De comunismo, democracia y línea de masas. La raíz maoísta de la 4T

Ricardo Yanuel Fuentes

Doctorado en Humanidades

UAM-Iztapalapa

La mayor parte de los estudios que han tratado de analizar el fenómeno de la Cuarta Transformación (4T) en México, y principalmente cuando intentan explicar su matriz político-ideológica, recurren siempre en equiparar, como una suerte de única herencia histórica, a la 4T con la izquierda nacionalista que en el país posee una arraigada y larga tradición entre la sociedad. Se vincula al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con la figura del Gral. Lázaro Cárdenas y su gobierno, así como con la izquierda nacional-popular que siempre se mantuvo presente dentro del oficialismo y que terminó por escindirse del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1988 con la Corriente Democrática y el neocardenismo. Indudablemente AMLO se formó y emanó de esa corriente política.

Sin embargo, creemos que los estudios sobre el tema han reducido sustancialmente las explicaciones sobre la 4T y el movimiento político que la hizo posible. Pues más allá de la figura de AMLO, que sin duda resulta imprescindible para cualquier análisis sobre la naturaleza del gobierno cuatroteísta y el movimiento que lo llevó al poder, poco se ha volteado a ver a otras corrientes de izquierda que confluyeron con López Obrador, y bien o mal, se mantienen hoy presentes en Morena y forman parte, a través de ciertos personajes, de la estructura del gobierno, buscando puestos de elección popular y comprometidos con el proyecto político del obradorismo.

Con esto queremos decir que la 4T (y su ideario) no sólo proviene de las izquierdas nacionalistas, sino que también mantiene una veta en el comunismo como este otro tronco de izquierda que le da fuerza y lo apuntala. De acuerdo con Jaime Ortega, esa raíz que se comparte con el comunismo se puede observar en dos sentidos: Uno es de carácter ético, pues se considera al comunismo como una corriente que antepuso los principios antes que los intereses particulares. Y el otro es aquel que “une, directamente, al actual gobierno con personajes de antigua militancia comunista.”

No obstante, y de acuerdo nuevamente con Jaime Ortega, habría que preguntarnos, ¿De qué comunismo estamos hablando? Sin duda se evoca al comunismo que en México luchó profundamente y durante muchos años por la democracia y contra el régimen autoritario. Un comunismo que no sólo veía su horizonte en Moscú o en cualquier otro país socialista, sino que encontraba conexiones con la historia nacional y analizaba su papel en y para la realidad mexicana. Con ese comunismo fue con el que la izquierda nacionalista encontró coincidencias. Empero, y es importante destacar, el comunismo estaba lejos de ser un movimiento político homogéneo.

En ese sentido, fueron diversas las corrientes dentro del propio comunismo que de alguna manera se sumaron a la izquierda nacionalista y que hoy en día están presentes en Morena y dentro del gobierno de la 4T. Para fines de este ensayo queremos destacar al maoísmo como una de las corrientes comunistas predominantes y, quizá, más importantes, que se sumaron a la experiencia política electoral y democrática. Poco se ha escrito sobre ello y curiosamente hoy no son pocos los cuadros políticos provenientes del maoísmo y que en el actual gobierno mantienen puestos interesantes y algunos otros buscan cargos públicos de relevancia nacional. Sin duda el caso con más resonancia es el de la actual candidata de Morena a gobernar la Ciudad de México, Clara Brugada. Pero no es la única …  

I.- El maoísmo en México. Décadas de lucha y organización

La emergencia del maoísmo en México como corriente diferenciada dentro del comunismo, tal y como ocurrió en otras latitudes, tiene su origen en los años sesenta como síntoma del cisma que acaeció dentro del comunismo internacional después de la pugna entre la Unión Soviética y la China Popular. Así, bajo las ideas de Mao Tse-Tung, se fueron formando organizaciones políticas que vieron en las consignas y en los planteamientos del dirigente chino una mejor alternativa para aplicar en el país el marxismo-leninismo.

Ese primer maoísmo mexicano de los años sesenta surgió en una década de grandes cambios políticos dentro del abanico que representaba a las izquierdas nacionales. A esos primeros maoístas les costó trabajo asentarse, pero paulatinamente fueron construyendo una militancia consistente con la línea política proveniente de Pekín. Durante los sesenta sobre todo fueron dos las organizaciones maoístas con mayor influencia: el Movimiento Marxista Leninista de México (MMLM) y la Liga Comunista Espartaco (LCE). No obstante, ninguno de los dos organismos tuvo vida más allá de la década en la que se desarrollaron, pero su rol fue vital para la consagración y propagación años más tarde de más agrupaciones basadas en el maoísmo como faro ideológico y político.

Para los años setenta la situación cambió. Principalmente después del movimiento estudiantil de 1968 y sus repercusiones sociales y políticas, la década del setenta fue, a nuestro modo de ver, el decenio de mayor auge de las organizaciones maoístas en México. Se transitó, por ejemplo, de grupos con poca militancia o con limitada base social, a organizaciones de masas profundamente compenetradas en amplios sectores de la sociedad mexicana. El maoísmo proliferó en más y diversos movimientos sociales, se diseminó por grandes regiones del país y cientos de personas se vieron atraídas por los postulados teóricos y políticos de Mao.

Entre las organizaciones que podemos mencionar con mayor presencia y protagonismo durante los dos lustros que corresponden a los años setenta: Política Popular (PP), el Seccional Ho Chi Minh, la Organización Comunista Cajeme (OCC), la Organización Revolucionaria Compañero (ORC), el Frente Popular Independiente (FPI), Acción Popular-Marxista Leninista (AP-ML), entre otros. Estos grupos llegaron a colaborar entre sí, tuvieron influencia en diversos sectores sociales, fueron organizaciones bastante activas y su militancia se caracterizó por un profundo compromiso político que en muchos casos los llevó a cambiar su vida en todos los sentidos.

Las historias sobre militantes maoístas, en su mayoría jóvenes, que dejaron la escuela para convertirse en obreros, campesinos o en colonos populares no son pocas. Esto nos habla también de los sectores sociales donde los maoístas más influencia tuvieron. En el movimiento sindical de diversas ramas, con sectores campesinos en diferentes regiones, y en mayor medida, con lo que se conocía como el Movimiento Urbano Popular, es decir, en colonias populares con los estratos más pobres de las principales ciudades del país. Ahí el maoísmo mexicano construyó una poderosa base social.

Y a través de esas experiencias de organización y politización fue como decenas de militantes proyectaron y aplicaron la “línea de masas” del maoísmo. Asimismo, el sistema de organización política basado en “células” que caracterizó a las viejas agrupaciones comunistas quedó rebasado. El apoyo social y la búsqueda de una verdadera base política en la sociedad fue alcanzada por los maoístas en cierto modo a partir de su desenvolvimiento en el territorio. La militancia territorial adquiriría un nuevo protagonismo que hasta la fecha pervive. 

Hacía finales de los años setenta la ecuación de la izquierda política mexicana comenzó a cambiar sustancialmente. El gobierno priista, desde el influjo de uno de sus intelectuales más destacados, el veracruzano Jesús Reyes Heroles, presentó en 1977 una reforma política que permitía que otras fuerzas partidistas pudieran competir en elecciones con candidatos oficialmente reconocidos por las estructuras del Estado. Por su tradición de participación política electoral y por su veta democrática, los comunistas del Partido Comunista Mexicano (PCM) fueron los que principalmente abrazaron la iniciativa. Sin embargo, otras corrientes, como el maoísmo que manejó siempre una postura crítica al burocratismo y hacía la fetichización de los partidos, en su mayoría lo vieron como algo sin mucha importancia. Una treta más del régimen.

 De esta forma en 1977 se conformó la Coordinadora Línea de Masas (COLIMA), la cual fue un intento por unificar a diversos grupos de tendencia maoísta en el país. En la COLIMA confluyeron organizaciones como la ORC, el Seccional Ho Chi Minh, Línea de Masas (que fue una escisión de Política Popular que se encontraba en Monterrey y Durango), así como otras expresiones más minoritarias. Y desde la COLIMA se pensó y efectuó la conformación de tres Coordinadoras que resultaron fundamentales para el desenvolvimiento de fuerzas políticas y populares años más tarde: la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP). Estas tres agrupaciones que fueron políticamente fundamentales para los años posteriores, y que todavía hoy tienen mucha relevancia nacional, sobre todo la CNTE, no se entenderían sin la participación de los maoístas.

Para inicio de la década del ochenta el tema electoral volvía aparecer. La COLIMA entró en una crisis interna que la llevó a su disolución. La ORC que tenía un gran bastión principalmente en el Movimiento Urbano Popular, en lo que se conocía como la Unión de Colonias Populares del Valle de México, retomó el debate de la participación electoral, y en 1982, después de romper con COLIMA, decidió aliarse con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de tendencia Trotskista, y apoyar a su candidata a la presidencia de la República, Rosario Ibarra de Piedra. La ORC fundaría un movimiento en el Valle de México con claras intenciones de movilización política y electoral, el famoso Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP). El cual terminaría, de alguna manera, rebasando a la organización en general.

Igualmente en 1982, algunos personajes de origen maoísta, principalmente provenientes de Política Popular (pues esta organización desaparecería entre finales de los setenta y principios de los ochenta), se sumaron al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), en el intento de unificación de los partidos comunistas que tuvo como principal impulsor a la dirigencia del PCM. Ellos también compitieron en las elecciones federales con Arnoldo Martínez Verdugo como su candidato presidencial. Así, se fueron dando los primeros pasos, un tanto accidentados, del maoísmo en la lucha electoral.

Sin embargo, el otro enorme bastión maoísta que pertenecía a COLIMA, es decir, principalmente el Seccional Ho Chi Minh y Línea de Masas, fundaron una nueva organización junto con otras agrupaciones que se sumaron, tales como el MOCER zacatecano o el Grupo Síntesis de la Universidad Nacional, la cual se llamó: Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas (OIR-LM). La OIR-LM continuaría con el trabajo de masas y en el territorio en sus respectivos puntos de influencia alejada de la lucha electoral. Y a través de la CONAMUP, por ejemplo, la OIR-LM jugaría un papel importantísimo en la construcción y consolidación de colonias populares en zonas como Iztapalapa dentro de la Ciudad de México.

De esta forma los años ochenta avanzaron. El MRP (y por lo tanto un sector importante de la ORC) hacía 1986 se sumaría al proyecto de Heberto Castillo y por tanto apoyaría al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Esta alianza con el PMT es muy interesante pues nos muestra cómo algunos grupos maoístas fueron transitando hacía la lucha electoral y el proyecto de una izquierda más nacionalista. Finalmente el PMT en 1987, junto al recién fundado Partido Mexicano Socialista (nombre que tomó el PSUM después de una serie de cambios e incorporaciones), construirían una alianza para competir por las elecciones federales de 1988 siendo Heberto Castillo el candidato.

No obstante, aparecería en la escena la figura de Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente Democrática dentro del PRI. El neocardenismo rompería la atmósfera política. Aquel cisma en el partido oficial sería crucial para la historia del país. Se constituiría el Frente Democrático Nacional y Cárdenas sería el candidato. Y conforme avanzaban las campañas, diversas organizaciones de izquierda que venían del comunismo se sumaron al Frente. Semanas antes de las elecciones el propio PMS y Heberto declinarían en favor de Cárdenas. E igualmente, el tsunami político que representó el neocardenismo logró que confluyeran en su proyecto otras agrupaciones que hasta esa fecha no se habían mostrado interesados por la lucha electoral. Varios sectores importantes de la OIR-LM, por ejemplo, terminarían apoyándolo también.

Finalmente el proyecto neocardenista, a pesar del fraude, puso los cimientos para la construcción de un nuevo ente partidista en el que confluyeron diversas ramas de las izquierdas mexicanas. Fundándose así el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En el nuevo partido tuvieron una presencia importante personajes provenientes de la lucha popular maoísta. Y es que por las bases sociales que los maoístas habían logrado amalgamar su participación resultaba imprescindible. Y asimismo, para inicios de los noventa se construiría otro partido con una clara influencia maoísta en sus orígenes, teniendo como baluarte las ciudades de Monterrey y Durango (es decir dos de los bastiones de la OIR-LM), su nombre fue el Partido del Trabajo (PT). Hoy el PRD está lejos de lo que llegó a ser durante varios lustros. Gran parte de la vertiente más de izquierda que se encontraba reunida en el PRD, entre ella la de matriz maoísta, terminó emigrando hacía Morena y actualmente ahí se mantienen. Y el PT en la actualidad, y desde hace años, es un crucial aliado del obradorismo.

Ahora bien, antes de continuar vale la pena hacer un breve matiz. Con lo escrito hasta aquí, es importante que quede claro que estamos hablando de un sector del maoísmo que finalmente optó por sumarse a la experiencia partidista y electoral. Y es que nuestra intención no es reducir la historia del maoísmo o mostrarlo como un movimiento homogéneo. Pues lejos estuvo de eso. Es decir, no todas las organizaciones maoístas fueron transitando con el paso de los años del trabajo social, de masas, hacía la participación electoral. Hubo amplios sectores de militantes maoístas que se decantaron por otras formas de participación política, que siguieron firmes (y así siguen) en los movimientos sociales. Tal es el caso de mismos militantes de la OIR-LM que ya en los noventa se sumaron a la experiencia neozapatista en Chiapas, o gente del magisterio en la CNTE con clara afinidad al maoísmo que todavía se mantienen en la movilización social alejados de las urnas y los partidos.

Dicho todo lo anterior, podemos preguntarnos ¿Dónde podemos ver la raíz maoísta en la 4T? … Veámoslo

II.- La exmilitancia maoísta y el gobierno de la 4T

Ya habíamos dicho con anterioridad que quizá el caso más conocido sea el de la candidata a gobernadora de la Ciudad de México, Clara Brugada. Ella tiene una historia particular. Podemos rastrearla hasta su juventud cuando con 16 años se sumó a la organización de colonos en San Miguel Teotongo en Iztapalapa. Para los años ochenta, San Miguel Teotongo se convirtió en un baluarte territorial para el Movimiento Urbano Popular. En 1982 fue en dicha localidad donde se celebró la conformación de la OIR-LM. Clara Brugada siendo muy joven participó en todo ese proceso.

Por lo tanto, siendo parte de la OIR-LM, para los años ochenta Brugada se convirtió en una de las principales mujeres que comandaron la CONAMUP en la zona de Iztapalapa. Formó parte importante de un grupo conocido como Equipo Pueblo que se encargaba de alfabetizar y formar políticamente a los colonos. La gente de Equipo Pueblo tuvo mucha influencia en la región, siendo Clara una de las personas más destacadas y queridas.

Con un feminismo popular claramente marcado, y por su rol como dirigente, participó en diversos Encuentros Nacionales de Mujeres del Movimiento Urbano Popular. Es muy famoso el videoclip que circuló hace varias semanas cuando competía por ser la candidata de Morena a la CDMX, en donde una joven Brugada aparecía hablando sobre la participación femenina y el papel fundamental de las mujeres dentro de la CONAMUP. De esta forma, poco a poco, fue constituyéndose como una dirigente popular con bastante trascendencia. Cuando en 1988 la OIR-LM (y el MUP) se sumó al proyecto electoral neocardenista, Brugada representaba a uno de los bastiones más importantes, electoralmente hablando, de la CDMX. Después su participación en el PRD igualmente fue determinante, y en la dinámica interna del partido, mantuvo una alianza inquebrantable con AMLO y su proyecto.

Héctor Alejandro Quintanar menciona que sí hay una región en particular que fue fundamental para la consagración y posterior consolidación de Morena, primero como movimiento y después como partido político, esa región fue Iztapalapa. Este dato no es menor. Y en ese proceso Clara Brugada jugó un papel importantísimo. Tres veces ha sido alcaldesa de Iztapalapa y hoy compite por convertirse en la gobernante del principal estado de la República. Mostrando la influencia política y organizativa de ella y de la gente que la rodea como resultado de un proceso de más de veinte años de militancia en el Movimiento Urbano Popular y el maoísmo.

Pasemos ahora con la experiencia política de la actual candidata a gobernadora por parte de Morena al estado de Morelos, Margarita González Saravia. Su historia como militante de izquierda es igualmente interesante. De una generación más atrás que la de Brugada, Margarita González desde los años setenta, cuando salió de la preparatoria, decidió incorporarse al trabajo político con campesinos y colonos populares del entonces Distrito Federal y Morelos. Fue miembro del grupo maoísta conocido como la ORC, y se mantuvo constantemente participando en la consagración de la Unión de Colonias Populares del Valle de México.

Para principios de los años ochenta mantuvo su posición como una militante comprometida con la democratización de sindicatos y la organización campesina y popular. En 1982, tal y como se comentó anteriormente, los maoístas de la ORC participaron en la contienda federal apoyando a Rosario Ibarra, y después en 1986, decidieron sumarse al PMT y al proyecto de Heberto Castillo. Margarita fue testigo y participe de todo ese proceso. Y de alguna manera participó en la consagración del Movimiento Revolucionario del Pueblo, con el que la ORC buscó una veta electoral, principalmente en el Valle de México.

Cuando Heberto Castillo y el PMT se aliaron con el PMS hacía 1987, Margarita González Saravia fue designada como parte del equipo del candidato en el área de finanzas. Posteriormente siguió en el camino de la conformación del PRD. Y a pesar de que desde los noventa y hasta la fecha su participación política fue intermitente entre otras cosas por el negocio familiar, su lucha de izquierda que forjó su identidad desde los años setenta se mantuvo firme. Margarita ha acompañado a AMLO desde hace muchos años y por eso, en gran parte, es hoy candidata a gobernadora por el estado de Morelos, la región en la que creció y en donde ayudó a organizar y politizar diversos sectores sociales.

Ahora bien, aunque fuera de reflectores pero dentro del equipo de campaña de Margarita, se encuentra Carmelo Enríquez, un exmilitante maoísta de esa primera ola, por decirlo de alguna manera, de grupos maoístas que surgieron entre los años sesenta y principios de los setenta. Militante de la Liga Comunista Espartaco, y posteriormente del Grupo Compañero cuyo germen dio pie a la ORC, organización donde militó Margarita. De esta forma Carmelo fue fundador y uno de los principales dirigentes de la ORC. Participó por lo tanto en la COLIMA y fue una de las piezas clave en la consolidación de la Unión de Colonias del Valle de México. Fundador del MRP y uno de los principales dirigentes de toda la ORC que optó por avanzar y participar en la lucha electoral.

Carmelo Enríquez apostó por la candidatura de Heberto Castillo consiguiendo el apoyo del MRP al PMT. De ahí se sumaron al PMS y posteriormente, después de las elecciones de 1988, gran parte de ese grupo siguió en la construcción del PRD. Hoy están en Morena, y después de muchos años de lucha, continúan en la batalla por la democracia y la lucha popular. 

Por otro lado, al igual que los casos de Margarita, Clara, pero sobre todo parecidos al caso de Carmelo Enríquez, podemos ubicar a más exmilitantes del maoísmo mexicano en el actual gobierno, cercanos a Andrés Manuel y comprometidos con el proyecto político de la 4T. Por ejemplo, el actual Director del Registro Agrario Nacional (RAN), Plutarco García Jiménez, quien, a nuestro modo de ver, es quizá uno de los actores principales de la historia del maoísmo en el país. Plutarco ha venido luchando políticamente desde inicios de los años sesenta vinculado a las estelas del jaramillismo en Morelos, y claramente militando en el comunismo. Llegó a ser miembro y fundador de la Liga Comunista Espartaco. De ahí, en los setenta, fue líder del Seccional Ho Chi Minh, fundador de la COLIMA, y por sus grandes conexiones con el campesinado principalmente de Morelos y Guerrero, fue pieza clave para la consagración de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala. Con la que continúa participando y movilizando trabajadores del campo.

En los años ochenta Plutarco siguió en la formación de organismos sociales de masas. Participó en la OIR-LM y con la CNPA en diversas regiones del país. Se sumó, al igual que muchos de sus compañeros, a la lucha democrática y partidista, llegando a ser diputado federal por el PRD. Sin embargo, jamás redujo su participación política a la usanza partidista, pues toda su vida ha sido intensa y de lucha constante frente a las injusticias en las calles, organizando campesinos, trabajadores y movimientos indígenas. Actualmente que es Director del RAN, puesto que consiguió invitado por el propio AMLO, trata de imprimirle un sello diferente al Registro Agrario a partir de sus experiencias de más de cuatro décadas luchando junto a campesinos. 

Y así como Plutarco, podemos ubicar otros casos de exmilitantes maoístas que hoy forman parte de la estructura del gobierno de la 4T. Tenemos la experiencia de la actual titular de la Secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez Amaya, quien militó en el maoísmo desde los años setenta, y en los ochenta formó parte de la OIR-LM. Vinculada siempre al sector magisterial, participando por tanto dentro del sindicato de maestros y cercana al SNTE y a la CNTE. Del mismo modo podríamos mencionar a Paco Ignacio Taibo II, Director del Fondo de Cultura Económica, quien militó en grupos maoístas durante los años setenta.

En esta sintonía podemos mencionar también el caso del académico Armando Bartra, miembro activo de Morena e intelectual del partido, que también tuvo un pasado durante su juventud en grupos de tendencia maoísta. O como el caso también del veracruzano Manuel Huerta, quien militó en la OIR-LM, pasó por el PRD y actualmente como miembro de Morena estuvo a punto de ser el candidato a gobernador de Veracruz. Y a esta lista habría que sumar a un sinfín de cuadros que apoyan a la actual administración federal que viene de esas luchas de antaño y que militaron en la izquierda maoísta. Gente de Guerrero o de Chiapas vinculada al magisterio y principalmente a la CNTE y que hoy conforman comités de apoyo a la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Finalmente no podríamos omitir el caso del Partido del Trabajo. Fundado a inicios de los noventa por un sector de lo que era la OIR-LM, y teniendo como presidente del partido a una de las figuras quizá (por diversos motivos) más conocidas y controversiales del maoísmo mexicano, Alberto Anaya. Con una poderosa red de colonias populares apoyándolos en diversas regiones del país, y con gente popular entre sus filas como Gerardo Fernández Noroña, el papel del PT, y su pasado maoísta, es fundamental para cualquier análisis sobre los partidos y la coalición que hoy gobierna este país.

Reflexión final

Por décadas los maoístas libraron duras batallas por la organización y politización de amplios sectores sociales. Y si bien hubo expresiones del maoísmo que se decantaron por experiencias más radicales de lucha armada o vinculados estrechamente a las directrices internacionales de los países socialistas (maoístas); lo cierto es que en general, desde nuestro punto de vista, el maoísmo en México luchó siempre por una democracia popular y porque la participación de las personas en sus luchas sociales sucediera en un proceso consciente por la emancipación de clase. El maoísmo en México buscó siempre la reivindicación de las masas populares.

Con lo planteado hasta aquí, no queremos decir que el gobierno de AMLO tiene una parte de maoísta ni muchos menos (aunque bien podría ser un tema a discusión), más bien queremos mostrar el camino de un sector de esas raíces de izquierda que después de años de lucha y movilización, se encontró con un proyecto que, bien o mal, trata de reivindicar las luchas sociales frente a la desigualdad y en defensa de una soberanía nacional y popular. El “por el bien de todos primero los pobres”, no se aleja mucho de lo que los maoístas pensaban cuando se vinculaban con colonos populares, con campesinos pobres o con obreros sin derechos laborales. Hay que escudriñar en esas herencias que se mantienen presentes y ponerlas a discusión …

Referencias

Ortega, Jaime (2021), Herencia Roja. Reflexiones sobre el centenario del Partido Comunista Mexicano en Letras Históricas, núm. 23. PP. 195-223

Quintanar, Héctor Alejandro, (2017), Las raíces del Movimiento Regeneración Nacional, México: Ítaca Editorial.

Rico, Roberto (2010), El Retorno. La Unión de Colonias del Valle de México (UCP-VM). Sus orígenes, sus organizaciones, México: Brigada Para Leer el Libertad.

García Jiménez Plutarco Emilio, (2021), Memoria en el tiempo y un poco de historia, México: Juan Pablo Editores

Moreno Elizondo J. Rodrigo, (2020), La apropiación del maoísmo en México: los años germinales de la Organización Revolucionaria Compañero (1972-1974), en Contemporánea, vol. 7, núm. 3. Pp. 1-20

Fuentes, Ricardo Yanuel (2022), El maoísmo en México. Una periodización y apuntes para su estudio, en Cambios y Permanencias, vol. 13, núm. 1. PP. 360-378