, lo haremos!

El leninismo no es sólo el conjunto de ideas marxistas que guiaron a la revolución proletaria ruso-soviética a la victoria y permitieron que comenzara la construcción socialista, sino que también es una teoría marxista internacional, enraizada en el pensamiento de Marx y Engels, que ha guiado al proletariado internacional en sus luchas y actividades de construcción. En el siglo XXI, el marxismo-leninismo mundial todavía tiene un gran valor contemporáneo y sigue siendo muy «presente». El marxismo-leninismo y su aplicación a las condiciones nacionales seguramente promoverán el desarrollo del socialismo mundial, desde la marea baja hasta el clímax y la victoria.[14] – Cheng Enfu

Te hablo de Lenin, tempestad y abrigo,

Lenin siembra contigo,

¡Oh campesino de arrugado ceño!

Lenin canta contigo,

¡Oh cuello puro sin dogal ni dueño!

¡Oh pueblo que venciste a tu enemigo, Lenin está contigo,

Como un dios familiar simple y risueño,

Día a día en la fábrica y el trigo,

uno y diverso universal amigo,

de hierro y lirio, de volcán y sueño!

«Lenin»

Nicolás Guillén

Autor

Carlos L. Garrido es un profesor de filosofía cubanoamericano en la Universidad del Sur de Illinois, Carbondale. Es director del Instituto Midwestern Marx y autor de El fetiche de la pureza y la crisis del marxismo occidental  (2023), El marxismo y la cosmovisión materialista dialéctica (2022) y Hegel, marxismo y dialéctica (2024), de próxima aparición. Carlos también escribe sobre filosofía, política, y cultura en su nuevo Substack, Filosofía en Crisis, donde puedes apoyar su trabajo.

[1] Discurso Pronunciado Por El Comandante En Jefe Fidel Castro Ruz En La Reunion Celebrada Por Los Directores De Las Escuelas De Instrucción Revolucionaria, Efectuada En El Local De Las Ori, El 20 De Diciembre De 1961: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-en-la-reunion-celebrada-por-los-directores-de-las-escuelas-de

[2] Fidel Castro, “In Tribute to Che,” En Reminiscences of the Cuban Revolutionary War (Nueva York: Monthly Review, 1968), 19.

[3] Georg Lukács, Lenin: A Study on the Unity of His Thought (New York: Verso, 2009), 9, 13.

[4] Karl Marx, “Marx a Engels,” enero 16, 1858. En Marx-Engels Collected Works Vol 40 (Moscú: Progress Publishers, 1983), 249. Karl Marx, “Marx a Joseph Dietzgen,” mayo 9, 1868. En Marx-Engels Collected Works Vol 43 (Moscú: Progress Publishers, 1988), 31.

[5] Domenico Losurdo, Class Struggles (Nueva York: Palgrave MacMillan, 2016), 12-15. “La primera oposición de clase que aparece en la historia coincide con el desarrollo antagónico entre el hombre y la mujer en el matrimonio monógamo.” Friedrich Engels, The Origins of the Family, Private Property, and the State (Nueva York: International Publishers, 1975), 129.

[6] Dionisio Inka Yupanqui, “Discurso en las Cortes De Cádiz.” 16 De diciembre 1810, Discurso de Dionisio Inca Yupanqui en las Cortes de Cádiz. 16 de diciembre 1810 – ADHILAC www.adhilac.com.ar

[7] Michael Parenti, The Face of Empire (Boulder: Paradigm Publishers, 2011), 15.

[8] Mao Tse-Tung, “Talks at a Conference of Secretaries of Provincial, Municipal and Autonomous

Regions Party Committees,” En Selected Works of Mao Tse-Tung Vol 5 (Peking: Foreign Language

Press, 1977), 357.

[9] Karl Marx y Friedrich Engels, “Manifesto of the Communist Party,” En Marx-Engels Collected Works Vol. 6 (Moscow: Progress Publishers, 1976), 504.

[10] Deng Xiaoping, “Uphold the Four Cardinal Principles (Mayo 30, 1979),” En Deng Xiaoping Selected Works (Internet Archive): https://dengxiaopingworks.wordpress.com/2013/02/25/uphold-the-four-cardinal-principles/

[11] James Madison, “The Federalist 10 (Noviembre 22, 1787),” En James Madison, Alexander Hamilton, and John Jay’s The Federalist Papers (Harmondsworth: Penguin, 1987).

[12] Para más información sobre las condiciones en EEUU, ver mi libro, The Purity Fetish and the Crisis of Western Marxism (Dubuque: Midwestern Marx Publishing Press, 2023).

[13] Para un análisis detallado de esto, véase mi artículo: Garrido, C. L. (2023). Du Bois’s Black Reconstruction: The Black Worker and Racist False Consciousness. Journal of Labor and Society (published online ahead of print 2023). https://doi.org/10.1163/24714607-bja10132

[14] Enfu Cheng, “What Is the Scientific Nature and Contemporary Value of Leninism?—A Discussion with Professor David Lane, International Critical Thought,  11:4, (2021) 638-654, DOI: 10.1080/21598282.2021.2012738

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