Del empate catastrófico y la construcción hegemónica en Colombia
Camilo Andrés Espitia Hernández
Al inicio de 2024 se cumplen cerca de 18 meses del gobierno del Presidente Gustavo Petro y la Vicepresidenta Francia Márquez en Colombia. El histórico triunfo electoral de los candidatos presidenciales de la Coalición progresista Pacto Histórico, con el que por primera vez en mucho tiempo accedieron al gobierno de este país fuerzas sociales y políticas populares y de izquierda, reflejó un cambio favorable hacia estas en el balance de fuerzas. La Rebelión Popular del 2021 contribuyó enormemente a que los sectores populares y de izquierda hayan ganado terreno en la correlación defuerzas sobre el bloque de poder dominante, siendo un factor fundamental que explica la victoria progresista en la elección presidencial de 2022. Sin embargo, el choque de fuerzas está lejos de resolverse, y su conflictividad se ha manifestado en estos 18 meses de gobierno.
La dupla Petro-Márquez obtuvo la victoria electoral en la segunda vuelta presidencial ante Rodolfo Hernández y Marelen Castillo, quienes fungieron como la pasajera y fallida apuesta presidencial de los sectores conservadores de la élite política y económica del país. El mensaje central de su campaña electoral fue la promesa de cambio contra lareproducción de un modelo de país definido por altos niveles de pobreza y desigualdad, desempleo y carencias de desarrollo social, raquítico desarrollo productivo, despojo, financiarización y concentración de riquezas, autoritarismo y resquebrajamiento democrático, depredación ambiental, incumplimiento de los Acuerdos de Paz y represión desatada a la movilización social. De modo tal que desde un inicio las expectativas y desafíos planteados sobre el gobierno de lacoalición Pacto Histórico han girado alrededor de las posibilidades de cambio ante las resistencias sistémicas y coyunturales.
Acomodamiento de fuerzas
El Pacto Histórico se conforma como una coalición política electoral de centroizquierda que agrupa fuerzas sociales y políticas populares y de “sectores medios” (como sectores de pequeños y medianos empresarios) bajo un programasocial-liberal progresista. La creación del Pacto Histórico coincide temporalmente con el desatamiento de la Rebelión Popular de 2021, en el marco de un ciclo corto de movilización social que parte de las movilizaciones de 2018 y 2019 (Mantilla, 2022), destacando el Estallido Social del 21N de 2019, la cual se nutre de un importante acumulado político y organizativo del movimiento social y popular colombiano (Espitia, 2021; Mantilla, 2022; Estrada, Jímenez y Puello-Socarrás 2023).
La crisis económica y política de 2021 suscitó un hartazgo colectivo de las mayorías sociales contra el estado de cosas vigente y sus representantes políticos, lo que a su vez impulsó el florecimiento de fuertes deseos de cambio dentro de la sociedad colombiana. El orden neoliberal y el régimen político de democracia de excepción (Moldiz, 2022) fueron objeto de impugnación donde se ubicaron expectativas y propuestas de transformación. El Pacto Histórico supo catalizar el hartazgo colectivo y traducir los deseos de cambio en resultados electorales sobre una apuesta política antineoliberal y democratizadora.
A grandes rasgos, el programa del Pacto Histórico se propone la modernización de la economía capitalista colombiana a través de una industrialización productiva, sostenible ambientalmente e intensiva en conocimiento, con algunos componentes de economía popular y comunitaria. También contiene un impulso democratizador del régimen político cuyo objetivo es la construcción de una sociedad en paz con justicia social. Entre sus ejes se encuentra la inclusión de sectores excluidos en la toma de decisiones sobre el rumbo del país, la eliminación del uso de las armas en la contienda política y la reparación de las víctimas del conflicto armado.
Sin embargo, el triunfo electoral del Pacto Histórico, por sí sólo, no significó un cambio radical de la correlación de fuerzas existente ni una transformación estructural de la sociedad colombiana. Sujeto a las reglas de la democracia liberal, incluso antes de la victoria en los comicios presidenciales, el Pacto Histórico, en cabeza de Gustavo Petro, convocó el gran “Frente Amplio por la Democracia y la Paz” (Semana, 2022), una nueva coalición con fuerzas sociales y políticas que aún no apoyaban su candidatura presidencial o que, haciéndolo, no integraban la coalición electoral. Por su parte, rápidamente los sectores conservadores de las élites económicas y políticas se ubicaron en oposición contra el gobierno del Pacto Histórico (El Tiempo, 2022).
Entre los convocados al Frente Amplio se encontraron sectores de varios partidos de la centroderecha y las derechas, como el Partido Liberal o el Partido de la U, sectores de Alianza Verde que en primera vuelta apoyaron a Sergio Fajardo y sectores de la intelectualidad tecnocrática colombiana representados en figuras como el exministro Alejandro Gaviria. A pesar de su persistente acento neoliberal, apenas inició el gobierno estos sectores y el Pacto Histórico lograron un acuerdo de bancadas en el Congreso y una composición diversa del gabinete ministerial.
Hasta los primeros nueve meses de gobierno, tanto en el Congreso como en el gabinete ministerial, parcialmente se expresó el Frente Amplio, que terminó fracasando. Como pruebas de ese fracaso se recuerda el remezón ministerialejecutado por el presidente Petro en abril de 2023 (El Espectador, 2023a) o las primeras muestras de dilatación y estancamiento de las reformas sociales en el Congreso.
Al sol de hoy, varios de los actores políticos “centristas” y de las élites que formaron ese primer Frente Amplio lanzan agresivas críticas –muchas veces de manera infundada– contra el gobierno, llegando a actuar como opositores del mismo. Cosa similar pasa con políticas del gobierno como la Paz Total o la Transición Energética. Las diferencias sobre componentes transformadores del mandato de gobierno, como el fin del modelo de intermediación financiera de aseguramiento en salud, no hicieron posible la continuidad del Frente Amplio. Estos sectores quedaron en cierto limbo frente al gobierno y es posible que busquen constituir un bloque político de derecha moderada o se sumen a otras fuerzas de derecha para conformar un bloque político más amplio.
Por su lado, en los casi 18 meses de gobierno del Pacto Histórico, la oposición de los sectores conservadores ha logrado aumentar su incidencia en la escena política tras las derrotas electorales de 2022. Esto se observa en el saboteo yla dilación contra las reformas sociales en el Congreso, en los constantes ataques, la recurrente desinformación y la producción de marcos mentales ideológicamente afines a las derechas por parte de los medios de comunicación hegemónicos, en los procesos sancionatorios inconvencionales e inconstitucionales adelantados por la Procuraduría, en las irregularidades de los procesos de pérdida de investidura contra congresistas del Pacto Histórico y en la Fiscalíapolitizada y desprestigiada del derechista Francisco Barbosa.
A lo anterior hay que sumarle los resultados de las recientes elecciones regionales del 29 de octubre de 2023, donde personajes como Federico Gutiérrez, Alejandro Eder o Alex Char ganaron, respectivamente, la elección a Alcalde en las ciudades de Medellín, Cali y Barranquilla. Y en las cuales, si bien la izquierda obtuvo resultados sin precedentes, elPacto Histórico estuvo lejos de obtener la mayoría de las alcaldías y gobernaciones y en algunos casos ni siquiera pudo competir contra los clanes políticos regionales (por ejemplo, en Atlántico, Santander o Valle del Cauca).
Así mismo, reservistas y veteranos de la Fuerza Pública junto con partidos como el Centro Democrático y Salvación Nacional han convocado algunas movilizaciones de oposición con participación de sectores empresariales. En estos plantones y marchas no sólo se ha ensalzado la campaña de desinformación y desprestigio contra el gobierno, sino que sehan agitado banderas políticas nítidamente reaccionarias, llegando incluso a rayar con provocaciones golpistas (El Espectador, 2023b). Aun así, estas movilizaciones no han abierto un ciclo de protesta permanente en el tiempo contra el gobierno ni han generado desequilibrios contra el mismo, cosa que diezma sus efectos políticos.
Con todo, son evidentes las dificultades de la oposición conservadora para movilizar masas, sumado a las demostradas carencias intelectuales en el debate público, su limitada capacidad en el Congreso y la ausencia de liderazgos fuertes, manteniendo una capacidad política acotada (Mantilla, 2023). De momento, sus cuadros políticos “más destacados” no cosechan un liderazgo unificador o recién son electos en alcaldías o gobernaciones. Más aún, esta oposición no ha sido capaz de rearticularse como bloque político.
No obstante, esta oposición ha coincidido con las fuerzas desprendidas de la coalición de gobierno en laobstaculización de la acción legislativa del gobierno. Así han logrado dilatar y estancar el trámite legislativo en mayor medida, sin obtener resultados definitivos. Al coincidir con estos sectores, el freno a las iniciativas del gobierno aumentasus posibilidades de éxito.
Mientras tanto, el gobierno ha adelantado su gestión a través de las herramientas del Ejecutivo y la búsqueda de la aprobación de las reformas sociales en el Congreso. Frente a esto último, ha planteado una doble estrategia: por un lado, lanegociación y la disputa en el trámite legislativo; por otro lado, la presión vía movilización social. Pero la convocatoria desde la Casa de Nariño no ha desembocado en un periodo de movilización social fuerte y permanente y tampoco adquirió protagonismo en el trámite legislativo ni en las elecciones regionales.
El Pacto Histórico sigue pareciendo más una coalición electoral de centroizquierda que cualquier otra forma deagrupación política. Aún con el establecimiento de ciertas instancias de dirección y de procedimientos al interior, variascoyunturas no han sido conducidas de la manera más acertada y no se aprecian liderazgos fuertes (a excepción de Gustavo Petro). Lo más llamativo es que no ha logrado vincular orgánicamente al pueblo colombiano en la disputa política contra sus adversarios.
Además, la flexibilidad del Pacto Histórico hacia algunas caras de la política tradicional no solo es notoria sino que ha traído graves problemas. Prácticas nepotistas, centralistas, verticales e, incluso, clientelistas han hecho carrera dentro de la coalición. Aunque en su formato actual el Pacto Histórico ha tratado de combatir esas prácticas, poco ha podido eliminarlas.
Fricción e irresolución
Al comienzo del nuevo año el gobierno no ha podido aprobar en el Congreso tres de las más anunciadas reformas de campaña (salud, laboral y pensional). La «Paz Total» se ha topado con enormes obstáculos y ha sido objeto de numerosas polémicas y ataques. La apuesta de Transición Energética del gobierno, aún con sus importantes desafíos, también ha sido atacada en numerosas ocasiones. Los desafíos económicos son inquietantes. Aun así, el gobierno ha avanzado –no con la velocidad esperada— en la aprobación de leyes e implementación de políticas acordes con sus promesas de cambio.
Si bien la Reforma a la Salud superó los dos debates en Plenaria de Cámara de Representantes luego de una dura campaña de desinformación, enconadas discusiones y construcción de consensos, todavía restan dos debates en Plenariadel Senado para que se convierta en Ley de la República. La Reforma Laboral y la Reforma a la Educación apenas tienen pequeños avances en el trámite legislativo, mientras que la Reforma Pensional será tramitada en 2024.
Las dificultades y equivocaciones sorteadas por los procesos de diálogo y negociación con grupos insurgentes y de sometimiento a la justicia con estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto se interrelacionan con lasalarmantes cifras de asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y excombatientes de las extintasFARC-EP (Indepaz, 2023a) y de masacres en el territorio nacional (Indepaz, 2023b). Esto hace parte de los traspiés y retos de la Paz Total, donde también cabe incluir el insuficiente avance en la implementación del Acuerdo de Paz. Ladelicada situación en esos puntos, sobre todo en lo que tiene que ver con el mantenimiento del orden público, han sido fruto de críticas y ataques hacia el gobierno
La ambiciosa apuesta de la Transición Energética del gobierno ha tenido que ajustarse a las tendencias de la economía y a los contextos geopolítico, regional y nacional. La inflación de los productos derivados de combustibles fósiles, los elevados precios del petróleo experimentados en 2022 y 2023, la desaceleración económica global y la dependencia estructural de la economía colombiana en la exportación de combustibles fósiles son motivos quenecesariamente obligan a pensarse la Transición Energética en temporalidades de mediano y largo plazo. Esto ha causadoincertidumbre entre diversos sectores políticos y algunos lo han aprovechado para criticar y atacar al gobierno, entre tantose construyen los instrumentos normativos y técnicos necesarios para adelantar este proceso.
Con todo, este año el gobierno aprobó su Plan de Desarrollo y ha adelantado importantes iniciativas. Entre ellas destacan las reformas constitucionales de reconocimiento al campesinado como sujeto de derechos y de creación de lajurisdicción agraria, la entrega y formalización de tierras (que avanza a ritmos superiores a los del gobierno anterior), la creación del Ministerio de la Igualdad, la implementación de la Renta Ciudadana y medidas financieras, comerciales e industriales favorables (facilitación del acceso al crédito a campesinos, inclusión crediticia de la economía popular, restablecimiento pleno de relaciones económicas con Venezuela o el impulso a la producción de insumos agrícolas).
De acuerdo con las cifras oficiales del DANE (2023a; 2023b), los niveles de empleo han mejorado, la informalidad ha disminuido y la inflación va en caída, lo que va en línea con la lucha contra la pobreza emprendida por el gobierno muy a pesar de la desaceleración económica y del aumento del servicio de la deuda (tendencias mundiales). Este es un escenario retador debido al comportamiento disparejo de la desaceleración económica, donde sectores como la industria manufacturera, la construcción y el comercio se contraen, mientras crece la administración pública, la recreación, la minería y el sector financiero. Entonces, el gobierno tiene el desafío de generar crecimiento económico, para lo cual es clave una buena ejecución de la inversión pública, pero en ese aspecto no se tiene el desempeño esperado (La República, 2023).
Pese a la latente voluntad de la mayoría del gobierno en aumentar la productividad, disminuir la pobreza y reducir la desigualdad social, la producción de los cambios ha sido relativamente lenta. Entre las razones que lo explican se encuentra el efecto de la acción opositora, los errores de gestión y liderazgo político (tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo), la carencia de horizonte de algunos sectores del gobierno y las resistencias sistémicas del orden social. Estoha propiciado un escenario político de considerable fricción entre las fuerzas del bloque social-progresista y las fuerzas conservadoras en medio del antagonismo social, incluyendo el movimiento de las fuerzas de derecha moderada hacia posiciones más conservadoras.
En el fondo, relucen las limitaciones estructurales impuestas por el estado de la economía mundial y la formación del Estado capitalista colombiano, los factores reales de poder y el balance de fuerzas. La administración del Estado capitalista por parte de fuerzas que se precien transformadoras de suyo establece límites considerables a grandes cambios. Con un balance de fuerzas sin inclinaciones definitivas y una disputa política en constante fricción, la posibilidad de materializar las transformaciones se torna aparentemente irresoluble.
El empate catastrófico y una posible salida
Según Álvaro García Linera (2008a), el empate catastrófico es la segunda etapa de la crisis de Estado, previo al develamiento de la misma. Se caracteriza por la confrontación de dos proyectos nacionales con capacidad de movilización, atracción y seducción de fuerzas sociales; la confrontación en el ámbito institucional (parlamentario y extraparlamentario) de dos bloques sociales con vocación de poder; y la parálisis relativa del mando estatal y la irresolución de la misma.
La fricción entre las fuerzas enfrentadas en el país es consecuencia del empate catastrófico de la sociedad colombiana, cuyas manifestaciones más especiales se vivieron en la Rebelión Popular de 2021 y las elecciones de 2022. De la Rebelión Popular de 2021 se propulsó una opción electoral con vocación de poder para las fuerzas populares y progresistas, la cual terminó por conformarse como bloque social de cara a las elecciones de 2022. Las fuerzas conservadoras, contemplando la impopularidad del gobierno Duque y el cambio en el balance de fuerzas gracias a la movilización social, finalmente se rearticularon alrededor de la dupla Hernández-Castillo. De tal modo se configuró un escenario que enfrentó a dos bloques sociales con proyectos de país disímiles
El triunfo electoral del Pacto Histórico en las elecciones presidenciales significó una alternativa de salida al empate catastrófico y la apertura de la etapa de construcción hegemónica ascendente, marcada por la conflictividad entre las fuerzas en contienda. Así se asistió a un desplazamiento favorable para las fuerzas populares y progresistas, radicalizando el empate catastrófico con el ejercicio de gobierno en el Estado. Esta es la tercera etapa de la crisis de Estado (García, 2011).
En esta etapa el bloque social ascendente debe concentrar esfuerzos por construir hegemonía en el seno de la sociedad contemplando las dimensiones de caracterización y transformación del Estado y el despliegue de las tensiones creativas del proceso de cambios, siguiendo la conceptualización acuñada por García Linera (2010; 2011) aterrizada al caso concreto colombiano.
A cerca de 18 meses de gobierno del Pacto Histórico, la construcción hegemónica ha afrontado dificultades estructurales y coyunturales. Entremezclando entre lo estructural y lo coyuntural, esas dificultades se han exhibido por lo menos en cuatro puntos: las deficiencias de la gestión gubernamental, los vacíos políticos y organizativos del Pacto Histórico, las carencias en la disputa por el sentido común y la apuesta de la organización popular.
La friccionada disputa política en Colombia refleja el intrincado camino por el cual transitan las fuerzas encontienda con tal de frenar a su adversario y conquistar las apuestas propias. Más allá de victorias momentáneas, el desenlace relativo de la conflictividad que marca la etapa de construcción hegemónica tiene lugar en un punto de bifurcación. El punto de bifurcación es un momento de fuerza decisivo en que la aguda conflictividad de la disputa política es resuelta a favor del bloque conservador -con la restitución del viejo orden en nuevas condiciones- o del bloque social-progresista -con su consolidación y afirmación sobre el poder estatal-.
La relativa estabilización del proyecto de transformaciones en Colombia sólo tendrá lugar cuando se abra unpunto de bifurcación y este sea resuelto a favor del bloque social-progresista.
A construir hegemonía
El momento actual exige a las fuerzas que encabezan el bloque social-progresista avanzar en la construcción hegemónica y preparar las condiciones para la aparición de un punto de bifurcación de resolución favorable. De esa manera se tomará ventaja a la fricción que caracteriza la disputa política actual. Así mismo, se abonará terreno para sembrar voluntades y compromisos más sólidos con las transformaciones. Todo con el fin de dotar de mayor estabilidad al proceso de cambios colombiano.
Tal cosa se logra construyendo hegemonía en el sentido gramsciano de dirección político-ideológica de la sociedad. Avanzar en la construcción de hegemonía y en la consolidación del bloque social-progresista pasa por los siguientes puntos:
1. Es clave que mejore la gestión gubernamental en el sentido de que sean materializadas en mayor número y con más velocidad las propuestas de cambio del gobierno. Uno de los aspectos que impide esto es que el gobierno no ha logrado materializar muchas de sus propuestas y, como es obvio, las importantes apuestas de planeación y las políticas públicas más ambiciosas toman tiempo en su formulación e implementación. Sin cambios palpables suficientes en la calidad de vida y con deficiencias en la gestión, es más difícil construir hegemonía y movilizar a las clases populares en defensa del gobierno.
Si bien la disputa en el Congreso ha estado marcada por el saboteo y la dilatación, se deben hacer mayores esfuerzos por aprobar reformas que no pierdan su vocación de cambio. Aun así, desde el Ejecutivo se cuentan con instrumentos y recursos importantes para ejecutar la política pública y las inversiones mediante las entidades estatales adscritas a la rama ejecutiva. Una buena ejecución del gobierno contribuirá a mejorar la gestión gubernamental.
2. Si el Pacto Histórico quiere ser el referente organizativo y conductor de un proceso de cambios, este debe reafirmarse ideológicamente y tomar una forma organizativa seria. La reafirmación ideológica del Pacto Histórico requiere del compromiso y la voluntad de cumplir su programa de gobierno y de profundizar en las transformaciones más allá del cuatrienio de gobierno.
En el ámbito organizativo, una opción plausible es tomar la forma partido-movimiento. Como instrumento político que conduzca acertadamente el proceso de cambios debe ser capaz de sostener y profundizar los vínculos con el movimiento social, construir y aprobar la nueva legislación y formular y ejecutar la política pública. Además, el dinamismo imprimido por una forma organizativa de ese estilo es propicio para la proyección de liderazgos.
Por su parte, el Pacto Histórico también debe mirarse hacia dentro buscando soluciones a las prácticas nepotistas, centralistas, verticales e incluso clientelistas que se han observado hasta hoy. Es fundamental establecer principios ético-políticos, mecanismos democráticos efectivos de coordinación y ejecución y procedimientos internos serios, así como reconocer las autonomías territoriales y regionales e impulsar la descentralización en la toma de decisiones.
3. Para construir hegemonía se le debe hablar a la sociedad en búsqueda de liderizar a otros sectores del bloque social-progresista. Esto pasa por librar una aguda disputa por el sentido común en todo espacio social (escuelas, universidades, sindicatos, empresas, plazas, medios de comunicación y redes sociales, etc.). A su vez, la construcción de hegemonía y la disputa por el sentido común requiere de medios de comunicación, programas y contenido alternativo reproducido en redes sociales, centros de estudio comprometidos con el proyecto de cambioy procesos territoriales de base desarrollando trabajo permanente.
4. La organización popular debe aprovechar el actual momento político para fortalecerse. Aún con las alarmantes cifras de asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y excombatientes firmantes del Acuerdode Paz y la persistencia del conflicto armado en algunas zonas del país, en otras zonas las organizaciones populares cuentan con condiciones más favorables para acumular en términos políticos y organizativos. Esta es una tarea que va más allá del cuatrienio de gobierno y del programa del Pacto Histórico, reconociendo la autonomía de las organizaciones populares, de sus apuestas y de sus horizontes
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