El 85 aniversario de la nacionalización del petróleo en México

CE, Intervención y Coyuntura

Desde el acenso a la presidencia del país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) conmemoró el aniversario de la expropiación petrolera de 1938 en compañía de los trabajadores petroleros. Así, en 2019 estuvo en la planta de Tula. En el 2020 —año de la pandemia de COVID 19—, se efectuó una ceremonia cerrada en las oficinas centrales de Petróleos Mexicanos (Pemex). Para el 2021, se realizó la conmemoración anunciando el hallazgo del Campo Dzimpona-1EXP, en Tabasco (región emblemática en la carrera política de AMLO). El año pasado 2022, en el que se “renovó” por enésima ocasión la dirigencia charra del sindicato petrolero —por abrumadora mayoría—, el presidente estuvo en Veracruz para resaltar la importancia para Pemex del corredor Minatitlán-Coatzacoalcos. En todos los casos AMLO mantuvo una «sana distancia» con la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), no así con sus trabajadores, con los que aún en plena pandemia mantuvo cercanía.

En 2023 la cosa cambió. López Obrador realizó una gran concentración popular, llena de profundos significados*. Desde el Zócalo de la Ciudad de México, se devolvió la raíz social de la fecha; porque hay que puntualizar que la nacionalización del petróleo se logró con el impulso del pueblo de México en defensa de su soberanía, y que en ello, la participación de los dirigentes petroleros fue fugaz, porque pronto abandonaron sus principios para entregarse al charrismo sindical, y a lograr prebendas, disfrazadas de “conquistas gremiales”. Es importante tener siempre presente que Pemex creció (y sigue haciéndolo) esencialmente por el esfuerzo de generaciones de trabajadores y técnicos petroleros, no así por sus dirigencias que vergonzosamente se sometieron a los designios neoliberales y pusieron en peligro la existencia misma de Pemex, reducido ahora a “Organismo Descentralizado de la Administración Pública Federal”.

En su conferencia del martes anterior (15 de marzo) el presidente había hecho una invitación “abierta” a todos los mexicanos para asistir al Zócalo a conmemorar la nacionalización, señalando que incluso invitaba a los opositores de su política nacionalista y popular, aclarando que dudaba que la dirigencia del partido dominante de derecha asistiera, sabido es que el Partido de Acción Nacional (PAN) nació al año siguiente de la nacionalización, fundado por las élites que buscaban revertirla.

Algo similar ocurrió con la dirigencia charra del STPRM. Lo paradójico es que los trabajadores de base tampoco acudieran, pues no se vieron contingentes organizados de trabajadores, ya no digamos petroleros, sino de cualquier otra rama industrial, como sí los hubo cuando la nacionalización. El mismo día 18 apareció publicado en el diario La Jornada (pág. 13) un desplegado a página completa en el que los charros decían “reconocer” «públicamente la intención del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de recuperar y fortalecer a Petróleos Mexicanos, intención que respaldamos día a día con nuestro esfuerzo, nuestro sudor, nuestro compromiso y, desafortunadamente en ocasiones, con la vida», al tiempo que “lamentaron” «que a éste compromiso se corresponda con desprecio a nuestro Contrato Colectivo de Trabajo, producto de muchas décadas de lucha reivindicatoria».

Más que señalar puntualmente las violaciones contractuales motivo de su pública denuncia, los charros lanzan una serie de acusaciones que ellos mismos se habían encargado antes de repetir desde la prensa opositora al gobierno (es decir toda), para pergeñar una estruendosa campaña en contra de la administración actual de Pemex, basados en los «graves accidentes en las refinerías “Miguel Hidalgo” y “Lázaro Cárdenas” en Tula de Allende, Hidalgo y Minatitlán, Veracruz (y) en el Centro de Almacenamiento Estratégico Tuzandépetl en lxhuatlán (a)l Sureste, Veracruz», en los que lamentablemente diez trabajadores petroleros perdieron la vida.

La dirigencia sindical culpa de ello a la dirección de Pemex, porque uno de tales siniestros es imputado a un trabajador “externo” (aunque la investigación sigue en curso), cuya presencia en la planta «obedece a la falta de personal de Pemex pero tal faltante es producto del bloqueo a la cobertura de plazas». Y es que la peculiar forma de cubrir las vacantes por dichos dirigentes (mediante compra de plazas o favoritismo, amparados en una serie de acuerdos extra-contractuales), viene provocando una serie de choques con la dirección, que se niega a reconocer dichas prácticas.

«Hace 85 años fue nuestra lucha lo que impulsó la patriótica decisión del Presidente Cárdenas, fue también esa lucha de los trabajadores en cada pozo, en cada planta y en cada taller lo que sostuvo a la Industria cuando quisieron boicotearla», dicen los charros en su desplegado. Pues no, la decisión del presidente Cárdenas tuvo verdadera altura de miras, en respeto a la Constitución de 1917, cuyo texto era “letra muerta” [1], los incumplimientos laborales de los patrones extranjeros, propietarios de la industria petrolera de entonces, solo sirvieron de acicate, pero el análisis del contexto, alcance y la viabilidad misma de la medida fue obra del gobierno del presidente Cárdenas. Nada tiene que ver la dirigencia petrolera actual con los fundadores del primer sindicato del ramo en 1923 (en Tampico), y menos aún con los sindicalistas que lograron la fundación del STPRM dos años antes de la expropiación, en 1935, y cuya dirigencia (encabezada por Ernesto Soto Innes como su primer secretario general) emplazó y realizó la huelga contra las compañías privadas extranjeras para obtener la firma de un Contrato Colectivo General que, tras 13 días fue levantada (a petición de Cárdenas) y se cursó por la vía jurídica, obteniendo una resolución en favor de los sindicalistas (tanto en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje como en la Suprema Corte de Justicia de la Nación), pero que no fue acatada por los empresarios, situación que propiciaría la histórica decisión del gobierno de Cárdenas, respaldada ayer, como hoy, por enormes movilizaciones populares.

Pero el contexto de la medida era mucho más complejo. No solo estaban los gobiernos extranjeros, patrocinadores de las grandes compañías petroleras presentes en el país. En Europa, el fascismo se desarrollaba con fuerza en Alemania, Italia y España, presagiando la Segunda Guerra Mundial. La decisión, entonces, revestía gran responsabilidad. No obstante, dos años más tarde, en 1940, luego de superar enormes retos y el bloqueo de las empresas extranjeras, se creó Petróleos Mexicanos. Antes, en1934 se había fundado Petromex.

En 1925, ante la promulgación de la Ley del Petróleo «El gobierno de Washington asume una actitud enérgica en contra de México por la expedición de la Ley del Petróleo. Era presidente de los Estados Unidos el señor Coolidge; era secretario de Estado el señor Kellog; era embajador de los Estados Unidos en México el señor Sheffield. Y el señor Kellog un buen día hace declaraciones vejatorias para la dignidad nacional; hace declaraciones en las cuales, hablando desde una cima, dijo entre otras cosas, que el gobierno de México estaba enjuiciado ante el mundo» [2]. Hoy el panorama tampoco es simple, pues ciertas situaciones prevalecen.

Pemex sigue amenazado por las hordas neoliberales que amparadas en la nefasta contrarreforma constitucional en materia de energía de 2013-2014 heredada por Peña Nieto, buscan continuar con la reprivatización del petróleo de los mexicanos. Queda mucho para hacer avanzar esta nueva transformación del país, la cuarta como le ha llamado el presidente López Obrador. Para comenzar, hay que revertir dicha contrarreforma, y todas las previas a partir de 1995 que modificó la Ley en el Ramo del Petróleo para privatizar la petroquímica y, luego, el gas natural. Otro tanto se debe hacer en la industria eléctrica para dar pie a la integración de una Industria Energética Nacional que asegure el tránsito hacia la necesaria transición en beneficio del medio ambiente, materia en la cual, por cierto, la reciente nacionalización del Litio juega un papel estratégico. Cierto es que nadie puede asegurar que dentro de 85 años el Litio siga siendo tan importante para la seguridad energética de México, como lo es hoy todavía la nacionalización del petróleo, pero más vale aprender de la historia y sacar las conclusiones pertinentes.

Como ayer, esa tarea se cumplirá por y con el pueblo, que sabrá defender a la industria petrolera. Bueno sería que los petroleros conscientes participaran, comenzando por recuperar por la vía democrática su sindicato.

* Discurso completo en https://youtu.be/net-IGon320?t=2067

[1] “Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas. Los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los fosfatos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.” Artículo 27, texto original, Diario Oficial de la Federación, DOF 05.02.1917. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que reforma la de 5 de febrero de 1857. [https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/cpeum/CPEUM_orig_05feb1917.pdf]

[2] La epopeya del petróleo en México, Jesús Silva Herzog. [http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/md/LXII/jessilher_epop_petromex.pdf]

Pemex sigue amenazado por las hordas neoliberales que amparadas en la nefasta contrarreforma constitucional en materia de energía de 2013-2014 heredada por Peña Nieto, buscan continuar con la reprivatización del petróleo de los mexicanos. Queda mucho para hacer avanzar esta nueva transformación del país, hay que revertir dicha contrarreforma, y otro tanto se debe hacer en la industria eléctrica para dar pie a la integración de una Industria Energética Nacional que asegure el tránsito hacia la necesaria transición en beneficio del medio ambiente, materia en la cual, por cierto, la reciente nacionalización del Litio juega un papel estratégico.